MUSTIO NOS HABLA SOBRE UNO DE ESOS TÍTULOS INCLASIFICABLES DE LA HISTORIA DEL FANTÁSTICO, ADAPTACIÓN DE LA NOVELA HOMÓNIMA DE JOAN LINDSAY
La Relatividad demuestra que el espacio-tiempo es el tejido del universo, formado por campos que interactúan entre sí y generan partículas elementales en forma de ondas. La Mecánica Cuántica dicta que, por naturaleza, una partícula no tiene un estado definido, al estar superpuesta y entrelazada a otras partículas. Con el “colapso de la función de onda” se fuerza a una partícula a concretarse, y eso ocurre cuando entra en juego un observador o, dicho de otro modo… un espectador.
“Queremos obligar a la película a definirse, pero se resiste como gato panza arriba: no hay giro ni sorpresa final ni explicación alguna, sólo desasosiego y un misterio que lucha por no resolverse”
Antes de pasaros el teléfono de mi dealer tengo que advertir que esta película es muy, muy especial, no apta para todos los paladares. Situada en las mismas lindes del fantástico, esa frontera tan difusa y poco transitada, la cosa arranca con toda una declaración de intenciones, una voz infantil recitando esa célebre cita de Edgar Allan Poe: “Todo lo que vemos y parecemos no es más que un sueño dentro de un sueño”. Y justo ahí late el corazón de la bestia, pues “Picnic En Hanging Rock” (1975) nos desafía como espectadores (observadores) a dilucidar la naturaleza de lo que estamos viendo (y escuchando). Queremos obligar a la película a definirse, pero se resiste como gato panza arriba: no hay giro ni sorpresa final ni explicación alguna, sólo desasosiego y un misterio que lucha por no resolverse.
Australia, un luminoso Día de San Valentín del año 1900. Un grupo de alumnas internas de clase alta salen de excursión a Hanging Rock, una formación rocosa al sur del país. Tres de ellas y una profesora desaparecen sin dejar rastro… Adaptación de la novela homónima de Joan Lindsay publicada en 1967, a su vez supuestamente basada en un hecho real, la buena de Lindsay siempre se cuidó muy mucho de desvelar sus fuentes, jugando con una ambigüedad bien medida: aunque este episodio ya forma parte del folklore australiano y de la conspiranoia, no hay pruebas documentales de que estos acontecimientos realmente ocurrieran. Así pues, carta blanca para las especulaciones. Por supuesto entraron en juego asesinatos psicópatas y/o asesinatos rituales, y también trata de blancas. Las más sabrosonas fueron abducciones alienígenas, anomalías gravitacionales y distorsiones espacio-temporales que crean portales dimensionales, o todo a la vez. Mi favorita es la que afirma muy seriamente que las niñas eran criaturas metamorfas que se transformaban en cisnes (¡yeah!). Iker Jiménez está sufriendo una embolia de puro placer.
“una película valiente y retadora para el respetable. Somnolientos e impacientes, absteneos. El resto pueden ir pasando a la sala”
Lo único cierto aquí es que a Peter Weir, su director, la veracidad de los hechos se la sopla. Weir fue el gran exponente de la Nueva Ola Australiana junto con nuestro querido George Miller y su inmortal Max Rockatansky, un tipo curioso que ha coqueteado en perpendicular con nuestro amado género, como en “La Última Ola” (1977) o “El Show De Truman” (1998). Soy incapaz de sintetizar sus señas autorales, si las tiene: lo único que conectan todas sus pelis es que siempre están muy bien hechas. Recordad films tan distintos y tan sólidos como “Gallipoli” (1981), “Único Testigo” (1985), “El Club De Los Poetas Muertos” (1989) o “Master & Commander” (2003), entre muchos otros. Como ejemplo de sus años mozos (estamos a mediados de los 70), este “Picnic En Hanging Rock” es, insisto, una película valiente y retadora para el respetable. Somnolientos e impacientes, absteneos. El resto pueden ir pasando a la sala.
