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domingo, 24 de mayo de 2020

Crítica: Possessor

Una de las características humanas más diferenciadoras es, con toda seguridad, la capacidad para sembrar de forma púber una idea en el cerebro y volver sobre ella de manera recurrente durante toda la vida. Somos así, seres guiados por pensamientos o ilusiones que se convierten en obsesiones con mucha facilidad. Fantaseamos sobre aquello que nos persigue. Lo hacemos preguntándonos cómo, dónde y por qué. La idea que te acompaña toda la vida es aquella que te define, pero también es aquella que se deja moldear en tu cabeza para que creas que eres quien tiene poder sobre ella, cuando la realidad es que una idea que deriva en obsesión no es más que una cárcel con la puerta abierta de par de par.

jueves, 7 de mayo de 2020

Crítica: El Viaje de Chihiro

Puede que sea la añoranza de la normalidad lo que ilumina la memoria con una luz extraña. Puede que no necesitemos tanto al resto de humanos como creíamos y que empecemos a entender a la soledad como aliada. Puede ser que esta necesidad de salir al exterior, indique que no comprendemos mucho de nuestro interior. Puede ser que los viajes pospuestos ya no sean tan importantes o que ahora sintamos más necesidad que nunca de poner tierra de por medio. Por poder ser, puedes ser de todo, pero algo aprendido es algo que no está perdido y acabo de aprender el valor de los dos tipos de viaje que hay (los organizados y los espontáneos). En estos días he iniciado un viaje que no tenía previsto, sin embargo, tras la primera parada en el camino, estoy convencida de que ha sido uno de los viajes más organizados de mi vida. Y yo sin saberlo…

martes, 5 de mayo de 2020

Crítica: Nekrotronic

Seis años han tenido que pasar, seis. La espiral del cine de terror te atrapa y ya no te suelta, nunca, por más trabas que uno encuentre en el camino. Y en todos estos años, a lo largo de esta adictiva espiral de sangre, vísceras y horrores de toda índole que uno ha ido catando sin filtro, sin red, y en ocasiones, jugándose la propia cordura (al menos, la poca que venía de fábrica), ha habido momentos que lo han justificado todo. Momentos que, me han recordado la razón por la que rindo culto a este género. Seis años, ni más ni menos, desde que Kiah Roache-Turner y su “Wyrmwood” (2014) se cruzaran en mi camino.