miércoles, 4 de diciembre de 2024

"Arcane" segunda temporada, la catedral de la animación

RAYBA NOS HABLA SOBRE LA SEGUNDA TEMPORADA DE UNA DE LAS MEJORES SERIES DE ANIMACIÓN DE LOS ÚLTIMOS AÑOS


Estrenando cuenta aparte de la de Art0rius, empiezo esta crítica a la que, para mí, ha sido la serie de este año. La primera temporada puso el listón altísimo: esos encuadres maravillosos, ese uso del color, los diseños de personajes y fondos, esas tramas de personaje, políticas y sociales tan bien enlazadas… Era difícil no decepcionar al público en la segunda temporada. Pero, con perdón, se han sacado la polla. Y el resultado habla por sí mismo: “Arcane” (2024) en su segunda temporada continúa y remata la propuesta de la primera serie, dándote en todo lo emocional al tiempo que realza temas como la desigualdad social, ‘la guerra, los desequilibrios mentales, las realidades alternativas… Madre mía, es que no hay parte que no me guste.  

SIN SPOILERS: CÓMO ME DUELE ESTA SERIE 

Tras la primera temporada pensaba que ya venía curtida, pero no. En esta segunda han hecho unos arcos de personaje que duelen hasta decir basta. Hay series que te hacen llorar. “Arcane” no te deja, porque te quedas mirando la pantalla con la boca abierta a cada final de capítulo, incapaz de reaccionar. No hay espacio para sensiblerías o para desarrollos fáciles. Cada episodio te hace sangrar el alma de la mejor forma: porque te emociona, te implica con los personajes que son imperfectos, que pelean entre ellos, que se reconcilian, que cambian de bando… como la vida misma, oiga, pero mucho más espectacular.


“cada trama de desarrollo de personaje te hace daño de todas las formas posibles mientras se vuelve parte de un hermoso tapiz” 


Hay momentos de animación tan experimental como impactante, desde las escenas espirituales de Viktor hasta los viajes espacio temporales de otros personajes. Te deja la misma sensación que estar en el Louvre, es un asalto de belleza constante, te quedas perplejo, admirado y sin palabras a la vez. Todo ello acompañado de una música urbana, actual, hecha a medida para cada escena, algo machacona pero con perfecto sentido. Narices, que no soy fan del rap, pero han conseguido emocionarme. Rosalía salva el día. Esa frase que nunca creí que usaría en mi vida. Los que habéis visto la serie me entendéis, los que no ya estáis tardando… Nota: no, no es Rosalía quien canta en “Come play”, pero la rimilla me ha salido pegadiza y ahí se queda, porque yo lo valgo. En realidad es la portorriqueña Young Miko, pero suena como Rosalía, en plan clon de combate, y ahí lo dejo. 

Y bueno, qué decir de los arcos de personaje. Cuando digo que con esos arcos han hecho una catedral, me parece la metáfora perfecta para describir esta maravilla: cada trama de desarrollo de personaje te hace daño de todas las formas posibles mientras se vuelve parte de un hermoso tapiz, esa metatrama de amor y de odio, de guerra, de buenas intenciones malogradas, de magia y tecnología, de investigación trayendo el fin del mundo, de familias destrozadas y venganzas que sacan lo peor de cada uno. Jinx, que era un personaje maravillosamente desarrollado en la primera temporada, tiene un nuevo arco que no voy a llamar de redención porque no, no me da la gana, y no hay redención para ese personaje porque lo hecho, hecho está, pero que te hace empatizar con ella a pesar de todas las salvajadas y las muertes que la siguen como una estela. Vi y Caitlyn pasan de ser las buenas a ser unos personajes con muchos más grises, con unos resbalones morales absolutamente creíbles que las sumen en la miseria emocional, y con buen motivo. Hay un momento filonazi increíble en el que yo estaba dando palmas al ver a un personaje al que quiero hundirse en la mierda, en una caída moral que ya la habría querido el pobre Anakin, personaje maltratado por sus precuelas. Y sin necesidad de recursos tan vulgares como “voy a aniquilar una guardería”, simplemente mostrando la indiferencia, la rabia, la sed de venganza y ese el fin justifica los medios…  

