martes, 13 de diciembre de 2011

Crítica: El Jovencito Frankenstein

El marciano Mel Brooks (nacido Melvin Kaminsky, hijo de padres judíos rusos, traficante de estupefacientes en sus ratos de ocio) inició su singladura espacial a bordo de unos guiones desenfadados que le llevaron a conocer, de abajo a arriba, por fuera y por dentro, los entresijos de los cuatro planetas principales del universo de las comunicaciones. Sus fantásticos textos le condujeron en primer lugar a los fascinantes mundos de la radio y de las publicaciones periódicas. Y más adelante, utilizando el submundo de la televisión como plataforma de lanzamiento, esos despiporres por escrito que se marcaba nuestro coleguilla el extraterrestre le catapultaron al maravilloso satélite del celuloide, adonde alunizó para quedarse eternamente.

Mel Brooks, nuestro particular hombrecillo verde, era un tipo muy inteligente que supo beber como una esponja potomaníaca de todas las fuentes de los diversos astros que iba visitando. Pronto se destapó como un cómico mordaz que desparramaba todas sus esencias al realizar parodias como Sillas de montar calientes, La loca historia de las galaxias (Spaceballs, la peli más marciana de este marciano), La loca historia del mundo, La loca, loca historia de Robin Hood o Drácula, muerto pero feliz. Ya lo decía mi abuela: hay mucha loca por ahí.

Además de un guionista fuera de órbita, Blake fue también actor estelar, constelado director y productor intergaláctico.

De su etapa televisiva cabe destacar la inolvidable serie Superagente 86, en la que se recreaba en clave de humor el clima de confrontación en los años 50 y 60 entre los amaricones y el bloque comunista del otro lado del telón de acero. Maxwell Smart era un espía de la CIA que manejaba con mano de hierro la única neurona sin oxidar que le quedaba (las malas lenguas dicen que era la única que le quedaba, a secas), para intentar vencer el maligno poder demoníaco de las fuerzas rojas del Este. Inolvidable banda sonora. Y memorable papel el de la espía 99, (seguro que se le dió la vuelta a algún dígito en el transcurso de la Guerra Fría. Pasa en los mejores hoteles. Tanto confrontarse, es lo que tiene.)

Como productor tiene en su haber joyas como El hombre elefante, de David Lynch o La mosca, de David Cronemberg. Ahí es nada.

En su faceta de director fue capaz de lo mejor y de lo peor. Se vió obligado a hacer dos aterrizajes forzosos para eludir sendas nominaciones a los Razzies.

Pero supo a su vez dejar constancia de su hábil pilotaje en proyectos como los ya mencionados y, sobre todo, en El jovencito Frankenstein, pelicula que hoy nos ocupa y que se constituye por méritos propios en una de las mejores comedias de todos los tiempos. Estrenada en 1974, engrosa la larga lista de incursiones en la comedia que perpetró Edwards. Tiene como protagonistas a unos no menos extraordinarios y marcianos Peter Boyle, Gene Wilder (también coguionista de este engendro) y Marty Feldman como el entrañable monstruo, el joven doctor Frankenstein y el inigualable jorobado de ojos bizcos y saltones llamado Igor, respectivamente.

SPOILER La película narra las peripecias del penúltimo descendiente del linaje de los Frankenstein, que se ve abocado por extrañas circunstancias de la vida a desplazarse a los laboratorios de su difunto ancestro para completar sus macabros experimentos. Este buen hombre tiene una de esas novias que se desmontan con solo mirarlas (a mi no me iba a aguantar ni medio asalto, qué os voy a contar, pero a este pobre capullo lo trae por la calle de la amargura durante al menos la mitad del metraje, con un calientapolleo que entra de pleno derecho en los anales de la historia de los calientapolleos de la gran pantalla. Lo de "entrar en los anales" seguro que escandalizaría a esta dama experta en "tentetiesos", pero la mozuela se lo ha ganado a pulso. Menos mal que nuestro héroe encuentra pronto consuelo entre los jóvenes brazos de su sexayudante, una rubia que está más bien para ayudarla a ella unas cuantas veces.) Por aquello de sublimar la libido, el amigo se decide a componer una sinfonía anatómica en Si bemol abnormal. Y crea, como no podía ser de otra forma, un auténtico MOSTRO, que unos hacen una ópera prima y otros operan a un primo, qué se le va a hacer. Total, que el genio creador de este tarugo megalómano genera un torturado hijo de las tormentas eléctricas, pobre víctima a su vez de los tejemanejes del ayudante menos sex del científico pirao: el insigne jorobado de Notedam. No-te-dam dos duros por él. Este tipo quedó así de agachao de tanto recoger los tornillos que se les iban cayendo a los demás. Pero mantuvo intacto su exquisito sentido del humor, eso sí.

