lunes, 30 de junio de 2014

Sitges 2014: Calentando motores

Queridos Cuervos, os comento algunas de las novedades de los últimos boletines del próximo y cercanísimo (Hmmmm) Festival de Sitges de este año 2014. La cita vuelve a ser ineludible y este año dará que hablar, os lo aseguro... Programón!!! 

Abierto el período de inscripciones de films en Sitges 2014 

El período de inscripciones de largometrajes y cortometrajes para la 47ª edición del Sitges – Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya ya está abierto. Los productores y distribuidores pueden presentar sus películas, que serán valoradas por el Comité de Programación del Festival. 

Sitges 2014 explora el territorio de los sueños 

El amplio universo de sueños será el protagonista en Sitges – Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya, que celebrará su 47ª edición entre el próximo 3 y 12 de octubre con una renovada apuesta por la producción de género hecha en Catalunya.

La esperada '[REC4] APOCALIPSIS' inaugurará Sitges 2014, el próximo 3 de octubre 

Sitges 2014 ya tiene definida su estrategia y avanzado el diseño de su programación, que incluirá la esperada 4 Apocalipsisde Jaume Balagueró, y otros títulos que sintonizan con la radicalidad artística que distingue al Festival, como La distancia, de Sergio caballero, y la coreana Han Gong-ju, de Lee Sujin. 

Blood Window, una puerta abierta al cine fantástico iberoamericano, en Sitges 

La 47 edición del Sitges – Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya contará entre sus novedades la unión con el sello de cine fantástico creado por el mercado Ventana Sur: Blood Window.

Sitges, Austin y PiFan presentan la nueva sección Blood Window en Cannes

Blood Window, la nueva sección que estrenará Sitges 2014, ha presentado sus credenciales en Cannes. El mercado del emblemático festival francés ha programado cinco sesiones, que se celebraron entre el viernes y el martes pasado, apadrinadas por cinco integrantes de esta red del fantástico latinoamericano: Sitges, Austin Fantastic Fest, Puchon Fantastic Film Festival (PiFan), el mercado de coproducción de género Frontières (que este año se celebra en Montreal) y el mercado Ventana Sur de Buenos Aires. 

El festival Maremostra y Sitges renuevan su colaboración 

El Maremostra - Palma International Film Festival y el Sitges - Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya renuevan su colaboración por segundo año consecutivo. De esta forma, Sitges volverá a apadrinar la sección Maremonstruo del festival mallorquín con dos títulos de su última edición: Blackfish y Europa report

La Academia de Hollywood 

¿Sabías que los cortos ganadores en las categorías de Fantàstic y Anima’t de Sitges 2014 podrán competir por los Oscar? La Academia de Hollywood ha declarado Sitges como festival calificado para presentar candidaturas con los cortos ganadores.

Rob Zombie recibió el Gran Premio Honorífico del Festival de Sitges 

El director de cine y músico Rob Zombie recibió el Gran Premio Honorífico del Sitges – Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya, el pasado sábado 21 de junio. El Festival aprovechó la presencia en Barcelona de Rob Zombie con motivo del concierto que protagonizó el día siguiente, para entregarle el premio y convocar un acto de reconocimiento a su trayectoria. 

Abierto el plazo para ser miembro del Jurado Carnet Jove de Sitges 

La Agència Catalana de la Joventut –que depende de la Generalitat– y el Sitges - Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya han abierto el plazo al envío de solicitudes para formar parte de la décima edición del Jurado Carnet Jove. Finaliza el 3 de julio. 

Curso de dirección cinematográfica con Phonetastic y ESCAC

Phonetastic Sitges Mobile Film Festival y el ESCAC se unen para crear y ofrecer un curso de dirección cinematográfica dirigido a los amantes del cine y a todo el mundo que esté interesado en conocer las herramientas que utilizan los profesionales del séptimo arte. 

El Premio Minotauro se vincula al Festival de Sitges 

El Sitges – Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya, que celebra su 47ª edición del 3 al 12 de octubre, acogerá el fallo y entrega del Premio Minotauro. El Festival y Ediciones Minotauro han cerrado un acuerdo que vincula ambas iniciativas. 

Curso de cine fantástico y de ciencia ficción del siglo XXI 

Sitges - Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya y la Universitat de Barcelona organizan conjuntamente el curso “El Festival de Sitges i el cinema fantàstic i de ciencia ficció del segle XXI”, coordinado por el profesor Jordi Ojeda y el director del Festival, Ángel Sala. 

Más información en: SITGES 2014 – Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya 47ª edición | 3-12 octubre 2014 | www.sitgesfilmfestival.com


Crítica: Chilling Visions: 5 Senses of Fear

Llevaba meses con esta película rondándome la cabeza pero no sé por qué sentía cierto rechazo. En un principio pensé que era la quinta entrega de una saga desconocida por mí, y eso ya me apetecía aún menos. Una de esas tardes tontas entre agobios de curro decidí darle una oportunidad y no se imaginan hasta qué punto estoy contento y satisfecho de mi decisión. Porque Chilling Visions es, además de original, atrevida, entretenidísima y divertida, una firme candidata a convertirse en película de culto con el paso de los años. 

