La muy acertada e irónicamente titulada "71 fragmentos de una cronología del azar" es la tercera película del director de vanguardia Michael Haneke. La tercera cinta de una trilogía que empezó con “El séptimo continente” y continuó con “El video de Benny”, ambas mostradas en Cannes. Exigente intelectualmente y anti-comercial en su más pura naturaleza, la película ha sido objeto de estudio de estudiantes de cine y espectadores interesados en el cine post-moderno y deconstruccionista.
Haneke es un director cerebral que cree que la función más importante del cine es perturbar y desorientar a sus espectadores, sacándoles a la fuerza de sus pasivas maneras habituales de percibir la realidad.
Tal y como hizo en sus primeras dos películas, el argumento (si es que puede describirse así) se contornea entorno a un acto de violencia gratuita que, en la superficie, desafía cualquier explicación lógica. La premisa de esta película es que en el día antes de Navidad en 1993, un estudiante de 19 años, de una manera carente de sentido; asesina a un grupo de personas y luego se suicida en su coche.
Enmarcada como un misterio, la historia se desdobla en cinco capítulos asimétricos, empezando el 12 de octubre y culminando el día de la masacre. Hay alrededor de doce personajes disparatados que son presentados y luego, periódicamente; revisitados, de una manera sorpresiva TODOS. Una de las figuras que une los fragmentos es un adolescente sin techo, un exiliado rumano que recorre las calles de Viena pidiendo dinero o robando.
Haneke acepta la presencia omnipresente de los medios visuales en nuestras vidas diarias, particularmente la ubicuidad de la televisión, el video y los ordenadores. Cada capítulo comienza con un programa de noticias de la noche, normalmente con un reportaje sobre un Sarajevo destrozado por la guerra, para luego actualizar las noticias sobre los cargos contra Michael Jackson, usando el mismo footage todo el rato. Filosóficamente, el director se empeña en estresar los efectos soporíferos de la repetición de imágenes y sonidos que los medios ofrecen.
La producción es valiosa en todos los departamentos, en especial la limpieza del cristal de las lentes de Christian Berger y la edición cortante y concisa de Mariae Homolkova, ambos aspectos quieren hacer que el espectador sea consciente del modo arbitrario y manipulador en que los eventos están pre-organizados y pre-digeridos para que ellos puedan consumirlos.
Siendo esta la película más accesible de la trilogía, “71 fragmentos de una cronología del azar” ofrece una visión con más luz sobre las contradicciones y frustraciones inherentes en nuestras vidas que el resto de películas del panorama actual, y quién dice actual dice 1995, que es cuando se rodó esta cinta. Un entretenimiento cerebral (si, otra vez) y un verdadero ejercicio intelectual para todos aquellos que quieran ver una cinta que se sale de lo común. Que es difícil de tragar, que se queda contigo cuando ha terminado.
Cabe decir que Haneke rodó esta película después de leer un artículo donde se explicaba el acontecimiento. Aunque la historia no trascendió tanto como hubiera pasado ahora con el boom de internet, Haneke quedó lo suficientemente tocado como para llevar el artículo a la gran pantalla. Y gracias a Dios que lo hizo.
Haneke, gran director. Lástima que son de esos que tienen que pillarte en un día de no muy bajón porque el tio te la clava de una manera...
ResponderEliminarNo conocía esta película. Gracias por la crítica.
Pues ya tardas, Blanch. Knock-out para ti cuando la veas, ya verás ;)
ResponderEliminarY tan buen director. En ésta en concreto al no contar una sola historia, si no que abarca más en sus fragmentos tan bien cohesionados unos con otros, refleja más carencias de la sociedad. Como tú bien dices "el nexo", el niño rumano, es parte del mensaje.. instructivo diría yo.
ResponderEliminarEn fin, que me encanta este hombre.
Un saludo!