Crítica: Guilty of Romance

Tercera y última película de la trilogía Odio, tras “Love Exposure” (2008) y “Coldfish” (2010) del director japonés Sion Sono. Se narra en forma episódica, cinco capítulos; titulados. Haciendo así referencia a la conexión literaria de los personajes y la fijación; mencionada, con una obra de clara crítica social, El castillo de Kafka. Tal y como en la obra, no hay narración lineal y bajo esta premisa, Sion Sono nos traslada mediante juegos temporales y desordenados, sin precisión de tiempo; a las aulas japonesas donde unos personajes que llevan una doble vida nos muestran una sociedad enfermiza.

Una vez se visualiza esto y se visiona la película, sacamos una conclusión clara, Sono quiere mostrarnos el camino de descenso de una mujer pura en prostituta. Que esto ya nos lo habíamos encontrado en otras películas anteriores está claro que si. En versiones mucho menos extremas, menos estridentes; como fuera la obra de Luis Buñuel, “Bella de día”. Pero la estridencia como estética de obra, es el sello claro de este director. Y es en esta cinta, donde le da un toque noir. Tal y como los occidentales nos imaginamos Japón, la película se cubre de neón y de convertir el crimen en arte.

Nos presentan a la detective Yoshida (Miko Mizuno,) que está investigando un crimen bastante perturbador. Un maniquí mutilado que ha sido rellenado, cual pavo de acción de gracias; con secciones de un cuerpo humano que se está pudriendo. El barrio donde lo encuentran no es precisamente la zona alta, sino el barrio de prostitutas.

Aquí Yoshida se pondrá a desgranar el caso para encontrar al asesino. A la par, en una historia paralela, tenemos un típico matrimonio esposo dominante-mujer sumisa con Kanji Tsuda como marido y Megumi Kagurazaka como Izumi, la mujer; que viste de sirvienta y está dedicada a hacer todo lo que su esposo le pide. Que no te creas que es un señor ignorante, no… es un reputado novelista al que la monotonía ha ganado la batalla y que cree que su mujer es una posesión suya que debe satisfacerle, aquí no hay dobles sentidos que valgan. Izumi, como cualquier mujer normal; se encuentra atrapada en una vida aburrida en la que no quiere estar pero de la que no puede escapar; y como cualquier mujer normal se busca un hobby. Las películas porno, por lo que fuera, ha acabado ahí. Mucha casualidad y mucha imaginación. Pero bueno, ahí conoce a una señora prostituta, Mitsuko (Makoto Togashi); que además, está obsesionada con el libro antes mencionado. El castillo. Y con esta yuxtaposición de personajes, donde las mujeres puras se convierten en putas y las prostitutas son mujeres modélicas, se crea un link entre las dos que abre el verdadero camino hacia la liberación de las personas.

¿Qué esperar de Guilty of romance? Mucho barroquismo, eso por supuesto. Mucha locura, donde una protagonista en su búsqueda por el placer sexual se muestra como una experiencia mística, espiritual. Sion Sono tiene una facilidad para rodar sin caer en las burdas imitaciones. Sus películas tienen una fuerte carga de individualidad y tienen una mirada personal que no deja indiferente. Cierto que la puesta en escena no es tan mágica como la primera película de la trilogía, pero aun así, el humor ácido, la vitalidad, la fuerza que componen “Guilty of Romance”, demuestran que es un verdadero genio.