Hay que hacer un aparte para hablar de la música. Ya he dicho que no soy muy fan del rap, ni tampoco de este estilo machacón a lo Imagine Dragons, que llevan años cantando la misma canción, nos guste o no. No sé si soy yo sola, pero acabé un pelín hasta el gorro de “Enemy”, el tema de apertura. Durante la primera temporada tenía todo el sentido del mundo, pero aquí ha llegado un momento que me saltaba el opening por puro asco del tema. El opening en sí, maravilloso, de los que me vería en bucle. Salvando las diferencias, me ha recordado a la serie de "Utena", ese decirlo todo y no decir absolutamente nada: todo lo que va a pasar está en el opening pero no te spoilea ni un segundo de la serie, y hacer eso mediante sugerencia pura es auténtico arte. Dejando de lado a los amigos de Imagine Dragons, el registro musical ha variado casi tanto como el visual. Pasamos de temas machacones perfectamente escritos para la escena que acompañan, como “Heavy is the crown”, a temas tan líricos como “Ma meilleure enemie” o casi folk como “Spin the Wheel”, pasando por el desgarrador “Wasteland” o “Isha’s song” sin despeinarse. Cambian de ambiente, cambian la animación, y aunque la mayoría de temas quedan escondidos por lo bien que encajan y acompañan a la escena, es precisamente la virtud de esta banda sonora. Tengo el privilegio de tener una madre profesora de música que me impartió hace años esta perla de sabiduría: la banda sonora tiene que acompañar a la película o serie, no ahogarla. Y eso es precisamente lo que hacen aquí. Canciones en inglés, en castellano, en chino, en francés… Y todas casando perfectamente con el momento emocional que explican, desde la brutalidad, la anticipación, a la ternura, el desgarro, el sacrificio, la rabia. Tocan tal cantidad de teclas que debería ser un batiburrillo insufrible, pero no lo es. 

Porque ahora llego a la parte emocional. Ya he dicho que es una serie que duele, y mucho, hasta el punto que teníamos que pausarla al acabar el episodio para digerir ciertas escenas. “Arcane” te da una bofetada en toda la emoción sin caer en recursos fáciles. Ver a ciertos personajes estar dispuestos a sacrificar vidas ajenas, incluso de niños, en pos de la venganza mientras villanos que pensabas que eran maldad concentrada muestran pequeñas grietas de ternura. Los flashbacks explicando el pasado conjunto de Vander y Sylco, las idas y venidas de personajes, los cambios de punto de vista… Ya en su primera temporada el tapiz de micro historias te partía el alma. Cuando lees una historia con maltrato infantil o pobreza infantil extrema escrito por occidentales se tiende a una cierta sensiblería que ablanda la dureza de la situación. Aquí no hay eso. El amor en situaciones extremas existe, pero es tan despiadado como la violencia de la guerra, y hay una fiereza en la inocencia que pocas veces he visto mejor plasmada. Y al mismo tiempo, personajes más amables y de bondad más acérrima, más sacrificados, como el bueno de Ekko (esta temporada es SU temporada), no parecen idiotas por pelear contra corriente. Porque la narrativa de los problemas mentales, no solo de la esquizofrénica de Jinx, sino de todos los que sufren estrés post-traumático, es sublime y sin chorradas.  


“recordemos que esta serie, por maravillosa que sea, está dirigida, teóricamente, a los jugadores de League of Legends. Y no hay nada más homófobo y bifóbico que un Incel” 


Dicho esto, no aguanto más y voy a entrar en valoraciones personales, en la polémica LGTBQ+ que ha desatado la serie, y en spoilers. Me he portado bien hasta aquí. Los que no queráis leer más porque no habéis visto la serie, o porque no queréis leer sobre temas muy, muy gays, parad aquí. De nada. 

DE BOLLERAS, INFANTILIZACIONES Y PAJINES: PA ECHARNOS UNAS RISAS NOMÁS 

Creo que a ningún espectador medio maduro le va a sorprender esto: Vi y Cait son lesbianas. Mucho. Vamos, que se comen la boca y luego todo lo negro, y yo lo aplaudo muy fuerte porque ya tuvimos una escena semiexplícita de sexo heterosexual en la primera temporada, si tienes una parejita sáfica desde el momento uno (que no paran de coquetear, y Vi llama a Cait “cupcake”) por qué no dejar las cosas claritas con la misma delicadeza artística y sin caer en lo zafio. ¿Aquí estoy yo sacando mi banderita arco iris y prendiéndole fuego al mundo? Sí, sí. Totalmente. 

