Crítica: Sleepy Hollow

Durante la Guerra de Secesión americana, finales del siglo XVIII, Constable Ichabod Crane (Johnny Depp) , un policía de Nueva York que utiliza avanzados métodos de investigación, es enviado por sus superiores al pequeño y remoto pueblo de Sleepy Hollow, en el estado de Nueva York, para descubrir que hay de verdad en la leyenda de un jinete sin cabeza que aterroriza a los habitantes del lugar. Una vez allí adopta la identidad de un profesor de escuela y se enamora de Katrina (Christina Ricci), que mantiene relaciones con uno de los hombres más conocidos del pueblo (Casper Van Dien). Realidad y ficción se darán la mano en el momento menos pensado.

“Sleepy Hollow” (“La leyenda del jinete sin cabeza” en latinoamérica) es una película de 1999, una de las grandes obras de Tim Burton protagonizada por su actor fetiche Johnny Depp, basada en el relato de terror “La leyenda de Sleepy Hollow” de Washington Irving. Todo un clásico para Halloween.

Los productores Scott y Adam fueron los responsables de que Burton se involucrara en el proyecto. Tras enseñarle el guión, el director de “Eduardo Manostijeras” no dudo en aceptar el reto. Era una historia escrita para él por todo lo oscuro de la leyenda y el gran símbolo de cuentos de hadas que supone. Por supuesto para el papel protagonista se escoge inmediatamente a Depp, quien representa magníficamente los muchos conflictos internos del personaje de Ichabod. Un hombre que piensa que es muy macho pero que en el fondo es frágil, sensible e imperfecto. Acompañando a Depp está Christina Ricci en el papel de Katrina, una mujer muy romántica e ingenua que aún cree en el amor a primera vista.

Para el rol del jinete sin cabeza es elegido Christopher Walken al que dotan con unos característicos dientes puntiagudos y unas lentillas azul profundo. Lo curioso del caso es que Walken apenas sabía montar a caballo por lo que remodelaron un caballo mecánico para las escenas a caballo más difíciles. El caballo mecánico al que se le puso piel y pelo lo sacaron del baúl de los recuerdos; utilizado para un clásico de Elizabeth Taylor llamado “Fuego de Juventud”(1944, Clarence Brown). Además se le incorporaron mecanismos para que el caballo moviera las orejas y la cabeza e hiciera resoplido. Por otra parte, el efecto de eliminación de la cabeza del actor se creo con una capucha azul que se eliminaba fácilmente con el ordenador y se rellenaba rodando una toma del fondo. En las escenas de lucha del jinete sin cabeza se utilizó un especialista. Hay varias luchas a espada perfectamente coreografiadas.

Para la película utilizaron las últimas técnicas de maquillaje y efectos especiales. El proceso empezó con la preparación de moldes de plástico de cada una de las cabezas de las víctimas. En este aspecto, Burton llevó su estilo personal a todos los detalles, incluyendo bocetos de los personajes y también de los escenarios. Los decorados forman parte de un estudio; toda la película se rodó en unos enormes decorados, incluyendo el bosque. Toda la ambientación está inspirada en las antiguas películas de terror, en las que el escenario forma parte de la esencia de la historia.

Como dato adicional cabe destacar la participación de Christopher Lee en el reparto y Danny Elfman en la composición de la banda sonora. El film ganó un Oscar a la mejor dirección artística y dos premios BAFTA a mejor vestuario y diseño de producción.

LA ESCENA: La salida del jinete de su morada, en el árbol.

LO MEJOR: La inteligencia de Burton para dar toques de humor a un relato de terror.

LO MENOS BUENO: Es pausada, sin ser algo del todo malo.