“Picnic en Hanging Rock” está preñada de puro riesgo. Es de esas de “dejarse llevar”, no queda otra. Si conectas te vas a encontrar con una película única que cambia de estado según avanza, de lo solido a lo líquido y también a lo gaseoso. Tiene la exquisita luz de un pintor impresionista (hay planos que son puro Renoir) y el diseño de sonido de un David Lynch primerizo. Los elegantes encuadres y movimientos de cámara de Weir son caricias o sopapos, siempre pertinentes, dentro de un jeroglífico plagado de enigmas, una sinfonía de sugerencias mitológicas (ángeles y venus, rituales paganos), matemáticas (¿Qué fórmula ojea la profesora en su libreta? ¿tiene que ver con el tiempo?), médicas (las leves heridas de la niña superviviente no son compatibles con haber pasado una semana entera a la intemperie), telúricas (¿es el magnetismo del lugar el que detiene los relojes?), poéticas (todo lo que incumbe a Sara), sensoriales (las chicas se descalzan y se tumban en la roca viva, la que sobrevive pierde inexplicablemente su corsé) y, abrazándolo todo, una tensión sexual latente que comenta (pero no subraya) la asfixiante represión victoriana, quizás el único tema indiscutible de la película.
“Aunque la peli nunca acaba de descarrilar y se mantiene firme en su audaz propuesta, sufre de un epílogo tan torpe que dan ganas de estrangular al bueno de Peter”
Los primeros 45 minutos son exquisitos, hipnóticos. La secuencia que culmina con la desaparición de las muchachas, sencillamente asombrosa. El modo en el que Weir dota de esta extraña atmósfera a su película es único, personificado en Miranda, interpretada por Anne Lambert, esa presencia casi etérea que se ha convertido, por derecho propio, en la imagen de la película.
Lástima que en su segundo acto el misterio parece congelarse para dar empuje a una trama secundaria (la de Sara y la directora del colegio) que no acaba de encajar del todo en ritmo y tono. Aunque la peli nunca acaba de descarrilar y se mantiene firme en su audaz propuesta, sufre de un epílogo tan torpe que dan ganas de estrangular al bueno de Peter (con todo el cariño), pues se cepilla de un plumazo un posible tercer acto de la historia de la manera más chapucera posible. Una pequeña bajona que, sin embargo, no empaña la sensación única que esta película te deja en la piel, siempre navegando en esa difusa frontera que separa lo ridículo de lo sublime. Aún a riesgo de que os parezca un tostón, tengo que recomendar este fascinante drama victoriano cuántico.
PD: en 2018 se rodó un remake en formato de miniserie de seis episodios protagonizado por Natalie Dormer que no he visto y no sé si quiero ver.
Lo mejor: Cada uno vemos una película distinta.
Lo peor: Ese texto final a modo de cierre de telefilm barato.
5 comentarios:
La vi hace muchísimos años y me equivoqué de peli, buscaba una de terror y esta no lo es, sinceramente ni me acuerdo de que es. Creo recordar que no me disgustó del todo, pero no lo tengo claro...
Desconocía la existencia del remake! Le echaré ojo en cuanto pueda. Muy de acuerdo con la crítica. A mi me sigue pareciendo una película extraña y libre, casi un peliculón, salvo por el mismo punto que a ti te irrita también....El puñetero e innecesario textito del final.
Gran artículo Mustio, me gusta mucho como escribes. Leí la novela de la Lindsey hace algunos años pero la peli me he resistido a verla.....quizá deba remediarlo. En general siempre me ha atraído un montón todo lo que huela al infinito Outback, tanto en cine como literatura. Peter Weir tiene una filmografía más que interesante.
Gracias por tus palabros Nolsen, te animo a que le des una oportunidad a la peli. Como curiosidad, parece ser que Lindsey firmó que tras su muerte se publicaría una reedición de la novela que incluiría un último capítulo inédito donde la autora elucubra sobre posibles "explicaciones" del misterio. Esta reedición íntegra no gustó a casi nadie, cosas de la vida...
Por otra parte, seguro que la has visto, pero por si acaso tengo que recomendar precisamente "Outback (Wake In Fright)", una delirante obra maestra del cine australiano de 1971 que cualquiera que su sano juicio debería conocer :)
Hombreeee tenía que salir el nombre del gran Kenneth Cook jejej. Me sucede lo mismo que con Picnic en Hanging Rock, he leído la novela (titulada aquí "Pánico al amanecer" y reeditada hace poco)y otras recopilaciones de cuentos geniales de Cook pero no he visto la peli, hecho que también solucionaré :)
Sobre lo que comentas del capítulo inédito de Hanging Rock, tal como dices parece ser que se llegó a editar póstumamente en los 80 como libro separado, con el título "The secret of Hanging Rock", pero en vida nunca se llegó a publicar por recomendación de la editora de Lindsay. A veces es mejor quedarse con el "misterio" y las múltiples posibles interpretaciones que cada uno quiera hacer.
Saludos!!!!
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