Así que llega el momento en que tanto el doctor Frankenstein como su ayudante menos sex tienen que decir aquello de: "¡¡¡HEMOS CREADO UN MONSTRUOOO!!!". Pero sólo les sale algo así como: "Uy, hermano, creo que la hemos cagao". El mostro no está muy bien dotado intelectualmente, que se diga. Pero la naturaleza es sabia, aun cuando se trate de naturaleza muerta. Así que, al monstruíllo, todo lo que le falta de olla, le sobra de beeeeep. Lo cual le hará presa fácil de tanta lagarta que anda suelta por ahí, si ya me lo advertía mi abuela: "Ten cuidao con tanta lagarta que anda suelta por ahí" y "Hay mucha loca por ahí" fueron los dos grandes consejos que me dejó como legado. FIN SPOILER

La obra está rodada en un blanco y negro que homenajea a las películas de miedo de la Universal y que le sienta de lujo. Muchos de los decorados, en particular los del laboratorio del sobrevenido doctor, heredan el mobiliario y el instrumental de laboratorio de otras películas anteriores sobre el mito de Mary Shelley.

La estructura narrativa es lineal, sustentada a menudo en divertidos gags, al más puro estilo Mel Brooks. Pero el punto fuerte de esta obra son sin duda los personajes, estupendamente perfilados del primero al último, y que van engranándose en esos sketches como perfectas piezas de relojería.

El consumado Gene Hackman aparece en uno de ellos, encarnando a un viejo ciego con un sentido de la hospitalidad bastante particular. Al pobre monstruo Franky le pasa con este hombre de la cabaña lo mismo que le acontece a su creador con su intocable novia: a los dos les prometen encenderles el puro y ambos salen chamuscados... y con dolor de mano.

Y qué decir de los demás ingredientes que aparecen en la ensaladera: el enteradillo tocapelotas de la clase, un estrambótico mad doctor al que gusta coserse los pantalones con bisturí y fumar cigarritos acostado en la azotea, un conejo de indias con forma de abuelete reumático y canijo, la novia calienta-braguetas que canta ópera cuando alguien la pone contenta, el ama de llaves nazi a quien le gusta hacerlo con las velas apagadas, la sexayudanta rubia tonta que no lo es tanto y a la que también gusta fumar cigarritos acostada en la azotea o yacer en carros prolijos en pajas (no lo digo yo, lo dice el guión. Qué gente más rara, coño, es verdad. Al menos no le gusta fumarse el cigarrito en el carro de las pajas, que si no adiós al sexo seguro...), el jorobado de joroba transhumante y su pequeña maleta itinerante, el carismático monstruo de frente despejada y largos tentáculos (¿que Frankenstein no tiene ningún tentáculo?, esperen y verán...), la niña voladora,... son todos absolutamente magistrales, tanto en su concepción como en sus caracterizaciones. El personaje del inspector Kemp (Kenneth Mars) es también todo un hallazgo y merecería un capítulo aparte, un capítulo escrito con 3en1 por un protésico.

Si por haber, hasta hay un cameo de El Rector, que pasaba por allí (a este señor le va la marcha, os lo digo yo, le encanta abrir ataúdes y liberar lo que hay dentro, hablo con conocimiento de causa; para la ocasión se disfrazó de anticuario cenizo adicto a los ansiolíticos, qué tío.) En fin, un elenco irrepetible.

