Crítica: Phantasm: Ravager

Si hay una cosa que tengo clara en esto del terror, es que la saga de “Phantasma” jamás debió existir como tal. Y que no se me mal entienda, pues esta se cuenta sin duda, entre mis tres favoritas del género y sin despeinarse. Pero entiendo que tanto “Phantasma” (“Phantasm”, Don Coscarelli, 1979) como “Phantasma 2: El Regreso” (“Phantasm 2”, Don Coscarelli, 1988) son dos obras menores (y me refiero a términos presupuestarios) tan inesperadamente maravillosas, que jamás debieron ser expuestas ni a las miserias de la industria, ni a los caprichos de los fans (o “phans”, en este caso). Y conste que la tercera entrega dirigida por el propio Coscarelli: “Phantasma: El Pasaje del Terror” (“Phantasm 3: Lord of the Dead”, 1994) y pese a su evidente decadencia con respecto a sus dos hermanas mayores, me parece un divertimento loable dadas las circunstancias.

Y las circunstancias son, en palabras del propio Coscarelli durante la presentación del filme en el festival de Sitges, la enorme dificultad que supone llevar a cabo es te tipo de secuelas, donde a cada número que añades tras el título, dispones de menos presupuesto que en la anterior. Pero el fanático del terror nunca tiene suficiente, siempre quiere más. Ahí tenemos a ese Bruce Campbell de nuevo embuchado en su camisa azul y sierra mecánica en brazo, por demanda popular, para firmar la excepción que confirma la regla con la fabulosa “Ash vs Evil Dead”, cuando lo normal hubiera sido que se pegara el batacazo. Por suerte, tanto la sombra de Campbell como la de Raimi, sigue siendo muy alargada. Lo normal, como digo, es que cuando estiras tanto el chicle, se te termine pegando en el zapato, o aun peor, en el pelo. Que se lo digan al bueno de Coscarelli cuando se decidió a sacar los “trapos sucios” de la franquicia con ese anodino (por no decir insufrible) frankenstein hecho a base de retales y recortes de material antiguo que fue “Phantasma: Apocalipsis” (“Phantasm IV: Oblivion”, 1998), phan o no, una tomadura de pelo.

Una cosa está clara, la saga no merecía tal epílogo. Y el phan, poniéndole una velita al hombre alto todos los días y rezándole a maese Cosca que una vez más, nos dejara sentir el gélido aliento de aquel que traía la muerte y la desolación desde vaya usted a saber que dimensión. Explicaba también Coscarelli (un tipo cercano y encantador, por si alguien no lo sabe), que el hecho de que “Phantasm: Ravager” exista, es exclusivamente fruto del deseo inagotable de los phans, amén de hablar de las grandes dificultades que ha supuesto sacar adelante el proyecto, teniendo que recurrir y cito textualmente, al “cine de guerrilla” entre colegas, para que el parto no terminara en tragedia.

La realidad es que, valga la redundancia, la quinta y parece ser, ahora sí, que última entrega de la saga, es toda una realidad. En esta ocasión, no es Coscarelli quien se pone detrás de las cámaras, cediendo el testigo a David Hartman, cineasta de perfil bajo que ha desarrollado su carrera bien en televisión, bien en el mercado doméstico y buen amigo de Coscarelli, quien eso sí, coescribe el guión junto a él, al tiempo que ejerce de productor de la obra, junto a otras viejas glorias de la franquicia como el propio Reggie Bannister.

Por lo tanto, si hablamos de un producto tan atípico como “Phantasm: Ravager”, tenemos que hacerlo desde una óptica atípica también, la del phan, de otra forma, no tendría sentido entrar en las habituales consideraciones con un producto que está concebido para y prácticamente, por, el phan. Lo que se suele conocer como un fan service, aquí, expuesto a la enésima potencia, por lo que una cosa está muy clara y clara hay que dejarla desde ya, o eres un phan, uno de verdad, o lo mejor que puedes hacer es no acercarte nunca, y digo NUNCA, a esta “Phantasm: Ravager”, que ni es, ni pretende ser otra cosa, que hora y media de nostalgia y auto homenajes que solo aquellos que amen la franquicia sobre cualquier otra cosa, sabrán o podrán apreciar.

