MISTER MOLOKO NOS HABLA SOBRE EL REGRESO AL CINE DE POSESIONES DE DANIEL STAMM, DIRECTOR DE LA EXITOSA EL ÚLTIMO EXORCISMO
Como cada diez años, el British Film Institute ha publicado en la revista Sight & Sound su particular ranking con las mejores películas de la historia del cine. Este listado sale de la votación de más de 1600 especialistas de diversa índole que, en una decisión francamente extraña y polémica, han determinado que el número uno lo ocupe la película “Jeanne Dielman, 23, quai du Commerce, 1080 Bruxelles”(1975) de la cineasta belga Chantal Akerman. Cualquiera con dos dedos de frente es consciente que, siendo esta una propuesta notable, el film de Akerman no es ni por asomo el mejor de la historia. La elección de una obra tan marginal y minoritaria se debe, fundamentalmente, a elementos coyunturales (esta dirigida por una mujer que además pertenecía al colectivo LGTBI, es una historia de marcado carácter feminista, la narración tiene un marcado espíritu vanguardista, la directora tenía una biografía llena de claroscuros) y confirma dos realidades que han afectado (¿lastrado?) al universo de la crítica desde el mismo instante en el que el cine se convirtió en un medio de comunicación de masas: 1) la influencia que tienen las componendas sociopolíticas a la hora de valorar una obra de arte y; 2) la enorme disociación que existe entre los que escribimos de cine y el público generalista que acude a las salas (cada vez menos) o visualiza películas a través de otros formatos de exhibición. Pero me estoy yendo por las ramas.
“Abstenerse aquellos que busquen en Reza por el diablo un producto de factura cuidada, con una profunda caracterización de los personajes y en el que las acciones tengan una cierta lógica narrativa”
Los espectadores que accedan por primera vez al film de Akerman, se encontrarán con una historia de casi tres horas y media de duración en la que se nos explica con todo lujo de detalles (que en algunos momentos rozan lo obsesivo por su carácter minimalista) tres días en la vida de una ama de casa que cuida de su hijo y ejerce la prostitución. Lo más llamativo de la película es el interés casi enfermizo de la realizadora por que la cámara actúe como un observador omnisciente que nos permita, como espectadores, conocer y entender el día a día de la protagonista. El film no explica prácticamente nada, simplemente se limita a filmar la cotidianidad para que nosotros llevemos a cabo el esfuerzo intelectual de entender el estado emocional de su protagonista y las motivaciones que pueden llevar a explicar sus actos finales. Es sin duda un ejercicio muy arriesgado que requiere de la complicidad del observador.
Por que cito esta película a la hora de hablar de un título tan comercial como “Reza por el diablo”. Básicamente porque tanto la película de Chantal Akerman como el film del alemán Daniel Stamm están protagonizadas por mujeres que viven dentro de en un sistema que las ha condenado al ostracismo. Además, y entrando en aspecto puramente sociológicos y circunstanciales, tanto la elección (efectuada en 2022) como mejor película de la historia de “Jeanne Dielman, 23, quai du Commerce, 1080 Bruxelles” como el criterio de intencionalidad del guion (filmado en 2022) de “Reza por el diablo” son muy similares y se fundamentan en una idea muy sencilla: reivindicar un cierto discurso feminista ante situaciones de desigualdad y opresión. En el caso de la primera a través de una película muy minoritaria dirigida por una mujer cuya mayor preocupación artística era la identidad femenina; en el segundo explicándonos la historia de una monja que quiere ser exorcista y viste con botas Dr. Martens. Aunque ambos films no se parezcan absolutamente en nada y las diferencias cualitativas entre ambos sean abismales, lo cierto es que si me sirven como metáfora de unos tiempos en los que el significante está muy por encima del significado. Y con estos precedentes se pueden imaginar ustedes el resto.
“juega con un concepto interesante que, casualmente, ya apuntaba la errática película española 13 exorcismos y que no es otro que la dificultad de establecer unos límites entre enfermedad mental y posesión diabólica”
“Reza por el diablo” es una película donde la prioridad es que el espectador no se aburra en ningún momento. Es lo que yo defino –les reconozco que con mucha simpleza- como películas en las que pasan cosas (que no tienen por qué ser buenas). En este tipo de cintas se suele prescindir de toda posible distracción y se va directamente al grano a la hora de poner sobre el tablero todos los elementos que forman parte de la historia. La caracterización psicológica es la justa y necesaria para que los pocos personajes principales tengan una mínima coherencia dentro de la trama (como sucede con la psiquiatra y el docente exorcista) sin que importen demasiado sus motivaciones personales, las escenas se suceden unas detrás de otras de forma vertiginosa y las elipsis son tan elípticas (valga la redundancia) que ofrecen momentos, como la resolución final, donde todo es tan rápido y acelerado que se bordea el ridículo.
Da toda la impresión que los productores han marcado unas directrices muy claras y que el director simplemente se ha limitado a cumplirlas a rajatabla. Algo así como: “Señor Stamm esto debe durar una hora y media exacta, tenemos el presupuesto que tenemos para efectos especiales y los actores, con dos o tres honrosas excepciones, son más malos que un dolor por lo que mejor no les haga usted hablar mucho… Ah, y es muy importante que sea un PG13”. Y el señor Stamm, que es consciente que le dieron la película porque en el pasado dirigió las interesantes “El último exorcismo” (2010) y “13 pecados” (2014) y que en los últimos 8 años se visto abocado a dirigir un buen número de capítulos de series de terror, entiende que esta es su oportunidad de volver a jugar en mejores ligas y, solícito, obedece al pie de la letra todo lo que le dicen. En resumen, un film pensado para ese gran público que en su vida se asomará a la obra de Akerman y que nos ofrece exactamente lo que podemos esperar de algo planteado con esa filosofía: entretenimiento de marca blanca sin pretensiones. Abstenerse aquellos que busquen en “Reza por el diablo” un producto de factura cuidada, con una profunda caracterización de los personajes y en el que las acciones tengan una cierta lógica narrativa. Nada de eso hay aquí.