La fotografía y la ambientación, así como los bonitos títulos de crédito del comienzo, en letras góticas sobre un castillo gótico, mientras suena una hermosa música de violín a cargo de John Morris... Todo ello rinde tributo al mejor cine clásico de terror, del que esta película es una descarada, cariñosa y deudora parodia. Cae la tormenta sobre el lúgubre castillo. Una sola ventana iluminada nos guía hacia su interior, donde nos acoge un crepitante fuego de chimenea. Un ataúd reposa frente a él. El reloj de pared está dando las doce de la noche. El Rector hace su aparición entonces, robándole una misteriosa cajita al tacaño cadáver que yace dentro. "Trae acá pacá". "Que no, que no", parece decir el rigor mortis que agarrota los brazos del difunto. Un par de tirones más, clenc, clenc, clenc, y el Rector arranca de las huesudas manos su preciado objetivo. Si es que este hombre... Ya no hay respeto, no hay respeto... Poco después le va con el cuento de la cajita a un profesor chiflado que está dando su clase de anatomía cerebral mientras dibuja un cucurucho de helado en la pizarra. Y claro, la lía parda.

Por qué hay que dejar que la novia nos la siga calentando después de 37 años: Por su magnífica galería de personajes, por la innegable vis cómica del mago Brooks, por ser un sentido homenaje al género y porque sale El Rector en un cameo.

Por qué debes dejar de fumar si bajas de la terraza acompañado de una rubia: Porque tu señora te va a arrear un tortazo de no te menees. Y la ceniza quema, so gilipollas.


8 comentarios:

El Rector dijo...

Poco puedo añadir mi buen estimado chupasangre sureño. Esta es una de mis películas favoritas, posiblemente (no, seguro) una de las comedias mas brillantes de la historia del cine, no se podía esperar menos del binomio Brooks/Wilder. El primero un grande de esto (no sabía que había producido la Mosca de Cronenberg, mira tu por donde) y el segundo, sencillamente, EL cómico por excelencia, el rey midas de la comedia, "ojitos", como siempre lo he conocido (no es broma), esos ojitos azules, esas pesatñas... siempre me pudo este hombre, SIEMPRE. Me chiflan todas sus películas, me enamoran joder, me enamoran.

Y ese cameo, joder, que decir de ese cameo, eso son secundarios de lujo y lo demás son tonterías... :)

Cuanta razón tenía su santa abuela, cuanta.

Darkotica dijo...

Mítica, una de las pelis que más me han hecho reir, por muchas veces que vea la peli siempre lloro de risa con dos momentos: Uno es cuando el Dr.Frankenstein llega a la estación y le está esperando Igor y el primero le saca el tema de su problema de espalda...Y el otro es cuando va el Igor a buscar un cerebro y pilla el de "A.Normal" fantástico...

Ahora me han dado unas ganas terribles de volver a verla porque no me había dado cuenta de que salía El Rector, de hecho creo que ahora mismo la voy a ver...:P

El Sepulturero Torero dijo...

Rector, el actor: A mí también me han flipao las pelis de "Ojitos" de siempre. Si no eran buenas, él hacía que mereciera la pena verlas. Me acuerdo mucho de las comedias que hacía Gene Wilder con Richard Pryor, No me chilles que no te veo y todas esas (cuando me contaron ese chiste de: Anda, pero si eres negro. No, es un lunar, no sé por qué pero siempre me imaginé que se trataba de una escena de esa película, una en la que Ojitos recuperara la vista, y me descojonaba más fuerte todavía. Todavía lo hago. La cosa es que a día de hoy casi no recuerdo quién era el sordo y quién el ciego. Pero seguro que no importa.)
Secundarios de primera fila, ya te digo (A propósito, tío, cuando veía al inspector Kemp, no sé por qué, me venía la imagen del hombre alto de Phantasma interpretando ese papel. Curioso.
Mi abuela era una santa sabia :) De mayor quiero llegar a ser la mitad que ella. O sea, todo un sabio, pero nada santo ;D

El Sepulturero Torero dijo...

