La última cinta de un genio irrefutable, David Cronenberg, funciona a la perfección como fábula sobre la obsesión humana actual por el mundo de la fama, las celebrities y ese mundo de focos, luces y fiestas desmadradas. En la cinta, un escritor de manuales de autoayuda, de esos que algún psicoterapeuta argentino o nuestro Einstein catalán y su hija sin ir más lejos sacan como lechugas para hacer su agosto es padre de un niño que es un juguete roto, fué estrella televisiva y ahora, a los trece años, está en una clínica rehabilitando su adicción a distintas sustancias. La familia la acaban de componer una hija con problemas mentales y una mujer sobreprotectora incapaz de dar una educación sana y correcta a sus hijos. Por si fuera poco, el escritor y psiquiatra tiene una cliente, una actriz de esas “hijas de” que va a frontar el mismo personaje que ya hizo su madre hoy muerta en su época, y hoy una actriz casi olvidada y a la sombra de la hija estrella.
Con este material el director podría haber hecho desde una cinta de terror, hasta un lacrimógeno
drama, pero se queda en un tono de comedia amarga que no puede resultar más satisfactoria, porque en el fondo, lo que cuenta no tiene ni p**a gracia. Nos revela que Hollywood, esa meca del cine donde nuestros actores sueñan con ir aún negándolo, no es más que un vertedero, un enorme contenedor donde lo que ya no vale se deshecha, donde las nuevas generaciones pisan a las anteriores, donde la promiscuidad, las drogas y la maldad sólo sirven como carta de presentación, como tarjeta de visita.
Si hay algo espectacular realmente en la cinta es lo que ya nos desveló Cannes, resaltando como mejor actriz la poderosa, humana a ratos, desquiciada otros, gran labor interpretativa de Julianne Moore, una de las mejores actrices de todos los tiempos. Ella sola con su profunda, dura, “cómica” y difícilmente triste interpretación (sin duda la más valiente de su carrera),suma muchos enteros a un reparto igualmente en estado de gracia en el que destacan también Mia Wasikowska, Robert Pattinson, John Cusack, Olivia Williams, Carrie Fisher, Clara Pasieka y Joe Pingue entre otros, a los que el director da protagonismo por encima de las “viejas” glorias que están presentes en su cinta, centrándose en esa nueva cantera de actores que dominan la situación actual y que adquieren hábitos, comportamientos y enfermizas reacciones de sus predecesores, con la contínua sensación de impunidad ante todo, porque amigos, “ésto es Hollywood y aquí todo el mundo tiene un sueño”, un sueño que para ser cumplido puede pasar por sexo, violencia y corrupción, donde la inocencia no tiene cabida y donde algo malo se ve sustituido siempre por algo peor. Ese es precisamente el discurso de Cronenberg, ya famoso como uno de esos directores enfermizos, retorcidos, sarcásticos y hasta sádicos del panorama actual y que lejos de empeorar se adapta a los tiempos como muy pocos.
Cronenberg, director especial donde los haya, nos narra en su película un sesudo e inquisitivo retrato, furioso, doliente y doloroso, el espíritu que esconde el mundo de las estrellas de Hollywood, con un desencanto en su enfoque, en su acercamiento al desfase contínuo, las malas tentaciones, las malas ideas, las malas decisiones y los malos finales de una forma que inevitablemente aturde al espectador y le abofetea directamente en la cara, de forma desencantada pero absolutamente fascinante. En una hipérbole sarcástica, cínica y punzante de un Hollywood que bien podría ser el real, pero no es necesario que lo sea, introduce unas historias cruzadas retorcidas, histriónicas y pervertidas que bien podrían tener como banda sonora la canción “Celebrities” de nuestro genio McNamara (Si no la conocen, búsquenla, no se la pierdan), con el que, y no broma, la visión del cineasta comparte gran parte en cuanto a su salvajemente triste visión del mundo de la industria del cine y la fama del siglo XXI, si bien el resultado inspirado y desenfrenado de la peli de Cronenberg es en el fondo más benévola, dando paso en esa puerta abierta a la redención, en la que en el fondo ni él mismo cree, en el dibujo de esa pesadilla que bien sirve para resumir y ejemplificar su manera de afrontar el cine y que no aterroriza porque nos la cuenta a simples mortales alejados de esa alfombra roja, pero que sin duda, alejada del delirio, el absurdo y lo incoherente, hará sentir muy incómodo a más de alguno de los que las pisan regularmente.
Hay algo que lastra definitivamente la labor del director, y es, aparte de un final absurdo, que a mí me maravilla, como casi poético y adecuado a la locura de la cinta, pero que no pareció gustar mucho en la proyección, a tenor de los abucheos más largos que escuché en un cine, su guión, regular y no siempre acertado, de Bruce Wagner, más empeñado en lanzar puñales contra el mundo de la industria que en los diálogos de personajes, que llegan a hacerse aburridos y somnolientos y llegan a un resultado frustrantemente poco satisfactorio, que a ratos carece de cohesión y cansa en su reiteración del desequilibrio y narcisismo común.
Aún así, su valiente visión inteligente y subversiva, ya clara desde tiempos remotos, cuando como un aspirante a científico que padrinó el mejor horror corporal de una época y que exploraba su fascinación por el cuerpo físico, por la identidad mediante sus films para más tarde incluir las nociones sociales a su discurso, es digna de mención.
