Interesante thriller con destacado espíritu sureño y pulp, definido como “gótico”-aún no sé por qué- que relata el periplo de una muchacha, Charlotte,(guapísima Emma Greenwell), acompañada de un desconocido alcohólico, Wayne, en busca de su hermana yonki perdida en una secta raruna en los Apalaches, donde entabla una extraña relación con el cabecilla del culto, el Hermano Billy, que guarda el oscuro secreto de la desaparición de la hermana.
Acertadísimo en mi opinión el acercamiento a la secta, la Iglesia de One Accord, donde el Espíritu Santo se mezcla con serpientes venenosas, con fervor loco y sumisión manipulada.
El mayor problema de la cinta es que se nos vende más como una cinta de terror que de intriga, por lo que no acaba de definirse e identificarse en ningún momento como road movie, cinta de suspense o terror o dramón sectario.
El inicio, pausado y con una narración turbia, engancha y sorprende, lo cual ya es un mérito muy a tener en cuenta, pero conforme se va configurando la historia, el director, Mitchell Altieri, se pierde en su relato confundiendo conceptos e intenciones y lo que es peor, desvinculándose de la propia naturaleza de los personajes principales en una marea de secundarios innecesarios que lejos de atraer atención, hacen eterno su corto metraje.
El final acaba siendo un poco decepcionante y todas las promesas que se nos hacen durante la cinta se acaban incumpliendo en un desenlace tibio, soso y nada atractivo.
Como puntos fuerte, la película se sostiene conscientemente en una BSO absolutamente maravillosa, obra de Kevin Kerrigan, absolutamente acertada y que llega a decir mucho más en ocasiones que lo que vemos en pantalla.
Igualmente la película tiene un trabajo de fotografía impecable, de Amanda Treyz, con momentos de genialidad absoluta-los flashbacks están especialmente cuidados y bien tratados-que restan esa imagen de barato que toda película indie tenía en sus orígenes. El abaratamiento de la tecnología no ha hecho sino contribuir a la globalización absoluta de medios y eso es digno de alabar. Hace diez años, esta peli, ganaría premios a cascoporro a la mejor fotografía sin duda, y hoy pasará casi inadvertida entre un puñado de cintas que destacan de manera soberbia en el mismo aspecto.
En cuanto a los actores, destacaremos las acertadas, convincentes y elaboradas interpretaciones de Emma Greenwell, Joe Egender, Brendan McCarthy y Cameron Richardson, aún jugando con personajes en exceso histriónicos, patéticos y sobre todo tristes. El resto del reparto, pues muy normalito.
A pesar de todos sus defectos, más de contenido y fondo que formales, la cinta es bastante interesante y como acercamiento diferente al cine de temática sectaria merece bien la pena un visionado, siempre y cuando no se tengan otras opciones en mente, que últimamente las tenemos, y bastantes...
Lo mejor: El ingenio que suple las carencias financieras gracias a un trabajo técnico casi sublime.El retrato a fondo de la mentira sectaria, sostenida sobre las debilidades y vicios humanos.
Lo peor: Su falta de definición. Sus cambios injustificados de ritmo, que hacen que el espectador tenga la sensación de estar viendo dos episodios conectados por la temática argumental pero por poco más. El final, innecesariamente complaciente.
Recomendable si te gusta el tema sectario a lo sureño, las serpientes y el espíritu Marlboro aligerado y mezclado en coctelera con referentes como El bosque o Red State.
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