Crítica: Hellraiser: Revelations

En 1987, Clive Barker lleva a la gran pantalla una de sus mas emblemáticas novelas, “The Heart of Hellbound”, a la que todos conoceríamos para la posteridad como “Hellraiser”, piedra angular del género a partir de aquel momento y por supuesto, título de culto. Con ella además, nacería uno de los personajes que mas ha marcado a una generación (la mía), por supuesto, hablo de “Pinhead”, emblemático líder de los denominados cenobitas que encarnaría el bueno de Doug Bradley no solo en aquella ocasión, también en las consiguientes siete secuelas. No cabe duda de que la primera entrega, “Hellraiser: Los que traen el infierno”, es el clásico por antonomasia de la saga, aunque a mi juicio, no la mejor de esta, pues un año después, en 1988 ve la luz (o las tinieblas, como queráis) su inevitable secuela, “Hellbound: Hellraiser II”, para muchos, la auténtica obra maestra de la franquicia. En aquella ocasión, el filme dirigido por Tony Randel, a partir de una historia del propio Barker, nos adentraba en los mismísimos infiernos y nos daba la oportunidad de conocer mas acerca de los entresijos de los cenobitas, en una de las películas de terror más épicas que se han filmado nunca.

Tuvieron que pasar cuatro años para poder volver a adentrarnos en los infiernos, bueno, en realidad, en esta ocasión serían los infiernos quienes se adentrarían en nuestro mundo con “Hellraiser III: Hell on Earth”, concebida por el señor Anthony Hickox en 1992, pequeña eminencia de la serie B con títulos tan entrañables a sus espaldas como “Waxwork: El Museo de Cera” o “Warlock: The Armaggedon”. Esta, sin ser la mejor, es mi entrega favorita de la saga, un descerebrado festín de cine gore y un Pinhead mas protagonista que nunca, convirtieron el visionado de aquella cinta VHS pirata, en una de las experiencias mas inolvidables de mi vida. Ya para terminar con esta pequeña síntesis de la saga (cinematográfica), hacer mención de la cuarta entrega, “Hellraiser: Bloodline” film dirigido por Kevin Yagher (aka Alan Smithee), que jugó con el espacio tiempo para mostrarnos los orígenes de la mítica caja, en lo que significó la primera ocasión en que un servidor pisó el Festival de Sitges.

Aquí termina a mi juicio, la saga de “Hellraiser”. Lo que vendría a partir de este punto, tan solo es una mera explotación comercial de la misma a manos de una serie de infumables propuestas de video club (unas peores que otras) que intentarían sacar tajada de la popularidad de la franquicia. Cinco en concreto: “Hellraiser: Inferno” (2000), “Hellraiser: Hellseeker” (2002), “Hellraiser: Deader” (2005), “Hellraiser: Hellworld” (2005) y la que nos ocupa, “Hellraiser: Revelations”.

“Hellraiser: Revelations” nos llega de la mano del catalán Victor García, quien ya tiene experiencia en esto de rodar secuelas (véanse “Return to House on Haunted Hill” o “Mirrors 2” ) y que aquí, en esta “novena entrega” de “Hellraiser”, pone en práctica de forma cuasi matemática, sus señas de identidad como cineasta o por lo menos, las que le han caracterizado hasta ahora, es decir, productos vacíos sustentados por grandes efectos especiales y es que esto, señores/as, es lo que vamos a encontrar en esta, su nueva andadura.

“Hellraiser: Revelations” nos pone (y esto nunca fue tan apropiado) en los pellejos de Nico y Steven, una pareja de amigos que aburridos de sus vidas, deciden emprender un viaje a México, Tijuana para ser concretos, en busca de sexo y emociones fuertes. Allí, después de un desafortunado “accidente”, se toparán con la figura del vagabundo, quien les ofrecerá la caja y estos, como no podía ser de otra forma, abrirán las puertas del infierno, siendo Nico, requerido por los cenobitas y su amigo Steven, quien tendrá que ayudarle a cubrir sus muy particulares necesidades.

Esta es la premisa de la cual parte esta nueva entrega, la cual para sorpresa, se abre en forma de mockumentary y seguramente, estaríamos hablando de un producto de muy distinta suerte si Garcia, hubiese tenido el valor de darle una nueva dimensión a la saga adentrándose en los oscuros dominios del falso documental, pero no. Victor es un tipo convencional y su cine, después de los anteriormente citados títulos, ya no tiene secretos para nadie. Efectivamente, “Hellraiser: Revelations”, es un producto vacío sustentado por grandes efectos especiales. ¿Es esto suficiente? Depende para quien, para mi, no.

Dejando de lado las partes mockumentary (pocas) y en general, toda la acción que se desarrolla en México, que aunque es un refrito de la fórmula elemental de la película del 87, resulta bastante entretenida, el resto de metraje es bastante anodino, no a niveles por ejemplo, de lo visto en la exasperante “Hellraiser: Hellseeker” (cierto, aquello ya eran palabras mayores), con una trama, la que se desarrolla en la actualidad, en la sede de la familia de Steven, que si bien sirve para dejar constancia de la dudosa moral de los miembros de la misma, a niveles de construir una historia con cuerpo u en su defecto, algo interesante a lo que agarrarse a nivel de desarrollo, fracasa estrepitosamente. Con lo cual, lo único que nos queda es encomendarnos a los flashbacks que García coge como excusa para deleitarse (deleitarnos), con el magnífico trabajo de maquillaje llevado a cabo con los cenobitas, por mucho que en realidad, la cosa no vaya mucho mas allá, pues la transcendencia e interacción de estos en/con la historia, es bastante escasa y las secuencias gore del filme, no son ni muchas, ni demasiado extremas, por lo menos, visto lo visto.

El otro gran “pero” en forma de pesada losa colgada del cuello con el que carga la cinta, es la NO presencia de Doug Bradley, quien al igual que el propio Baker, quiso desmarcarse totalmente de este entrega. ¿Cómo luce el nuevo “Pinhead”? Pues siento decirlo, pero, lamentable. No se quien se encargaría del casting, pero es que Stephan Smith Collins, se gasta una cara (con todos mis respetos) de pueblerino, que poco tiene que ver con la elegancia y característica tez inexpresiva que Bradley le otorgaba al personaje. El resto de cenobitas, lucen de maravilla, a la altura de los visto en las grandes producciones, eso, no se puede negar.

Pocas sorpresas pues en esta irregular novena entrega, muy en la línea de los visto anteriormente en sus hermanas de video club, aunque todo sea dicho y en trazos generales, bastante mas disfrutable que la gran mayoría de estas.

Ardiente como el infierno: La frescura de las partes “mockumentary”, algúna secuencia morbosa y los excelentes efectos especiales.

Frío como un témpano: El conformismo de Victor García, el “nuevo” Pinhead, su falta de acción (y gore) y lo banal tanto de su historia como de su desarrollo.