Dentro del corpus fílmico de nuestra investigación, mencionamos anteriormente lo habitual que era la coproducción con otros países, Ceremonia sangrienta (1972) es uno de esos ejemplos que además reafirma el ideal sobre las influencias que ejercían estas partes coproductoras en el resultado final del proyecto.
El film dirigido por Jorge Grau estuvo coproducido con Italia y contó con un presupuesto mucho más alto de la media de la producciones nacionales -unos 17 millones de pesetas-, y que además contó con la presencia de especialistas italianos en el equipo técnico del film al igual que la presencia de actores de la misma nacionalidad como Lucía Bosé, Silvano Tranquili o Franca Grey. Por lo tanto, el film de Grau se evade de cualquier obra literaria para ofrecer una visión libre de la leyenda de la Condesa Bathory, cuya aproximación al personaje apareció de la mano de la Hammer en Condesa Drácula (Countess Dracula, 1970; P.Sasdy), del que Grau explicó los problemas que tuvo para llevar a cabo su proyecto:
“(...)Así pues, los mismos productores que habían rechazado mi proyecto sobre la condesa Erzsébet Bathory por considerarla 'cine de terror' reaparecieron en mi escena.Ahora, sin embargo, consideraban que era el momento ideal, ya que el mercado solicitaba productos de ese tipo. Al igual que había hecho antes, me defendí aduciendo que nunca había pretendido hacer una película 'de género'. A ese argumento me respondían que bastaba con 'que lo pareciera', y que además contuviera elementos visuales de impacto.(...)”
A pesar de esta primera aproximación por parte de la productora británica, Grau buscó un gusto estético más latino, y se basó claramente en varias obras del gótico italiano que había aparecido a principios de los años 60 como pudieron ser El molino de las mujeres de piedra (Il mulino delle donne di piettra, 1960; G.Ferroni), El cuerpo y el látigo (La frusta e il corpo, 1963; M.Bava) o Operazione Paura (1966; M.Bava),películas que resaltaban su interés por lo decrépito y las atmósferas malsanas con predilección por lo decadente y lo morboso; todo ello conseguido gracias a los notables trabajos de los decorados de Cruz María Baleztena -que experimentaba por primera vez en el género-, los buenos efectos especiales de Basilio Cortijo -colaborador habitual de Juan Piquer Simón en los 80-, el maquillaje del experimentado Carlos Paradela y la atmosférica música de Carlos Savina.
Con estos alicientes, Jorge Grau creó una obra que relataba la historia de la Condesa Bathory desde una visión naturalista del mito, junto a un interesante retrato social de la aristocracia europea ya en plena decadencia; en ese contexto se mueve el personaje encarnado por Lucía Bosé que busca de nuevo la seducción y la vuelta de las apetencias sexuales de su marido, encarnado por Espartaco Santoni, que muestra un distanciamiento hacia su persona, debido a su predilección por las mujeres jóvenes.
Como en el subgénero del vampirismo -del que guarda ciertas similitudes- Ceremonia sangrienta (1972) retoma la importancia del elemento de la sangre y su crucial significación como elixir de la eterna juventud; es a partir de ese descubrimiento cuando el film se adentra por el universo de lo macabro y lo mórbido -muy acorde con lo postulado por Aguirre en El jorobado de la morgue (1972)- siendo sutil y exhibicionista a partes iguales. Grau consigue dar un aura de extrañeza gracias a la tremenda aura de superstición que envuelve el relato, dejando a un lado el hecho fantástico y lo sobrenatural por sucesos con explicaciones lógicas y racionales.
Las ansias de la condesa por rejuvenecer, viendo que la sangre de mujeres provoca ese efecto, eclosiona en una perturbadora obsesión que infecta a su marido en turbadoras exposiciones de violencia y asesinatos, que aumentan dadas la insaciable demanda de la condesa; es en estos instantes cuando la sutilidad se convierte en visceral, mostrando momentos plásticos de verdadero impacto: la ducha de sangre que disfruta la condesa o el estado de demencia del marido tocando el piano con las manos ensangrentadas, llegan a conferir una interesante personalidad al film y destacando por evadirse de lo tremendamente fantástico, siendo una de las mejores muestras de cine de género de clara vocación comercial pero con un notable sentido estético, como afirmó Ángel Sala:
“(...) Así, 'Ceremonia sangrienta' (1972) fue una visión realista (o naturalista más propiamente) del mito de la Condesa Bathory, desdeñando los elementos puramente fantásticos (a diferencia de lo practicado por la Hammer dos años antes en la Condesa Drácula-Countess Dracula, Peter Sasdy, 1970-) para ofrecer una crónica social sobre la degradación de la clase aristocrática europea, algo que consigue mediante detalles sutiles pero de obscena morbosidad (…) y centrándonos en la ambigua interpretación de una acertadísima Lucía Bosé. 'Ceremonia sangrienta' está muy lejos del ritmo y los efectismo de los films de Aured, Klimovsky o Ossorio, siendo más una relectura del mito de la eterna juventud en clave de decadencia palaciega, una especie de cuento perverso donde la maldad no resulta fascinante ni atractiva, sino decadente y repugnante.(...)”
Creo que es un film muy recomendable que lleva a sus máxima expresión los elementos morbosos del gótico italiano!! hay que darle una oportunidad.
ResponderEliminarYo creo que me esperaré al remake americano :)
ResponderEliminarCon todo lo seductor que me parece el universo de la condesa sangrienta, me atrae tanto la película (sin dudar de sus virtudes y a riesgo de ser maldecido por todos los amantes del fanterror, incluido el sr.Romasanta), como a la señorita en cuestión la sangre de cerdo, jeje.
Saludos.