Si juntamos a dos amigos, uno graciosillo y otro más serio, y les sumamos una chica guapa ¿qué tenemos?
Una cagarrutia de terror adolescente. A ver, para una tarde de aburrimiento, junto con un tanque de palomitas y mucha bebida (mejor con alcohol), pues vale. Pero no da para mucho más.
¡Ojo!, que no generalizo, el terror survival de adolescentes es un género maravilloso cuando se sabe hacer en condiciones. ¿Cómo distinguir si está hecho en condiciones? Fácil. Entre los protagonistas es normal que desees la muerte de prácticamente todos, pero suele haber uno o dos que caen bien. Uno o dos que piensas, “¡vamos, joder, que casi lo tienes!”. Si esto no te ocurre con ninguno de los protagonistas, es más, deseas que mueran todos, cuanto antes; estás ante una mala película de terror adolescente.
“Damien Mace y Alexis Wajsbrot, los papás de la criatura, ya tenían un antecedente de lo que su trabajo en conjunto supone”
Lógicamente, este no es el único factor a tener en cuenta. Los protagonistas pueden ser totalmente odiosos y de encefalograma plano total, pero oye, podemos tener una historia o trama con gancho, un ambiente que ayude a crear sensación de miedo, un malo que haga que nos meemos encima… Son muchos los factores que hacen de una película de miedo adolescente una buena película. Pero, ¿qué pasa si no tenemos ninguno de ellos? Pues que nos encontramos con algo como “¡No cuelgues!”.
Damien Mace y Alexis Wajsbrot, los papás de la criatura, ya tenían un antecedente de lo que su trabajo en conjunto supone. Un corto del 2010 llamado “Red Balloon”.
¿Su trama? Pues… ¿os suena la leyenda urbana de la niñera que dice por teléfono a la mamá del peque que el muñeco de payaso de tamaño real le da yuyu, y la mamá responde que no tienen ningún muñeco a tamaño real de un payaso? Sí, eso. Que no tiene por qué estar mal si se hace de manera correcta o eficiente, mirad la saga de “Leyenda Urbana”, lo que dio de sí explotando estas historias. Pero “Red Balloon”, no transmite ese sudor frío rápido, tan de los cortos de terror. Es predecible, no hay sorpresa, no hay suspense… Muy flojo.
“en 2016 y actualmente, para que una película de survival adolescente sorprenda, la historia tiene que ofrecer algo nuevo”
Pasados seis años, cabría esperar que se ha tenido tiempo suficiente para dar con una historia original, o con unos protagonistas con gancho, o con un malo carismático… Pero tristemente descubrimos que no. No tengo muy claro qué tenían en la cabeza los directores a la hora de dar el visto bueno a esta película. Recordemos que la cinta es del año 2016. Si me dices, que esta película se hizo en el ¡bum! de los 90 del terror adolescente, pues te la compro, porque de entre tanto, algo malo tenía que salir. Si hasta caen en el tópico de que los protagonistas están viendo a su vez una película de miedo, ¿hasta cuándo, señor?
Pero en 2016 y actualmente, para que una película de survival adolescente sorprenda, la historia tiene que ofrecer algo nuevo.
En “¡No cuelgues!”, nos encontramos con una idea, que bien trabajada, podría haber funcionado. Dos adolescentes (ya creciditos), que se divierten gastando bromas telefónicas. Un día, llaman a la casa equivocada y esta vez el objetivo de la broma, serán ellos. A partir de ese momento, los dos jóvenes y sus personas más cercanas, se verán inmersos en un juego en el que ganar, no parece ser una opción.
Con una trama así, la línea que separa lo interesante del zurullito, es muy fina.
“El escenario en el que se enmarca la acción, no ayuda. Planos muy cerrados, que no aportan nada a la hora de crear una tensión que no termina de llegar”
Las reacciones de los protagonistas son absurdas, ocasionando una nula empatía con sus personajes. Mientras ves la película te da exactamente igual si van a vivir o a morir.
El escenario en el que se enmarca la acción, no ayuda. Planos muy cerrados, que no aportan nada a la hora de crear una tensión que no termina de llegar.
Un “malo” que ayuda a que la película no sea del todo intragable, pero que tarda demasiado en aportar algo de chicha al asunto.
Lo que más me sorprende de todo este asunto, es que alguien como Alexis Wajsbrot, esté detrás de algo tan malo. No en vano, Alexis es un grande en el tema de los efectos visuales. A sus espaldas cuenta con obras como pueden ser “Cloverfield” (2008), o “Doctor Strange” (2016). Cuesta creer que alguien que trabaja de manera efectiva en cintas como esas, puede crear a su vez algo como “¡No cuelgues!” y quedarse tan ancho. Claramente, ser bueno en los efectos especiales, no garantiza el ser bueno a los mandos de una dirección. Esperemos que, si en otros seis años sacan otra película, dediquen más de un fin de semana en idearla. Sintiéndolo mucho, por ahora hemos de decir a Alexis Wajsbrot, que zapatero a tus zapatos.
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