viernes, 9 de octubre de 2015

Crítica: Some Kind Of Hate

Cuando se dice aquello de que la realidad siempre supera a la ficción, puede sonar a tópico, pero es una verdad universal irrefutable. Los aficionados al terror siempre buscamos viajar al lado más extremo del terror en busca del relato más perturbador que la industria del entretenimiento pueda ofrecernos y aun así, no estamos, ni de lejos, preparados para lo que la realidad nos tiene deparado. Basta solo con encender el televisor y poner cualquier noticiero para darnos cuenta de que no hemos visto nada, que el terror que creemos conocer, es tan solo una fiesta de pijamas para pasar el rato mientras ahí fuera, el auténtico terror, los auténticos monstruos, caminan entre nosotros.
El tema del bullying o acoso escolar, es una de esas realidades que nos azotan a diario, ya sea por sufrirla (o haberlo hecho) en nuestras propias carnes, o por ver como la sufren otros. Un buen ejemplo de como ésta nuestra sociedad, termina siendo, paradójicamente, una fábrica ilimitada de crear monstruos a gran escala, fracasando ya desde los cimientos, en el intento de a partir de un pedazo de barro virgen, moldear algo que se asemeje a una persona normal y no a un animal salvaje. No voy a entrar a valorar los múltiples factores sociales/familiares/culturales y educativos que pueden llevar a ello, pues no estamos aquí para tal menester, pero que alguien que apenas ha tenido tiempo aun de vivir, decida quitarse la vida porque cree que ésta, lo único que tiene para ofrecerle es a un grupo de zombies que aun no ha aprendido a utilizar el cerebro y que por desgracia y en la mayoría de los casos, con el paso del tiempo, se les terminará pudriendo por el desuso, es de auténtico terror, mucho más de lo que podamos ver en ninguna ficción, por extrema que esta sea. 

En el cine, este tipo de acosos ha sido, es y será, una fuente recurrente de inspiración y ha servido como punto de partida de infinidad de películas no ya solo de terror, también de otros muchos géneros, aunque nuestro amado se lleve la palma. Esa vasija sucia y polvorienta en la cual introduces la larga cuchara y siempre sacas agua, aunque sea negra como la noche y de olor putrefacto. Es gratis, debe serlo. De otra forma, no se entiende que tan poco, haya dado para tanto. Y no cabe duda de que Adam Egypt Mortimer, director de la cinta que nos ocupa, ha metido la cuchara hasta el fondo todo lo que ha podido y más para dar forma a su nueva película (segunda, tras dirigir un buen puñado de cortometrajes) que lleva por título “Some Kind of Hate”. 

“Some Kind of Hate” destapa el tarro de las esencias con aromas dispares. Por un lado se nota que para bien o para mal, el amigo Mortimer tiene muy claro lo que hace detrás de la cámara y ya de entrada, da buena muestra tanto de aptitudes, como de intenciones. La imagen es sucia, polvorienta, cruda. Las tonalidades desgastadas sirven como perfecto lienzo de fondo donde pintar la impactante secuencia inicial y posterior prólogo. Toda una declaración de intenciones que se reafirma con la impactante secuencia de créditos acertadamente musicada a base de sonoridades metálicas. 

Queda claro a estas alturas que las formas son las correctas y que no estamos en manos de ningún mindundi. Las dudas radican más en el fondo, pues somos bien conocedores de que en ocasiones, el agua es negra y de olor putrefacto. Preocupa ya, recorrido aun tan poco trecho del viaje, el estereotipado dibujo psicológico que se hace del personaje protagonista. El típico joven en edad de merecer, nacido del útero de una familia desestructurada. La madre muerta, el padre un macarra alcohólico... en un par de secuencias se nos deja claro el adn del chico, comido desde dentro por la frustración e incapaz de afrontar con lógica (intentarlo al menos), la dura realidad que le ha tocado vivir. 

De ahí en adelante y hasta llegar al primer punto de inflexión del filme, gran parte del viaje se consume en repasar con el bolígrafo una y otra vez el boceto original. Que nos quede claro que el tipo tiene problemas, que es el típico muchacho solitario con dificultad para relacionarse con el resto y que hijos de puta y retrasados, los hay en todas partes. Por supuesto, también en una especie de granja/reformatoria en medio del desierto que es donde han ido a parar los huesos del tipo tras haberla liado parda en el instituto, tal y como se nos había ilustrado previamente. 

Esta primera mitad de polvoriento metraje, más allá del bonito auto-homenaje onanista que se dedica el director ejerciendo su estilo a lo largo y ancho del campamento, resulta completamente intrascendente a nivel argumental y tiene como único brote verde potencial, el intento de acercar a los personajes al espectador, que empaticemos con unos y por supuesto, que odiemos a otros. Demasiado esfuerzo para tan poca recompensa en mi opinión, pues esto ya estaba bastante definido a los veinte minutos. Pero ya se sabe, a cada uno las pajas, le duran lo que le duran. 