Desde 'Videodrome' a 'La Cría', 'Dead Ringers' a 'Crash', o los thrillers posteriores 'Una historia de violencia' y 'Promesas del Este', incluso su denostado y mal entendido anterior trabajo, Cosmópolis, mucho más fría y pretenciosa, formalmente siempre atractivos, únicos, brillantes, su capacidad para perturbar es innata. No hace concesiones ni da respiros y finales bonitos, en su cine, por muy alejado de la realidad que pueda estar, hay siempre una sinceridad y una capacidad de exprimir actores y espectadores única. En esta “tomadura de pelo” como la catalogan algunos, hay mucha verdad oculta, mucho dolor y sufrimiento de tapadillo, que la hacen fascinante, deliciosa y hace que uno salga de verla totalmente perturbado, con la cabeza embotada y la necesidad de beberse un vodka al trago para olvidarla.
Su Mapa a las estrellas es un golpe amargo y doloroso en la parte más vulnerable de Hollywood, como el que ya dió David Lynch en su inmejorable "Mulholland Drive", menos satírica y más surrealista. Un golpe en todo caso, profundo y emocionante, que pese a tener momentos muy, muy tibios, conserva el enfoque autoral de la presentación de algo oscuro y horrible al que en el fondo no asistiremos más que como espectadores.
En definitiva, es una buena historia muy bien filmada e interpretada perfectamente donde lo mejor de todo, sigue siendo sin duda, la brillante Julianne Moore, no apta para todos los gustos, difícil y para nada simplista.
Dosis quizás excesivas de sexo muy explícito puede provocar rechazo a algún beato, pero dudo mucho que uno de esos entre a ver una peli de Cronenberg.
En lo que se refiere al ámbito técnico, la cinematografía de Peter Suschitzky y la música fascinante de Howard Shore juegan un papel fundamental en la determinación de esa visión distorsionada de la lejana realidad, en la medida en que representan en gran parte la psicología de los propios personajes.
Lo mejor: La Moore.Lo peor: Algunas partes del guión.
Pues yo no voy a negar que le tengo muchas ganas a esta cinta, que veo que la puntuación que le das es correcta.
ResponderEliminar¿Te aburrió en algún momento?
A mi me gustó mucho, de hecho, y entiendo que le hayan metido tantísima caña también, porque a ratos es densa.
ResponderEliminarNo aburre, porque no le da tiempo, pero hay que pasar de algunos diálogos chorras...
Esta vez me contuve demasiado, porque la Moore está de diez!!!!
UN planazo es verla conjuntamente con Starry Eyes que criticaba ayer mismo Missterror, para que se nos quiten de una vez las ganas de ser estrellas a todos, jjjj
Yo, personalmente, y si te voy conociendo bien, no la pondría en los must más inmediatos, pero cuando la veas cuéntanoss!!!!
Saludetes y mil gracias por el comentario
A mi es que esta nueva etapa "mundana" del señor Cronenberg me tira un poco para atrás. Es pensar en "Cosmopolis" y aun se me cierran los ojos, de la del psicoanálisis ni hablemos... si a eso le sumamos el rechazo que me produce la sra.Moore, pues pintan bastos para este viaje a las estrellas. De todas formas me reservo el derecho de visionado, así que de momento miraré hacia otra parte, por si acaso...
ResponderEliminarSaludos.
Felicitaciones por la critica, a mi me gusto pero me dio la sensación de estar viendo un capitulo de E! True Wollywood story. Saludos!!
ResponderEliminarYo como defensora total de "Cosmopolis", tengo curiosidad por el mapa a las estrellas, pero como persona a la que Julian Moore le horroriza, sólo puedo pensar "atraaasssssssssssssss".
ResponderEliminarNo lo tengo nada claro, no sé si esa sátira hollywoodiense va a cuajarme, teniendo en cuenta que la cabeza de Cronenberg es un hervidero de ideas absurdas que terminan convirtiéndose en serias. Eso aplicado al loco mundo de las estrellas me parece que va a dar la vuelta y terminará por aburrir, peeeero, la veré para poder opinar.
Encima también está Cusack...grrrrrrrrrrrrrrr
Saludos Damien y congrats!!!
Comentarios y valoraciones como las tuyas, Damien, animan a ver la película de que se trate. Tienes la habilidad de un cirujano para diseccionar sin descubrir más de lo necesario para ponerle a uno la miel en los labios.
ResponderEliminarStitchovd
Damien qué grande eres!!! Aunque reconozco que me gustaba el Cronemberg más rupturista en sus inicios, ahora se me queda un tanto descafeinado....pero a diferencia de mi estimado Sr.Rector, que esté la Moore me llena de ganas por ver el film.
ResponderEliminarAbrazos!!
Estupenda crítica Damien Thorne. Está claro que la visión que nos muestra Cronenberg de Hollywood no es muy sofisticada ni glamurosa, pero a pesar que el director canadiense sabe dónde poner la cámara y cómo narrar las historias, dista mucho de ser la obra malsana, perversa y negra que debería. Esperaba mucho más del amigo Cronenberg (uno de mis directores favoritos), algo así como una versión enfermiza y oscura de la genial cinta de Robert Altman: The Player, que a la postre resulta más cínica, perversa y cómica que esta.
ResponderEliminarSin duda el gran aliciente de la película son sus actrices, fundamentalmente una portentosa Julianne Moore y una siempre sugestiva y cautivadora Mia Wasikowska.
Sin ser nada del otro mundo, pese a su buena factura técnica y algunas interpretaciones poderosísimas, muy lejos de los mejor del director de clásicos como Videodrome o La Mosca, aunque el listón estaba tan bajo con Tediopolis, perdón Cosmopolis, que con estas “cositas” del maestro canadiense nos conformamos.
Saludos!!!!!!!!!!!!!!!!!