Crítica: Prometheus

Los orígenes. Ese es el destino programado para el nuevo viaje interestelar que nos propone Ridley Scott 33 añós después de que se estrenase “Alien: El Octavo Pasajero”, una de las joyas por antonomasia del cine fantástico, posiblemente, la mayor comunión entre terror y ciencia ficción que haya dado el séptimo arte. Y cuando hablo de orígenes, no lo hago tan solo de los de la mítica criatura diseñada por H.R Gigger, no olvidemos que estamos ante una precuela que transcurre muchos años antes a lo acontecido en el filme de 1979, sino también a los nuestros, a los del propio ser humano. ¿De donde venimos?¿Porqué estamos aquí? ¿Existe realmente la figura de un creador? O lo que es lo mismo, ¿Quienes somos? Estas son las preguntas que Scott plantea como premisa para su nueva y esperada nueva incursión en una saga, que recibiera el bautismo de fuego hace tiempo ya de sus propias manos.

No voy a destripar absolutamente nada sobre la trama de “Prometheus”, pues quiero que todos los que decidáis emprender este viaje después de haber leído esta crítica, lo hagáis en las mismas condiciones en las que yo lo hice, es decir, sin tener ni la más remota idea sobre que trata la película... por lo menos, no seré yo, esta vez, quien os robe la virginidad. Y no lo voy a hacer porque en lo desconocido, es donde radica muchas veces (y esta es una de esas) el mayor de los encantos, la búsqueda de respuestas para preguntas que ni tan siquiera nos atrevemos a formular, el tipo de revelaciones que son capaces por si solas, de hacer temblar con una simple certeza, los cimientos de nuestro mundo, de nuestro universo. Esa pequeña bola de cristal en la que vivimos nuestras diminutas vidas ajenos a aquello que desconocemos a la espera de que a alguien, le apetezca, se le antoje, ver nevar y nos agite con su mano.

Bien, ahora que ya sabéis todo lo que debéis saber sobre “Prometheus”, o al menos, sobre su trama principal, osea, nada, comenzar diciendo que estamos ante una estupenda y muy entretenida película de ciencia ficción. Eso vaya por delante y que nadie albergue duda alguna al respecto. Dicho esto, decir también, que tengo la absoluta certeza de que muchos de los fanáticos de la franquicia, van a quedar algo decepcionados al comprobar el rumbo elegido por Scott para adentrarse en las entrañas de su bestia, porque si bien como película por si sola, “Prometheus” funciona a las mil maravillas, como naipe que añadir al castillo sin que este se tambalee (¿una película de Alien SIN Aliens?), ya despierta dudas algo más razonables. No serán los únicos. También aquellos que esperasen un viaje más profundo, una introspectiva algo más acorde a lo que ha venido siendo su enigmática campaña de marketing que de alguna manera, venía vendiendo algo así como una experiencia metafísica o simplemente a lo que podría haber recogido de cultivar una imaginería como la que ha ido nutriendo a lo largo de los años a una saga que ha sido, y sigue siendo, tan grande, también pueden quedarse con la sensación de haber metido solo la puntita después de tanto calentón.

“Prometheus” es una película muy hermosa. Visualmente, una maravilla incluso. La secuencia de créditos es sencillamente una de las más bellas que he visto nunca... pero, algo no funciona y ese algo, es la banda sonora, que si, que para la próxima entrega de “Star Trek”, quedaría cojonuda, pero para Alien... corta mucho el royo, y no solo en el prólogo, sino en varios pasajes del filme. Esto, que puede parecer una tontería, no lo es tanto cuando uno, que es un romántico, se pasa toda la película intentando auto convencerse de que está asistiendo a una nueva entrega de Alien y cada vez que suena la dichosa sintonía, te tira por tierra cualquier tipo de progreso llevado a cabo en este sentido. Y esto ocurre porque en ningún momento, uno tiene esa sensación de forma natural, la de estar metido en el universo Alien, y es que “Prometheus” podría perfectamente pasar por una película que no tiene nada que ver con la franquicia (en un 99,9% al menos... y hasta ahí puedo leer).

