miércoles, 20 de julio de 2016

Crítica: The Priests

Para empezar, el corte y pega. Y digo ‘corte y pega’ no porque esté perpetrando un refrito de otra reseña sino porque, por esa misma razón, el discurso es tan tópico en los últimos meses –casi par de años- que podría utilizarlo para cualquier otro título de idéntica temática. Y es que ahí está el problema: la temática.

Tardó en llegar, pero llegó. En la última década, con esa… “repentina” desaparición de la originalidad en la industria cinematográfica, el género del terror no se quedó al margen. Lógicamente, atendiendo a unas historias y sobre todo público –que se dé por aludido el que quiera…- a merced de las modas, el género fue más sensible si cabe y así fueron –y lamentablemente aún lo son- innumerables los found-footages que nos llevaron a través de sanatorios, escuelas, cárceles y hasta puti-clubs malditos donde los fantasmas campaban a sus anchas. A estos les siguieron los resurgidos –nunca mejor dicho- zombies, y ahora estamos en plena fiebre de poseídos. Y cómo será la cosa de cansina para que, siendo mi temática favorita dentro del género, esté ya un poco harto.

Sin embargo, la falta de originalidad no es un mal únicamente localizado en Hollywood u occidente. La escasez de ideas y, por consiguiente, el abuso de planteamientos y tendencias se convirtió en una pandemia sin importar fronteras y continentes. Corea del sur, quizás uno de los países asiáticos más influenciados a nivel cinematográfico por occidente, no fue menos y pronto surgió esta producción que lejos de resignarse a convertirse en un árbol anónimo más dentro del frondoso bosque del género del terror, se revistió de una cierta entidad de producción de primera fila gracias a dos protagonistas contrariamente nada anónimos.

Pero antes de entrar con la pareja, un último apunte sobre su producción que puede pasarnos desapercibido dada la cercanía, o hasta conformismo, pero que puesto en contexto tiene una mayor importancia. Y es que qué esos mismos héroes de los que hablamos, pertenezcan a la religión católica, no es ninguna tontería. ¿Por qué? Pues porque para empezar Corea del sur es de mayoría budista, y para terminar porque, a pesar de ello, la iglesia católica del país tiene una vinculación “especial” –resalto el entrecomillado- con la industria del cine local: ni es extraño encontrarnos a lo largo del año media docena de documentales o biopics de figuras notables de la iglesia católica en el país situados entre las producciones más vistas de cada semana, ni en producciones aparentemente menos implicadas a protagonistas apelando sibilínamente a la fe cristiana, crucifico incluido, en lugar de encender las habituales varillas de incienso. ¿Recordáis las inversiones de las gigantes tabacaleras para que los protagonistas de las películas parezcan más sofisticados cigarro en mano? Pues lo mismo; alguno hasta diría que de distinto origen pero idéntico humo.

Y ya no son las sospechas sobre el origen de parte de su producción y su consecuente posicionamiento, es la propia corroboración desde su propio origen. Me explico. Las primeras noticias que nos llegaron de la película, dejando de lado el reencuentro de Kim Yun-Seok y Kang Dong-Won tras la exitosa “Secret reunion” –segunda película autóctona más vista del 2010- fue que “The priests” iba a ser un remake de “El exorcista”. Sin perdón: con dos cojones. Y claro, cuando uno empieza a ver la película y ve que esto no es real, puede pensar que la vinculación con la obra de Friedkin y Blatty fue simplemente una maniobra de marketing. Vamos, algo habitual y hasta a fuerza de costumbre, inofensivo. ¿Pero tras leer mi denuncia del párrafo anterior a que ya nos huele más a rancio? ¿Justificar la presencia católica enmascarándola bajo un falso pretexto a que ya no suena tan sano? Y es que el plumero se ve a la legua, principalmente por querer mostrarnos a unos sacerdotes ‘cools’ a tono con la imagen a veces frívola que da el propio país.

Solo hay que ver cómo se nos presenta al personaje interpretado por Kang Dong-Won con una melodía de fondo que nos recuerda a cierto agente secreto británico… ¿Estamos de coña, no? Pues no. La música es en parte culpable de que la producción tenga una apariencia muy alejada de la que debería tener tanto por género como por esas expectativas que nos habían infundido.

