jueves, 14 de noviembre de 2019

Crítica: Candyman

Clive Barker. Siempre me ha gustado pensar en él como la otra cara de la moneda que representa Stephen King. Ambos comparten el gusto por el terror y una excelente maestría a la hora de crear obras literarias atemporales, pero mientras que el segundo asciende hacia lo oscuro desde las relaciones personales de sus protagonistas, desde la clarividencia del argumento y desde la cotidianeidad más feroz, el primero lo hace desde las sombras de las esquinas, desde los marginados y desde lo explícito y perturbador. Sí, me voy a permitir el lujo de decir que podríamos comparar sus figuras como la ambivalencia de “Hereditary” y “Midsommar” de Ari Aster. Cada uno representa un tono contrapuesto, pero ambos confluyen en su maravilloso modo de hacer terror.

Del autor británico guardamos excelentes referencias cinematográficos, sobretodo vinculadas al cine de culto. Conocidas por todos es “Hellraiser” (1987), una de esas cintas atemporales con un trasfondo brutal y una realización excelentes; no es raro que sigan sacando secuelas incluso a día de hoy, la mayoría de una calidad bastante inferior; “Razas de Noche” (1990) o “El Señor de las Ilusiones” (1995) también fueron fantásticos ejemplos de un cine underground, oscuro y perverso, en el que a veces importaba más lo que se pretendía transmitir detrás de la imagen que lo que podíamos ver en pantalla. Naturalmente, son todas obras recomendadas para el aficionado al cine de género.


“un monumental Tony Kodd, sus apariciones están llenas de refinamiento, de belleza en cada uno de sus diálogos”


Sin embargo, en su filmografía también encontramos obras no tan gustosas. Que se lo digan a “Rawhead Rex” (1986) y “El Vagón de la Muerte” (2008). Ambas comparten su adaptación por dos de los mejores relatos de la recopilación de Libros de Sangre (si no lo habéis leído, tenéis que darle una oportunidad), así como su deplorable realización. El primero es un filme tedioso, escandalosamente cansino y con muy poco del espíritu de las líneas que adaptaba; el segundo tiene a Bradley Cooper como protagonistas y poco más. Aburrida, lenta y catastrófica cinta es en cuanto puede resumirse.

Es lógico que dentro de una carrera tan dilatada aparezcan luces y sombras, pero repasando sus películas podemos aseverar una cuestión: los noventa son la época de esplendor del autor de Liverpool en cuanto a películas, con un momento que además acompañaba perfectamente en la vinculación que ofrecía entre terror y decadentismo, en el que la piedad del hombre queda sin efecto alguno su vinculación a lo divino y lo puro. Ese es el leiv motiv que acompaña gran parte de sus obras: la caída en el pozo de la ambición desmedida, del placer carnal, de lo prohibido y su ausencia de salvación o redención. Aquí viene la gran diferencia con Stephen King: la ausencia de luz para sus protagonistas. Sabes que todo acabará mal, en un auténtico hilo conductor lovecraftiano, y que no habrá salvación. Y será así porque su obra representa la miseria humana y sus sentimientos más perniciosos.


“Bernard Rose hace un auténtico ejercicio de estilo en los planos contrapuestos, especialmente en las transiciones entre espacios y en el sombreado de las zonas más decadentes”


“Candyman” (1992) es el perfecto ejemplo de esto. Un ser preternatural destruido, vilipendiado por hombres blancos en un momento en el que la familia de este había logrado destacar en una suerte de aristocracia a la que se había prohibido la entrada a los negros. Tras una historia trágica, el propio Candyman rehúye la salvación y opta por la venganza a la que se vio sometido. Los diálogos iniciales de la película abren paso a un salmo profético que nos conduce a una estampa clara: la ciudad siendo dominada por la sombra de las abejas, símbolo de su muerte.

Tras este primer momento, la película centra sus esfuerzos en la protagonista, estudiante de tesis, y vinculada al mundo antropológico de las leyendas urbanas. Ha escuchado hablar sobre Candyman y su invocación frente al espejo, de la muerte que espera a los que intentan entablar contacto con él. Pero más interesante aún: esta leyenda se vincula a los suburbios, espacios llenos de delincuencia, drogas y miseria. Es allí donde se dirige a investigar y el lugar en el que su ambición desmedida por sobresalir, por escribir algo único, la va conduciendo a un mundo de locura, desenfreno y muerte. Más allá del desamparo de la protagonista que nos acompaña durante toda la película, la excelencia de la misma es el propio Candyman. Representado por un monumental Tony Kodd, sus apariciones están llenas de refinamiento, de belleza en cada uno de sus diálogos; es un asesino pulcro en palabras, claro en sus objetivos y perversamente maligno. Es la contraposición a Helen, interpretada magistralmente por Virginia Madsen, quien se debate entre una investigación que la encumbra y la preocupación real por la situación que viven en los suburbios. Ambos sostienen gran parte de la calidad de la película.