Eso, que yo veo como cosa natural porque si se lanzan más indirectas al respecto ya entramos en el armario de lleno, ha ofendido, y mucho, a cierto sector del público. Siempre hay padres indignados ante las demostraciones de amor gay (porque es pervertir a los niños, aunque los gays llevan décadas de bombardeo de historias heterosexuales explícitas en medios audiovisuales y no han dejado de ser gays, fuck logic), pero lo que personalmente me parece hilarante aquí es el sector que se ha indignado en esta ocasión. No los papis y mamis chapados a la antigua, sino… Los gamers incels pajines. Aclaraciones para los que no estéis al día de este tipo de jerga: incel es “involuntary celibate”, o sea señor que no consigue mojar el churro y decide cargar contra el género femenino, por supuesto, porque ellas tienen la culpa de que él sea un indeseable. En cuanto al término “pajín” lo debo al maravilloso Baity Bait, un youtuber cuyos vídeos sobre juegos podría verme en bucle porque es un puñetero genio. Él usa el término con cariño, yo no, no porque tenga nada en contra de los que se masturban (o sea, la mayoría del mundo), si no contra los pajines incels en concreto. 

Hecha la aclaración, explico: el que Cait y Vi se comieran la boca desató una oleada de hate. Porque obvio que “mi waifu” (término usado por los incels pajines para referirse a personajes ficticios de género femenino sobre los que fantasean, y que sale del inglés “wife” usado a la japonesa, porque tenemos que ser así de cutres y encima presumirlo) no es gay. Si en mis fantasías es mi juguete sexual, ¿Cómo va a ser bollera? Ahí es donde me empezó a dar la risa floja. El ridículo del fandom fue creciendo a medida que quedaba claro varias cosas que ya se habían insinuado en la temporada uno, pero claro, no hay mayor ciego que el que no quiere ver. Es que tenían a la mamá de Cait en la primera temporada viendo a Vi y soltando un “¿Otra?”. A ver, que lo dicho, que no podían dar más pistas. Y entonces, en el penúltimo episodio, van y se comen el coño. Saquemos los pañuelos para repartir a los pobres pajines, desesperados porque sus waifus se comen lo negro. Ay de los pobrecitos.  Mientras los que nos abanderamos a la causa LGTBQ+ estábamos aplaudiendo con las orejas, los incels clamaban al cielo, desgarrados por un romance que ya no era insinuado si no claramente explícito y sin tapujos, entre dos personajes a los que hemos visto crecer, equivocarse, intentar arreglar las cosas, meter la pata, intentarlo otra vez. Vamos, dos personajes que no caen en el arquetipo de mujer lesbiana hipersexualizada del porno ni en otra categoría que el de seres humanos, imperfectos, pero que se quieren. Vaya por Dios, cómo se atreven a irrumpir en las fantasías ajenas y decir que las lesbianas también son personas… mala gente los de Netflix. Y entonces, de vuelta al armario. Y de la peor forma posible. 

Ahora doy un poco de contexto, y con bastantes más spoilers. Tenemos a Joyce y a Viktor, los “amigazos”, esos que se sacrifican el uno por el otro, que se dicen cosas bonitas, que se quieren a mil. Obvio, Joyce no es mariquita, porque se zumba a Mel (¿alguien no se zumbaría a Mel? Reina, diosa, señora). Pero lo de Viktor como que olía más, así que en la anterior temporada nos hicieron un Ginny (léase, sacar un personaje femenino ni que sea segundos para dejar clarinete que el personaje masculino no, no es gay, aunque el personaje en cuestión salga menos que mi árbol de Navidad durante el año). Y claro, si te gustan las chicas, no eres gay. Hablemos de la bifobia, y hablemos alto y claro: el director de la serie ha declarado que no, que Joyce no es ni un puntito bi, y que lo de Viktor y él es puramente platónico. Pero veamos el texto, el subtexto, la serie y lo que dicen los creativos, artistas, animadores, guionistas, etc. Joyce le suelta a Viktor que “hay belleza en las imperfecciones”, y luego (estoy parafraseando de memoria) algo así como “las imperfecciones no te hacen débil, te hacen quien eres”. Y justo después le declara lo mucho que le admira por todo lo que es Viktor en la vida, por muy lisiado y enfermo que estuviera.  


