"Marianne", pienso, luego existes

‘A Harrow Bay nunca le gustó el equilibrio. Sus calles son la iglesia de Satán. Su bosque es un nido de víboras’.  El terror cobra forma en las historias de Emma Larsimon. Las recurrentes pesadillas con las que convive desde que era niña se hacen realidad. El mejor fantástico francés está de enhorabuena. Tras unos años huérfanos por culpa de la errática carrera de Alexandre Aja o el lento agonizar de la filmografía de Maury y Bustillo, el año pasado pudimos disfrutar de la estupenda ‘Ghostland’ de Pascal Laugier, y este ha tocado hacer lo propio con ese insustancial divertimento titulado ‘Crawl’ pero sobre todo con esta ‘Marianne’. 8 episodios llenos de referencias, de influencias de las que no se huye, en las que se recrea, las hace suyas y convierte a ‘Marianne’ en un autentico regalo para los aficionados.

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“No es Marianne una serie que brille por su originalidad en lo que a la historia se refiere, ni tampoco en la ambientación, pero da igual”

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Tras acabar con el personaje literario que la lanzó a la fama, Emma, en una firma de libros recibirá la visita de una antigua amiga de la infancia. Sus extrañas palabras y forma de actuar harán que esta decida volver a su pueblo natal, lugar del que huyó hace ya más de quince años.

No es ‘Marianne’ una serie que brille por su originalidad en lo que a la historia se refiere, ni tampoco en la ambientación, pero da igual, el resultado es tan interesante y entretenido, su esencia tan respetuosa con aquellos a los que quiere homenajear que le perdonamos todo. Elden tiene algo de Hobb’s End. De la búsqueda de la persona que mueve los hilos, de la necesidad de buscar el origen y el motivo de las pesadillas, del miedo. Elden bien podría ser el lugar donde se sitúa la acción del ‘Livide’ de Maury y Bustillo, un idílico pueblo a orillas del mar donde parece habitar un ente, una fuerza maligna. La fotografía y la ambientación de la casa donde creció la protagonista nos trae a la cabeza el lugar donde vive Sarah en ‘A l’Interieur’… El espíritu y nunca mejor dicho de lo mostrado por Huxley en ‘Los demonios de Loudun’ impregna ciertos pasajes de la serie escrita por Samuel Bodin y Quoc Dang Tran.

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“Tras dejar de lado la necesaria presentación de los personajes, esta se centra en el terror, y sin duda alguna la serie consigue que el espectador mas sensible tenga pesadillas”

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Los mitos y las leyendas se funden. Elementos que sirven para lanzar una maldición a aquel que los posee o bien porque le han sido regalados, bien sea porque alguien los ha colocado en un determinado lugar. Las nueces a las que se hacia referencia en ‘El guardián invisible’ o esas bolsas hechas con piel y dientes en ‘Marianne’. Diferentes historias, diferentes países que toman ideas similares para crear sus cuentos.

La vuelta al lugar de donde se huyó es un tema recurrente en el cine y la literatura, y si no fuera por la presencia de Mireille Herbstmeyer (Excelente aunque igual en algún momento un poco sobreactuada) junto con algunos momentos absolutamente brillantes, ciertas escenas de los tres primeros episodios bien podrían llevar al espectador a establecer cierta distancia (Esta existe y depende de la visión de cada uno) por culpa de un personaje protagonista con el que cuesta empatizar en un principio y que puede llevar a mas de uno a pensar si la elección de Victorie Du Bois ha sido la mas acertada. Pero Bodin y Dang Tran parecen darse cuenta de ello y mediante diversas historias, estos consiguen que Emma evolucione y que el espectador acabe acercándose a ella, e incluso le coja cariño. ‘Marianne’ es perturbadora y con una por momentos mal sana atmósfera. Tras dejar de lado la necesaria presentación de los personajes, esta se centra en el terror, y sin duda alguna la serie consigue que el espectador mas sensible tenga pesadillas.

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“la serie acaba ganando peso, entidad y calidad como para parecernos lo suficientemente interesante y hacernos pasar un mal rato”

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Con muchos puntos a favor, deja ‘Marianne’ una sensación extraña, como si Bodin y Dang Tran hubieran querido profundizar demasiado en ciertos elementos, ideas y personajes para luego apartarlos, dejarlos intencionadamente de lado, a lo que hay que añadir la impresión de que en otros momentos estos han querido ir demasiado rápido, como si en algún momento se hubieran dado cuenta de que solo les quedaban unos pocos episodios para acabar. ‘Marianne’ es irregular pero en ello también radica su belleza. La serie de Bodin y Dang Tran es una carta de amor a un género. A los autores clásicos con los que se abre todos y cada uno de los episodios (Nathaniel Hawthorne ,Arthur Machen, Montaigne, Louis-François Nicolaïe, James Matthew Barrie, Edgar Allan Poe , Lovecraft y Henry James) se le suma toda una serie de referencias a películas que nos han marcado a muchos.

La sombra de Carpenter es alargada, la de Sutter Cane también, así como la de Milton Dammers, la de los hermanos Frog… si ya la serie acaba ganando peso, entidad y calidad como para parecernos lo suficientemente interesante y hacernos pasar un mal rato, esta tiene los suficientes guiños como para no encontrar algún motivo para verla y disfrutar de ella. Habría que poner otro pero, el hecho de haber sido concebida como una serie para llegar al mayor público posible le impide a esta desmelenarse del todo, ir más allá y ser todo lo retorcida que una historia así se merece. El uso de ciertos recursos sonoros para distorsionar y modificar la voz de alguno de sus personajes o el diseño de alguna presencia que parece extraída directamente del cine de terror asiático pueden romper la magia de ciertas escenas. Pero esa Marianne, esa persona que no puede mentir cuando se le pregunta su nombre, esa mujer que parece habitar por las calles, los bosques de Elden y en la cabeza de Emma, es uno de esos personajes que merece un hueco entre nuestros fantasmas favoritos. A mi esta serie me perturbó, me dio miedo y sin duda alguna recomiendo su visionado.

Lo Mejor: Como capítulo a capítulo la serie va transmitiendo mal rollo. Alban Lenoir, su personaje me ganó.

Lo peor: Cuesta mucho empalizar con el personaje principal. Ciertos efectos sonoros o visuales pueden perjudicar mas que ayudar.