Kim Tae Sung, compositor de la Banda Sonora, acomete su primera producción ‘de género’ tras pasar por una serie de films más intimistas, casi de autor, por lo que parecía que esta podría ser su puerta hacia el cine más comercial. Y a priori se nos antoja que se ha quedado corto. Los temas -los que se escuchan en la película, otra cosa son los que componen la edición de la Banda sonora- son una mezcla del ¡oh, qué casualidad! “Tubular bells” de Oldfield y del Argento compositor. Y esto se podría decir que hasta no es malo, pero cuando uno empieza a ser consciente de que las melodías son utilizadas para darle una apariencia videoclipera –ver la escena de los inciensarios- pues como que uno termina por tirar la toalla. Y digo ‘tirar la toalla’ porque ya veníamos de unos minutos –vale, más de una hora- donde cada espectador ya había asumido que “The priests” como película de terror es un fracaso absoluto.

Los primeros 60 minutos, dejando de lado esa presentación del joven diácono, es un drama con mucho parloteo y burocracia eclesiástica. Vamos, que de exorcismos no veremos ni uno. Es lógico que se nos justifique las motivaciones de unos y otros e incluso sus fobias para revestirlos mejor de una imagen humana y bla, bla, bla… pero señores, esto se suponía que era un film de terror. Aunque bien mirado, da miedo, pero de lo aburrido que puede llegar a ser.

La segunda parte, cuando damos paso ya al exorcismo que nos han hecho hasta anhelar, nos encontramos por un lado con los tópicos de siempre, y por otro, una serie de pintorescas ocurrencias que se pasan el manual del exorcismo por el forro de… las casullas. Me gustaría saber qué pensaría José Antonio Fortea, toda una eminencia en el campo de la demonología en nuestro país. Ni qué decir que alguien debería haberse leído su “Summa Daemoniaca”. Pero dejémonos de divagaciones y concretemos, que tiene su miga.

Sobre los tópicos, cualquiera se los puede imaginar y más, como decía al principio, inmersos en esta vorágine de poseíd@s cinematográficos. Desde posiciones corporales imposibles de la antagonista hasta manifestaciones diabólicas en forma de plagas de cucarachas pasando por los no menos esperados exabruptos y mentiras varias. Pero sin pasarse; al igual que el tono general de la película parece que se han auto-impuesto un límite con tal de no restringir el acceso de todo tipo de público, en especial el joven teniendo a Dong-Won como reclamo principal. Así es que además de nada nuevo, nada particularmente espectacular.

Sobre las ‘pintorescas ocurrencias’ que comentaba dos párrafos más arriba, sin destripar nada, decir que eso de las… transmutaciones suena un poco a chino. O a coreano en este caso. Y lo peor ya no es la falta de rigor sino la puesta en escena. Hay escenas tan ridículas que, hablando en clave, uno creerá estar viendo un cross-over entre “Ranma ½” y “Tu madre se ha comido a mi… ¡cerdo!”. Solo se justifica por esa brutal escena automovilística que provoca otra vez un salto de género pasando al de la acción, terreno por donde sí que se mueve su realizador como pez en el agua. Y ya no digo nada del milagroso desenlace…

Por último mencionar que los actores están bien, aunque se nos antoja excesivo premio a Park So-Dam como “Mejor actriz debutante” en los Baeksang Arts Awards, uno de los más importantes del país, por su papel de poseída. Una, porque tampoco tiene tanto protagonismo, dos porque tampoco debutaba y tres, porque bajo mi punto de vista, lo ofrecido no destaca en nada de lo visto una y mil veces en otros tantos intérpretes.

Resumiendo, “The priests” como film de terror resulta fallido y poco recomendable, pero como producto destinado al entretenimiento se salva del suspenso por la habitual excelencia técnica de la cinematografía del país y algunas –pocas- escenas estilizadas.


2 comentarios:

  1. a mi si me gusto,no como replica del exorcista,que no creo que fuera su intencion sino como entretenimiento,con detalles bastante perturbadores,y sobre los actores,cumplen bien,sobre todo yoon seok,precisamente,ciertos toques locales,y algunas licencias liturgicas en e las escenas principales ,creo que demuestran que han intenrado hacer algo distinto,a pesar de que es inevitable el compararla con el exorcista,por cierto me gusta leer tus criticas y agradezco tu trabajo,pero desde el cariño, el compañero de kang dong woon en secret reunion 2010,fue song kang ho,

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  2. Gracias por tus palabras. Es cierto lo que dices, me lié seguramente. Craso error por mi parte. Gracias por hacerlo señalar.

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