Crítica: Patient Zero

Qué dilema moral tan grande cuando una película te fascina en su fondo, pero te decepciona en su todo. Cuando ves que una idea, que podía traer nuevas posibilidades a un género con “horror vacui”, en cuanto al número de ideas expuestas, acaba por auto degradarse en pos de una trama y desarrollo arquetipos. ¡Qué frustración! He de decir y lo digo sin vergüenza, que “Patient zero” me ha trastocado. No por la cinta en sí, sino por el sentido de lo que representa, sentido que desaparece a medida que avanza la cinta.

Lo primero que me atrajo de esta película fue ver que Stefan Ruzowitzky estaba al frente. Llamadme nostálgica, pero guardo cariño a su “Anatomía” (2000). Película de mi adolescencia que mostraba un gore sutilísimo. Esos recuerdos de un pasado donde todo era más nuevo, son los que me hicieron querer acercarme a esta su nueva obra, sumados a una campaña promocional intensa. Unas imágenes promocionales que parecían a la altura de algo bueno (nunca os fieis de quién reparte caramelos gratis a la puerta del cole), y un guion a cargo de Mike Le y Robert Kirkman, hicieron el resto. Llamadme ahora ilusa, pero si me dicen que el creador de los comics de “The walking dead”, se involucra en un guion para una película, pues me creo expectativas, imagino cosas… Hasta que una torta con forma de guion plano me devuelve a la realidad. Ya se dice, “en casa de herrero, cuchillo de palo”. Y es que era difícil caer en más tópicos. Diálogos insípidos que hacen preguntar ¿dónde está la barbarie prometida?

---

“La elección del reparto, tampoco es que ayude mucho. Tenemos aquí otro claro ejemplo de que a veces, unas caras muy conocidas, no son la mejor opción”

---

La elección del reparto, tampoco es que ayude mucho. Tenemos aquí otro claro ejemplo de que a veces, unas caras muy conocidas, no son la mejor opción. La trama en sí, sencilla (que no mala). Un virus ha afectado a la humanidad. Los infectados se convierten en seres ultra violentos. No son los típicos zombis, pues parece que en ellos la putrefacción va lenta. De hecho, la caracterización de los infectados creo que es de los pocos puntos que se salvan de la película.

Los humanos no infectados resultantes, viven ocultos en búnqueres. En el nuestro encontramos a un Clive Stander en el papel de militar machito y un poquito irascible de más. A Natalie Dormer, como la científica ultra inteligente, encargada de encontrar al infectado cero, al patógeno original. Eso sí, también hace horas extra recordando al furcimilitar que lo suyo es cosa del pasado. A una Agyness Deyn, como novia zombi en un discreto segundo plano. A Stanley Tucci, en quien tenía teníamos puestos los ojos y esperanzas, como un profesor de universidad infectado que protagoniza, junto al personaje de Matt Smith, lo que tal vez sea el único momento interesante de la película. Y digo interesante porque la característica de Morgan, el personaje de Smith, es que sin estar infectado, puede comunicarse con ellos. Esta variante me pareció interesantísima, la parte del diálogo entre estos dos personajes es, con creces, lo mejor de la cinta.

---

“El que se suponga que hablan Infectus, y siga siendo inglés o castellano, resta”

---

Sí que es cierto que eché de menos algo tan básico como el que se crease una lengua propia para estos trozos. El que se suponga que hablan “Infectus”, y siga siendo inglés o castellano, resta. Pero lo que más he lamentado, ha sido que esta característica de la película se echase a perder y quedase velada por chascarrillos cómicos, amoríos y una trama tan predecible que dan ganas de tomar un chupito cada vez que alguien acierte lo que va a pasar.

El que se tirase por la borda un filón tan amoral moral y sugerente como el poder establecer comunicación, es la gran decepción de esta cinta. El poder debatir sobre la egolatría humana que cree tener la sapiencia de que ninguna evolución futura va a venir a quitarles su placentero asiento en la cumbre evolutiva. Su creencia de que, si esta evolución llegara a darse, sería “lo malo”. Seres que son instintivamente violentos frente a seres que son racionalmente violentos, (por si alguien se pierde, somos los segundos). ¿Realmente sería tan malo? Sí, obvio que para la raza humana tal y como la conocemos sí, pero ¿para el resto? Para el resto sería un milagro el vernos diezmados.

---

“una trama que se queda plana, en más de lo mismo cuando podía haber sido algo grande”

---

Según Friedrich Nietzsche en su obra “El crepúsculo de los ídolos”, la propia vida nos obliga a fijar unos valores, y la hacemos evolucionar, acorde a esos valores. ”Cuanta candidez hay en decir: el hombre debería ser de esta manera. La realidad nos muestra una maravillosa riqueza de tipos, una verdadera exuberancia en la variedad y en la profusión de las formas. Pero viene cualquier moralista de plazuela y dice: No, el hombre debería ser de otra manera. ¡Sabe siquiera cómo debería ser él mismo, ese santurrón, que se retrata en la pared y dice: Ecce homo. Hasta cuando el moralista se dirige sólo a un individuo para decirle: ¡Debe ser así!, se pone en ridículo”.

Lo que nos queda finalmente, es una película de infectados donde los “zombis” son “aceptablemente acojonantes”, con unos protagonistas correctos, pero poco creíbles, dos personajes que tenían mucho potencial y que apenas fueron exprimidos, y una trama que se queda plana, en más de lo mismo cuando podía haber sido algo grande. ¿Será el final abierto una nueva esperanza para la humanidad? (la de los espectadores). Sólo queda esperar para saberlo.