Hará ya la friolera de veintidós años, Robert Kurzman, con el mecenazgo del desaparecido Wes Craven, nos ofreció una versión muy diferente a aquella que todos teníamos en mente del genio de la lámpara, aquel que la todopoderosa máquina de los sueños de otro supuesto desaparecido, Walt Disney, nos había metido por vena (o por cochino ojete) unos cuantos años antes, como siempre, haciendo suyo el imaginario infantil de la época. Disney violó la mente de los más pequeños de la casa durante años vendiéndoles todos aquellos cuentos de hadas de color de rosa y entre todos ellos coló por la puerta de atrás a la figura del Djinn en su inmortal álbum de cromos. “Wishmaster” (1997) no solo nos enseñó que teníamos que tener mucho cuidado con lo que deseábamos, también abrió de par en par la puerta del estrellato del cine de terror a este ancestral personaje arrancando de la mitología semítica.
“Puede que cambiar el título de Wishmaster 5 por el de The Final Wish sea el mayor logro atribuible a la cinta si hablamos en términos de originalidad”
Muchas han sido las propuestas que han dado continuidad a la película de Kurzman, tanto en forma de infames secuelas (un total de tres) como de producciones ajenas que han copiado la fórmula de manera descarada, ya sea haciendo mención directa al Djinn o no, como es el caso de la reciente “Wish Upon” (John R. Leonetti, 2017). Otro maestro del terror como Tobe Hooper también tentó la suerte frotando su propia lámpara con “Djinn” (2013), pasando sin pena ni gloria y sea quizás el “Under the Shadow” (2016) de Babak Anvari el mejor acercamiento a la folclórica figura desde la película de Kurzman.
Puede que esperar a estas alturas algo interesante de un tipo como Timothy Woodward Jr. sea mucho esperar. Basta con echar un rápido repaso a la siniestra filmografía de este director/actor/productor para darse cuenta de que muchas lámparas habrá tenido que frotar para hallar una inspiración que al menos hasta la fecha, parece ser se le ha resistido de manera sistemática. Y si la opción escogida ha sido esta suerte de refritos titulada “The Final Wish” (que lo ha sido) donde se limita a copiar la fórmula del éxito de la mencionada “Wishmaster”, queda claro que a este hijo de Georgetown mucho le queda por frotar. Puede que cambiar el título de “Wishmaster 5” por el de “The Final Wish” sea el mayor logro atribuible a la cinta si hablamos en términos de originalidad. Travestismo en estado puro.
“la presencia del Djinn se limita a un par de apariciones carnales, más propias de un miserable cameo que de un maestro de ceremonias como la ocasión merece”
La de Kurzman no inventaba la pólvora. Era una propuesta sencilla, muy de los noventa, pero que tenía muy claras sus virtudes y sobretodo sabía como sacarles partido. Por un lado, la figura de un villano carismático (ni que decir tiene lo que Andrew Divoff le debe al personaje), por el otro, una orgía de frescura en todo lo relativo al apartado visual (cierto que Kurzman aquí, jugaba con mucha ventaja) y las fechorías perpetradas por el diabólico genio de acento soviético, en lo que terminó siendo una fiesta de gore festivo de primer nivel.
“The Final Wish” sigue los mismos patrones argumentales y de desarrollo, pero fracasa de forma cuasi escatológica si entramos en comparaciones con las virtudes de la película de 1997. Aquí, lejos de un villano de entidad, la presencia del Djinn se limita a un par de apariciones carnales, más propias de un miserable cameo que de un maestro de ceremonias como la ocasión merece. Del apartado visual mejor ni hablamos, la de Woodward no es una película que construya absolutamente nada sobre los efectos especiales, de hecho, estos apenas se dejan ver a lo largo del filme, más allá de las contadas apariciones del genio y alguna otra caracterización muy puntual, apostando de manera descarada por la vertiente psicológica del relato, lo cual es algo que tampoco termina jugando a su favor debido a la cuestionable calidad de algunas de las interpretaciones.
“Woodward no arriesga lo más mínimo, pero tampoco intenta aparentar más de lo que es, dejando muy claro desde el minuto uno que esto va de serie B de mercadillo”
Woodward apuesta por el cebo de saldo y no se pone colorado a la hora de colocar a la veterana Lyn Shaye al mando de las operaciones y conociendo las limitaciones de esta en el plano actoral, me atrevería a catalogarlo de homicidio en primer grado (metafóricamente hablando, se entiende). Dejarle el grueso de la carga interpretativa a Shaye, es poco menos que colocarla en el ojo del huracán, más cuando el personaje que se le ha procurado es calcado al visto en otras tantas apariciones de la actriz en estos últimos tiempos, mismamente en “Jack Goes Home” (Thomas Dekker, 2016). Rol en el que a la mitificada Shaye, se le ven las costuras más de la cuenta, donde incluso en los registros más altos de supuesto dramatismo, parece tener siempre una mueca reservada para el reverso cómico del espectro.
