Kôta Yoshida tiene el mérito de haber rodado una de las pelis más raras y locas que he visto en mucho tiempo. No me refiero a esta decepcionante “The torture club”, sino a su anterior felonía, la bizarra “Yuriko's Aroma”, cinta en la que una masajista en la treintena se enamoraba de un joven quinceañero y se obsesiona por su olor corporal. Rozando la pedofilia, con escenas más que subidas de tono, masturbaciones y fetichismo por el olor a sobaca mora, la cinta no dejaba de ser algo realmente inaudito en la filmografía japonesa (bastante enfermiza de por sí).
En esta caso, en una peli de nula calidad e interés, la cosa se le va ya de las manos irremediablemente.
Carente de una mínima coherencia, con un argumento marciano y rozando el porno barato de canal local medio censurado, la “trama” es la siguiente: Yuzuki, la típica japonesita monilla entra después de desearlo durante toda su vida en la prestigiosísima academia escolar femenina de sus sueños, llena de ilusiones y nervios. El mismo día de la ceremonia de bienvenida dos de sus compañeras se la llevan esposada y drogada, no al huerto, porque no lo hay, sino al sótano de disciplina y esclavitud bizarro de la escuela, donde tiene su sede un club de esos que todos los que hemos estudiado fuera hemos conocido, tipo ajedrez, alfarería, informática... Pero en este caso es un club de Tortura, en el que se ponen finas rollo bondage y sadomaso y donde conoce a Aoi Funaki, una chica mayor, lideresa del grupete y por la que se cuela de inmediato, tras espiarla y ver cómo se azota el culete en la ducha, robarle ropa íntima y masturbarse un ratillo en su casa.
El clubecito, es el más antiguo y respetado de la escuela, sancionado por los propios profesores, puesto que en teoría ayuda a mantener la disciplina, y con el propósito práctico de crear espías y torturadores capacitadas para las fuerzas armadas, por si se desata una guerra. Vamos, que treinta años después, lo de Ilsa la de las SS es la modernidad hecha cine. WTF???
Con los ojos como huevos cocidos, luchando por salírsenos de las cuencas, vemos que toda la historia se queda ahí, en esa intro guarruna que se prolonga hora y pico en una vergonzosa y patética sucesión de gemidos, aullidos, posturitas y azotes que harían las delicias de cualquier cabestro de mi pueblo hace veinte años, porque a día de hoy, hartos de spam guarruno, enlaces pornacos y fetiches descubiertos, la cinta de Yoshida aporta más bien poco.
Y es que en Japón este tipo de manga es bastante popular, pero fuera de contexto, en un festival como Sitges, la cosa es bochornosa, y el pretendido humor erótico, llámenme paleto, no se lo encuentro por ningún sitio.
Azotacos, latigazos, insectos, cera caliente y un romance lésbico prohibido, que infringe las reglas del club, vamos, que os casquéis lo que queráis, pero de romance nada. Bueno, a lo que vamos, que Yuzuki le pilla el tranquillo a esto de la sumisión y el dominio y poco a poco se va convirtiendo en una fiera del S&M.
A mí, personalmente, el tema de la juventud mezclado con el sadomasoquismo o simplemente con el sexo más natural me resulta de lo más incómodo, y en esta adaptación del manga de 2011 Chotto kawaii Iron Maiden, que mezcla el sexo, la secundaria y el humor absurdo en una manera muy japonesa me ha parecido francamente insoportable. Puedo ser un férreo defensor del porno, de los fetichismos de cada uno y las libertades sexuales como el que más, pero utilizar jovencitas sólo como excusa para pertrechar una comedia ligera en absoluto divertida, de calidad muy cuestionable y desde un punto de vista absolutamente machista, me parece de muy, muy mal gusto, inútil, sin ningún tipo de aliciente o emoción más que la vergüenza y la más absoluta indiferencia.
Y es que, tristemente, la característica más resaltable de la filmografía del director Kota Yoshida (ojo también a Usotsuki Paradox y Onna no ana) es la de un softporn aburrido, lento, nada erótico y absolutamente predecible.
La cinta servirá al menos como vehículo para la emergente y aniñada estrella de 26 años Noriko Kijima, habitual en papeles mierder en pelis baratas y reguleras tipo The Machine Girl.
Al parecer, los directores japos le han visto un perfil muy de colegiala lesbiana porque este es ya su tercer papel similar, y la veremos en Colegialas vs Zombies, que también promete mucho, mucho, mucho.
De The Torture Club lo único bueno que se puede decir es que las protagonistas son muy monas, pero ya es triste... Se hace insoportablemente aburrida, en absoluto excitante y puro tedio.
Prefiero el porno, de cualquier tipo, cienmil veces antes.
Me niego a destacar lo mejor y lo peor.
Te diré, Damien, que coincido con todo lo que expones, no porque haya visto "The torture club", sino porque con lo que comentas es como si lo hubiera hecho, y estoy segura de que opinaría lo mismo que tú.
ResponderEliminarEstoy harta del modelo colegiala que despierta los instintos sexuales de todo el mundo, estoy hartísima de la explotación de una figura aniñada que resulta seductora, y no es que sea una mojigata, pero a ver si empiezan ya a normalizar la figura de la mujer hecha y derecha para este tipo de menesteres, aunque sea en pinículas como esta. Si por esto eres paleto, ya somos dos. Y si además todo este sinfín de pajas mentales y pretendidamente físicas, aburre, apaga y vámonos.
Saludos
+100 a la crítica y +100 al comentario de Missterror con el que también estoy de acuerdo.
ResponderEliminarYa está bien de esta especie de pedofilia bien vista.