domingo, 11 de junio de 2017

Crítica: Profundidad Seis

“No todos los aliens vienen del espacio…” Con este sugerente mensaje nos conquista la vista el cartel ochentero de Deep Star Six, pelotazo en su día de videoclub y que hoy, con el horizonte del terror espacial como fuente de inspiración infinita en el Octavo Pasajero, nos destapa el tarro de las esencias del sci-fi retro, pero en éste caso con otro entorno: las profundidades del océano. Otros films como “La Grieta” o “Leviatán”, ambas posteriores a ésta, y con tantas similitudes que no sabemos bien quién copio a quién y en que momento una se inspiró en otra, forman parte de ese grupo de películas que surgieron a modo de exploit de la obra maestra de Ridley Scott, pero que en cierta forma intentaron ser igual de válidas para el aficionado al género con mayor y menor éxito. La joya de la corona puede que éste en “Abyss”, una producción de mayor calado y presupuesto, con James Cameron a los mandos, pero que no deja a las otras al relego del olvido, sino que las ubica en un curioso lugar añorable y de vez en cuando recurrente.

“Profundidad Seis” está dirigida por Sean Cunningham, famoso por llevar una primeriza “Viernes 13” al olimpo de los clásicos, con lo que muchos elementos de Crystal Lake nos vamos a encontrar, sobretodo en el aspecto de jugar con la tensión, crear ambientes agobiantes, situaciones y muertes impactantes… una cinta clasificable como una serie B de alta calidad, en la que se ha puesto mucho mimo en muchos aspectos pero que tiene algunas sombras que la hacen inundarse cuando el clímax pide más.

El argumento que nos ofrece es ante todo predecible, poco original y que antes de ponerla en el reproductor nos sabemos como va empezar, seguir y acabar, así que sinceramente la parte de guión trabajado y enganchable no es su fuerte. La trama surge en la tripulación de un misión submarina, en la que en una base militar bajo el agua se intenta ocultar una serie de misiles. El problema surge cuando en una grieta gigantesca deciden dejar la mercancía y aquello explota… allí vive un bicho gigante, el cual no sabemos qué es, si viene del espacio, si es un dinosaurio submarino de hace mil años o si es una mutación genética de los EEUU… el caso es que lo hacen salir de su guarida para empezar a causarles problemas uno tras otro.

Una tripulación bastante simplona por cierto, cosa que nos dará unos altibajos en la trama, por lo que por un momento nos dormiremos al no interesarnos muchas cosas de lo que hablan entre ellos. Sus conversaciones son insustanciales y básicamente se explayan en tecnicismos sobre la presión, los mandos, los problemas en ciertas reparaciones… ¿en serio nos encierras en una nave submarina y no me das Mr. Sean mucho más? En este tipo de películas, donde hay grupos grandes de gente, siempre es importante la implicación global. A la mente buenos ejemplos de empatía serían “Coherence” o “La Invitación”, donde no solo es morirse, hay que implicar emocionalmente al espectador. Entre los papeles más destacados nos encontramos con Miguel Ferrer, el eterno secundario fallecido recientemente, un tripulante que no parará de cagarla a lo largo de la aventura y que acabará desquiciado, y desquiciando a los demás, hasta el final. Es el único que nos va dar un poco de tensión, porque el resto de personajes, sacados de series de televisión de la época, son muy planos, incluido el romance entre una pareja (la que parece más lista de todos), aportando una historia de amor-survivor un tanto descafeinada. Aquí no tenemos una heroína a lo Ripley bien identificada desde el principio, ni un traidor, ni uno que es malo pero nadie lo sabe… la simpleza del panorama perjudica a la película. Son papeles salvados in extremis, demasiado al estilo slasher.

