viernes, 10 de abril de 2020

Crítica: Horror of Drácula

Hoy toca hablar de leyendas de nuestro género, uno de aquellos iconos sobre los que se sustenta esas películas que tanto amamos y que, sin él, la historia misma del fantástico sería una realidad muy distinta a como la conocemos. Hoy me adentro en “Horror of Dracula” (1958), y a quien le parezca una película “vieja” en el sentido peyorativo sin siquiera verla, hágame el favor de, con toda la educación posible, irse a tomar viento a la farola.


“hay algo en la encarnación de Christopher Lee de Drácula que trasciende la pantalla y se te clava en el recuerdo como una daga” 


Estamos ante la película que definió las reglas del vampirismo en el fantástico Occidental, el que le puso colmillos como alegoría de la penetración sexual al monstruo y que lo invistió de ese halo de seducción perversa que ha constituido una de las  grandes bazas de estos monstruos a la hora de influir en el imaginario popular. Pues hay algo en la encarnación de Christopher Lee de Drácula que trasciende la pantalla y se te clava en el recuerdo como una daga. Es esa ferocidad latente, lujuriosa e insana que pugna por esconderse debajo de una fina pátina de respetabilidad, pero  que apenas puede contener toda la furia que se esconde bajo su aristocrática apariencia, lo que incomoda al espectador. Y cuando dicha ira carnal estalla, nace el mito. Motivos para tal definición, sobrados. Pero dejadme argumentar las razones, que es para lo que aquí estamos al fin y al cabo.   

Este primer Drácula de la Hammer tenía entre sus filas  al trío más importante de la productora: Terence Fisher, Christopher Lee y Peter Cushing, todos ellos en estado de gracia, acompañados de un equipo artístico que incluso en el apartado musical si no me falla la memoria había colaborado en el “Nosferatu” de Murnau. Adaptando muy libremente a la obra de Stoker, incluyendo licencias en el transcurso de la narrativa y la construcción de personajes, “Horror of Dracula” consigue sintetizar la mismísima esencia del personaje de Stoker de una manera mucho más fiel que, por citar un ejemplo, el aristocrático y casi amanerado noble de la versión de Todd Browning.


“Lee se negó a decir más de un par de diálogos porque consideraba su guión altamente ridículo”


Aquí Drácula es un maníaco sexual peligroso, un violador serial en toda regla que, aunque prefiere las carnes femeninas, no le hace ascos a penetrar con sus afilados colmillos a cuanto angustiado varón se le pone a tiro.  No es un héroe romántico en el sentido de estos tiempos modernos de color de rosa, sino en el sentido más clásico: un individuo que se ha colocado a sí mismo como centro de todos sus esfuerzos y que rechaza toda normativa moral de la sociedad con tal de saciar sus apetitos a cualquier coste.

En uno de esos giros del destino que hacen a un personaje leyenda, Lee se negó a decir más de un par de diálogos porque consideraba su guión altamente ridículo. El resultado es que se la jugó todo a su mirada y lenguaje no verbal, y el resultado es aún hoy difícilmente equiparable con ningún otro actor. Con tan solo su presencia y buen hacer, el Drácula de Lee denota su inhumanidad solamente con verlo, a caballo entre el teatro kabuki y el expresionismo alemán. La seducción de sus victimas no se lleva a cabo mediante la palabra, sino mediante la tentación de lo prohibido, la promesa de lo monstruoso que arrastra a las víctimas desde la seguridad de lo convencional hacía el placer culpable del horror gótico. Como dijo Mark Millar sobre la fascinación sexual de lo maligno: “¿Conoces a alguien que fantasee ser azotado por un liberal?”  Pues eso. Su contrapunto, el aséptico doctor Van Helsing de Peter Cushing, también nos regala una actuación icónica en su fuerza de voluntad, su sacrificio y su valor cuando la situación lo requiere. Esa contraposición respecto al vampiro convierte al pobre doctor en interés carnal del conde, pero ahí podríamos estar debatiendo horas sobre el supuesto.