A modo de antología, recordando viejos tiempos de Creepshow, Historias de la cripta, incluso Masters of Horror, y partiendo de un nexo común-un retrato de cada uno de los cinco sentidos del cuerpo humano-cada uno de los directores nos cuenta una historia en la que se entremezclan personajes y recursos del resto para acabar conformando un perfecto puzzle en una brillante composición en la que ocurre como suele pasar en este tipo de películas, que alguna no está a la altura del resto. A pesar de ello, las historias no están nada mal por sí solas, están perfectamente narradas y emplastadas en el conjunto y además la calidad técnica con unos recursos escasos es espectacular. Me declaro desde ya fan absoluto de los segmentos “Vista” y “Tacto” que comparten un insano personaje diabólico y que muestran claras influencias de autores como Lynch y Cronenberg (palabras mayores, eh?). 

Analicemos los cinco “episodios”:

Smell: Olfato. 

En este episodio el director Nick Everhart nos cuenta la historia de un tipo normal y corriente que ha roto con su novia y desde entonces se ha abandonado y vive una vida aburrida, acudiendo cada día al mismo trabajo donde no se le reconocen sus méritos y volviendo a una casa llena de trastos y basura.Una mañana que decide no ir a trabajar y quedarse en la cama le despierta una señora vestida de rosa que dice tener la solución inmediata a todos sus problemas: Un frasco de colonia-claro homenaje a “La muerte os sienta tán bien”- que hará que toda persona a su alrededor se sienta atraída por él y su nuevo rol de triunfador. 

Lo que la tipa de rosa no le comenta es que el botecito tiene efectos secundarios, y la zona que roce el perfume empezará inmediatamente a pudrirse al mismo ritmo frenético que su éxito. Así que sus feromonas se convierten poco a poco en irresistibles, las mujeres le acosan, los jefes le ascienden y se va convirtiendo en el “P.... amo” de todo lo que le rodea pero la necesidad de “perfumarse” es cada vez mayor, por lo que su cuerpo empieza a volverse repugnante y la colonia empieza a oler más a pescado podrido que a Chanel. Es el episodio que menos me ha gustado, y aún así es absolutamente entretenido, con una labor de maquillaje notable y un ritmo genial. 

Sight: Vista.

Mi favorito. Dirigido por Miko Hughes, trata la historias de un oftalmólogo solitario que puede ver lo que sus pacientes han visto y sentido previamente gracias a un líquido que extrae directamente de sus ojos. Se ha implicado sentimentalmente con una de sus pacientes y cada noche, cuando acaba su trabajo se inyecta las visiones de la chica. Un día descubre que está siendo víctima de malos tratos por parte de su pareja, un chungo macarra que le pega palizones como si nada, así que decide inyectarle una serie de terroríficas y tormentosas visiones extraídas de varios pacientes para que se acojone y deje a la chica en paz. Por desgracia, las cosas no salen como él esperaba y crea un mónstruo, un sádico asesino en serie que protagoniza también el segmento “Tacto”, mi otro favorito. Es una historia redonda que bien merece una peli por sí misma. Un gustazo. 

Touch: Tacto. 

Emily Hagins nos ofrece un relato de tensión y suspense magistral en el que un niño ciego tiene un accidente de coche con sus padres, que quedan heridos e inmóviles. Entonces el niño, que tiene un sentido de la orientación sobrenatural, tiene que ingeniárselas para encontrar ayuda. En pocos minutos descubre que el accidente no ha sido tal, sino una de las obras de un psicópata para recolectar a sus víctimas, un asesino al que ya conocimos en “Vista”. Maravilloso, con referentes a Mentes Criminales, es otro de los episodios que piden a gritos un desarrollo en largo. 

Taste: Gusto. 

Eric England rueda un episodio fabuloso también, muy surrealista y con el mejor gore de toda la peli. Cuenta la historia de un chaval que se dirige a una entrevista de trabajo a un lugar remoto en el que nadie parece poder explicarle en qué consistirá el trabajo o la entrevista. En el lugar aparecen muchos de los personajes de otros segmentos.Finalmente pasa a su entrevista con una mujer bastante decidida a conseguir que el chico trabaje para ella como hacker. Cuando el tipo declina su oferta comete el error de su vida y las cosas se tornan un poco, bastante, sangrientas. 

Hearing: Oído.

Dirigido por Jesse Holland y Andy Mitton, es una pieza bastante complicada y diferente al resto. Se trata de un found-footage que cuenta la loca idea de la existencia de una canción que mata a quién la escucha e interpreta. Claramente inspirado en “White, the melody of the curse”, peli coreana infravalorada, es uno de los cinco segmentos peor realizado y planteado. Lento, a ratos aburrido (y dura minutos) no es ni mucho menos el broche final que merecía esta antología. 

Cada segmento de la cinta ha sido rodado en tan sólo 4 días y el montaje fue totalmente contrarreloj, lo que no hace sino demostrar que una buena idea bien planteada puede funcionar independientemente de su producción, que acaba resultando mucho más completa de lo que debería parecer. 

El primer segmento,"Olfato ", se rodó en una habitación de hotel de Connecticut durante un terrible huracán de arena , mientras en el exterior la gente era evacuada por el peligro que suponía. 