A Darky is the night:
Lo de la joroba de Igor en la estación, con el otro quejándose de la espalda es como esa anécdota que se ríe de la estupidez de las estadísticas: Si tú te comes un pollo y yo ninguno, cada uno nos hemos zampado medio pollo (que a nadie se le ocurra cambiar el género del animalito en cuestión). Pues estos dos andan igual en una estadística sobre laescoliosis.
¡Y lo del maletón grande y la maletita chica? Pa qué, jajaja
También es muy bueno el momento en que en que Ojitos interrumpe a Ojotes en una conversación y le dice refiriéndose en la joroba. Habría jurado que ESO estaba antes al otro lado Jajaja Y es así, jaja, ese golpe es buenísimo
Lo del cerebro es también la leche de bueno (y buena la leche que se da contra el suelo el cerebro sano) En el bote ponía ABNORMAL, que supongo que será un juego de palabras en inglés con Absolutely Normal, lo que, combinado con la bizquera de Igor, contribuye a que la ciencia dé unos pasos de gigante... hacia atrás.
El mejor premio por hacer esta reseña es que gente como tú la vea (o la revise), princesilla de la noche Así que ya sabes, dale al play. Ayer vi The Gate, muy buena, me gustó mucho, y para cameo ese del niño con la manta por encima, saltando encima de la cama, qué video se está perdiendo la Humanidad con otro protagonista, Darkótica, qué vídeo... jajajaj
Hoy la feliz parejita se ha escapao tras cangurear a la abuela y ha ido al cine a ver "Un dios salvaje" de Polansky. Otra excelente comedia para paladares exquisitos Os la recomiendo (No, no es que ahora me haya dado por tratarte de vos, es que el de los cameos también va educando el paladar y también se la recomiendo a él. Roma no se hizo en un día ;)))

Ash Williams dijo...

Maravillosa pelicula, y un texto a la altura!


No "hase falta disir nada mas"!

Un saludo.

El Rector dijo...

La verdad vaya siempre por delante, me siento muy identificado con el inspector Kemp, sobretodo jugando a los dardos, menudo hijo puta, :)

Pues mira por donde que el principillo de la noche tampoco pudo resistirse a la tentación y desenpolvó su viejo DVD para viajar un rato a la Transilvania en blanco y negro y joder, que desmejorado estoy en el cameo (y es usted, un grandísimo hijo de... la zorra!!!), si no es por el traje, no me reconozco, para que luego digan que en la tele uno sale mas guapo. Si cuando no hay fotogenia...

Sepulturero, supongo que cuando haces referencia en tu comentario a los Frankenstein, has sido respetuoso con su correcta forma fonética, es decir, Frankonstin... que grande el amigo Feldman, "también lo pronunciará Frodorick", le casca en la estación al no menos amigo Wilder (que decir de este genio, eso es una mirada, lo demás son tonterías y esta misma semana, me dejo ese bigotillo). Ayúdese con el bastón.... pa ke disir mas.

Me encantan también las dos entregas del sordo y el ciego, Pryor era otra de mis debilidades confesas. El gran despilfarro, a otro nivel del jovencito, es también una puta maravilla de la comedia.

Darkotica dijo...

Espere amo, puede ser peligroso... usted primero... Pues si, la volví a ver y volví a troncharme de risa, es más, siempre que la veo me paso los días siguientes recordando trozos y riéndome más aún, que grande, y esta vez he descubierto cosas nuevas como por ejemplo: El cameo del Rector (te reconocí por la forma de vestir), lo del cucurucho de helado que dibuja "Fronkonsteen" en la pizarra de la clase (gracias Sepu, no me había dado cuenta de esas dos), o el detalle ese que viaja desde EEUU a Transilvania en tren jaja!!

Que pena que Wilder dejara el cine, yo también me lo pasé pipa con "No me chilles que no te veo" (por cierto Pryor era el ciego, y que bien que lo hacía el cabrón!) y no no solvidemos de La mujer de rojo...

P.D.¡Mi abuelo solo hacía caca!!! XD

El Sepulturero Torero dijo...

Grasias, Ash, ha sío un plaser escribirlo (y volver a ver la peli, claro) :) Saludos
A Rector y Darkótica: Me alegro un montón de que la hayais disfrutado otra vez. Un abrazo.

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