miércoles, 27 de marzo de 2019

Crítica: As Boas Maneiras

Dirigida por los brasileños Marco Dutra (“O Silêncio do Céu”, 2016) y Juliana Rojas (“Sinfonia da Necrópole”, 2014), “As Boas Maneiras”, 2017, es la segunda película dirigida de forma conjunta por ambos. Son dos directores que colaboran de forma constante unidos por su gusto común por el cine de terror y con su primera película, “Trabalhar Cansa”, 2011, ya obtuvieron un notable reconocimiento internacional.


“La película es en realidad una mezcla de géneros, que retrata temas tan variopintos como la realidad social del país, la sexualidad y la licantropía”


“As Boas Maneiras” nos cuenta la historia de Ana, una joven adinerada a la espera de su primer hijo, que contrata a Clara para cuidar de ella y del futuro niño. A medida que el embarazo avanza, el comportamiento de Ana es cada vez más extraño, llegando incluso a ser bastante siniestro por las noches. Esta conducta, lejos de ser un obstáculo, va estrechando una interesante relación de complicidad entre ellas.

La película se mueve dentro del género fantástico, poco común en el cine brasileño, que en palabras de los propios directores les permite trabajar cuestiones de la experiencia humana y social de una forma alegórica y metafórica. La película es en realidad una mezcla de géneros, que retrata temas tan variopintos como la realidad social del país, la sexualidad y la licantropía.

Las actrices son las protagonistas absolutas de esta historia, Marjorie Estiano e Isabél Zuaa, interpretando a Ana y a Clara, respectivamente, están muy bien en sus papeles, transmitiendo sentimientos opuestos e interpretando mundos antagónicos. Es curioso ver la inversión de papeles entre la cosmopolita de origen rural Ana y la introspectiva Clara que vive en los arrabales de la ciudad. En todos los sentidos y a todos los niveles, ésta es una película construida sobre dualidades y oposiciones, en la que los principales contrastes son sociales, raciales y sentimentales. La idea del amor que puede ser puro, pero también perverso, o el protagonismo adquirido en la segunda parte por un niño, Joel (interpretado por el debutante Miguel Lobo), en una edad que mezcla inocencia e instinto, que es vulnerable y a la vez despiadado.

La propia estructura de la película está dividida en dos partes con identidades propias muy diferenciadas. Por un lado, el embarazo, por otro lado, la protección a un niño con sus peculiaridades y diferencias. Después del parto hay una ruptura en la película tan radical como la que se puede apreciar en “Abierto hasta el Amanecer” (“From Dusk Till Down”, 1996). Siendo crítico, las diferencias entre ambas partes son muy evidentes, y lo que empieza de una forma muy original, rodada de manera muy interesante, evoluciona a una segunda mitad mucho más predecible. Por mucho que la interpretación de Isabél Zuaa vaya a más, volcada en su tenacidad por salvaguardar al niño, prescindir de un personaje que funciona tan bien como el de Ana, es difícil de superar. Además, su excesiva duración no le ayuda en absoluto, y hacia el final el interés decae de forma bastante precipitada.


“La búsqueda de escenarios poco convencionales en el cine de terror, como un apartamento de lujo bien iluminado, es una constante en la película”


Uno de los mejores apartados de la película es la fotografía a cargo del portugués Rui Poças, quién alcanzó un gran reconocimiento con las películas “Tabú”, 2012, y “Zama”, 2017. La búsqueda de escenarios poco convencionales en el cine de terror, como un apartamento de lujo bien iluminado, es una constante en la película y forma parte de sus numerosos contrastes. En la creación de esa atmósfera también intervienen las composiciones de Guilherme y Gustavo Garbato, quienes ya colaboraron con el director Marco Dutra en la mencionada “O Silêncio do Céu”, y la inclusión de conocidas canciones sertanejas.

Uno de los aspectos que más llaman la atención son los efectos visuales utilizados en esta película y que pasan por una mezcla de recursos, como horizontes pintados a mano por el ilustrador Eduardo Schaal, efectos especiales artesanales, maquillaje, animatrónica y algo de CGI. En su parte más artesanal homenajea de forma explícita a John Landis y su “An American Werewolf in London”, 1981, tanto en el uso del maquillaje como en las tomas más cercanas de la cara y de las manos.

