viernes, 18 de marzo de 2016

Crítica: El Jorobado de la Morgue

El siguiente film supuso la primera incursión al género de terror por parte de Javier Aguirre, que se adentraba en una historia ecléctica muy al gusto de su guionista Jacinto Molina que tomó diversas referencias para tejer el relato.

Por un lado encontramos las múltiples referencias al subgénero del mad doctor desde los referentes literarios a Frankenstein (1818) de Shelley o El extraño caso del Dr.Jekyll y Mr. Hyde (1886) de Stevenson, para adentrarse en relatos románticos franceses como Nuestra Señora de París (Notre-Damme de Paris, 1831) de Víctor Hugo y tomar prestado los ambientes malsanos y decrépitos de los relatos de Maupassant y Lovecraft; otro aspecto relacionado con las predilecciones de Paul Naschy, se asentaban en los antecedentes cinematográficos de la Universal en la que destacaríamos la adaptación de Frankenstein (1931) de James Whale. 

Con tal amalgama de referencias Aguirre realizó un film anclado en el género de terror pero dotado de un sentido de la atmósfera notable, sobresaliendo por la perspectiva que tomó para afrontar el subgénero del mad doctor. En este caso el film se centraba en la historia del jorobado Gotho, cuyo protagonismo tomaba la reflexión que se realizaba en la novela de Shelley sobre la creación de Frankenstein; Gotho es un ser deformado y feo que no es aceptado por la sociedad -similar al relato de Shelley- cuya soledad y marginación se traducía en un turbador instinto de venganza, detonado en el momento que fallece una enferma a la que ama. A partir de ese momento, Gotho se encierra en unas tenebrosas catacumbas de debajo del hospital, donde trabaja y pide la ayuda del Dr.Hans para que devuelva a la vida a su amada; éste decepcionado por la negación de la junta médica a realizar una serie de experimentos, se alía con Gotho para conseguir crear vida y así ayudarle. 

Como podemos observar la referencialidad al subgénero del mad doctor es más que evidente, pero en este caso toma gran relevancia el aspecto romántico del ser marginal -algo muy característico en los guiones de Naschy-, aderezado por un convincente elenco de actores, que a pesar de especializarse en el género, sorprenden por su corrección y sobriedad, destacando por encima de todos el personaje creado por Paul Naschy, que fuera de sus hieratismos proporciona una visión humanizada y romántica del ser despreciado; a él le siguen otros actores bastante conocidos en este tipo de producciones como Mary Shepard, Rosanna Yanni y Víctor Alcázar, aspectos que comentó Danny Shipka: 

“(...)The film is yet another example of a monstruous chracter portrayed sympathetically by Naschy, who manages as always to find an humanistic motive behind the character's action. His performance in the film was one of the his most celebrated, winning several awards, including the George Méliès Award for the best actor at the International Festival of Paris. While the film was winning praise with the critics, animal rights lovers would be hard-pressed to find anything positive to say about the film, as many of the live rats, essential for a catacomb piece like 'El jorobado', were actually set on fire for effect, making the film rather uncomportable to watch.” 

A pesar de que estamos delante de un film que asume el subgénero que explota y los convencionalismo que eso conlleva ,la destreza de Aguirre por mantener el pulso narrativo es nutrida por una serie de técnicos que ayudaron a elevar a esta pequeña producción, como uno de las películas más respetables dentro del basto abanico productivo del género en los 70. Por lo tanto, todas aquellas escenas ambientadas en las catacumbas es donde brilla la destreza de los técnicos de maquillaje como Miguel Sesé, un interesante uso de los efectos especiales por parte de Pablo Pérez -que estuvo muy acostumbrado a trabajar en este tipo de producciones-; como también la relevancia que se le dieron a los decorados realizados por José Luís Galicia y Jaime Pérez Cubero, junto a la notable fotografía de Raúl Pérez Cubero aderezado con una correcta -aunque poco acertada- partitura de Carmelo A.Bernaola que también colaboró en la banda sonora del siguiente film de Aguirre, El gran amor del Conde Drácula (1972). 

El jorobado de la morgue (1972) atestiguó la profesionalidad de su director y de su equipo técnico junto a la acertada interpretación de Naschy, que ayudaba a ensalzar un film que seguía la dinámica del cine de género español de pocos recursos y rápidos rodajes, cuyos errores recayeron en un guión que aportaba más bien poco y se apresuraba por acomodarse en cada uno de los tópicos que decidió explotar. Por consiguiente, aparecen los esperados cánones estipulados de este tipo de películas con la presencia de las tormentas, las lluvias, las neblinas y la sangre, con una embriagadora ambientación malsana y putrefacta, cuya sensación de decrepitud recuerda a los relatos más relevantes de Lovecraft como El ceremonial (The festival, 1925), Dagón (Dagon, 1917) o El extraño (The Outsider, 1921); pero a pesar de ello, el film evitaba el exhibicionismo gratuito y sabe dosificar sus escenas más sanguinolentas.

Fue un film que a pesar de sus limitaciones demostró un buen sentido estético, cuya escuela fue seguida por otro tipo de obras menores o mayormente afincadas en la serie B y los bajos presupuestos: El gran amor del Conde Drácula (1972), La saga de los Drácula (1972; L.Klimovsky) o Las garras de Lorelei (1974;A.de Ossorio), aspectos que mencionó Adolfo Camilo Díaz: 

“(...)Nos encontramos ante un film razonablemente bueno, de mala música (perseguida, no obstante, por fans madcults), de razonable dirección, de buena fotografía, de malas interpretaciones salvo de Pershy y Naschy en estado de gracia, y de un guión incongruente pero morbosamente atractivo. (…) 'El jorobado de la morgue' sigue siendo de lo mejor que ha filmado Aguirre y de las propuestas más desinhibidas del viejo hombre-lobo. También resume las limitaciones del género en España y da cuenta de ese incierto sentido del 'buen gusto' que han tenido y tienen nuestros creadores. También confirma que cuando los seudocríticos resuciten lo harán en medio de un cine poblado de personajes de Bergman: así la agonía será mucho más atroz.”


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