Dario Argento ha sido y es para muchos, uno de los más ilustres cineastas que ha dado el cine de terror. Principal referente del giallo italiano, Argento tiene a sus espaldas en mi opinión y a trazos generales, una mediocre filmografía. Si hace un tiempo hablamos en estas páginas sobre su mítica “Suspiria” sin excesivo entusiasmo, pese a sus inequívocas virtudes escenográficas, hoy le toca el turno a “Infierno” (“Inferno”, 1980), segunda entrega de la denominada trilogía de “Las tres madres”, la cual sería finalizada en el año 2007 con la que sin duda es (no sin mérito) la más floja de las tres películas: “La madre del Mal” (“La Terza Madre”, 2007).
Soy plenamente consciente de lo poco popular que supone el hecho de arremeter contra el trabajo de un cineasta de tal dimensión y mística (por más sobrevaloradas que estas estén a mi juicio), pero la realidad es la que es (en este caso la mía, por supuesto) y tras revisionar la cinta de 1980, queda bastante claro que “Infierno” adolece, de forma más acentuada si cabe, de muchas de las miserias que ya hacían gala en “Suspiria” y por si no era ya suficiente carga, también de alguna otra, por más que como casi siempre, tratándose del bueno de Dario, la puesta en escena sea tan deliciosa que por momentos, y solo por momentos, sea capaz por ella sola, de hacernos olvidar el auténtico despropósito al cual estamos asistiendo.
“Inferno” aboga por el surrealismo ya desde su primer aliento y nos propone una historia imposible que ya de entrada, requiere de un salto de fe que no todos los espectadores serán capaces de dar. Así de entrada, se nos sitúa en un viejo edificio de Nueva York donde Rose, una poetisa que acaba de mudarse al inmueble, encuentra un antiguo libro escrito en latín escrito por un alquimista y arquitecto llamado Emilio Varelli que habla sobre tres antiguas brujas de inusitada maldad y gran poder. Varelli explica en él, ser el constructor de la residencia de dichas brujas. Y aquí encontramos ya la primera gran licencia del nefasto guion del filme, pues por algún extraño motivo, la protagonista está convencida de que el edificio es en realidad, dicha residencia.
Tras una serie de casualidades, Rose encuentra un sótano y en él, una zona sumergida en la cual debe hacer inmersión por casualidades del destino para encontrar una antigua y lujosa mansión bajo las aguas, plagada además de cadáveres en descomposición, lo cual no hace sino que confirmar sus sospechas. No será este el último capricho de un guión que roza lo ridículo constantemente y que es en realidad, tan solo una excusa para que Argento haga gala de su talento escenográfico a la hora de recrear atmósferas pesadillescas y de llevar al extremo el juego con los colores, en especial con esos rojos y azules que hipnotizaron a más de uno en “Suspiria” (no negaré que yo me cuento entre ellos).
El añadido negativo para la ocasión, respecto a la película de 1977, es el nefasto nivel interpretativo de un reparto plagado de pésimas interpretaciones, una poco afortunada alineación de astros si lo sumamos a la triste realidad del guión, que hacen de “Infierno” una película dificilmente creible, más allá de fanatismos y fetichismos personales. Con toda una serie de personajes que entran y salen de la historia como Pedro por su casa, haciendo gala de una anarquía de tales dimensiones, que los propios Sex Pistols habrían necesitado doblarse la dosis para intentar darle algo de sentido a la función. Yo, que de drogas el único tema que toco es el ibuprofeno, aun intento encajarme la mueca ante semejante galimatías en el cual, en ningún momento quedan excesivamente claras las intenciones o motivaciones de ninguno de los personajes.
Tampoco la abusiva y psicodélica banda sonora compuesta por Keith Emerson, quien aquí tomó el relevo de los míticos Goblin (quienes habían inmortalizado tres años antes en “Suspiria”, una de las melodías clásicas por antonomasia del cine de terror) ayuda a que nuestra mente pueda ordenar el críptico rompecabezas que Argento nos escupe a la cara. Queda claro no obstante, que si se intentaba buscar una malsana coherencia entre guión y partitura, esto si que habría que ponerlo en el haber del filme.
Hablar del montaje de la película, es seguir haciendo hincapié en la más absoluta esquizofrenia narrativa. Tijera aquí y tijera allá, para darle aun más empaque de surrealismo a la velada y de paso, acabar de desconcertar al espectador por si este no estaba ya suficientemente descolocado.
Pese a todo este desaguisado, no se puede negar que la cinta desprende cierto aroma embriagador, siempre apoyado por supuesto, en esa delicioso lienzo que solo Argento es capaz de pintar y en el fascinante atractivo de sus propios fetiches personales. Si el uso de los colores ha sido una de sus grandes pasiones y rasgos de identidad, no menos pasional se muestra el italiano a la hora de elegir y tratar con suma elegancia y premeditada casualidad a las féminas que protagonizan sus películas, una constante a lo largo de toda su filmografía y ahí, no se le puede negar el buen paladar al romano. Irene Miracle, Daria Nicolodi y Eleonora Giorgi, componen un trinomio femenino bastante más interesante que el compuesto por las supuestas tres brujas de la historia.
