La forma de entender la serie B que la RKO cultivó a principios de los años 40 bajo el “liderazgo” de Val Lewton (con películas que no comprometían el apartado visual y que daban la oportunidad a directores nóveles que acabaron siendo nombres destacados en la industria, como Robert Wise, Nicholas Ray o Mark Robson) y su inclinación por el noir y el terror, dieron como resultado películas de la relevancia cultural de “Cat People”/”La mujer pantera”, “I Walked with a Zombie”/”Yo anduve con un zombie” o “The Body Snatcher”/”El ladrón de cadáveres”.
Cuando a mediados de la década la productora no pasaba por un gran momento económico, el productor Dore Schary quiso recuperar el espíritu arriesgado de Lewton llevando a la gran pantalla una adaptación del libro Some Must Watch. Los derechos de adaptación eran un proyecto adquirido por poco dinero en el que la propia productora no parecía tener demasiada fe, y el encargado del guion sería el debutante Mel Dinelli. Sin embargo, Schary lograría reunir a un equipo de primera que cambiaría el devenir de la cinta: tanto el director de fotografía Nicholas Musuraca y el compositor Roy Webb (ambos conocidos por su trabajo en las mencionadas películas de Tourneur), como el director Robert Siodmak (conocido por sus películas noir) supieron ver las posibilidades de la película. De esta manera, RKO se vanagloriaría de crear una de las películas mejor recibidas de la época por crítica y público: “La escalera de caracol” (1946).
“La brillantez del equipo encargado de la película se refleja en el equilibrio entre géneros y en la fluidez con la que la película se mueve entre ellos”
La película cuenta la historia de Helen (Dorothy McGuire), una joven muda que trabaja en una gran mansión cuidando a una anciana enferma. De carácter dulce y apacible, la joven vive algo atormentada por el mutismo que le provocó presenciar un acontecimiento traumático, una angustia que se verá amplificada por las recientes noticias sobre un asesino en serie que merodea por el vecindario.
Sin llegar a la grandeza de las películas mencionadas anteriormente, lo cierto es que hay varios motivos por los que la revisión de “La escalera de caracol” mantiene aún la frescura y el impacto del momento de su estreno. En primer lugar, la película destaca por mezclar con agudeza diferentes géneros. Así, en “La escalera de caracol” podemos presenciar influencias del melodrama (especialmente notable en la música de Webb, en la construcción del drama y las relaciones interpersonales que rodean el misterio, así como en la escenografía de evidentes raíces góticas), influencias del cine negro (patente en la trama de los asesinatos), así como un evidente peso estético del Expresionismo Alemán (las escenas que se desarrollan en la mansión tienen una evidente influencia del tenebrismo en el uso de la luz y los claroscuros. Véase las semejanzas entre el tratamiento de algunos primeros planos y cuadros cómo “Un hombre cantando a la luz de las velas”, de Adam de Coster). La brillantez del equipo encargado de la película se refleja en el equilibrio entre géneros y en la fluidez con la que la película se mueve entre ellos: las escenas melodramáticas no desentonan con la estética tenebrista, y el uso del noir conecta la oscuridad que el misterio plantea con la sombría psicología de los personajes.
“se sirve de un conjunto de elementos cultivados especialmente en el discurso psicoanalítico para construir significado. Como más tarde harían Alfred Hitchcock o Michael Powell”
En segundo lugar, el otro elemento relevante que hace que “La escalera de caracol” mantenga la frescura y el interés es el predominio de subtextos y simbolismos que la película construye alrededor del misterio y el drama de Helen. A pesar de que la intriga que envuelve a la figura del asesino y su identidad pueda considerarse predecible, lo cierto es que la película se sirve de un conjunto de elementos cultivados especialmente en el discurso psicoanalítico para construir significado. Como más tarde harían Alfred Hitchcock o Michael Powell, el misterio reside y puede adivinarse a través de las numerosas pistas en clave freudiana que la película nos va otorgando a lo largo del metraje: tanto en forma de diálogos, escenarios o elementos de fuerte carga simbólica, la película establece una reflexión sobre el subconsciente y el trauma que cristaliza en el uso de la propia escalera de caracol mencionada en el título, y la función que de esta se hace en la película.
“es difícil no encontrar en La escalera de caracol un antecedente evidente de lo que más tarde sería el giallo italiano, especialmente palpable en el tratamiento que la película otorga a la figura del asesino”
De esta manera el guion deja entrever una gran complejidad que puede considerarse predecesora de mucha de la producción de género que encontraríamos más adelante, y que sería especialmente relevante a partir de los años 60. No obstante, no es este aspecto el único en el que la película pone de relevancia su carácter pionero: es difícil no encontrar en “La escalera de caracol” un antecedente evidente de lo que más tarde sería el giallo italiano, especialmente palpable en el tratamiento que la película otorga a la figura del asesino.
Unas actuaciones más que notables (según la cultura popular, el papel protagonista estaba pensado para Ingrid Bergman, con quien finalmente no se contó por temas de presupuesto) rematan una película que suscita una enorme fascinación a día de hoy.
De esta manera, la película (que, a pesar de lo humilde de su producción, resultó ser un éxito de taquilla y público) se erige como una muestra interesante y singular de la producción de la época que mantiene el interés gracias a la labor de un equipo creativo y comprometido con el buen hacer cinematográfico.
4 comentarios:
Estupendo análisis de esta gran película.
Ya ha pasado mucho tiempo desde que la ví, pero en mi recuerdo quedó sobre todo como un trabajo muy destacado en el apartado de fotografía y dirección. Tendré que volver a verla...
Saludos
Nellie Vance, gracias por traernos estos clásicos. Cine con mayúsculas que se reivindica poco.
The Spiral Staircase (La escalera de caracol) es una película sobresaliente. Técnicamente la película es un deleite (brillando con luz propia la fotografía, la dirección artística y la banda sonora), Robert Siodmak en estado de gracia manejando el suspense in crescendo de forma extraordinaria hasta el final, y si encima le añades un guion donde los personajes (todos) están bien definidos y desarrollados y la trama muy bien perfilada, sólo queda sumar unos actores fantásticos para dar como resultado un clásico incontestable. Un thriller con toques de noir potentísimo, y la muestra perfecta que no es necesario un gran presupuesto para hacer películas sensacionales.
Pensar que ese año (1946) el señor Siodmak firmó esta The Spiral Staircase, The Dark Mirror (A Través del Espejo) y The Killers (Forajidos), una de las grandes obras maestras del cine negro, es para volverse loco.
Un saludo enorme.
Peliculón! Tremenda crítica, Nellie!
Nellieeeeeee, ha sido tan grande la nostálgia que me ha vuelto con tu artículo que hace un par de noches hice una maratón de tres pelis de Siodmak: A través del espejo, La dama desconocida y por supuesto la que comentas.
El cine negro americano de los 40 es pura magia, me sería imposible quedarme con una, pero en mi podio estarian seguro Perdición, Retorno al pasado y Laura.
Gracias por recuperarnos ese mundo deslumbrante Nellie.
Un saludo!!
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