“Candyman es la voz de todas esas personas desfiguradas por una sociedad que les repudia, y ante ella no piden otra cosa que venganza”


Lo que sucede al final preferimos no desvelarlo, pero hay dos estampas que se quedarán grabadas en la retina del espectador por lo bello de sus planos y por el buen hacer del hombre tras las cámaras: Bernard Rose hace un auténtico ejercicio de estilo en los planos contrapuestos, especialmente en las transiciones entre espacios y en el sombreado de las zonas más decadentes, en el que se diferencian perfectamente lo sucio y desmadejado de sus rincones llenos de drogas y graffitis con la pulcritud del edificio de ella, níveo y luminoso.

Pero es el trasfondo social lo que gana enteros en esta película y la lleva a un nuevo nivel. La constante confusión que el espectador observa entre el Candyman de verdad (¿es una ilusión?) y la maldad de aquellos que viven en los suburbios, de las personas que han perdido toda fe, toda esperanza, y se dedican simplemente a vagabundear, a traficar y a realizar todo tipo de crímenes. No son pocas las veces en las que la película ahonda en esta materia, especialmente en muchos diálogos en los que Helen hace siempre referencia a que la policía no va, a que nadie se interesa por ellos. Es la voz de la década de los 90, de la consolidación de los grandes espacios periféricos en las ciudades, del VIH y de la decadencia propia del fin de siglo. Candyman es la voz de todas esas personas desfiguradas por una sociedad que les repudia, y ante ella no piden otra cosa que venganza. De ahí que la escena final sea un broche de oro a una película que tiene que verse sí o sí, porque su calidad y su concepción como producto de culto la convierten en una obra atemporal.


8 comentarios:

Art0rius dijo...

Si te digo que es la mejor crítica que he leído aquí este año espero que me creas. Clasicazo atemporal acompañada de pedazo de prosa! A modo de anécdota, por trabajo me he tenido que mover por barrios como los descritos en la película, y en una fábrica en ruinas al girar una esquina me encontré una joya urbana que replicaba cierto mural de la película. Curiosamente fue la única alegría que tuve ese día, y refleja exactamente lo que describes: la rabia por la exclusión motivada por la diferencia que explota de la más terrible de las maneras.

Astinus dijo...

¡Hola Art0rius! Muchas gracias, de verdad. Inspirado es poco para el redescubrimiento de esta fantástica película que vi demasiado joven como para no entender su mensaje. Ahora, con esa mirada reflexiva que a veces dan los años, quedé prendado de su mensaje y, por supuesto, del excelente trabajo técnico detrás de la pantalla. Impecable manufactura para un producto que huele desde el minuto uno a clásico.

J dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Art0rius dijo...

Es recurso común en una sociedad focalizar los problemas de la misma en un colectivo minoritario dentro de la misma. En el caso de la pelicula/sociedad norteamericana arrastra un historial de conflictividad racial, esclavitud y apartheids no tan lejanos incluidos, que origina un caldo de cultivo para la discriminación y la segregación de oportunidades que dan lugar a escenarios de pesadilla. Este es un tema muy muy complejo que da para mucho y candyman lo ultiliza como base para una historia de terror gótico moderno y altamente urbano.

Unknown dijo...

Fantástica crítica. Cuando la vi hace ya bastante me impresionó mucho, y no solamente como película de terror, sino como ya se ha comentado por el trasfondo, por la historia del personaje y el vínculo que crea con la protagonista femenina. Recuerdo que vi también la segunda parte pero de ella no recuerdo absolutamente nada (no sería muy buena, supongo). Comentar que como suele pasar con internet, todo se distorsiona y para los más jóvenes la historia de Candyman se cuenta como un hecho real, supongo que pronto escucharemos lo mismo de Jeepers Creepers. Un saludo. Lorena.

Sergio Sara Diaz dijo...

Astinus es que tu le pegas a mis gustos una vez a la semana jajaja, esta para variar es una de mis favoritas y por muchas razones la cual ya comentas en ta exquisita reseña.

La SUCIEDAD que casualmente le cambias una vocal y dice SOCIEDAD, la basura del ser humano que se acumula tanto en el alma como en la calle, uno va de fotograma en fotograma y hasta podría sentir los olores de esas calles, cuartos y andaría con el gel en la mano para desinfectar las manos después de coger esas barandas.

Creo que no es necesario decir que son Fan acérrimo de Cliver desde "Hellraiser" y aquí no me decepciono en lo absoluto, curiosamente hace poco la volví a disfrutar en un canal de esos olvidados por el mundo que te ponen películas viejas para matar el tiempo en la madrugada.

Una critica, perturbadora, sucia y real de la sociedad humana donde nos preguntamos luego de verla si lo que vivimos es real o una alucinación, que mas terror que eso?

Ojala que los jóvenes de hoy se olviden un poco del CGI y muestren interés en este tipo de películas porque muchas de estas ya están pasando de la ficción a la realidad.

saludos!!

Anónimo dijo...

La conocen cuatro pero mejor q la nueva version

El Rector dijo...

Anónimo, cuatro generaciones querrás decir, ¿no?

Saludos.

Publicar un comentario

¿Tienes opinión? No seas tímido/a y compártela, pues en la diversidad está el gusto. Eso sí, intentemos no destriparle la película a nadie y avisa de SPOILERS al resto de lectores/as siempre que tu comentario los contenga. De no ser así, este será eliminado. Gracias.