“La sobriedad presupuestaria se compensa en la excelencia de sus protagonistas, el inteligente uso de la luz para generar inquietud, y la sexualidad soterrada”


¿Momentos antológicos? Muchos, pero yo destacaría como con el simple cierre de una puerta y la mirada de desesperación de alguien que sabe que le espera un destino peor que la muerte ya no hacen falta más palabras, o esa batalla final a hostia limpia inolvidable y plagiada/homenajeada tantas veces, la última en el “Drácula” de Netflix. 

Un Terence Fisher dirigiendo en estado de gracia, una duración que no llega a la hora y media, nos proporcionó extraordinarios momentos que son pura historia del cine de terror en la que para mi es la mejor encarnación del conde Transilvano. Y con varios cuerpos de ventaja, permítanme el chiste malo. La sobriedad presupuestaria se compensa en la excelencia de sus protagonistas, el inteligente uso de la luz para generar inquietud, y la sexualidad soterrada de todo el conjunto. Viendo ahora las producciones de la Blumhouse uno no puede dejar de buscarle paralelismos con la Hammer, y aunque creo que a la primera le falta aún un hervor para mirar de tú a tú a la mítica productora inglesa, me da la sensación de que van por buen camino recorriendo caminos parecidos: poco dinero, imaginación y tremendos chispazos de talento. ¿Y no es eso lo que le pedimos, al fin y al cabo a cualquier película de género?  

Lo mejor: Sir Christopher Lee. Todo lo demás, incluyendo su ajustada duración.  

Lo peor: Que Lee no fuera tan inmortal como su personaje.


7 comentarios:

Donnie dijo...

Creo que cualquier nota que no hubiera sido la que le has dado me parecería mal. No se que sería de mi sin la Hammer y Terence Fisher.. Crecí viendo muchas de sus películas y las disfruté mucho. Christopher Lee y Peter Cushing.. ¿Qué mas se puede pedir? Creo que a día de hoy cualquier director mataría por tenerlos en nómina. A mi me da un poquillo de pena que 'La mujer de negro' fuera el retorno de la Hammer, es una película que se ve bien pero claro miras lo que hacía hace tiempo la Hammer y se te cae un poco el alma a los pies..

Un Saludo!

Donnie

espacio muerto dijo...

Hola, un placer estas películas de Drácula con Lee, a quien desde pequeño vi como el "dracula". Nunca me llegó Bela Lugosi porque, para mi, no aportaba la presencia malvada que a Lee le sobraba. Y la dupla con Cushing, los mejores de la Hammer.

Pasen bien

Art0rius dijo...

Como tu, opino que no hay en el cine de hoy actor comparable a Lee o Cushing. De hecho, me imagino a Lee en su plenitud haciendo de Jigsaw (con todo mi respeto por Tobin Bell) o incluso fantaseando como hubiese quedado de Magneto y los pelos se me ponen como escarpias. En cuanto a la hammer moderna, no creo que se sostenga una comparativa de momento, pero también hay que decir que en su ingente producción no todo lo que hizo la original era bueno. La mujer de negro estoy de acuerdo que no sostiene la mirada a las mejores pelis de la hammer original, pero si a muchas de sus obras crepusculares.

Art0rius dijo...

Muy de acuerdo. Lugosi le ponía un amaneramiento al personaje, legado del cine mudo, que nunca pude asimilar. El componente aristocrático, eso sí, magnífico. Pero eso también Lee lo tenía de cuna por linaje familiar, y en el resto le da sopas con honda al bueno de Bela. Curiosa dupla la de lee-cushing, que en dos películas creo que no cruzan un dialogo apenas y conforman la mejor pareja de némesis mutua de la historia del terror fantastico.

J dijo...

Estas películas están muy bien. Son divertidas y majestuosas sin ser totalmente clásicas.

Art0rius dijo...

Perdón por el retraso! Horror if dracula está rodada a finales de los 50, cuando la época dorada del Hollywood clásico y por ende toda una manera de hacer cine estaba empezando a languidecer. Concretamente, está esta película es una curiosa mescolanza de maneras de hacer cine, un curioso puente entre epocas que creo yo que es lo que le da ese aire tan único que resaltas.

Anónimo dijo...

Se alimenta para vivir, mucho tiempo. Y folla para satisfacerse. Es una vida triste.

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