El tema de las antologías de terror se está haciendo ya un habitual en la industria cinematográfica sobre todo lanzada al mercado del DVD. Bien recientes son las dos fabulosas entregas de "V/H/S", y "Sanitarium" pelis con un nexo común entre sus historias pero absolutamente independientes. "Chilling Visions: 5 Senses of Fear" no desmerece el subgénero en absoluto, sino que lo mejora y demuestra que se puede seguir siendo original ajeno a los grandes estudios. Recomendable por completo.


viernes, 27 de junio de 2014

Crítica: Open Windows

Después del pase de “Open Windows” en el Verdi Park de Barcelona, Romasanta se ha quedado totalmente aturdido y desvirtuado por el nuevo trabajo de Nacho Vigalondo; la verdad que no sé por donde empezar, ya que la propuesta del director de “Los Cronocrímenes” (2007) y “Extraterrestre” (2011) me ha dejado más bien frío y desconcertado. 

“Open Windows” se sostiene gracias a una interesante premisa pero poco original, ya que cabe recordar la magistral “La ventana indiscreta” (Rear Window, 1954) de Hitchcock para saber que el planteamiento de espiar a alguien ya se había inventado antes, pero a pesar de eso, su intento por innovar lo consigue a través de las nuevas tecnologías, formulando un extraño montaje a través de una multitud de ventanas que ofrecen diferentes puntos de vista como también diversas acciones; hasta este punto todo correcto y de cierto interés, pero Vigalondo no sabe llevar la acción con brío y soltura, lo que conlleva a que la premisa de la película se desgaste en tan sólo 30 minutos de metraje, por lo que la repetición, el absurdo y lo ilógico zarpan por un guión lleno de sinsentidos y vaivenes. 

Por lo que respecta a los actores, Elijah Wood dejó de ser un actor desde hace mucho – y para mi gusto resulta disfrutable en Sin City (Robert Rodríguez, 2005), pero poco más allá- por lo que todo se traduce en una serie de tics que remiten a sí mismo, siendo un personaje bobalicón y sin profundidad; ya desde el inicio cuando recibe una llamada y le ordena todo lo que debe hacer, supone un punto de inflexión -ya que sin dejarse llevar el personaje no tendríamos película- pero nunca se pregunta quién, porqué, cuando..etc, consiguiendo ser una farsa en sí mismo -la verdad que en Grand Piano (Eugenio Mira, 2013) estaba más convincente-; y ya que menciono la española Grand Piano, establecer cierta relación con el film de Eugenio Mira, ya que si olvidamos la parte tecnológica, la situación que vive el personaje principal (Elijah Wood en las dos) es casi similar, aunque la propuesta de Mira sabe buscar el desasosiego y la intriga, mientras que Vigalondo se queda en tierra de nadie, sin saber que hacer con el material que tiene; por lo que respecta a Sasha Grey y Neil Maskell totalmente fuera de lugar, sin ofrecer nada más que telegráficos diálogos y desprovistos de emoción o gracia. 

Por consiguiente, hay buenas ideas como todo lo que se refiere a la falta de intimidad, la facilidad en la que cualquiera puede violarla, la extrema fuerza que tiene internet junto a su inevitable atracción; de la misma manera que se ofrece una visión de la tecnología como arma en potencia -somos capaces de entrar en cualquier ordenador y violar su intimidad- y éstas al principio prometen que el producto puede ser del todo resultón e intrigante, pero todo ello queda lastrado por una realización torpe a más no poder; es original ofrecer más de una acción a través de la pantalla del ordenador, pero si el director es incapaz de insuflar acción e intriga, el film se queda en agua de borrajas y se resiente. 

La trama intenta innovar tanto en algo que no puede que es un quiero y no puedo, en un metraje que se me hizo tedioso y larguísimo -yo le quitaba 40 minutos y eso que dura 100-, por no decir del absurdo en el que cae toda la historia que intenta sacarse sorpresas de la manga con total calzador, por lo que nunca llega a sorprender al espectador. Todo es frío y sin sentido, donde no se sabe en que género se encuentra, ya que aveces parece una película cercana a “Enemigo Público” (Enemy of the state, 1998) y que a momentos parece ser un slasher al uso o una película policial con pshycokiller incluido, calcando ciertos aspectos de “Rastro Oculto” (Untraceable, 2008). 

En conclusión, “Open Windows” se pierde por cada una de sus ventanas cibernéticas sin ofrecer nada más que un ramillete de buenas ideas, en las que la tecnología es capaz de controlarlo todo -aspecto que se vuelve en contra al ser capaz de rizar el rizo sin parar- pero sin llegar a una crítica concreta, a una trama bien definida y un guión consistente, además de potenciar la acción -porque la hay- sin conseguir nada de nada, sino más bien el aburrimiento del espectador ya que al final el único personaje va de un lugar a otro con su laptop sin ninguna motivación extrema, ya que en realidad la trama no va con él y simplemente es un conejito de indias que podría marchar en cualquier momento. 

