Crítica: Silent Night

Sé que llego por los pelos para aportar mi granito de arena a la Navidad, pero nunca parece tarde, ¿no?, shhhhhhhhh, creedme, nunca lo es…

Hay dos tipos de personas, los que se dejan seducir por los encantos de la Navidad, y los que odian estas fechas, eso es una verdad universal, pero lo que es innegable, es que, impuesta o no, es una época del año de la que nadie se libra. Por tanto, hagamos una llamada a Santa Claus (o como nosotros le conocemos, Papá Noel) y dejemos que nos haga algún regalito, a ver cual es nuestra expresión al abrirlo.

Admitiendo que yo soy del tipo de personas que adoran la Navidad (supongo que las lucecitas me hipnotizan sobremanera…), no podía faltar a esta cita de excesos, reuniones familiares, azúcar y buenos propósitos, y lo hago abducida por una televisión en la que noche tras noche, programaban una película de dibujos animados que me devolvía la mas infantil de mis sonrisas (pues, para aquellos que no lo sepáis, ya os confieso, que las películas de dibujitos animados son mi otra pasión).

Así pues, ver el remake de aquella “navideña” película de 1984, “Silent night, deadly night”, (titulado, como no podía ser de otra manera, “Silent Night”), fue como estar durmiendo una plácida siesta en una hamaca que cuelga entre dos robustos árboles en la ladera de una montaña, mientras una suave brisa acaricia nuestro rostro y nos mueve tímidamente el pelo, inmersos en un estado comatoso y dulce a la vez al que podrías acostumbrarte durante años, y que venga alguien de pronto y te de una hostia de tal magnitud que haga que te caigas de esa hamaca, que ruedes ladera abajo sintiendo cómo el roce con las piedras y la tierra, te desgarra la piel, y notar que llegas a tu “destino” totalmente ensangrentado y dolorido, pero que cuando levantas la mirada y puedes incorporarte, ves que has caído justo en medio de la mayor fiesta de todos los tiempos y te alegras infinitamente de haber pasado por el calvario de la caída y lo único que quieres es disfrutar como nunca allí, deseando poder quedarte en esa fiesta para el resto de tu vida. Pues para que me entendáis, eso es, un poco exagerado eso sí, lo que me ocurrió al ver “Silent night” en medio de esta vorágine de visionados navideños llenos de sentimentalismo.

 

“Silent night” es un slasher, y ofrece lo que un slasher puede ofrecer, ni más ni menos. Si pensamos en ella como remake, hay que tener en cuenta que no está calcado del original, hay ciertas licencias, que curiosamente convierten esta revisión en una agradable experiencia, pues el argumento, como digo, no es como el original, y aunque las semejanzas sean evidentes y se haya respetado el homenaje a ciertas secuencias míticas de la película del 84, considero que es mas acertado en el planteamiento que la original, aunque el guión se haga algo/bastante confuso, dicho sea de paso.

La trama se desarrolla en el día previo a la Navidad (vamos, en Nochenbuena), en un pueblecito estadounidense en el que se celebra el tradicional desfile de Santa Claus. En ese día de celebraciones y trajes rojos para orondos personajes con barbas blancas, un sádico Santa se dedicará a asesinar de las mas crueles maneras a quienes él considerará merecedores de tal destino (véase esposas infieles, niñas repelentes y malcriadas, vendedores de droga, pornógrafos…). En ese pueblecito, casualmente, tenemos a Malcolm McDowell como jefe de policía, haciendo de Malcolm Macdowell (como viene siendo habitual), intentado dar caza a este Santa Claus justiciero. Para ello contará con la ayuda de la agente Aubrey, que como todos adivinaréis, será la encargada averiguar quien de los cientos de Santa Claus que hay ese día en el pueblo, es el asesino, sin dejar de vivir su particular noche de paz, noche de muerte.

¿El argumento no parece tampoco muy original, no? Es que no lo es. Los personajes tampoco (planos al extremo), pero como os decía al principio, es un slasher que ofrece lo que tiene que ofrecer, y nos es otra cosa que un asesino enmascarado, buenas muertes y acción desde los cinco primeros minutos, y eso, señores, hoy en día se agradece y mucho.

Haciendo repaso hasta ahora, parece que este remake está saliendo bastante bien parado, y eso que aún no me he metido en profundidad en hablar de sus bondades!!!tic, tac, tic,tac…vamos a lo que nos interesa realmente de este subgnénero: las muertes. Sí, señores y señoras, las muertes merecen la pena. Son lo suficientemente sangrientas y explícitas para hacernos salivar, ¿es recomendable entonces, ver “Silent night” sólo por la alta dosis de hemoglobina que ofrece? Sin duda, pues esta propuesta de Steven C. Miller (“Automatic transfusión”, “The agression Scale”), es puro entretenimiento y responde al tipo de películas a las que sólo se las puede pedir que te hagan pasar un buen rato, que te mantengan entretenido desde el inicio hasta el final y que, aunque sabes de sobra que no volverás a ver nunca más, cuando aparecen los créditos finales, te muestras bastante satisfecho.

Esto es un slasher de 1,2,3, seguir las reglas (sí, también hay tetas por ahí…), no innovar, pero cumplir. No hay más, queridos míos. Ahora, si lo que esperáis es una vuelta de tuerca a la película original, o encontrar algo diferente dentro del rojo mundo del slasher, o satisfacer vuestro intelecto, pues me temo que esta tampoco es la película que vais buscando, pues el guión hace aguas por todas partes, la conclusión es confusa, no hay nada que destaque en la historia y el asesino no es el paradigma del carisma precisamente, pero, insisto, para disfrutar de una hora y media de muerte y lucecitas navideñas es perfecta, y niños, estoy segura de que si la veis en esta época, en medio del dilema de si coméis un poco de turrón más, o si reventaréis de comer directamente, me lo vais a agradecer y creo que mucho.

Ahora que acabamos de comenzar el año nuevo y nuestros buenos propósitos se acumulan en la cabeza, yo sólo recomiendo que nos evadamos un ratito y lo dediquemos a no pensar, para ello “Silent night” sí es el producto adecuado.

Tengan todos, amados lectores, un buen año y HOHOHOHOHOHO