Crítica: Sangre en los Labios

KRUEGER NOS HABLA SOBRE EL ESPERADO NUEVO TRABAJO DE ROSE GLASS TRAS SU CONTROVERTIDA "SAINT MAUD"

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Si sobre el papel el proyecto ya tenía pinta de ser una bomba, una vez vi el primer tráiler me explotó la cabeza. Un neo-noir, con ambientación palurda, protagonizado por dos lesbianas culturistas. Sexo, crímenes y violencia. Estoy dentro. 

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“resulta imposible no rendirse ante una película que se regodea en ambientes para nada atractivos, consiguiendo estilizarlos” 

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Reconozco que el anterior film de la directora, “Saint Maud” (Rose Glass, 2019), me dejó algo frío. Era aquella una buena película, víctima de una campaña promocional que resultó ser su principal enemiga. Aún quedaban rastros de esa tormenta perfecta que fue “Hereditary” (Ari Aster, 2018), y a “Saint Maud” quisieron meterla en el mismo saco. Mientras que el film de Aster es una obra de terror pura y dura, el debut de Glass era más bien un film sobre la fe y los trastornos mentales, con ocasionales fugas al género. Buena película, desde luego, pero con falta de nervio y elementos terroríficos. “Sangre en los labios” (Rose Glass, 2024) tampoco es una película de terror, pero aquí el hype está más que justificado: es una jodida maravilla. 

Con una historia que bebe de los Coen de “Sangre Fácil” (Joel Coen, Ethan Cohen,1984), pero en versión narcotizada; resulta imposible no rendirse ante una película que se regodea en ambientes para nada atractivos, consiguiendo estilizarlos. Abundan enclaves plagados de white-trash, con tonos ocres y suciedad, mientras que los personajes son puros paletos de tremendo carisma. No se puede molar más que Ed Harris en la película. No es solamente esa imposible melena o esas gafas de depredador sexual, es que encima es aficionado a los insectos… ¡A los malditos bichos! Por no hablar de la melenita a lo Estopa de Dave Franco. La directora hace maravillas con la ambientación; casi puede sentirse el polvo del desierto y oler los meados alrededor de los bares y caravanas. 

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“no tengo palabras para Katy O´Brian, que se marca un trabajazo, y para Kristen Stewart, que lleva camino de ser la actriz más molona de nuestros tiempos”

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También aplaudo el sabor noventero de la historia, con ese elevado componente sexual, que habría firmado un Verhoeven puesto de anfetas. Quedan lejanos los tiempos del thriller erótico y “Sangre en los labios” les rinde homenaje, con su historia de asesinatos entre escarceos lésbicos, mientras le guiña, inevitablemente, un ojo a “Labios Ardientes” (Hermanas Wachowsky, 1996). Y el sexo no está edulcorado, es guarro, como demandan los personajes. 

He hablado de Harris y Franco, pero no tengo palabras para Katy O´Brian, que se marca un trabajazo, y para Kristen Stewart, que lleva camino de ser la actriz más molona de nuestros tiempos. Cualquier otra actriz de éxito hubiera rechazado un papel de lesbiana culturista paletoide, pero Stewart lo hace suyo y se reivindica como la outsider que antiguamente hacía blockbusters. Jena Malone, como esposa apaleada, y Anna Baryshnikov, como yonqui perdida, también resultan tremendamente disfrutables. Es justo apreciar que todos los intérpretes son conscientes de la película en la que están, pillando perfectamente el tono que merece la historia. Ahí está el trabajo de Franco. 

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“Son escasos, pero los estallidos gore del film son impactantes, ofreciendo un par de buenos momentos basados en la truculencia” 

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Visualmente, el film es una gozada. No sabría explicar exactamente el porqué, pero mi cerebro empareja mentalmente el film con “Corazón Salvaje”(David Lynch, 1990). Quizás por intenciones más que por forma o contenido, pero ahí dejo el dato. También pueden verse cosillas de Winding Refn en ciertas fugas visuales o en el fantástico empleo de la banda sonora. Glass no ha sido tonta, precisamente, a la hora de pillar referentes. 

Pero aquí hemos venido a por mandanga y el film ofrece la suficiente para justificar su inclusión en nuestro adorado Nido. Son escasos, pero los estallidos gore del film son impactantes, ofreciendo un par de buenos momentos basados en la truculencia. Poca broma del uso que se puede hacer de una mesa. Igualmente, el empleo de esteroides por parte de la protagonista, permite a Glass idear auténticas idas de olla visuales, como la extraordinaria secuencias de la competición en las Vegas o ese impactante final, que puede que no compre todo el mundo, pero que aplaudo por su riesgo formal y por su filosofía punk, que hemos venido a jugar. Es imposible no disfrutar de un film que se muestra tan abiertamente disparatado y al mismo tiempo se toma totalmente en serio a sí mismo. No hay aquí parodia ni comedia, pero sí bastante locura y asesinatos, entre pinceladas de body horror y comidas de parrús. Querida Glass, ha dirigido usted la que probablemente sea la película más macarra, y cool al mismo tiempo, del año. Solamente una pregunta, ¿de quién fue la idea de la melena de Harris?