Crítica: Blade 2

Wesley Snipes se vuelve a poner en la piel del cazavampiros a las órdenes de Guillermo del Toro en “Blade II” (2002) en donde este superhéroe afroamericano deberá aliarse con sus enemigos, los vampiros, en un grupo llamado Pacto Sangriento para acabar con una nueva raza de vampiros letales llamados los segadores, liderados por Nomak. El Consejo de la Sombra, un grupo de vampiros que teme por su supervivencia y que tiene su sede en Praga (el film fue rodado en la misma Praga) contacta con Blade para que acabe con ellos.

El plato fuerte de la secuela de “Blade” (1998, Stephen Norrington) es Nomak y su ejército de nuevos vampiros ideados por el guionista David S. Goyer, quien ya trabajó en el guión de la primera parte y quien presentó el guión de la secuela a Guillermo del Toro para convencerle de que la dirigiera. El realizador mexicano sigue la línea de Norrington, especialmente en la coreografía de los combates, y aporta al film sus diseños en vestuario y forma de los personajes. Es el caso de loa segadores. Partiendo del diseño de David S. Goyer, Guillermo del Toro dota a esta nueva raza un aspecto de vampiros sanguijuelas con aspecto de drogadictos (aunque hay cierta inspiración en “Nosferatu”) cuya característica más destacable son sus fauces. Su mandíbula se abre en dos y en cada lado tiene colmillos con los que inyectan una neurotoxina que paraliza a sus víctimas, mientras la lengua dentada succiona la sangre.

Con el fin de ofrecer el mayor realismo se combinan prótesis físicas con los que se revisten los engendros mecánicos con prótesis generadas por ordenador. Los efectos de maquillaje son lo mejor del film a parte de una coreografía de los combates algo más espectacular siguiendo su estilo de lucha urbana (aunque en ocasiones parece que los personajes están en pressing catch). Dos fueron los coreografos de lucha de la película. El primero, Donnie Yen, es un famoso actor de Hong Kong que además interpreta a uno de los miembros del Pacto Sangriento. El segundo es Jeff Ward, coreografo de la primera parte.

 

A parte del diseño de los segadores, Guillermo del Toro diseñó muchos trajes y aportó muchos bocetos, como el estilo anime mezcla cómic de los trajes del Pacto Sangriento. En lo que concierte al vestuario, hay muchos elementos japoneses, húsares, futuristas, indios, urbanos y un poco de todo. La idea era no quedarse anclado en una determinada época o cultura.

“Blade II” no tiene la frescura ni el nivel de su primera parte. Sigue siendo un híbrido de terror y acción con regusto a cómic. La gran aportación son los segadores, pero el Pacto Sangriento no termina de convencer, pues sus facultades no son extraordinarias. Tienen armas y son vampiros, poco más. Tal vez si se hubiera trabajado más en los dones del grupo hubiera sido más interesante. En lo que respecta a Blade hay modificaciones en su traje de cuero y en su aspecto. Por ejemplo, la capa tiene fondo rojo llamativo. En cuanto a su aspecto, tiene un nuevo corte de pelo con tatuaje en la nuca incluido, por no decir de los tatuajes del resto del cuerpo.

LA ESCENA: La ambientación del local de fiestas donde podemos ver a vampiros mutilándose a modo de juego.

LA ANÉCDOTA: Santiago Segura es amigo personal de Guillermo del Toro y hace de uno de los tres vampiros que huyen de Blade al principio de la peli.

LO MEJOR: Los Segadores.

LO MENOS BUENO: El pacto sangriento no tiene nada especial. Una pena.