Es una pena ver como la presencia de estos rostros emblemáticos del género (además de Shaye, en el filme también encontraremos metido con calzador a otro ilustre del terror como Tony Todd), sobre el terreno, parece que se han convertido más en un aviso para navegantes que en un activo real sobre el cual construir algo con un mínimo de entidad. Y no digo que “The Final Wish” sea un producto despreciable, en realidad es una película entretenida, simpática por momentos y que puede que en su escasa autoestima resida buena parte de su encanto, eso que algunos suelen llamar “cine sin pretensiones”. Yo no me lo creo. La etiqueta digo, pero sí es cierto que Woodward no arriesga lo más mínimo, pero tampoco intenta aparentar más de lo que es, dejando muy claro desde el minuto uno que esto va de serie B de mercadillo (algo así como un episodio alargado de “Historias de la Cripta”), que ideas hay las justas, y que la ídem es que al menos el personal, pase un rato entretenido con un puñado de gags, un par de caras populares y un puñado de referencias intrínsecas. Y honestamente, creo que si este era el objetivo, la cosa es bastante menos catastrófica de lo que puede parecer.
Lo mejor: Un visionado muy sencillo y de fácil digestión.
Lo peor: Muy a la sombra de sus referentes, algunas interpretaciones cantan la traviata y ver a según que pesos pesados del género en este tipo de producciones.
A pesar de que dejé de verla bastante antes del final, creo que puedo suscribir todas y cada una de las palabras vertidas por el RECTOR en esta crítica.
ResponderEliminarLa verdad es que no engaña a nadie y desde los primeros minutos se ve cláramente a qué nos enfrentamos: Peliculita sin pretensiones y con actuaciones cuestionables. En resumen, no es un absoluto desastre pero yo aprovecharía mi tiempo viendo cualquier otra película.
Gsus, pues tranquilo, que no te has perdido gran cosa. El final es muy predecible, tal y como marca la norma de este tipo de series b de corte noventero. De hecho, la secuencia final seguro que tiene que aparecer en algún manual de como hacer pelis de esta calaña, jeje.
ResponderEliminarDesde luego no sería una película que vaya a quedar en el recuerdo, pero se deja ver, que no es poco.
Saludos.
Película para ver y olvidar. ES cierto que no engaña. Lo que una imagina que ofrecerá la película es justamente lo que ofrece. Entiendo que esta cosas como "The Final Wish" produzcan pereza porque se aprovechan tanto de otros títulos que es incluso sonrojante, pero el propio título lo dice"The Final wish": "Wishmaster" + un intento de "Destino final". El caso es que la estructura que tiene es tan ochentera y ese final que nos podrían haber cascado en 1989 y tan panchos que por pura nostalgia, sabiendo que ese no es el propósito, me arrancó una sonrisa final.
ResponderEliminarLo de Lin Shaye es ya preocupante desde hace años. Entiendo que es una musa del terror, pero está tan encorsetada que es imposible sacarla del perpetuo papel que siempre termina interpretando. En más de una ocasión ya he expresado mi opinión sobre ella como intérprete y me reafirmo, debería ser musa de la comedia, pero el terror es otro cantar.
Saludos.
Lo de Lin shaye es uno de esos casos digno de estudio. Al menos yo no entiendo que este presente en tantas películas de terror teniendo como tiene dos expresiones faciales en todo su registro actual y una voz en v.o. que a mí me carga. Pero lo que más me ha impactado de esta película es lo mayor que está mi Candyman...fiel recordatorio de mi juventud ya no lejana sino jurásica de cuando le vi con el gancho en la mano en la sección de estrenos de mi videoclub.
ResponderEliminarMissterror, y ahora que lo dices, al aviso para navegantes que supone la presencia de viejas glorias, hay que sumar el de la frase de la portada "De los creadores/productores/familiares/amigos/vecinos de...", en este caso, "Destino Final". Nada recomendable acercarse a este tipo de películas... y con todo, esta "The Final Wish" se deja ver.
ResponderEliminarShaye pegaba mucho en ese terror tontuno de antaño, pero en producciones serias, da bastante el cante. Supongo que pese a todo, no debe tener un caché muy alto y de ahí que aparezca en tantas películas recientes.
Artorius, sí, no sería su voz una de esas que gusta escuchar y sus limitaciones, pues son las que son. Y si encima la ponen en estos papales dramáticos de tanta intensidad, mejor ni hablamos.
Se nota que ya tenemos una edad, la simple utilización de la palabra "videoclub", ya delata a más de uno, jeje... y al Todd como no se espabilen, no lo pillan ya para una cuarta "Candyman" :(
Saludos.