Lamento tener que hacer este tipo de críticas y más de un director que creo que se puede esperar más de él, pero la verdad que “Open Windows” es un fracaso en toda regla donde es muy difícil remarcar alguna virtud, ya que todo el material está realizado con mucha desgana y es una verdadera lástima, porque a pesar de contar con un trailer bastante malo se podía haber sacado un film correcto o notable, otra vez será Sr.Vigalondo.


miércoles, 25 de junio de 2014

Crítica: The Raid 2: Berandal

Gareth Evans, un joven director británico que nos regaló (junto a Timo Tjahjanto) hace un año uno de los episodios más salvajes y brutales que un servidor recuerda en una película de relatos de terror, me refiero a Safe Haven en V/H/S/2, ya había sorprendido (muy gratamente) a propios y extraños con su película, de producción indonesia, The Raid. Un thriller de acción disfrutable y muy bien realizado (a pesar de contar con un presupuesto ajustado), que sin inventar nada nuevo, asombraba por la complejidad coreográfica y violencia descarnada de sus peleas y ponía de manifiesto las buenas capacidades cinematográficas de Mr. Evans.

lunes, 23 de junio de 2014

Crítica: After

La soledad es sin duda, uno de los mayores terrores del ser humano. No existe nada más arraigado en nuestro interior que la imperiosa necesidad de escapar de ella. Incluso aquellos que no gustan en exceso de la compañía de otros, necesitan en mayor o menor medida, antes o después, tener a alguien al lado con quien compartir lo cotidiano, pues solos, a la larga, todo carece de sentido. No es de extrañar pues que el cine de terror haya intentado explotar este miedo universal en multitud de ocasiones. Clásicos como “El Último Hombre Vivo” (“The Omega Man”, Boris Sagal, 1971), o terrores más contemporáneos como “28 Días Después” (“28 Days Later”, Danny Boyle, 2002) o “Phantoms” (Joe Chappelle, 1998) han utilizado esta premisa como punto de partida o columna vertebral de sus respectivos relatos. 

viernes, 20 de junio de 2014

Crítica: New World

Desde el boom de las películas de acción en Hong Kong en los años 80, la industria del cine del este de Asia ha sido mejor que Hollywood a la hora de hacer thrillers de la vieja escuela. Así, sin más. Sin ir más lejos, la oscarizada Infiltrados de Martin Scorsese no es más que un remake de la cinta Juego Sucio de Wai-keung Lau. Mientras que el cine pop asiático permanece fuera del radar de la cultura mainstream americana, ahora es mucho más fácil hacerse con él que antaño. Esta semana se estrena New World, bizantino, escurridizo y sangriento drama de la mafia, de manos del director y escritor Hoon-jung Park.

Nos movemos en terreno conocido aquí, aunque el decorado sea asiático, americano o lo que sea, es un decorado estéril pero lujoso, hombres duros en trajes impecables, un paisaje moralmente shakespeariano de alianzas cambiantes y traiciones repetidas. Park, quién es conocido por escribir el guion de Encontré al diablo de Kim Jee-woon, maneja esta historia con desapego severo e imponente. (La fotografía es del maravilloso Chung Chung-hoon, quién ha filmado la mayoría de las últimas cintas de Park Chan-wook). Este distanciamiento se extiende tanto a los movimientos de cámara como al desarrollo de personajes, y supongo que se convierte en la mayor falta de la cinta y su calidad dominante. Nuestro foco central cae sobre Ja-sung (Lee Jung-jae), un policía de incógnito que ha llegado prácticamente a la cima del sindicato del crimen de Goldmooon, a pesar de ser un camaleón lleno de moral que nos muestra su tormento cada vez que pone pie fuera de la organización.

El responsable policial de Ja-sung es el fumador compulsivo y entrecano Jefe Kang (Choi Min-sik, la estrella de Oldboy), quién intenta manejar este juego de cruces triples y arcanos dentro de la banda Gooldmoon cuyo verdadero alcance Ja-sung sólo puede adivinar. Tras la repentina y misteriosa muerte del jefe de Goldmoon – posiblemente un truco sucio de la policía, aunque nunca se nos dirá la verdad tras el incidente – la organización se deteriora a velocidad pasmosa en una lucha violenta de facciones y cacerías paranoicas. De hecho, aviso que la primera escena de New World nos muestra a un informante sospechoso siendo torturado y apaleado por el propio Ja-sung, aunque no sabremos hasta después el grado de corrupción y compromiso involucrado en esta acción brutal.

Ja-sung es el teniente de un carismático tipo llamado Jung Chung, una especie de Tony Montana (maravilloso Hwang Jung-min); quién es el personaje más irresistible de la cinta a la par que el más repugnante. Un chino étnico (se dirigen a él en los subtítulos con un término derogatorio que no repetiré) que prefiere los trajes ajustados de estilo, mocasines sin calcetines y un corte de pelo desenfadado y de estilo italiano. Jung Chung es profano, hilarante, de temperamento volátil y un diablo astuto. Aunque incluso él es expertamente manipulado por el maquiavélico Jefe Kang. Se puede entrever el resultado final antes de llegar a él, pero Park hace un trabajo diestro salvaguardando la cuestión de quien es el maestro jugador – Ja-sung, el Jefe Kang, Jung Chung o el consentido y sardónico heredero aparente del clan, Lee (Park Sung-woong), arriba en el aire hasta las escenas finales.

En cualquier cinta tan conspicuamente artificial como ésta, las recompensas vienen del argumento satisfactorio, los personajes distintivos y una serie de memorables piezas principales, y Park maneja estos tres elementos con maestría excepcional. Presume de haber visto El Padrino más de 200 veces, y yo me inclino a creerle. Hay una extravagante melé en un parking donde vemos posiblemente a 50 hombres trajeados, que ofrece un surrealismo al nivel de Matrix y que es seguida de una lucha a cuchillo encarnecida en un ascensor, rodada desde el techo. ESPASMÓDICO. Hay una banda de indigentes sádicos que operan como asesinos a sueldo y una agente doble, fría como el hielo que es instructora Go (la cinta tiene escasos personajes femeninos). No se pueden contar las personas que son recubiertas en hormigón o atadas en un coche que será lanzado por el muelle, aunque si lo comparamos con la media de una película de Tarantino, ambas sangre y miembros son una suma modesta.