“buen guion, banda sonora bien utilizada, buenos personajes, subtramas y metatrama, y para los que nos sentimos más unicornios, todo lo bueno excepto por la autocensura cobarde del director” 


Pausita. ¿Le acaba de llamar bello de forma indirecta? Sí, lo ha hecho. A todo esto, Viktor le ha soltado a Joyce que “eres el único que podría mostrármelo”. Se refiere al futuro apocalíptico que el mesiánico de Viktor va a desatar, vale, pero… ufff, la de lecturas que le puedo llegar a dar a eso no tienen fin, y ninguna de ellas pasa por la heterosexualidad. Y entonces, juntan las manitas, se apoyan las frentes, tienes una escena hermosísima de los dos mozos “desnudos” astralmente (no nos pongamos guarros) y… Pum catapúm, explosiones de colores, y ambos desaparecen juntos del mundo físico. Vale, no han follado, pero es la escena más gay que he visto en mi vida. Sobre todo porque sí, no han intervenido falos ni culetes en el tema, pero lo que acabamos de ver yo lo definiría como un polvo metafísico, y de ese burro no me bajan. Ahí ha habido un orgasmo cósmico. Bien por mis niños. 

Pues el fandom yaoiero, que podemos ser tan enfermas como los pajines, estaba sacando de nuevo la bandera gay, o bi en este caso. Yo lo apoyo, porque por una vez que veo en una serie un bisexual que no es un depredador sexual, si no una persona (y una buena persona, encima), por una vez que lo hacen bien, por favor no me quiten a mi bisexual god. Pero recordemos que esta serie, por maravillosa que sea, está dirigida, teóricamente, a los jugadores de League of Legends. Y no hay nada más homófobo y bifóbico que un Incel, así que vamos a barrer discretamente esta historia de amor o romance debajo de la alfombra. El director ha declarado públicamente, insisto, en que esos dos no tienen rollo, pero el problema es que yo tengo ojos, orejas y criterio, y aquí me planto. Sobre todo, porque la excusa del director ha sido que Viktor no es gay, es asex. Asex, o asexual, es una etiqueta para englobar en general a esa gente que no se les dispara las hormonas cada vez que ven a otra persona atractiva. Hay un espectro de asexualidad, y aclaro porque hay muchas confusiones al respecto, en el que se incluyen los demisexuales, esas personas que no pueden sentir excitación sexual ante meros cuerpos, si no que necesitan tener un vínculo emocional e intelectual con otra persona para poder tener relaciones sexuales.  

Dicho esto, yo que sé de qué va el tema, veo al personaje de Viktor y automáticamente pienso “demisexual” por eso mismo. Pero es que ese vínculo lo tiene con Joyce, así que qué narices me está intentando colar el director. La respuesta es mucho más fea: está usando el término “asexual”, sin informarse de lo que implica ni su espectro ni sus connotaciones, simplemente para infantilizar a Viktor, porque Viktor es un lisiado y obviamente, la gente con discapacidad no tiene sexo, como los ángeles. Y ahí se me disparan todas las señales de alerta. Deshumanizar a las personas discapacitadas, infantilizarlas, fingir que son lo que tú entiendes por asexual para no pensar en gente enferma follando, es feo. Muy, muy feo. Y ahí le doy con mi bandera LGTBQ+ al director en la cabeza por intentar vendernos peras como higos, hacerlo con excusas de mierda, y para colmo de forma ofensiva hacia los discapacitados. Que no cuela, señor. Que no. ¿Entiendo que vender a los pajines incels bisexualidad y espectro asex es complicado? Vale. ¿Me vale el pensamiento empresarial para justificar esto? Posno. Pero bueno, las risas ahí están, y "Arcane" me ha hecho reír mucho, por todas las razones equivocadas. EN FIN… EN RESUMEN: Gran serie. Bellísima, espectacular, con buen guion, banda sonora bien utilizada, buenos personajes, subtramas y metatrama, y para los que nos sentimos más unicornios, todo lo bueno excepto por la autocensura cobarde del director. Pero bueno, no está mal. Gracias, siglo XXI.

