Crítica: Stopmotion

MISSTERROR NOS HABLA SOBRE EL SALTO AL LARGOMETRAJE DEL ANIMADOR DE LO MACABRO, ROBERT MORGAN

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El cine (y en muchas ocasiones la vida) nos ha dado pleno conocimiento de lo que significa el descenso a los infiernos. También hemos visto y sufrido cientos de relaciones en las que la maternidad y el lazo inquebrantable que se construye con los hijos, se convierte en abuso, toxicidad y entendimiento sectario del amor. El cine nos ha mostrado el peso de una infancia atormentada y también del mecanismo de defensa al que suelen aferrarse las víctimas (fantasía, abstracción y al estar pero no estar). ¿Adivináis qué vais a encontrar en “Stopmotion” (2023) además de maravillosas escenas en stop-motion? 

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“Robert Morgan ofrece una experiencia inmersiva de nacimiento y muerte, dos de sus reconocidas obsesiones. En esta película, el papel del espectador va más allá del mero voyeur” 

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“Stopmotion” pasó por el pasado festival de Sitges sin una gran carta de presentación (pese a haber ganado el premio a la mejor dirección en el Fantastic Fest 2023). Llegó sin hacer apenas ruido, sin póster, sin tráiler, sin referencias y casi sin expectativas. Y tal como suelen hacer las películas que más arraigan, arrolló en sus pases, se convirtió en una de las sorpresas del festival y se alzó con el premio especial del jurado, nada mal para ser el debut en el largometraje de Robert Morgan, un director con amplia experiencia en cortometrajes en stop-motion. 

En “Stopmotion”, Robert Morgan ofrece una experiencia inmersiva de nacimiento y muerte, dos de sus reconocidas obsesiones. En esta película, el papel del espectador va más allá del mero voyeur. Constantemente se nos invita a reconocer y asumir en silencio cada parte de un proceso creativo como si cada uno de nosotros fuera la protagonista, observando dos películas y decidiendo qué parte dejamos vivir y cuál dejamos morir. Para ello, la trama aguijonea y nos introduce en el mundo de Ella, una artista de la animación stop-motion y en su convivencia con su madre, otra reconocidísima directora y animadora stop-motion. El primer tramo de película se centra en la presentación de estos dos personajes, el drama y el rechazo. Se genera empatía por lástima y la película se afana en crear una atmósfera enrarecida que alcanza a cada personaje y que hace, de una manera extrañamente oscura, que vivas tu empatía con la protagonista desde una lejanía de seguridad. 

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“el director intercala la acción real con escenas en stop-motion que sirven de reflejo de la creadora y la creación” 

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Este primer tramo es el más genérico, manido y alargado y desde mi punto de vista, es lo más flojo de la película ya que no aporta un valor diferencial. Las madres terribles son una constante del género y en esta parte, pese a que hay un buen arco de personajes, el guion no destaca por su originalidad. Por suerte y a diferencia de lo que este inicio hace presagiar, la película no se centra en ese rincón oscuro del trauma y avanza hacia territorios mucho más tenebrosos, aquellos que tienen que ver con el proceso creativo, el bloqueo del artista y la profunda insatisfacción con la obra creada. 

Tras una muerte y una vez que “Stopmotion” se independiza del drama familiar, comienza la película que dejas que viva. Ella, inicia una fase de creación en busca de la identidad que nunca ha tenido. En su aprendizaje y evolución, conoce a otros personajes que ayudarán a gestar el proyecto final, una obra en stop-motion tan personal como extraordinaria. Durante esta transformación, la película que como espectadores vemos, se une a la película que Ella construye como artista y sin duda, esta fraternización es punto fuerte en “Stopmotion”. El guion se va oscureciendo poco a poco, la fotografía también y la atmósfera se convierte en cera, tela y hueso para desnudar las inseguridades del artista y dar un paso más allá en la figura del creador loco al que todo el mundo atribuye el apelativo de “excéntrico” por tener una visión diferente a la canónica. Amigas, amigos, este paso está tan centrado en el terror que acierta de pleno. 

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“una película retorcida, triste y pegajosa, que nace y muere para ser parte de ese body horror que permanece” 

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Para mostrar el universo de Ella, el director intercala la acción real con escenas en stop-motion que sirven de reflejo de la creadora y la creación. No cabe duda de que la película en stop-motion que se va creando es marca de la casa Morgan y si no habéis visto su corto “The Separation” (2003) ya estáis tardando. El carácter de los personajes de cera, los tonos ocres que saturan la fotografía, el diseño de sonido y el montaje deliberadamente recortado, sumerge al espectador en un rincón lóbrego y malrollero del que es complicado salir durante los 93 minutos de película. 

Al ambiente perturbador que se crea, se le une alguna escena realmente desagradable en un in crescendo esquizofrénico con ansias por llegar a una parte extrema de la creación y la creadora. Para ello, es capital que nos creamos lo que vemos. En este aspecto, la brutal interpretación de Aisling Franciosi, lo pone muy fácil. Junto a ella, pasamos de lo trágico al estremecimiento sin aspavientos. Lo hacemos de una forma natural, pese a que el guion trate de forzar las acciones. No hay trampa ni cartón. El espectador entiende el plot twist rápidamente, pero esto no tiene peso alguno en el conjunto porque Franciosi sostiene la incomodidad con mano firme y se desenvuelve de lujo entre la realidad y la ficción (y ya os he dicho que el espectador se convierte en ella). “Stopmotion” es una película retorcida, triste y pegajosa, que nace y muere para ser parte de ese body horror que permanece. El proceso artístico en el centro y alrededor, como satélites, las sensaciones, las percepciones, nuestras venas y tendones. No lo dudéis, tenéis que verla.