“un ejemplo gráfico de porqué este tipo de películas prefabricadas y sin alma rara vez funcionan. Aquí lo que importa es la brocha gorda, el ofrecer un espectáculo para todos los públicos”
La película nos explica la historia de la madre Ann, una monja que trabaja como enfermera en un centro especializado en formar a exorcistas y tratar a personas poseídas por el diablo (¿??). Ann tiene un trauma desde niña: nunca ha sabido si su madre estaba poseída por una entidad demoniaca o era una mujer que sufría una esquizofrenia severa y por ese motivo la maltrataba. En el centro conoce a una niña llamada Natalia. La pequeña sufre un caso de posesión severa (¿?????) a la que, por lo visto, sólo puede hacer frente la propia Ann ya que todo parece estar relacionado con su pasado.
“Reza por el diablo” juega con un concepto interesante que, casualmente, ya apuntaba la errática película española “13 exorcismos” (2022) y que no es otro que la dificultad de establecer unos límites entre enfermedad mental y posesión diabólica. En el caso de la película que nos ocupa, toda la temática se aborda a partir de la figura de la psiquiatra encarnada por Virginia Madsen (que mal le ha sentado el paso del tiempo a esa mujer que nos enamoró a todos en “Labios ardientes” (1990) y “Candyman” (1992)) y el exorcista que interpreta un Colin Salmon que le aporta al personaje más dignidad de la que se merece. El problema es que lo que podría dar pie a un interesante debate entre ciencia y fe, aquí queda diluido a la más absoluta de las nadas a causa de un guion y un director al que todo eso le importa un soberano pito. La prioridad es mostrar a una monja empoderada, feminista y moderna (hay un plano de la religiosa y de dos curas bebiendo vino en el suelo que, de puro surrealista, parece un homenaje a “Singles” (1992) de Cameron Crowe), ir insertando algún susto que otro (que, para que engañarnos, no funcionan en ningún momento) y filmar un par de secuencias de exorcismo que son los únicos momentos en los que el director muestra algo de talento tras las cámaras.
“Reza por el diablo” es un ejemplo gráfico de porqué este tipo de películas prefabricadas y sin alma rara vez funcionan. Aquí lo que importa es la brocha gorda, el ofrecer un espectáculo para todos los públicos que, no sólo no ofenda a nadie, sino que también esté dotado de una cierta – y falsa- pátina de respetabilidad al intentar introducir con calzador, dentro de una historia de terror mediocre, uno de los temas más “in” del momento. Todos aquellos que formamos parte de eso que se llama primer mundo podemos sentirnos orgullosos: el empoderamiento femenino ha llegado para quedarse. Y que no se me mal interprete: soy el primero que defiende la igualdad de género, que ataca los machismos y que abomina de ciertos comportamientos masculinos. Pero cuando esa idea tan loable se utiliza para hacer el ridículo (considerando que la película de Akerman es la mejor de la historia del cine) o para platear películas de serie B tan anodinas que, por no tener, no tienen ni el encanto de lo trash, pues como que no. Si los responsables de esta “Reza por el diablo” hubieran sido honestos la hubieran titulado “La Exorcista”. Si hubieran sido inteligentes hubieran intentado ofrecer una historia algo menos previsible (el giro lo ve venir hasta un niño de 5 años) y amanerada. ¿Entretenida? Eso ya es cuestión de gustos. De todas maneras, le auguro una fantástica recepción entre aquellos que buscan pelis de “manta y sofá” que den “un poco de miedo”.
Lo mejor que puede decirse es que no aburre en sus 90 contados minutos. Los mejores instantes, tal y como dices, se encuentran en los exorcismos, pero es tal el inmovilismo de este subgénero que cualquier asomo de riesgo o sorpresa brilla por su ausencia. Terror comercial muy blandito, con algún plano chulo.
ResponderEliminarSaludos!
Hola MISTER MOLOKO me gusta mucho tú elección de imagen EL GRAN PUNISHER interpretado por el descomunal Dolph Lundgren. Y un cordial saludo AL RECTOR. Bien al grano esta peli si la comparamos al EXSORCISTA y a LA LLUVIA DEL DIABLO deja mucho qué desear, ahora bien yo creo qué entra en el ámbito de los duelos. Me refiero a pelis como UNDERWORLD hombres lobo contra vampiros. Esta saga no es de mucho Terror solo tiene ciertas pinceladas de este tema, lo que gusta de ellas es los combates entre varías especies. Y eso mismo ocurre en la pelicula REZA POR EL DIABLO es un auténtico duelo de demonios contra la mejor mujer exorcista de todos los tiempos. Así lo veo yo y me encanta por eso le pongo un 10. Bien y otro punto importante la actriz Virginia Madsen es cierto qué a dado bajón pero no olvidemos que todos envejecemos y vamos a menos. La suerte que tuvo el actorazo Sean Connery de conservarse Bien tantos años muchos de nosotros por desgracia no seremos así. Lo importante es qué quedan inmortalizados en una grabación de película y al verla lo que nos hizo sentir en eso momento dicho actor o actriz. En mi caso Mathilda May realizando LIFEFORCE siempre será la vampira perfecta y súper sexy del espacio y por mucho qué pasen los años eso nunca cambiará. Un saludo a todos adiós.
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