lunes, 16 de diciembre de 2019

Crítica: Wilkolak

Los últimos días del año nos llevan a la Polonia del regusto amargo y la respiración entrecortada. Las luces encendidas del árbol de Navidad de fondo y en la pantalla, la oscuridad del alma humana y la miseria más despiadadas en forma de mirada perdida. "Wilkolak" enmudece el ambiente al tiempo que los pensamientos nos traen la certeza de que cualquier realidad entre 1939 y 1945 fue infinitamente más cruel que todas las películas de terror juntas. Como un perro salvaje, la ineludible tristeza corre arrasando con todo cuando las consecuencias de la barbarie se muestran en forma de niño.


“El terror más creíble va de la mano de uno de los montajes más extraños que recuerdo y esto hace que la experiencia no sea todo lo impactante que podría haber sido”


"Wilkolak", segunda película de Adrien Panek, conjuga el drama con el horror en una complicada versión de "El Señor de las moscas" ambientada al final de la segunda guerra mundial, con varios componentes amenazantes más añadidos. Los protagonistas, niños de diferentes edades liberados de un campo de concentración nazi, serán los encargados de llevar todo el peso sobre sus pequeños hombros al trasladar la mezcla de tensión, inocencia, dolor, terror y trauma a una gran mansión que como la infancia de estos personajes, da muestras de lo que alguna vez fue y no será nunca más. El terror más creíble va de la mano de uno de los montajes más extraños que recuerdo y esto hace que la experiencia no sea todo lo impactante que podría haber sido.

Durante toda la película, los cortes entre escenas son tan bruscos que llegas a perder el hilo de lo que pasa y eso se hace raro por decirlo de alguna manera, teniendo en cuenta la aparente simplicidad de lo que se nos cuenta. Los niños prisioneros en un campo de concentración, una vez liberados por tripas rusas se instalan en una casona al cargo de una suerte de cuidadora con un día a día tan brutal que de poco vale la excarcelación. Este grupo de niños tendrá que hacer frente a la sed, el hambre, la voracidad de unos perros más hambrientos aún que ellos y la maldad de los soldados rusos y alemanes. Todo son amenazas en un día a día, que lejos de mostrarles un futuro, les muestra que la desgracia de nacer en el lugar equivocado en el momento equivocado es implacable y se lleva a cuestas como una pesada mochila durante toda la vida.


“Como puntales de la narración, los personajes deambulan por la trama con un norte claro, confrontar cada amenaza desde diferentes perspectivas”


Panek, pone sobre la mesa algo muy interesante que en su día hizo William Golding en su isla de moscas: los impulsos humanos sin el filtro de la madurez. No todos los niños se comportan igual ante las mismas situaciones, de la misma manera que no todos interpretan las amenazas de manera unánime. De esta forma, lo que unos perciben como intimidación, otros lo convierten en valentía y lo que casi todos entienden como enemigos, es considerado modelo de conducta para alguno de ellos. Es imposible no empatizar con todos, incluso con aquel que será considerado el personaje villano y el mezquino. 

Esto ocurre porque nunca se pierde de vista que estos personajes niños que prácticamente no han conocido otra cosa que la subyugación. Imaginad la cantidad de niños que vivieron años en los campos de concentración sin sus padres, con sus captores como únicos referentes adultos de poder y comportamiento. Entiendo que en algunas mentes, aquellas figuras autoritarias eran los modelos a los que aspirar para dejar de ser el eslabón más débil. En esto, "Wilkolak" roza la perfección porque por mucho que lo intentemos, somos capaces de entender que el complicado paso a la adolescencia en un campo de concentración puede afectar de muchas formas. Al final, todo se basa en la supervivencia. Y de supervivencia va "Wilkolak". Supervivencia pura y dura al verse privados de sustento. Supervivencia al intentar no ser atacados por los perros que merodean hambrientos la casa. Supervivencia al intentar impedir que los pocos adultos con los que se topan no les sigan destrozando, como han hecho hasta el momento y sobre todo, supervivencia salvaje al emprender una nueva vida sin normas que marquen los límites. La convivencia en un contexto así puede ser más despiadada que el hambre que se ceba con cada pequeño. En este aspecto, reconoceremos fácilmente a los Ralph y Jack que tan bien dibujó Golding, en versión polaca.