Lo mejor: El capítulo de Ekko, Ekko best boy. Los momentos de hermanas por elección de Jinx con Isha. Lo visual. Los encuadres de síndrome de Stendhal. Los arcazos de personaje. La valentía en plasmar temas polémicos, desde la pobreza infantil, la desigualdad de clases hasta las relaciones lésbicas explícitas. El capítulo Vander-Jinx-Isha-Vi. La escena mesiánica con Viktor, las bragas por sombrero. El final. Mel Medarda, diosa, reina, señora. Ambessa, hija de puta, diosa, reina, señora, qué morbazo tiene esa mujer. Las muertes que te dejan con la boca abierta y el corazón partido. La caída de Cait, que hace que lo de Anakin parezca un chiste. La escena filo nazi, los pelos como escarpias. Jinx con la canción “Wasteland”, quiero cortarme las venas. Joyce y Viktor. Ekko, de nuevo, porque Ekko es lo mejor. Vander, por favor, dejad de matar a ese pobre hombre. El final. 

Lo peor: Lo imbécil que llega a ser la gente ante ciertos temas. La cobardía del director intentando pasar una relación poliamorosa de libro por heterosexualidad por no ofender a los gamers. Que me deja con ganas de saber más sobre la Rosa Negra y la historia de las Medarda, aunque dentro de la serie funcione bien tal cual, ahora quiero un spin-off solo para esa familia. Que se haya acabado, y Netflix y Riot Games hayan partido peras. El puñetero opening, que es maravilloso en lo visual pero me ha dejado sobredosis de Imagine Dragons. Ah, y el gobierno chino cambiando la animación para borrar a las bolleras. En fin.


4 comentarios:

  1. Al mundo primitivo
    no conducen senderos;
    no se consuela nuestra alma
    con ejércitos de estrellas,
    no con río, bosque y mar.
    Ni un árbol uno encuentra,
    ni río ni animal
    que penetre al corazón;
    no encontrarás un consuelo
    sino entre tus semejantes.

    - Hermann Hesse

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  2. Vivimos en un mundo donde critican Lightyear por el beso argumentando que eso no debe pasar en una infantil (llo ven como algo depravado y no natural de ahi que digan que no lo deben ver los niños) cuando lleva pasando toda la vida.

    Por meter ideologia forzada decian, lo ironico es que Pixar denuncio a Disney en una carta publica por censurarles todo lo LGTBQ+ , incluido ese beso y despues Disney reculo y lo metio en el montaje final...

    Esa misma Disney despues en Inside Out censuro todo en la misma linea , como explicaron en Pixar, ya que no querian dudas sobre Riley...( lo gracioso es que decian que tampoco lo tenian planeado que fuse gay, que podia pasar de forma natural o no pues estaban en esa edad pero Disney estaba asustada de que pareciese no gay sino bi, no queria ambiguedad ) pero resulta que despues Disney es abanderada cuando es falso.

    Vendieron una saga de peliculas y una serie de Fox a Netflix por lo mismo... hablo de Nimona y La Calle del terror ... Por lo que como decia Pixar lo usan , lo LGTBIQ+, como marketing pero lo justo para quedar bien y no enfadar.

    Asi que en Netflix que si llegan mas lejos , mucho mas, puede que no del todo aun por los que mandan mas alla del director, digo por decir pues no se si es cosa suya lo que dices o de los de arriba ( y el director pues defendara eso porque es lo que toca ) como si se sabe en Disney .


    Por lo que queda claro que lo que les molesta

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  3. Hola, soy Rayba!

    Anonimo, te doy TODA la razón: Disney es una empresa de derechas que hace puro tokenismo con el tema de inclusividad LGTBQ+. Por no ir más lejos, recordemos la serie Loki: el protagonista se dice bisexual, pero que no se vea, por favor. Al final, mejor enamorado de sí mismo (venga el narcisismo de enamorarse de otro Loki, pero mujer) que de un hombre, no sea que parezca demasiado gay/bi! Y eso que la serie SI es para adultos!

    Alexander Strauffon, me encanta Hesse pero no acabo de pillar la cita en este contexto... De todas maneras es bonita :)

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  4. PD: Lo lamentable es que Disney rechazara Nimona, acabando ésta en Netflix (es un peliculón, y de ese burro tampoco me bajan), para hacer Wish que es un bodrio. Venga ya!

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