Creo que es posible decir que Park Hoon-jung hará mejores películas que ésta, que no es más que su segunda cinta como director. No hay duda que encontramos una frialdad mecánica en New World, que es un trabajo excelente de artesanía y destreza más que una película realmente buena. No tiene el sentimentalismo franco, la religiosidad o el trasfondo budista-filosofía existencialista encontrada en algunos thrillers asiáticos, y mucho de eso viene de la actuación de Lee Jung-jae como Ja-sung, un hombre de confusión interior a lo Hamlet al que nunca se le permite un soliloquio revelador. Dicho todo esto, sólo puedo añadir que nadie en América ha hecho una ópera criminal como esta en muchos, muchos años.


Crítica: Godzilla

Por fin llega a la gran pantalla la que se prometía la definitiva película sobre el monstruo/icono nipón, de la mano de Gareth Edwards, que nos trajo la más que decente "Monsters" y nos hizo levantar las cejas en 2010 a Sitges y que reactualiza el gigante reptiliano elevándolo aún más a esa esencia divina que todo mito tiene pero que en mi opinión no está del todo correctamente planeada. Era yo un mocoso que dormía en cuna cuando mi abuela, viajada ella, regresó de Estados Unidos con un inmenso muñeco de peluche verde. Era “Totila”, así lo bauticé con casi mis primeras palabras, ese objeto de transición que todo niño tiene y acaba olvidando y que ha sobrevivido junto a mí a nueve mudanzas, seis ciudades distintas y 36 añitos. El pobre Totila perdió sus ojos de tanto sobarlo y babearlo y sufrió un ataque incendiario en la etapa pirómana de mi hermano pequeño , en la cola antes rellena y hoy fofa y colgandera que preside la habitación de mi hijo Alejo. Será esa mi transición del objeto o posiblemente en un arrebato infantiloide y friki de los míos vuelva a mi habitación, ciego y coliflojo, pero Icono, Grande, Inmenso.

Con el paso de los años fui devorando todo cuanto caía en mis manos referente al monstruo, mi amigo, mangas, pelis niponas en blanco y negro y en color, series, versiones... Para muchos, la historia ya estaba perfectamente tocada por ese cachondo que es Roland Emmerich y que en 1998 nos regaló su personal punto de vista, pero la verdad es que como metáfora de muchas cosas que es, Godzilla admite/pide nueva sangre. Y Edwards, que no es Emmerich, ni tiene su humor, impregna su visión personal de director, renunciando al esquema típico del blockbuster y no acabando de rematar la faena como se nos prometía. La cinta no arranca con una acción evidente y facilona, sino con los orígenes del bicho en lo que se puede casi considerar una hagiografía, con las armas tóxicas nucleares, el medio ambiente prostituído y las mutaciones que como santo resignado va sufriendo el pobre Godz, por lo que toda la acción se abarrota en la parte final, cuando algunos ya están casi desesperados.

Y es que el primer Godzilla fue una terapia nipona para superar Hiroshima, de lo que no se permitía hablar. Hasta el punto que los estudios nipones Toho, productores de todo lo que se ha hecho sobre el monstruo en sus inicios y dueños de los derechos, vendieron su imagen a cambio de que esa conciencia, esa metáfora de lo que el hombre supone como Mal siguiera presente. Han pasado 60 años desde que el reptil mastodóntico nació, y Edwards ha creado el mayor, el más aterrador e inmenso de todos, un gigante de 107 metros de metáfora rollo Greenpeace.

En este caso no es Nueva York la ciudad que Godz arrasa, y es que ya estamos un poco cansados de ver cómo el cine catastrofista se ha cebado con esta ciudad en los últimos veinte años. Ahora les toca a Tokio, Las Vegas, Hawai y San Francisco, en ese tour de destrucción que el gigantón mutado decide hacerse, aburrido de años escondido. Hace su salida del armario a lo grande.

La cinta parte de una idea que a mí, fan de las teorías de la conspiración de Íker y su señora, me ha encantado: la bomba de Hiroshima se lanzó para acabar con el gigante reptil, que además no está solo. Hachazo a la Historia, hachazo a la conciencia de guerra, hachazo a memoria de víctimas, pero hachazo nada irreverente y en cierto modo simpático. Pero el director, que parece huir del melodrama pero también de la acción pura, se reserva la carta maestra de la apariencia del protagonista absoluto de su cinta y hasta una hora después de los créditos no lo saca a escena. Esta primera parte bien diferenciada como introducción está narrada con un magnífico ritmo y pulso, presentando al reparto y la trama principal, que desgraciadamente se casi destroza en el nudo de la misma, en ese segundo acto que es lo peor de la cinta y deja en evidencia las inmensas carencias del guión.