Es entonces cuando llega EL GIRO. Cuando teníamos más o menos claro lo que estábamos viendo y más importante aun, lo que íbamos a ver, el más allá se nos acerca por la detrás y nos sopla al oído. Bien. No tengo nada en contra, todo lo contrario, soy gran amigo de que me soplen... quiero decir, de lo sobrenatural. Descolocado, eso si. Pues había leído en algunos medios que “Some kind of Hate” era un slasher, y nada más lejos de la realidad, de slasher nada de nada. Lo que nos queda bajo los párpados, tras haber aguantado estoicos durante eterna media hora, es un relato de venganza sobrenatural con moralina, mas propio de un episodio de una serie de televisión, que de una película que para más inri, está encantada de haberse conocido. 

Todo el gozo en un pozo y en él, van cayendo todos los tópicos de este tipo de productos teenagers por más que en esta ocasión, se intente vestir de adulto. Un espíritu vengativo, un puñado de hijos de puta que sin duda, merecen pasarlas putas, un oscuro secreto del pasado a resolver, un puñado de misteriosos crímenes, otras tantas decisiones sin sentido y el asombro de uno mismo que se pregunta: ¿Como diablos se puede tener a tu disposición el talento para contar algo, y desperdiciarlo contando ESTO? Por supuesto, no hay respuesta ni se la espera. Si acaso, sumar las que plantea el trillado guión que para variar, tampoco contesta y, viendo lo visto, igual, puestos a perder el tiempo, habría sido más interesante hacerlo respondiendo a dichas preguntas, en lugar de gastar suela yendo hacia ninguna parte. 

En medio de este sucio charco de tópicos, es cierto que encontramos algo digno de rescatar en la figura de la presencia sobrenatural, no en ella misma, pues no deja de ser otro más, pero si en su modus operandi, lo único original que vamos a encontrar en toda la película y de lo cual se consigue sacar bastante buena tajada (nunca mejor dicho), dando como resultado algunas secuencias, aunque algo repetitivas, bastante resultonas que además, funcionan un poco a modo de metáfora sobre lo que comentaba al principio de este análisis referente a los zombies y sus secuelas. Algún chorretón de sangre, algún amago de mala hostia para que apretemos un poco el culete y el río que termina desembocando al mar. Uno negro y putrefacto, por supuesto. 

Pongamos sobre la mesa a un par de jóvenes actores de supuesto buen ver como Grace Phipps, quien comienza a ser una habitual dentro del género y que aquí enseña cacha al servicio de la causa siempre que ésta lo requiere y Ronen Rubinstein haciendo lo mismo con su irritante flequillo enamora adolescentes, al tiempo que nos fustiga con un no menos irritante ejercicio de histrionismo en su intento de dar forma a su atormentado y marginal alter ego en la ficción y ya tenemos el pack completo para venderlo en la puerta del instituto. 

Una cinta de venganza y terror sobrenatural sobre las miserias de la naturaleza humana y sobre sus terribles consecuencias. Hay cicatrices que nunca se cierran. 

Lo mejor: La fuerte personalidad de su puesta en escena (fotografía, banda sonora, etc...) y la poética idea que se esconde detrás de los asesinatos. 

Lo peor: El guión es un cutre copia y pega de otras tantas películas y lo que es aun peor, el infausto intento de tapar todas sus miserias a base de virtuosismos técnicos, que como he dicho, los tiene.


4 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo te recomiendo mi libro "Brutal Mondo" sobre los documentales sensacionalistas mondo de los 70's y 80's (la saga Shocking Asia o el film Adiós Africa te harán vomitar...), cualquier peli de Larry Clarck (Ken Park con la escena del chaval masturbandose mientras se ahorca y eyaculando...sin trampa ni cartón) y sobre todo Shortbus (2006), ese film con la secuencia inicial donde un joven se hace una autofelación boca abajo (!!??) para acabar con la cara empapada en semen mientras un vecino lo espia por la ventana (también rodada sin trampa ni cartón). Hay films que han intentado (con éxito) superar a la realidad...jeje. Aunque la realidad siempre ganará...precisamente porque es real. Buen texto el tuyo.

Lyssa dijo...

Tal cual, lo del modus operandi es lo interesante de la película, tiene su ironía, funciona de varias maneras, y su resultado es proporcional a la rabia y el odio empleado. Hoy día no se ve mucha variedad de killers, en este caso al menos Moira es distinta.

El Rector dijo...

Cabrero, no hay duda de que hay ficciones por ahí, que pueden resultar de lo más perturbadoras, pero no dejan de ser un "disfrute" de usar y tirar. De todas formas, conmigo suelen funcionar otro tipo de cosas, no tanto estas gamberradas tan extremas que comentas, que al final, en muchas ocasiones, terminan resultando más cómicas que otra cosa... la realidad es otra historia. Apenas dos minutos de telediario, pueden dejarte mal cuerpo para rato.

Por suerte, como comentas, la ficción es solo eso, ficción. Y como tal hay que entenderla. Aunque siempre haya por ahí algún perturbado que no sepa distinguir la línea que separa una cosa de otra.

Lyssa, sin duda. Si algo tiene esta "Some Kind of Hate, es la originalidad de Moira a la hora de perpetuar sus venganzas. Y en ese sentido, con la falta de eso, de originalidad, de la que suele hacer gala el género, se agradece.

Saludos.

Shadow dijo...

malisima, casi me dan ganas de pillar la cuchilla que llevo de colgante y cortarme las venas yo también.

Puntuación: ★ (sobre 5)

Saludos.

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