Descartados ya el resto de espectadores y ahora que estamos ya entre phans, pues de entrada decir que estamos ante una película infinitamente superior a la broma de mal gusto que fue “Phantasm IV: Oblivion” y seguramente,ante un producto mucho más digno de lo que el más optimista de los phans, podía imaginar al conocerse la noticia de su pronta concepción. Una película modesta y plagada de limitaciones que son compensadas en gran medida gracias al cariño que se desprende de todos y cada uno de sus planos por parte de todos los involucrados y el especial mimo puesto en un guión, que para asombro de propios, extraños y un servidor, raya a un nivel bastante superior de lo visto en cualquier otra película de la franquicia, sin duda, el punto más fuerte de esta quinta entrega, donde realidad y ficción se encuentran y se agitan de tal manera, que consiguen atraparte desde el primer al último minuto mientras los auto homenajes, los guiños y las tocadas de fibra al phan, se suceden una detrás de otra casi sin darnos tiempo a pestañear.

Reggie Bannister, erigido en representante y portavoz, juez, verdugo y canalizador del espíritu de todo lo que la franquicia significa, es el absoluto protagonista de la función. El anti-heroe, muerto y renacido cual Fénix en agitador de masas y máquina de arrancar aplausos y carcajadas, lo borda en una película hecha a su medida para su total lucimiento, compartiendo la fama solo, cuando el otro gran activo, la otra costilla del universo ideado por Coscarelli, y uno de los grandes villanos que nos ha dejado la historia del cine de terror, el hombre alto, hace acto de presencia. Presencias dosificadas debido al estado del tristemente desaparecido Angus Scrimm, fallecido el pasado 9 de Enero de este mismo año y que pese a todo, aun tenía sobrado fuelle para seguir ejerciendo de puto amo, dejando en “Phantasm: Ravager” algún que otro gran momento para el recuerdo junto a su amado/odiado antagonista vendedor de helados.

El guion es una absoluta locura plagada de ambigüedades,situaciones imposibles y viajes espacio temporales, la excusa perfecta para tapar las limitaciones del filme a base de una inusitada complejidad narrativa para lo que ha venido siendo la franquicia, lo cual no deja de ser una arma de doble filo, pues por un lado cumple con ese propósito inicial de bajar el ritmo, tal y como haría un cantante veterano y experimentado durante un concierto a la hora de abordar los afilados tonos de antaño a los cuales, ya le hes imposible llegar, pero por otro, es cierto que en el proceso, se sacrifica en cierta manera el espíritu de una saga que siempre se había caracterizado por el gran dinamismo (algunos dirían que incluso, atropellado) de su narrativa, donde no dejaban de ocurrir cosas una detrás de otra pasándose eso de los montajes, por el forro de los cojones. “Phantasm: Ravager” maneja otro concepto a la hora de desarrollar la trama, de forma auto impuesta debido a las circunstancias, por supuesto, pero que sin duda, descolocará a más de uno.

Eso sí, tanta locura y tanta licencia, terminan siendo el marco perfecto para desarrollar cualquier imaginería que haya pasado por la cabeza de Coscarelli a lo largo de todos estos años, lo cual nos permitirá viajar en el tiempo a un futuro apocalíptico, descubrir que existen bolas asesinas del tamaño de naves nodrizas capaces de destruir edificios enteros o visitar la guarida del mismísimo hombre alto. Todo ello mientras el nexo común, la constante, o lo que es lo mismo, Reggie, nos acompaña de la mano a lo largo de las muchas veces críptica travesía. A lo largo de ella, también, no faltarán ni uno de los elementos que han caracterizado a la saga, recuperando tanto personajes como situaciones que a modo de máquina del tiempo nos permitirán a nosotros, los phans, realizar nuestros propios viajes en el tiempo.

Poco más que añadir ante un producto de tan marcada y honesta naturaleza. Más que una película, un homenaje a una franquicia, al phan, a Angus Scrimm y a una forma de entender el cine de terror que para muchos, a día de hoy y pese a modas y tendencias de todo tipo, sigue estando vigente. “Phantasma: Ravager” no pasará a la historia del género, incluso muchos la consideraran como una cutre tontería, pero los phans, los de verdad, sabrán apreciar todo el cariño y esfuerzo que hay detrás de un producto que no tiene otra pretensión que devolver todo el cariño que el aficionado a esta saga siempre le ha dado. Cualquier otra consideración, papel mojado.

Lo mejor: Reggie Bannister licenciándose en mito del género, el elaborado guion, la elegancia con la que se disimulan las muchas limitaciones del filme y poder disfrutar una vez más, del gran Angus Scrimm.

Lo peor: Muy restrictiva, solo para PHANS de la saga.