Y no es tanto por la belleza natural o atractivo innato de las actrices, sino más por el uso que el director hace de estas cualidades. Argento adora a la mujer y le rinde completa pleitesia y culto cual templo en cada plano, en cada secuencia, no hay ni un solo encuadre, ni un solo gesto, ni una sola mirada, que sean obra del azar, todo está milimetricamente medido para ensalzar la sensualidad femenina, coloreando de erotismo gran parte de las en apariencia inocentes muñequitas. Siempre apropiadamente desorientadas y atemorizadas, suplicando ser socorridas mientras se llevan el dedo a los labios, dejan entrever sus afilados pezones a través de la tela mojada o andan sobre unos pálidos pies descalzos con las uñas apropiadamente pintadas de rojo Argento.
No cabe duda pues, que el cine de Argento tiene su puntito y que “Inferno”, pese a naufragar como relato y desafiar muchas de las supuestas leyes cinematográficas, no es ninguna excepción. Eso sí, hace falta ser muy “Argentista” para poder sacarle todo el jugo a una película como esta. Aquel que no comulgue mucho ni con el giallo, ni con las peculiaridades del cine de Argento, dificilmente hará la vista gorda ante el cúmulo de barbaridades que se esconden detrás de esta segunda entrega de la trilogía de las tres madres. Nunca el giallo se ha caracterizado por la calidad y coherencia de sus libretos, pero a “Inferno”, en este sentido, hay que darle de comer a parte.
“Infierno” en alta definición: Si hablamos del continente, tampoco la edición en Bluray que se puede encontrar en España, juega muy en favor de la película. En un disco sin prensar, con todo lo que ello conlleva, sin extras de ningún tipo, con una calidad de imagen bastante mediocre con más grano que un adolescente pubertoso y uno de los audios más desastrosos que he escuchado dentro de este formato.
Lo mejor: Estéticamente muy atractiva con algunos momentos de absoluta belleza como la secuencia de la inmersión, plasticidad en estado puro. Eleonora Giorgi, como mejor ejemplo del gran partido que Argento ha sabido sacarle (siempre desde el buen gusto) al género femenino y el hecho de que es tan absolutamente incoherente y absurdo el guion, que el elemento sorpresa está asegurado.
Lo peor: Que nadie intente encontrarle sentido a nada de lo aquí contenido, o corre serio riesgo de un coma cerebral. Quizás tolerable para los afines al giallo, nunca para alguien ajeno.
Recientemente he visto también la película y me alegro de encontrarme alguien que opine como yo, que ya me sentía como un bicho raro viendo a todo el mundo alabando la película
ResponderEliminarBurton, y lo curioso es que el propio Argento parece considerarla como una de sus mejores películas... a mi, pese a todo y mal les pese a sus muchos fans (que como comentas, los tiene y muchos), me parece una absoluta mediocridad solo "salvada" por su potente estética. Nada más.
ResponderEliminarDe todas formas, cuando se habla del cine de autores con tanto peso específico, muchas de las entusiastas opiniones, atienden más a postureo que a la calidad real del filme.
Saludos.
Rector- Tampoco soy yo mucho de Giallo, porque de verdad que me cuesta mucho encontrarle sentido a los galimatias que presenta Argento, y que pese a lo bonito de la puesta en escena, pese a que tiene una personalidad rodando única, que ha intentado ser imitada mil veces, sus guiones son puro caos y no hay quien siga el ritmo de todo lo que se intenta mostrar y contar, y en estos thrillers extremos (como tú mismo me comentaste), es necesario que te involucres o no se crea tensión, y la mayor parte de las veces las imágenes no son capaces de generar esta tensión por sí solas y lo malo es que no se pueden agarrar al guión, porque este está viajando por la estratosfera.
ResponderEliminarRespecto a "Inferno", concuerdo con tu nota y con todas tus observaciones. Las ganas de ver a las tres madres, de descubrir su poder, sus objetivos, su mundo eran las mismas que tuve por descubrir lo mismo en "The Lords of Salem", y en ambas me quedé con las ganas, las brujas y los señores de Salem se muestran como espejismos celosos de mostrar lo que prometen durante toda la película y eso termina frustrando mucho.
Revisión de clásico fallida, sin duda :(
Saludos
Missterror, me temo que si ni con "Suspiria" ni con esta "Inferno" has conseguido conectar con al amigo Argento y su forma de concebir el terror, poco se puede hacer ya al respecto... de todas formas, te queda aun una última bala en la recámara en las carnes de una jovenzuela Jennifer Connelly ;)
ResponderEliminarCuriosamente, encuentro en el cine de Argento y en especial, en estos dos títulos, bastante gusto por ese formato videoclipero que muchos años más tarde, haría suyo mr.Zombie... y por cierto, "The Lords of Salem" me sigue pareciendo, después de "Halloween: El Origen", su mejor película ;)
Saludos.