Crítica: Los Vigilantes

EL RECTOR NOS HABLA SOBRE LA ÓPERA PRIMA DE ISHANA SHYAMALAN. LOS PECADOS DEL PADRE... Y DE LA HIJA

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No hay nada como venir de buena familia para triunfar en la vida, lo demás, todo aquello de la cultura del esfuerzo o la meritocracia, fábulas de cartón piedra para intentar justificar el estercolero socio cultural que tenemos entre manos donde los de siempre viven a costa de los de siempre. Y ahí emerge la figura de Ishana Shyamalan como ejemplo grosero de enchufismo, la hijísima de su padre que sin más méritos (y visto lo visto, aptitudes) que el pedigree de su apellido, escribe y dirige su primer largometraje: “Los Vigilantes” (2024). ¿Estará a la altura del buen nombre de la estirpe familiar y su enorme e indiscutible legado dentro del fantástico? 

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“arranca como un intento desesperado de desmarcarse del apellido, una cápsula de serie B de saldo tan vulgar y explícita que no puede entenderse como otra cosa que una desafiante provocación adolescente hacia la figura paterna” 

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No está la marca Shyamalan en su mejor momento, eso es una obviedad. Los últimos trabajos de M. Night están lejos, muy lejos, de la genialidad de aquellas primeras obras que tanto impacto tuvieron dentro del género. Joyas imperecederas como “El Sexto Sentido” (1999), “El Protegido” (2000) o “El Bosque” (2004), suenan ya demasiado lejanas pero incluso en dicho escenario, el director no ha dejado nunca de ofrecer trabajos relativamente interesantes, pues el talento, de haberlo, es un activo que perdura. Sus últimas películas, envites tan descafeinados como “Tiempo” (2021) o “Llaman a la Puerta” (2023), siguen siendo experiencias dignas de ser degustadas. 

Volviendo a la pregunta inicial, no, la respuesta es un rotundo no. Reconozco que encaré el visionado de “Los Vigilantes” pensando que entre manos tenía la nueva obra de M. Night (el tipo funciona ya cual Stephen King de la vida vomitando material sin mesura), pero el prólogo ya me dejó claro lo equivocado que estaba, pues los primeros diez minutos de metraje son la antítesis de todo aquello que ha caracterizado su obra. Hago un alto en el camino para salir de dudas y me explota en las narices la revelación de que se trata de la ópera prima de su inexperta hija y ahí ya todo empieza a cobrar sentido. “Los Vigilantes” arranca como un intento desesperado de desmarcarse del apellido, una cápsula de serie B de saldo tan vulgar y explícita que no puede entenderse como otra cosa que una desafiante provocación adolescente hacia la figura paterna, pero la pataleta se queda ahí. Tras esta inesperada toma de contacto, Ishana se entrega en cuerpo y alma a las doctrinas paternas. De hecho, pareciera que papá le apunta desde bambalinas donde y como poner la lente para que la cosa luzca medianamente seria o en su defecto, lo parezca.

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“una experiencia realmente intrascendente, rutina de la que siempre ha sabido escapar M. Night incluso en sus obras menos inspiradas” 

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Pero el problema de “Los Vigilantes” va más allá de las formas y reside en un guion flojo y previsible que apuesta por el latente folk horror para construir un relato repleto de “influencias” del movimiento que ya hemos visto antes y que con el paso de los minutos lo único que hace es confirmar la terrible falta de ideas de su autora, repitiendo situaciones de manual y haciendo gala de escaso pulso narrativo, lo que hace del visionado una experiencia realmente intrascendente, rutina de la que siempre ha sabido escapar M. Night incluso en sus obras menos inspiradas. 

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“no sería en este caso el casting algo en lo que la directora pudiera apoyarse para intentar tapar las miserias de la obra” 

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Dakota Fanning, Georgina Campbell y Olwen Fouéré son el trío de ases con el que Ishana comienza a jugar tan trucada partida, pero ni por esas. Reconozco que no soy nada fan de la primera y su trabajo aquí en nada ha mejorado mi opinión sobre la actriz, tan fría e inexpresiva como de costumbre. Georgina lo petó en esa genialidad titulada “Barbarian” (2022) pero es que su personaje es tan de manual que tampoco da para mucho más y Olwen... bueno, Olwen lleva haciendo el mismo puñetero papel de veterana amargada desde que tengo uso de razón y se le está poniendo una cara de “bala a esquivar” que asusta. Por lo tanto, no sería en este caso el casting algo en lo que la directora pudiera apoyarse para intentar tapar las miserias de la obra. 

Pero estamos hablando de los Shyamalan, por lo tanto, nada está perdido hasta que el árbitro pita el final del partido. Esperamos y esperamos a que llegue ese giro insospechado que lo pone todo patas arriba, nos vuela la cabeza y nos recuerda el porqué M. Night es el padre del plot twist. Pero no, no esta vez, no con Ishana. En su tramo final, “Los Vigilantes” recupera a la Ishana adolescente y pone de manifiesto, por si a alguien le quedaba aun alguna duda a estas alturas, que cualquier parecido con la realidad nace y muere en el apellido. Y algo más que el apellido va a necesitar la hijísima si lo que quiere es ganarse en hueco en esto del séptimo arte (que no hacer dinero, que seguro que lo hará, aunque tampoco lo necesite). Igual un café con el bueno de Brandon para que le explique algunas cosas sobre como hacer cine personal sin perder la esencia de la marca, con la siempre alargada sombra de su ilustre padre sobrevolando su cabeza cual espada de Damocles. Claro que el talento, se tiene o no se tiene.

Lo mejor: Algunos recursos visuales (aunque sean de prestado) y el tufillo a novela barata de Stephen King que desprende en su parte intermedia que de seguro tendrá su público, así como el recordatorio de que no tardaremos mucho en tener entre nos la nueva temporada de “From” para quitarnos el mal sabor de boca. 

Lo peor: Ni cuando intenta copiar, ni cuando intenta desmarcarse, Ishana consigue ofrecer un producto clase media dentro del cine de terror actual, peor aun si hablamos de lo que se esperaría del apellido Shyamalan.