El thriller psicológico ha estado siempre en esa zona fronteriza entre el terror como tal y el suspense. En esa ambigüedad es fácil confundirlos, y más cuando hablamos de maestros como Alfred Hitchcock o de películas como la que vamos a desgranar en las próximas líneas. En lo relativo al primero, filmes como “The Birds” (1963) bien podrían catalogarse como cine de género. La magnitud transformadora del director británico en el medio cinematográfico es muy amplia, pero creo interesante destacar el elemento del discurso de la imagen, la fuerza de lo que ve (y lo que recrea) el espectador y, por supuesto, su enorme talento para generar suspense.
“Amenaza en la Sombra (1973) tiene bastante más de Hitchcock que de Argento”
Estas características han servido durante mucho tiempo al thriller psicológico para crear expectativas fundamentadas o ilusiones sesudas en la pantalla, y es justo reconocer lo complejo de su éxito: cuando sale bien, aparecen películas como “Seven” (1995), que nos guste más o menos, es una joya atemporal de finales de siglo. Cuando sale mal…pues pueden sumar cualquiera de las numerosas producciones que se hacen con el único fin de sacar un rédito comercial rápido. Son muchas más las que presentan lo segundo que lo primero, y es que el thriller es uno de los géneros más imponentes del mercado del cine en nuestros días.
Si hablamos de thriller psicológico tenemos que hablar del director griego Yorgos Lanthimos y su filme “The killing of a sacred deer” (2017). En la película, una de sus mejores obras en mi opinión, desvela muy bien esa tríada ya mencionada tan necesaria en filmes de este tipo: imagen poderosa, discurso complejo y suspense inherente al propio hilo narrativo. Los parecidos con Hitchcock no son fáciles de encontrar, pero sí su intención de acercarse a ese producto extraño, difícil, complejo, que pone en vilo la mente del espectador y las expectativas que este se hace respecto a lo que está viendo. Otro ejemplo que no podría faltar, y vamos entonando la década de los setenta, es la “Suspiria” (1977) de Argento. La fuerza de la imagen está por encima del guion, y este queda relegado a un segundo plano con la única intención de reconducir al espectador al mismo laberinto de colores y recovecos que la protagonista va encontrando en su estancia en la escuela de Madame Blank. Lo malsano, lo extraño, lo oculto es un hábito fundamental del que vestir un buen thriller cuando lo que pretendemos es, precisamente, poner el énfasis en ese apartado visual y en que el espectador no tenga muy claro hacia dónde se dirige la historia. De eso saben mucho los directores italianos y el giallo, aunque nos baste con lo comentado antes.
Llegados a este punto, “Amenaza en la Sombra” (1973) tiene bastante más de Hitchcock que de Argento. De hecho, la película se basa en los textos de la autora Daphne du Maurier, a quien el célebre director británico ya tomó para películas como “The Birds”, ya citada anteriormente. Es curioso que Nicolas Roeg no coincidiese nunca con él, y aunque sus caminos tomaron derroteros diferentes, lo cierto es que esta película podría tener buena parte del sello de Hitchcock. Y no solo por el suspense que lleva aparejada consigo, sino por buena parte de su argumentario.
“Lo que hace realmente una obra maestra a esta película es su flamante calidad visual”
La película se inicia con una estampa que nos ofrece el hogar de la pareja protagonista, quienes tiene dos hijas. Una de ellas muere ahogada en el estanque. El choque para los padres es tan grande que deciden irse a Venecia, donde el protagonista (interpretado por un magistral Donald Sutherland) está restaurando una antigua iglesia. Aquí se encuentran con dos ancianas, una de las cuales les dice que su hija quizás no esté muerta, aludiendo a ciertos poderes sobrenaturales que posee. A partir de aquí, como es obvio, la situación comienza a tornarse turbia. Muy turbia.
No nos tenemos que llevar a engaños. Lo que hace realmente una obra maestra a esta película es su flamante calidad visual. El excelente uso técnico de los planos de Roeg nos transporta por sutiles escenas en las que lo onírico y lo real se rompen constantemente, con transiciones rápidas a las que el espectador no llega en primera instancia. Cuesta seguir el rastro, cuesta entenderlo todo en un primer visionado, pero recompensa al espectador que centra toda su atención en sus más de noventa minutos. Las circunstancias van cambiando con cada minuto del metraje, pero la amenaza, lo simbólico, aquello que no se ve y no se comprende, sigue constantemente presente. Es una realidad poco palpable y peligrosa, pero invita al espectador a estar prendado de ella. El montaje es una auténtica delicia y merece la pena quedarse con ello, pues es gran culpable del éxito final del filme.