“cada uno de los jóvenes intérpretes hacen un esfuerzo titánico y resultan tan dolorosamente creíbles en sus papeles, que incluso eclipsan a los perros salvajes”


Como puntales de la narración, los personajes deambulan por la trama con un norte claro, confrontar cada amenaza desde diferentes perspectivas, pero como comentaba al inicio, el montaje de la película es tan errático que deja muchos huecos y recorta en escenas aclaratorias de naturaleza simple pero necesaria para que tuviera más sentido, sin tapujo alguno.  Y no es que se carezca de este sentido, es que por momentos, te pierdes entre escenas y  eso resulta muy frustrante para la historia.  Suerte que cada uno de los jóvenes intérpretes hacen un esfuerzo titánico y resultan tan dolorosamente creíbles en sus papeles, que incluso eclipsan a los perros salvajes en los momentos de mayor tensión. La banda sonora,  utilizada con precisión de cirujano,  es el apoyo perfecto para que la construcción del horror no se vea desgastada por el constante drama que se instala de forma perpetua en cada acción,  desde el inicio hasta un final que desluce mucho lo conseguido en los dos primeros tercios de su narración.

Todo es cuestión de perspectiva,  perros, rusos, nazis o niños. Cada uno con su motivo para seguir luchando por sobrevivir y cada uno con su recuerdo para no seguir haciéndolo. Si creemos que los perros utilizan solo los recuerdos en sus sueños, ganan ellos esta partida porque el dolor que arrastra una persona rota solo es comparable al temor de un animal a ser abandonado por su amo, por muy totalitario que este sea. Estas fiestas, no regaléis pijamas de rayas. Nadie los quiere.


3 comentarios:

Missterror dijo...

Art0rius, te pido disculpas porque porque ayer eliminé tu comentario por error y cuando me di cuenta ya no había vuelta atrás y me siento fatal :( Lo había leído atentamente y hacías unas observaciones super interesantes sobre el título original y las traducciones inglesa y española que se había hecho. Decías que Wilkolak era el nombre con el que se designaba a hombres lobo o incluso a vampiros en polaco y que considerabas que era un título absolutamente acertado para esta película. Concuerdo contigo, Art0rius. Este título tiene tanta potencia como lo que se pretende contar. En inglés fue traducida con un título bastante más acertado (werewolf) que lo que se hizo en español (perros de presa), que desvirtuaba mucho la intención.

Respecto a la forma de desarrollar la trama, creo que estábamos muy en sintonía.

Muchas gracias por la interesante aportación que tuviste y disculpa de nuevo por mi metedura de pata :(

El Rector dijo...

Escasos 80 minutos de metraje... está claro que aquí a alguien se le ha ido la mano con la tijera y ha recortado más de la cuenta. Es la única idea que puede justificar semejante montaje, tan atropellado que en ocasiones, hace francamente difícil seguir la narración y entender algunas de las situaciones que se dan. Y enmarcado dentro de esto, tampoco me ha gustado en exceso cierto vaivén tono en el tono de la película, en ocasiones, apuntando hacia el survival y en otras, hacia una suerte de cine juvenil de aventuras.

Por lo demás, coincido con el análisis y me quedo con la dureza de fondo de la historia y el buen hacer del reparto. Interesante propuesta, que con algo más de mano en el tema de la edición, podría haber ganado bastantes enteros.

Sobre el tema de las traducciones de los títulos, bueno, nada nuevo. En la habitual líneas esperpéntica que estamos acostumbrados por estas tierras... aunque siempre podría ser peor, que se lo pregunten al público latinoamericano.

Saludos.

Missterror dijo...

Rector- Y tanto que hubo tijera recortadora por aquí y por allí. Yo también creo que le hubiera venido mucho mejor decantarse por su solo subgénero, el survival en concreto y no dejar llevar por lo que parecía convenir en ese momento y no terminaba de encajar del todo bien en la narración.
Creo que es una película interesante que apuntaba a algo muy interesante y que supo salvar bien los muebles pero es inevitable pensar que el director tenía entre manos algo súper potente y todas las herramientas para llevarlo a cabo, pero por un extraño motivo decidió hacer unos recortes poco entendibles, desde mi punto de vista.

Saludos y felices fiestas, jefe!!!

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