Además de este pequeño homenaje a la serie B, en una entrevista los propios directores reconocían inspirarse para esta película tanto en fábulas como en otras películas clásicas como “Frankenstein”, 1931, “Cat People”, 1942, “I Walked with a Zombie”, 1943, y “The Night of the Hunter”, 1955. Aspectos ligados al folclore brasileño también están muy presentes en la película, generalmente estableciendo un vínculo con el origen rural de estas tradiciones populares. La película se desarrolla en la ciudad de São Paulo, pero el origen del problema, Ana lo arrastra desde Goiás, es decir, la maldición o la leyenda viene del campo a la ciudad. Es también interesante intuir como los orígenes del hombre lobo están muy relacionados con una punición moral, como respuesta al adulterio o al incesto, por ejemplo, o sobre la idea subyacente de que de lo prohibido nace el mal.


“As Boas Maneiras logró el Premio de la Crítica en el Festival de cine fantástico de Sitges”


La forma como la película cuenta el origen del embarazo, un encuentro eventual con el desconocido y futuro padre del niño, a través de ilustraciones como si de un cuento infantil se tratara, y frases que aparecen en la película como “Ojos grandes, Manos Grandes”, no hacen más que poner de manifiesto el carácter de fábula que tiene de trasfondo.

Es difícil no mencionar a Glauber Rocha a la hora de hablar y entender la historia del cine de Brasil. Su película de 1964 “Deus e o Diabo na Terra do Sol”, considerada una de las obras más vanguardistas del cine de ese país, es también la gran referencia del denominado Cinema Novo brasileiro, un movimiento muy influenciado por corrientes europeas como el neorrealismo y la Nouvelle Vague. “Defiendo mi posición de cine tercermundista, un cine independiente del punto de vista económico y artístico, que no deje la creatividad estética desaparecer en nombre de una objetividad comercial o de un inmediatismo político”. Esta frase de Glauber Rocha tiene mucho que ver con “As Boas Maneiras”, que también critica el modo en que la sociedad más consumista devora a los más pobres.

“As Boas Maneiras” logró el Premio de la Crítica en el Festival de cine fantástico de Sitges, de forma conjunta con “The Killing of a Sacred Deer” del cineasta griego Yorgos Lanthimos. También triunfó en otros festivales internacionales de ciudades como Torino o Locarno. Poco a poco Brasil empieza a apostar por el cine fantástico y las películas que se estrenarán próximamente “Bacurau” (“Nighthawk”), de Kleber Mendoça Filho, y “O Animal Cordial” (“Friendly Beast”), de Gabriela Amaral, no hacen más que confirmar esta tendencia.

Lo mejor: La primera parte. Su trasfondo social, su atrevimiento al abordar varios asuntos y su fotografía.

Lo peor: La segunda parte. La idea se va agotando y la capacidad de sorpresa poco a poco se viene abajo.


5 comentarios:

Art0rius dijo...

Después de verla, coincido plenamente con la crítica. Es una lástima porque hasta el momento del parto la película tenía una atmosfera fabulosa y un estilo que me recordaba mucho a "Let the right one in", y mira que geográficamente no pueden ser más distantes ambas producciones. El segundo tramo se queda en una terreno trillado que no le hace ningún favor y convierte la película en un drama de terror muy previsible. Lo dicho, una lastima.

RONETTE PULASKI dijo...

Hola Artorius, veo que estamos de acuerdo, a destacar principalmente su primera parte, con esa atmósfera casi de irrealidad. De todas formas, y pese a un segundo acto menos logrado, me parece una buena película. Tiene elementos interesantes y poco comunes en el cine brasileño. Es una película diferente, lo que siempre es un aliciente. Un abrazo!

RONETTE PULASKI dijo...

Como curiosidad, mencionar que la película brasileña que mencionaba al final de esta crítica, "Bacurau", dirigida por Kleber Mendonça Filho y Juliano Dornelles, acaba de ganar el Premio del Jurado de Cannes 2019.

El Rector dijo...

Coincido 100% con la crítica. Una primera mitad muy interesante y fresca, que da paso a un segundo tramo tópico, carente de fuerza y excesivamente alargado, que termina empañando los buenos momentos de la acción pre-parto.

Lo de jugársela con el licántropo junior de dibujos animados tampoco me parece que haya sido un opción muy acertada... más viendo lo bien que le funciona a la película el tema de la sutileza en su primera mitad.

Saludos.

RONETTE PULASKI dijo...

Hola Rector,
Totalmente de acuerdo, es una película con dos fases muy contrastadas. La primera, mucho mejor que la segunda. La relación de las dos chicas en ese piso, dos clases sociales tan diferentes, ese extraño momento es lo mejor.
De todas formas, como mencionaba en el anterior comentario, como resultado me parece una propuesta interesante. Muy poco común este tipo de cine proveniente de Brasil, es una rareza.
Un saludo

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