“no se puede negar la enorme capacidad de Roeg para montar una película con un discurso fílmico titánico, sugerente y distinto”
“Amenaza en la sombra” también juega bien la baza de los colores. Antes habíamos hablado de “Suspiria”, y aunque en este sentido es complicado jugar al nivel del éxito del director italiano, lo cierto es que compite en su liga. Los escenarios de Venecia alternan lo gris, el croma desolado con el vestuario, estudiado al detalle y con su sentido dentro de la narrativa. Es una forma bastante creíble de dotar de discurso a la imagen por encima del diálogo, algo que no brilla por su excelencia, pero que tampoco lo necesita. Tan solo adelantaré lo interesante y sutil que es el uso del rojo: sobre su interpretación, seguro que podríamos hablar largo y tendido.
También conjuga muy notablemente otros dos aspectos el filme: en primer lugar, y haciendo un trasvase con la película de Lanthimos, la final choca, es difícil, tiene sus aristas y está abierto a lo que cada uno haya de pensar del mismo. No es sencillo culminar un thriller psicológico; de hecho, siempre me ha resultado excesivamente complejo. La obra del director griego es más visceral, pero igualmente interesante. Por otro lado, las interpretaciones del dúo protagonista son dignas de elogio: ya comentaba que Donald Sutherland hace uno de los papeles de su carrera, mientras que Julie Christie le sigue al tanto. Ambos complementan muy bien no solo la forma de enfrentarse a los extraños sucesos que se encuentran, sino que representan dos maneras concretas de percibir una realidad, invitando al espectador a que se decline por una u otra, o simplemente quede prendado de las dos.
En definitiva, “Amenaza en la sombra” es un auténtico caramelo para aquel que se enfrenta por primera vez a ella. Como a todo el mundo, hay sabores que no disfrutamos, y seguramente habrá espectadores que tampoco lo hagan. Es comprensible, pero no se puede negar la enorme capacidad de Roeg para montar una película con un discurso fílmico titánico, sugerente y distinto. En esa fina línea entre el terror y el suspense, el filme consigue moverse libremente y sin prejuicios. Y ya eso es digno de aplaudir, aunque yo siga recomendando su visionado, al menos, una segunda vez. Seguramente haya detalles que no se hayan alcanzado a comprender. Yo aún me sigo descubriendo sintiendo esa sensación cuando vuelvo.
Una de esas películas de difícil digestión .yo aún sigo meditando si es una obra maestra o una tomadura de pelo, esclava mi opinión sobre todo por ese finalizó que me dejó tan en fuera de juego que aún hoy me es difícil valorarla. Pero ya la he visto 4 veces en mi vida con lo cual negar que la peli tiene algo sería una memez.espero descubrir algún día si es un peliculón! Merci Astinus por traerla!
ResponderEliminarPues te voy a robar las palabras Art0rius.. dificil digestión. La he visto varias veces también y a días me parece una maravilla, a días no le veo el punto.. pero bueno, no me parece mal.. el desasosiego que me genera puede compararse con el de Sutherland en la película por lo que desde ese punto de vista creo que el resultado está muy logrado...
ResponderEliminarUn Saludo!
Donnie
Art0rius - Totalmente, forma parte de ese pequeño nicho de obras que no dejan nunca indiferente, tanto para un lado como para otro. Yo he tenido la suerte de verla una sola vez y, de momento, va ganando el hecho de que me guste mucho, aunque me pide una revisión. Quizás, llegado ese instante, no la trague ni por asomo =)
ResponderEliminarDonnie - Lo del desasosiego de Sutherland es una de las mayores verdades que se han dicho jamás jajajajaja difícil no ser carne de meme cuando uno piensa en las expresiones que te va dejando a lo largo del filme.
peliculón, Roeg hace un Polanski, de una ciudad un departamento. De una pérdida un bote. Una ciudad que es un barco. De las mejores escenas de sexo que un film ha registrado -representado-, para mayor crueldad. En definitiva: "el color que el infierno me escondiera". El tropo para una pérdida que no puede apalabrarse. grandísdima película, Astinus.
ResponderEliminarun abrazo,
f
¡Gracias por tu comentario! La escena de sexo a la que te refieres (es indudable que debe ser esa), tiene que haberse convertido en un referente en cuanto a narrativa y estilo expresivo. Son de esos momentos tan maravillosos en los que cuesta muchísimo apartar la mirada, y no es para menos. Es fantástica, y como dices, sin desmerecer a Roeg, la podría haber firmado Polanski perfectamente.
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