¿Vínculos con la misma? Diseños de Gigger aparte, uno... bueno, no se... igual dos... pero si, uno seguro. Una figura, una que ha estado presente en todas y cada una de las entregas anteriores, la de un androide de Weyland Industries. En este caso, con mucho más peso del que nunca haya tenido ninguno de sus congéneres en ninguna otra película. Lo cual, es una grata noticia para el cinéfilo de a pie, pues éste está interpretado por el que para mi, sea posiblemente el mejor actor de Hollywood en la actualidad, si, por supuesto, Michael Fassbender (“Shame”, “X-men: Origins”). No hay más que se pueda decir, ver interpretar a este tipo, es una gozada y el papel de sintético, lo borda. Aunque la otra gran noticia para “Prometheus”, es que todavía se puede hacer mejor, y en la cinta de Scott, hay alguien que lo hace mejor, pequeña pero matona, Noomi Rapace (“Millenium”, “Baby Call”) hace la que para mi es hasta la fecha, la mejor interpretación de su carrera, una máquina compulsiva de transmitir, de regalar sensaciones y sentimientos al espectador además de recoger el testigo del premio a la “Reina del baile con pantalones” que hasta la fecha monopolizaba la buena de Sigourney Weaver y su teniente Ripley.

Fuera de esto, no hay ningún otro indicio que nos haga pensar durante su visionado que “Prometheus” sea un nuevo episodio de Alien, lo cual no quiere decir, que no nos encontremos ante una cinta de terror en el espacio, es solo que, en otro espacio. Sencilla en el fondo si despojamos a la margarita de sus pétalos teñidos de connotaciones teológicas y búsqueda de verdades universales, porque en el fondo, la historia es simple y el desarrollo ni es nuevo, ni es original. Ya lo hemos visto antes, incluso dentro de la propia saga. Añádele un poquito de “La Cosa” (vale tanto la de Carpenter como su respectivo remake) y métele en abundancia unos FX de la hostia, y ya tenemos servida una función que pese a su falta de nexo con la saga, resulta apasionante desde el primer contacto con ella, dado por ese misterio intrínsico del que hace gala la historia y sobretodo por esa curiosidad corrosiva del ser humano, en este caso como espectador, que muere por descubrir en que punto del viaje consiguen darse la mano dos universos tan alejados como son el de “Prometheus” y el de cualquiera de las entregas anteriores. Lo bueno de todo esto, es que al final, se consigue (a veces aferrarse a un 0,01% es suficiente).

Pero bueno, como he dicho, la película se sustenta perfectamente como tal a pesar de su anárquico comportamiento como individuo dentro del colectivo de la saga. Como cinta de ciencia ficción (en su vertiente de “terror espacial”) cumple, dejándonos algunos destellos de la que fuera una de las grandes señas de identidad de “El Alien: El Octavo Pasajero” y por extensión, de la franquicia en mayor o menor medida: la angustia y el TERROR en estado puro, con algunas secuencias que sin duda quedarán en el recuerdo por su crudeza tanto a nivel físico como psicológico y que pos si solas, deberían justificar el visionado de la cinta más allá de las fobias y filias que sin duda, ésta generará tanto en espectadores ajenos a la franquicia (¿pero existe de esto?) como en seguidores de la misma.

La(s) secuencia(s): Dos. La del quirófano automatizado, BRUTAL y... bueno, la otra me la guardo, pero mola que te cagas, casi tanto como el cameo de Swarzy en “Terminator Salvation”.

La tontería: Meter a Guy Pearce en el reparto para caracterizarlo de viejo. ¿No era más fácil coger a un VIEJO (o señor mayor) directamente? Supongo que éste video de publicidad viral tiene la culpa, pero aun y así, no le veo mucho sentido.

No hacía falta: El personaje de Charlize Theron, totalmente intrascendente dentro de la historia (aunque reconozco que me gustó esa ambigüedad que destila).

El orgasmo: Comprobar que tras el largo coito de más de dos horas que parecía que jamás iba a llegar a buen puerto, tras la tormenta, llega la calma y con ella, todo tiene un poquito más sentido.

Lo mejor: Noomi Rapace, Michael Fassbender, las cotas de tensión que consigue alcanzar en determinados momentos y todo lo relacionado con su apartado visual.

Lo peor: Quien espere una nueva dosis de xenomorphos o cualquier cosa que se le parezca, va a salir escaldado y por supuesto, la banda sonora, que no le pega en absoluto.