Sí tenemos algunos factores muy atractivos que van a salvar los muebles. Lo primero que me ha gustado es la sensación claustrofóbica que nos imprime desde el inicio. Con planos cerrados y sin darnos mucha cancha al oceáno en sí, todo lleno de botoneras, tuberías y recovecos tecnológicos, unido a una iluminación plana, crea una trampa visual, en la que realmente no vemos casi nunca al monstruo (véase como otra inspiración infinita al mítico “Jaws”) y de paso con el presupuesto apretado, gastan muchos minutos en grabar lo fácil y no tanto lo difícil. En este caso, lo complejo es los pocos FX y arte de exteriores que nos encontramos… en el que hay una de cal y una de arena. Por momentos parece que vemos un tractor de juguete en una pecera, cosa muy retro y que puede que a algunos no les importe, pero que le da un toque cutre no apto para todos los gustos. Por otra el monstruo en sí, me ha gustado. No se sabe muy bien qué es en los pocos minutos que aparece en plano; yo diría que es una especie de gusano-cangrejo-dinosaurio gigante, el cual está bien hecho, y oye, tiene estilo amputando, sobretodo en la escena que podemos ver en la misma portada, porque por lo demás… los pobres tripulantes casi mueren más de ahogarse, cortarse y auto-inmolarse con las averías, desgracias y fallos técnicos que van a pasar. ¡La escena de la despresurización es de las que luego te hacen tener pesadillas! En serio, esa escena, es muy gore, y se agradece un poco de chicha ante tal sopa de alti-bajos.

Otro factor potente es su buena banda sonora, cómo no de Harry Manfredini, también viejo conocido del lugar por su trabajo sobretodo en Viernes 13, el cual nos regalará una melodía identificable inicial y que pondrá buena tensión cuando la cinta lo requiere, en los momentos de más drama. Qué importante son todos los detalles cuando estamos ante trabajos así.

Concluyendo amigos, el peor elemento es el ritmo, que llega tarde, en los últimos 15 minutos y es una pena que no se empleará más tiempo en grabar acción y destrucción y si tantos en contarnos una historia simplona y sin complicidades entre actor-espectador (a no ser que seas fontanero y tu fuerte sea arreglar desagües). Tiene su aquel y su mérito esas escenas en las que se llenan de agua ciertas salas, la verdad al no haber nada digitalizado se agradece la artesanía, como es habitual el mejor motivo para crear afición en la parroquia del terror y la ciencia ficción.

Como guinda, la escena final a pesar de ser previsible como el conjunto, lleva una plasticidad efectiva y muy vistosa, y nos da en los morros un poco más de esa azúcar que nunca nos endulzó del todo durante esta aventura submarina. Si Julio Verne levantará la cabeza…

Lo mejor: El concepto en sí, la sensación agobiante de encierro y agua. El cariño por un producto de ciencia ficción tradicional.

Lo peor: El ritmo desigual acabará con la paciencia de muchos, que acabaran o bien dormidos o bien dándole al botón de avanzar en un par de ocasiones. Nos la sabemos antes de ponerla.


2 comentarios:

El Rector dijo...

Completamente de acuerdo con el análisis. Yo le habría dado algo menos de puntuación, pues soy uno de esos que llegaron a desesperarse en algunas partes del metraje. "Profundidad Seis" tarada en arrancar tanto, que si se descuida se queda en el garaje. Al final, uno queda un poco desconcertado, pues no sabe muy bien si ha visto una monster movie o una película de catástrofes algo descafeinada, donde en muchos momentos, lo único que mantiene el interés son las paranoias del personaje de Ferrer, de largo, lo mejor de la película (y meto ahí la mítica secuencia de la descompresión). Haces mención a "La Grieta" y a "Leviathan", y te diré, que a mi ambas me parecen bastante superiores a la de Cunningham, en especial la del desaparecido George P. Cosmatos, que me parece una grandiosa serie B de pura cepa, muchísimo más divertida que esta "Profundidad Seis" y título de la época a reivindicar donde los haya.

Me quedo con Ferrer, la banda sonora de Manfredini y con las dos secuencias famosas. El resto, justito.

Saludos.

P.D: Y pese a todo, me sigue pareciendo más entretenida que "Abbys", por más Cameron que hubiera de por medio.

Unknown dijo...

Gracias Rector por el feedback! Bien es cierto que por momentos la película es un tostón consumible por ciertos puntos clásicos de la ciencia ficcion de antaño, y se te queda ese cuerpo de que todo hubiera podido ser mejor con cierta lógica y tiempo.

Algunas películas envejecen peor que otras sin duda,

Un abrazo

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