Finalmente nos llega un derroche espectacular de acción en un final que pese a esa espectacularidad no deja de ser demasiado correcto políticamente y mucho menos salvaje de lo que merecíamos. Pero ahí aparece ya Godz. Es un kaiju inmenso, deudor del diseño de la irregular “Pacific Rim” y de la maravillosa “Mostruoso”( “Cloverfield”) e incluso “The Host”, y desde que le vemos, le intuimos, somos conscientes de que sí, la cinta tiene incoherencias muy gordas y fallos mayores, pero por fin el icono sube a los altares del cine, dejando al género humano a la altura del betún y con el apoyo de la Madre Naturaleza en forma de terremotos, maremotos y todo tipo de estragos y el verdadero espectáculo, genial, grandioso, magistral casi, acontece en la última parte de la cinta, que no obstante sabe mantener y aguantar bien el suspense sacando provecho de unos buenos intérpretes (la Olsen es ya una promesa hecha realidad, más aún que el propio film) con personajes bastante interesantes en su mayoría, si bien algunos de ellos lastran y mucho la nota de la cinta. Aaron Johnson en un papel blockbustero con Elisabeth Olsen, Ken Watanabe, Bryan Cranston y Juliette Binoche son de lo mejor del reparto, extraño, como fuera de sitio y casi perfecto.

Es obvio que Gareth echa mano a todo el cine que ha hecho Spielberg y en especial a sus pelis de bichos (véanse Ets, dinosaurios, tiburones...) pero sin acabar de captar la esencia magnética que el odioso director Rey Midas sabe imprimar a sus obras y quedándose sólo con el tufillo a perfume. Al final Gareth opta por no seguir el rutinario y cansino camino americano de pelis de monstruos y sus montajes efectistas que disfrutamos y sufrimos a partes iguales, y se lleva su peli más a lo que el cine japonés ha hecho con sus monstruos.

Ahora bien, a la hora de analizar/criticar este Godzilla habría que hacerlo al menos desde tres puntos de vistas diferentes. Como espectáculo es soberbio, magnífico, un auténtico despliegue de energía con unas secuencias que sobrepasan la perfección técnica y encogen el corazón del espectador que encuentra en pantalla mucho más aún de lo que esperaba, algo que Emmerich ni siquiera rozaba con su peli, que a mí, personalmente, repito, me encanta, pero que está a un nivel descaradamente inferior. Este Godzilla es visualmente poderosísimo, rico, magnífico, aunque a los nipones les haya parecido que había que ponerlo a dieta. Pero como historia, argumento, narración, la película es francamente regulera siendo generoso. El guión, paupérrimo, y no logra siquiera servir de nexo conductor entre el magnífico prólogo y el espectacular final. No hay lógica en el comportamiento de unos personajes planos, hay demasiadas casualidades oportunas (ese huevo que eclosiona en quince años justo en el preciso día que nuestro prota aparece), un militarismo del todo incoherente y ofensivo, una sucesión de tópicos de refrito y relleno, y aunque eso es algo a lo que ya nos acostumbra cualquier blockbuster uno no puede sentirse un poco avergonzado y triste, porque con un poco de trabajo de guión la peli sería perfecta.

Si la cinta fuera un subproducto carente de pretensiones se aceptaría sin lugar a dudas, pero con el planteamiento de Edwards ese guión anémico, bulímico de emoción y soso que hace de sus protagonistas meros robots simplones (incluida mi Olsen, que como ya digo es cinegenia pura y dura, pero de la que no se aprovecha aquí ni el apellido) dejando claro que el único personaje de la cinta que actúa de forma coherente, incluso “humana” es el propio monstruo. Un monstruo que a diferencia del original, que era un dios, una amenaza resultado de los errores humanos aquí es un súper héroe propio de la Marvel casi. Y es que en la original de Ishirô Honda, ese científico arrepentido de sus obras, metaforizando Hiroshima y Nagasaki, es ahora un simple investigador, casi satisfecho de lo cabrón que puede llegar a ser su mascota.

Pero el film tiene tantísimas virtudes, desde esos créditos iniciales de diseño espectacular,los efectos visuales primorosos, unos efectos de sonido como nunca hemos oído, y una digitalización en los FX nada cantosa, en serio, acompañados de una banda sonora enérgica, magistral, de Desplat, que a pesar de acabar convirtiéndose en el más puro ejemplo del blockbuster, lo hace por la puerta grande, Grandiosa. Y es que nadie acude al cine a ver Godzilla esperando un drama de la Coixet, así que no creo que nadie pueda salir de la sala sin sentirse al menos, satisfecho por una puesta en escena del todo fascinante en la que el director, que si bien no atina a dirigir personajes ni a introducir la nota cómica que el género Z pedía a gritos, maneja el espacio y el tiempo, los puntos de vista y las imposibles perspectivas como muy pocos pueden hoy en día.

En definitiva la cinta de Edwards cumple sobradamente en cuanto a lo que uno espera, el entretenimiento y espectáculo, superando las anteriores versiones y adaptaciones sobradamente y a pesar de que su guión es interesante pero mal cocinado y rematado y desde luego no mereciendo ni una sola de las críticas negativas que está recibiendo últimamente.

Gareth Edwards está de sobra a la altura del mitoy a todas las espectativas generadas, y demuestra lo bien que sabe hacer cine el tipo, con diez dólares o con veinte millones, y aunque el tufillo pronaturalismo acaba siendo un lastre es muy digno que se nos recuerde con ese mensaje ecológico que la naturaleza es la que manda y que el día menos pensado nos vamos todos a tomar por saco.

Lo mejor: Su fabulosa atmósfera, en especial en Tokio, apabullante. El magnífico espectáculo a la altura del mastodonte, beatificado quizás en extremo. Escenas en las que uno no sabe si gritar de la emoción, aplaudir, llorar o todo a la vez. (La escena de las vías es para quedarse ojiplático un mes).

