Crítica: Aves de Presa (y la fabulosa emancipación de Harley Queen)

No me apetecía lo más mínimo. Lo reconozco. “Aves de Presa (y la fabulosa emancipación de Harley Queen)” representa todo aquello que detesto del cine de superhéroes, o al menos, se aleja de todo aquello que adoro. El tono pesimista, la trascendencia, la sutileza, la densidad argumental, la tragedia. En mi opinión, si una película de superhéroes puede ser disfrutada/entendida por un niño, lo mejor es no acercarse a ella ni con un palo. Esta, como todas las reglas estúpidas, es una generalización que no se aplica siempre, ya que por suerte, cada caso es un mundo y cada película tiene su momento. Con “Aves de Presa” debo de haberlo clavado, el momento.

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“encaja como un guante en el ADN de ese cine de superhéroes que se aleja de la trascendencia y de las herencias legítimas del thriller”

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La cineasta de origen chino Cathy Yan (una recién llegada al género), es la encargada de ponerse tras las cámaras de esta adaptación del cómic homónimo, vino joven ideado por Chuck Dixon a mediado de los noventa y que iría pasando por distintas manos y otras tantas variantes, como suele ocurrir en el mundo de la viñeta y en especial, en este tipo de trabajos nacidos de costilla ajena.

Yan dirige lo que se vendría a conocer por el populacho como “una película de superhéroes sin más pretensión que la de entretener y hacer pasar un buen rato”. Frase recurrente, que como siempre, tiene tanto de verdad como aquella que cada uno quiera darle. Pues, ¿no es esa la pretensión de cualquier película de superhéroes? Entretener y hacer pasar un buen rato. En realidad, es, o al menos, debería ser, la pretensión de cualquier película. Luego complicamos la ecuación a conveniencia cuando entran en liza las filias y las fobias personales de cada sujeto y su percepción de aquello que entretiene y hace pasar un buen rato. En este caso, como sujeto interesado, no es esta fórmula como digo, aquella que consigue llevarme a los más prohibidos placeres cinematográficos, para mi la diversión tiene más que ver con el reverso menos “lúdico” del género, que con este tipo de propuestas ligeras digamos, aptas para todos los públicos.

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“es capaz de arrastrar incluso a los más indómitos hijos de la tragedia, a recorrer un edulcorado arcoíris multicolor hacia la tierra de los tonos pastel, las nubes de azúcar y las superheroínas de MTV”

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Está claro que “Aves de Presa” encaja como un guante en el ADN de ese cine de superhéroes que se aleja de la trascendencia y de las herencias legítimas del thriller que tan bien han sabido plasmar en pantalla directores como Christopher Nolan (seguramente su trilogía del murciélago sea lo más grande que ha visto el cine de superhéroes, trascendiendo incluso a las propias fronteras en muchas ocasiones, auto-establecidas por el género), Zack Snyder (“Watchmen” es otra de esas cintas que no debería dejar de amar cualquier aficionado al cine que se precie, guste o no del universo de la viñeta) o James Mangold, quien nos hiciera vivir uno de los números de transformismo más delirantes de la historia del cine, al ser capaz de dirigir dos cosas tan diametralmente opuestas como fueron “Lobezno Inmortal” (2013) y “Logan” (2017), por derecho propio, el mejor ejemplo gráfico a la hora de entender el cine de superhéroes en sus dos vertientes, tan opuestas como complementarias.

Cathy Yan da forma a un libreto, el escrito por otra mujer, Christina Hodson (“Bumblebee”), quien se esfuerza en llevar al extremo la ingenuidad de una historia carente de transcendencia y que se recrea (por no decir, “pavonea”) de manera obscena en su naturaleza naif. Lo hace, y aquí viene lo realmente llamativo del caso, de tal manera que incluso su irritablemente rosado punto de partida (la ruptura sentimental entre Harley Queen y el Joker), lo chorra de todos sus gags, la estética de comedia adolescente y su desenfadada banda sonora, desembocan en una improbable (por no decir imposible) conjunción de astros, que es capaz de arrastrar incluso a los más indómitos hijos de la tragedia, a recorrer un edulcorado arcoíris multicolor hacia la tierra de los tonos pastel, las nubes de azúcar y las superheroínas de MTV. Que toda esta sarta de tonterías, chistes malos, secuencias propias del show de Benny Hill y trucos de salón de todas las formas y colores a base de postproducción desemboquen en una experiencia tan gratificante, es poco menos que un puñetero milagro.

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“nos transporta a un Gotham antagónico en el que la oscuridad de la noche desfigura en una colorida fiesta de pijamas”

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Pero lo hacen. “Aves de Presa” entra por los ojos desde el inicio gracias a el gran trabajo de grafismo a base de estética pop y rapidamente nos transporta a un Gotham antagónico en el que la oscuridad de la noche desfigura en una colorida fiesta de pijamas. Aunque lo realmente serio de la propuesta, es el increíble trabajo realizado en todas las coreografías de lucha y secuencias de acción. Es una puta delicia perderse en cada una de las imaginativas performances de combate contenidas en el filme, me atrevería a decir, que de las mejores que he visto en una película de superhéroes hasta la fecha.

Margott Robbie vuelve a ponerse tras el disfraz de arlequín para dar vida por segunda vez a Harley Queen tras su primer periplo en la poco inspirada “Escuadrón Suicida” (David Ayer, 2016). Ni que decir tiene que aquí quedan expiados todos los pecados de antaño, literalmente, a base de hostias. A su lado, una habitual del género como Mary Elizabeth Winstread (“Calle Cloverfield 10”) como “The Huntress” y Jurnee Smollet-Bell en las carnes de “Black Canary”. Los otros personajes de postín los encontramos en la otra acera. Ewan McGregor y Chris Messina dan vida a “Black Mask” y “Victor Zsasz” respectivamente. La palma de todo este repertorio se la lleva por supuesto McGregor, una máquina de ofrecer felicidad al amante del género. Si hace poco lo bordaba haciendo del hijísimo de Jack Torrance en la genial “Doctor Sueño” (2020) de ese otro milagro de la ciencia (o de la misma creación) de nombre Mike Flanagan (James Mangold bien podría haber dedicado un par de películas a su sorprendente carrera), ahora nos regala uno de esos personajes que calan y que se ganan al espectador haciéndolo partícipe de un sibilino cortejo que pasa de la estupidez más absoluta, a la adoración ritualística.

En serio, no me esperaba nada y me he topado de narices con una de las “películas sin más pretensiones que entretener y hacer pasar un buen rato” más disfrutables de las que yo ahora mismo recuerde. Está claro que este parece ser el camino que ha escogido el universo cinematográfico de DC (a la espera de la sugerente nueva película del murciélago) tras el vertiginoso volantazo dado tras la genial e incomprendida “Batman v Superman: El Amanecer de la Justicia” (Zack Snyder, 2016), alejándose de la oscuridad de aquella y apostando por un cine mucho más orientado al entretenimiento para todos los públicos. Bien, de todas ellas, tengo claro que esta “Aves de Presa”, es la más divertida de todas.

Lo mejor: Ewan McGregor, las secuencias de acción y su capacidad de ofrecer mucho con a priori, muy poco.

Lo peor: Historia, personajes, chistes... todo es una gran tontería. Quien no pueda lidiar con esa realidad, va a tener un serio problema de digestión. Y el tufillo a Guy Ritchie, también puede tirar para atrás a según que estómagos delicados (el mío mismo).