Crítica: Contracted

Samantha (Najarra Townsend) trata de normalizar su vida tras salir de las drogas y romper una relación lésbica de ocho meses con Nikki (Katie Stegeman). Vive con su madre y trabaja de camarera en un restaurante pero su sueño es ser botánico.

Durante la fiesta de su amiga Alice (Alice MacDonald), intenta olvidar a Nikki bebiendo vodka y tomando unas cuantas cervezas. Alice está contenta de que rompieran porque no entendía su nueva condición sexual. Entre los invitados Sam se topa con Riley (Matt Mercer), un amigo enamorado de la joven, y con su antiguo camello que le ofrece unas rayas de coca. Ella se mantiene fuerte y le dice que no, pero por dentro está destrozada. No puede quitarse de la cabeza a Nikki.

Cuando está borracha como una cuba se le acerca un misterioso hombre con el que acaba manteniendo relaciones sexuales sin protección en la parte de atrás de su coche. A la mañana siguiente, la joven se levanta con una horrible resaca y comienza a tener síntomas que no puede entender. Ni siquiera el médico que la atiende los puede clasificar. Entonces, Sam se da cuenta de que esa noche fue afectada por una enfermedad de transmisión sexual muy poco común; tanto que cambia su vida tal y como la conoce para siempre.

Townsend encarna a la perfección a una ex adicta tratando de mantenerse en el buen camino. A una hija rebelde que intenta escapar de las garras de su dominante madre cristiana. Y a una botánico aficionada con la gran esperanza de ganarse la vida con lo que le gusta y dejar de servir mesas en un restaurante para llegar a fin de mes.

La situación de su personaje nos provoca repulsión y angustia a lo largo de su desintegración interna. Es increíble con que veracidad dota Townsend a Sam. Su evolución tanto física como psíquica lleva a la película hacia arriba a medida que avanza. Una actuación digna de un premio en este Sitges 2013, al igual que los efectos de maquillaje de Kathryn Fernandez, quien plasma perfectamente la evolución de la protagonista logrando transformarla totalmente.

La enfermedad empieza con picores, erupciones cutáneas y fuertes hemorragias, pero al segundo día la cosa empeora. La infección está provocando estragos en el cuerpo y en la mente de la dulce, dócil y pasiva Sam. Su flujo menstrual se convierte en un río de asquerosa y maloliente sangre hasta alcanzar cuotas de gore horror. El pelo, las uñas y los dientes empiezan a caerse como sucede con el protagonista de “La Mosca” de Cronenberg, mientras que sus ojos están lagañosos y apunto de salirse de sus órbitas. Sus cremosos y dulces labios ahora están plagados de ampollas. También es totalmente más agresiva y su incontenible apetito es angustioso.

Entonces, Samantha descubre que el misterioso hombre con el que jodió sin condón está buscado por la policía, pero ella solo conoce su apodo, BJ (Simon Barrett, guionista de “Tú eres el siguiente”), y ni se acuerda de su aspecto a causa del tremendo pedo que llevaba encima. Sus amigos y su madre (Caroline Williams, vista en la segunda y tercera parte de La matanza de Texas, “Halloween II” de Rob Zombie o en “Hatchet III”) intentarán ayudarla. Esta última sospechará que su pobre hija ha vuelto a los amargos brazos de la droga.

En una de las numerosas escenas de inteligente humor negro, vemos a la madre junto al párroco intentando ayudar a la joven. Cuando Sam se quita las gafas y descubre sus ojos inyectados en sangre, el párroco le dice “lo siento” y se larga sin más. Otro momento que te arranca una sonrisa es aquel en el que Sam va dirección al médico con su coche mientras habla por el móvil con su jefe. Le dice que no puede ir a trabajar porque le tiene que ver su médico y el jefe le suelta irónicamente: “¿Es que te estás muriendo?”.

La muchacha deberá darse prisa para encontrar la verdad antes de que la enfermedad se extienda y las consecuencias de la metamorfosis sean terribles. La trama se divide en tres capítulos correspondientes a tres días de la vida de Sam, en el que la infección convierte a la mujer en un verdadero monstruo putrefacto. La tensión se mantiene eficaz proporcionando pequeños momentos de choque en el espectador y la sutil puesta en escena de Eric England es maravillosa.

A medio camino entre el drama personal y el terror, “Contrated” resulta una genial propuesta de Eric England, quien dirige y escribe el guión, y el resultado final hace que merezca la pena su visionado a pesar de que la trama es sencilla. También es cierto que el film tiene un desenfrenado tramo final, en el que se suceden una serie de crímenes como si la película fuera sobre un serial killer y que le cuesta un poco coger el ritmo al principio. Por lo demás, es un estupendo film de terror a la altura de sus expectativas e ideal para comenzar un festival como el de Sitges.

LO MEJOR: Los efectos de maquillaje. Película recomendada especialmente para padres con hijas rebeldes que no quieran que mantengan relaciones sexuales por mucho tiempo.

LO PEOR: Le cuesta coger un poco el ritmo al principio.