Lo peor: Su terrible guión, que acaba dejando un sabor de boca agridulce con la sensación de lo perfecta que podía haber sido y desgraciadamente no es.

Pido desde ya una versión española, con el oso de Madrid mutando con el madroño en gigante plantígrado que arrasa palacio real, congreso, senado y moncloa y se convierte en el primer presidente republicano mutado de la historia.

-Recomendabilísima por completo a cualquier fan ya no del icono japonés, sino del género y la sci fi.

-No recomendada a fans de la Coixet, a la Coixet y a mentes profundas que se deleitan viendo cómo gotea un lavabo.

Saludos de Totila, que definitivamente vuelve a mi cuarto. Lo siento por Alejo...


miércoles, 18 de junio de 2014

Crítica: Mr.Jones

Tengo sentimientos encontrados respecto a esta película, tremendamente irregular y bastante mal resuelta, pero que tiene algunos puntos más que positivos y destacables. Por un lado, la historia no es nada del otro mundo y la hemos visto unas quinientas veces con otras notas y personajes. Scott (Jon Foster), es un director de documentales en plena crisis creativa y con problemas en su relación de pareja con su novia, Penny (Sarah Jones), por lo que deciden que lo mejor es trasladarse al medio de ningún sitio, en pleno desierto, donde pronto descubren que-ya es difícil-justo al lado de su casa vive un afamado y misterioso escultor de los años 70 que realiza unas fascinantes obras (unas mierdas pinchadas en un palo, literalmente) y que se convierte de inmediato en la obsesión de ambos, que deciden hacer un documental sobre su obra inédita y el misterio que envuelve al personaje, así que sin más ni menos, se cuelan en su casa (allanamiento de morada), fotografían y ruedan el interior (lesión de la privacidad) e incluso roban una de sus obras (por poco más los hay en el corredor de la muerte taaaan americano). 

Lógicamente el tal Mr. Jones esconde un secreto muy paranormal (y raruno, raruno) y la cosa acaba poniéndose bastante fea. 

Por otra parte, la cinta está realizada con un toque bastante intenso, loco, con imágenes interesantes y descabelladas que le dan un puntito cuando menos, especial. 

En su planteamiento y primera parte acude a las fuentes básicas del found footage, a saber, parajes aislados, solitarios y de mal rollo, componentes sobrenaturales, cámara mareante y recursos limitadillos. Es en su tramo final cuando Karl Mueller trata de sorprender y epatar al espectador con un punto de vista original, que puede llegar a desesperar, por su pretenciosidad y artificialidad. 

La inspiración en la pesada brujita de Blair es más que evidente, en esos momentos de aislamiento y hasta en la configuración del personaje de Mr. Jones y sus esculturas de palos atados, aunque a diferencia de aquella, aquí el susodicho sí que hace su aparición, consiguiendo, todo sea dicho, dar bastante mal rollo y ponernos nerviosetes, pero no logrando resultar pertubador ni justificar el metraje que no llega a dar miedo en ningún momento. 

Se echa en falta, y mucho, un poco de solidez y algún recurso de efecto, o bien un refuerzo psicológico justificativo o un tono gore salvaje a lo Las colinas tienen ojos que le habría venido que ni pintado. 

El resultado es eso, una cinta irregular, incómoda y desquiciada a ratos, pero que peca de aspirar a cosas demasiado elevadas con unos recursos más bien limitados. 

Sus giros argumentales están mal explicados y resueltos, todo acaba volviéndose demasiado paranóico de repente y bastante confuso e inentendible. La cámara está más que bien utilizada, evitando el abuso de la inestabilidad y el fondo oscuro a la que ya nos vamos acostumbrando, pero no contribuye del todo a evitar que la cinta sea bastante difícil de ver. Aún así, la cinta refuerza su espíritu de falso documental intercalando el uso de varias cámaras (la auto-cámara y el handycam están muy bien aprovechados) y metiendo algunas entrevistas que Scott realiza en Nueva York cuando descubren a Mr. Jones. 

Los actores cumplen, aunque actúan infinitamente mejor por separados que juntos y quizás uno de sus puntos positivos sea que no toma al espectador por idiota, mostrando demasiado, pero peca de mostrar demasiado poco y cualquier parecido (pretendido) con David Lynch es meramente anecdótico. 

En un momento dado sabemos que Scott está en tratamiento psiquiátrico medicado, al que decide renunciar para rodar el documental, pero realmente el desajuste y la paranoia se evidencian más en Penny incomprensiblemente. En su segunda parte es todo como un mal viaje de ácido setetentero, sin ton ni son, sin saber por qué quienes reciben las esculturas medio rupestres lo flipan en sueños extraños y desapacibles.

Lo mejor: Tiene algún momento espeluznante, siniestro e impactante, aunque son los menos, la verdad. Su aire surrealista que la acerca a la también fallida Yellow Brick Road. Con otro montaje seguro que ganaba y pasaba el aprobado. 

Lo peor: Lo desdibujado que está el límite entre el horror y la pesadilla perturbadora. En su inicio tiene banda sonora (!). Pretenciosa y demasiado artificial con un concepto bastante fallido. No explica en absoluto al personaje que le da título. Trata desesperadamente de resultar demasiado estética, profunda y compleja y acaba decepcionando desgraciadamente. 

Evitable, aunque no es ni de lejos el peor found footage de los últimos tiempos. Desgraciadamente tampoco está entre los mejores, así que ya saben lo que eso significa...


lunes, 16 de junio de 2014

Crítica: Fractured (Schism)

Una fractura es siempre dolorosa. Alguien fracturado es alguien roto, alguien que ha experimentado un antes con un todo y un después, dividido en dos partes. El director Adam Gierasch ( "Night of the demons" remake), ha querido explorar esa escisión desde una perspectiva psicológica en su última película "Fractured" (aka "Schism"), y a golpe de saxofón, nos adentra en los mundos de Dylan.

Dylan, tras salir de un espacio de tiempo en coma, se convierte en un chef con una vida muy monótona en la que, un buen día, la memoria disfrazada de sueños, comienza a perseguirle para que se adentre en el mundo de Jaron, la persona que un día fue y que le atrapa en una tela de araña de la que le es muy difícil escapar, pues Jaron es la única araña capaz de envolverse a sí misma, inyectarse el veneno y darse muerte lentamente.

Englobar "Fractured" en algún estilo es complicado, porque no termina de definirse nunca. Si bien podíamos pensar en ella como thriller, no es descabellado asociarla al terror, e incluso a un intento de cine de denuncia, ya que intenta coexistir en todos estos escenarios bajo un nexo de unión curioso, como es la capacidad de un ser humano deleznable para reconvertir su mala conducta en un conjunto de buenas acciones que le confieran el título de buena persona. ¿ Pueden las malas personas convertirse en buenas?

Este tránsito entre la maldad y la bondad es un argumento base que no termina de coger ritmo nunca, pues hay demasiados elementos que frenan constantemente la narración y que hacen que cueste mucho empatizar e interiorizar la pregunta que se nos hace constantemente, ya que la inconexión inicial entre los dos mundos que se nos presentan es tan acusada, que más que provocar curiosidad, lo que provoca es la temida pérdida de interés, aclarando que no es que el antes y el después del coma provoquen saltos temporales imposibles, sino que hay tantas lagunas y tantas acciones extrañas por parte del protagonista, que cuesta entender que se deje llevar por el viento y que nadie encuentre raro este hecho.

El problema principal, como decía, es que "Fractured" no termina de despegar nunca, y que lo único que hace soportable un visionado anodino, es la parte onírica/pesadillesca del mismo, donde destacan las imágenes ensangrentadamente atractivas que sugieren un argumento que nunca llega a desarrollarse y que es el que el espectador realmente espera. Sin embargo, lo que vemos es un intento de dar giros argumentales que poco sentido tienen, y sobre todo, que no vienen a cuento. Pero amiguitos, peor que lo que vemos es lo que escuchamos, porque constantemente, para pasar de un plano a otro, se nos tortura con una banda sonora jazzistica donde destaca un saxofón propio del cine negro de más bajo presupuesto, con reminiscencia también al cine erótico de los ochenta, que nunca viene a cuento. Son estas partes sonoras, que son la antítesis de lo que llamamos atmósfera, lo que realmente hace que te des cuenta de a lo que te estás enfrentando, que es una película debutante, o una primera película, como lo queráis llamar, con todos los fallos de la inexperiencia, pero sin la pasión de las películas primerizas.

Y aquí viene el dilema, ¿cómo es posible que un señor, con la trayectorias de Adam Giersach, que guste más o menos, creo que entiende bastante esto de hacer cine, haya parido una película como "Fractured", que deambula entre el telefilm casposo y el thriller pobretón? ¿Cómo alguien, que rodó con sumo acierto uno de los mejores remakes del terror, como es "Night of the demons (2009)", y que ya había entrenado con "La Masacre de Toolbox", "Autopsy" o "Fertile Ground" puede continuar su trayectoria con algo tan inferior como es "Fractured"? Aquí es donde yo encuentro la fractura real y más si tenemos en cuenta, que para perpretar semejante oda a la planicie cinematográfica, se rodea de gente como Vinnie Jones ("The midnight meat train"/ " Snatch. Cerdos y diamantes"), Callum Blue ("Colombiana"), Ashlynn Yennie ("The Human centipede I y II") y Nicole Laliberte ("Girls against boys"), que se supone que deberían haber puesto el punto diferenciador entre lo que viene siendo lo mencionado anteriormente, y una película entretenida con ese punto de suspense tan necesario en este tipo de propuestas, pero claro si en vez de subirnos a tacones de vértigo, nos ponemos zapatos planos de la abuela, el vestido ajustado no queda igual, aunque vayamos más cómodas...

"Fractured" no plantea simbolismos en un tema que debería haberlos tenido en cada esquina, ni encuentra el impacto, y si en alguna escena hace que te pierdas, la verdad es que no importa demasiado, porque el contenido ni entretiene, ni invita a la reflexión, por lo tanto es otra película fallida de la temporada primavera-verano, en la que la dualidad Dylan-Jaron no interesa absolutamente nada.

Destacable: alguna escena desagradable. Y pensad en que si lo único destacable de una propuesta que juega con lo psicológico y con temas tan genéricos, y a la vez tan rico,s como son el bien y el mal, y la naturaleza del ser humano, es que tiene una escena que destaca por hacernos rechinar los dientes, mal asunto. Malísimo asunto.Sin pena ni gloria. Aquí, ni el diablo se salva.