Crítica: Posesión Infernal (2013)

La semana pasada, el sr.Bundy nos traía la crítica de “Posesión Infernal” , uno de los clásicos por excelencia y filme de culto del cine de terror que dirigiera el mítico Sam Raimi allá por 1981. Ahora le toca el turno a su esperado y controvertido remake, el cual corre a cargo, para rizar el rizo, de un debutante, el uruguayo Fede Álvarez. Servidor se adentró este pasado sábado noche en una (y es literal) pestilente sala de cine madrileña (eso si, con la mejor compañía del mundo y el estómago lleno de pollo frito), para comprobar en sus propias carnes en cual de las varias categorías de remakes con las que nos ilustró hace poco nuestro estimado compañero Max Cady, podríamos acunar a la temeraria propuesta de Álvarez... después de hora y media de metraje, y varios desmembramientos, estoy en condiciones de atestiguar, con mi mano sobre la sagrada biblia, que éste podría ser perfectamente arrojado al retrete de lo innecesario y que además, podríamos tirar de la cadena sin el menor de los remordimientos. Aunque, siendo sincero, y si me preguntáis abiertamente si me gustó la experiencia, no encontraréis otra respuesta que no sea un rotundo SÍ.

Para saber que es imposible a día de hoy, acercarse a la mítica de un producto como aquel que engendró maese Raimi hace 33 años, no hace falta tener excesivas luces, yo, no las tengo y esto, es algo que si tenía muy claro antes de entrar en la sala de cine. Vacunados de este espanto, la disyuntiva de la velada no era discernir entre si este remake podía acercarse o no, a todo lo que significó la obra original, pues como he dicho, evidente es que no, simplemente, despejar dos incógnitas. La primera, que si a pesar de conocer a ciencia cierta que la tierra es redonda, esta nueva versión del cuento del necronomicón era mínimamente respetuosa con la obra original y si tenía los suficientes mimbres como película de terror, para ofrecer hora y media de diversión después de todo, y la segunda y más importante, ¿hasta que niveles había metido la pata por no decantarme por ver la película que se proyectaba al lado que no era otra que “Oblivion”? Aunque nunca he sido bueno con los números, y a falta de ver la nuevo de Cruise & Freeman, diré que “Posesión Infernal” (2013), si bien fracasa de forma estrepitosa como remake, entendida exclusivamente como una simple película de terror del siglo XXI, cumple, y además, con creces.

Las adicciones siempre han estado, al menos para mi, muy ligadas a la obra de Raimi si nos referimos a la trilogía del libro de los muertos. Reconozco que soy un auténtico yonkie de las tres películas que la componen, las cuales debo haber visto como un millón de veces cada una de ellas. De la misma forma, Álvarez coge como pretexto estas adicciones (en este caso a la droga), para juntar a un grupo de jóvenes en una vieja cabaña en medio del bosque. Y lo hace no sin antes haberse sacado de la manga un prólogo que es ya de entrada, toda una declaración de intenciones así como un claro mensaje a cualquier fanático de la saga que se encuentre ante la pantalla: que nadie espere un remake matemático, porque aquí dos más dos no son cuatro.

Con unos cinco minutos iniciales que hacen tambalear todos los cimientos sobre los que se construyeron en su día los ídem de la obra original, y que a mi juicio, le restan muchísimo encanto a esta nueva versión, pues siempre me fascinó la forma en la que Raimi abría la puerta a todos nuestros terrores adolescentes en la historia original, desempolvando aquel viejo magnetófono que nos escupiría a la cara la llave de las puertas del infierno, para contarnos luego uno de aquellos cuentos para no dormir que a uno le cuentan de pequeño y que luego recuerda para el resto de sus días... en aquel caso, el oscuro secreto que se escondía en la bodega de la cabaña, acto de la obra totalmente reescrito para la ocasión.

A sabiendas ya de que vamos a ser testigos de un buen puñado de libres licencias, uno ya se toma las cosas con un poco más de calma, ya relaja el ojete en medida de lo posible y encara el visionado con la cabeza algo más centrada en la idea de olvidarse de prejuicios e innecesarias comparaciones, y simplemente disfrutar de hora y media de terror... ¿he dicho TERROR? Pues vaya, porque aquí es donde uno se lleva el primer chasco importante de la velada y es que contrariamente al hecho de que este nueva versión se toma a si misma mucho más en serio de lo que lo hiciera la propia película de Raimi (que ya se comenzaba a gestar en mayor o menor medida, el idílico romance entre humor y terror que caracterizaría sendas secuelas posteriores), la película del uruguayo no se acerca ni por asomo, a las cotas de terror amasadas por el filme de éste.

Lo siento, “Posesión Infernal” (2013), no es ni por asomo, la terrorífica experiencia que nos han querido vender. En este sentido, un mero sucedáneo si entramos en comparaciones. Aunque no lo haré. Solo diré que en mi opinión, la caracterización de los demonios, tiene mucho que ver, pues en busca de una puesta en escena más “realista” o actual, en esta ocasión se ha optado por una estética mucho menos bombástica, con unos poseídos que en lineas generales, carecen de carisma alguno, ni en la dermis ni en la epidermis.

Tampoco las reimaginaciones del guion consiguen sorprender lo suficiente como para alimentar el recuerdo de horrores pasados a todo aquel que se sepa de memoria el orden de los acontecimientos pre establecidos. Si bien es cierto que el nuevo giro de algunas de las míticas secuencias, resulta resultón (la escena del baño por ejemplo, me pareció brillante e incluso puede llegar a “incomodar” a más de uno), estas distan mucho, por lo general, de atesorar la capacidad de volver a ponernos el ojete tenso, pues en lineas generales, la cinta peca de no tener cosas tales como carisma o atmósfera, términos sin los cuales difícilmente, se podría entender la magia de aquello que engendró Raimi. No señores, la nueva “Posesión Infernal” no da miedo.

Otra cosa, es que visualmente sea sobrecogedora, que lo es. Y es que si algo se le tenía que exigir a tan blasfémica intentona, era precisamente que se pusieran los nuevos recursos al servicio de la historia. Y se hace, vaya si se hace. Desconozco si la versión que nos ha llegado a cines, ha sido finalmente mutilada como se comentó por la red, lo que está claro es que en este sentido, la película va sobrada. Aquí vamos a encontrar gore para aburrir (en el buen sentido de la palabra). Sangre a gorgotones y todo tipo de aberraciones carnales y desmembramientos varios que sin duda hacen mucho más llevadero un guión flojo y carente de alma, que incluso puede llegar a aburrir cuando las vísceras nos otorgan un pequeño respiro.

Otro punto a favor de la película es su no formato de montaña rusa, es decir, que el nivel de interés del filme, va claramente de menos a más, ascendencia que se hace muy patente de media trama en adelante y que alcanza la cúspide, en unos últimos quince minutos que todo hay que decirlo, son de órdago, de largo, lo mejor de la cinta. Si el prólogo fracasa en su intentona de innovar, el epílogo es para sacarse la polla y comenzar a tocarse. Incomodo y rebosante de toda la tensión que ha brillado por su ausencia en el resto de la obra, el nuevo alter ego en femenino de Ash Williams, nos regala un tramo final que le deja a uno aplastado contra la butaca al tiempo que hace bueno aquello de que las cosas no son como comienzan, sino como terminan, y el sabor de boca (a sangre) que se le quedó a servidor al término de la proyección, fue bueno, incluso podría haberme relamido los dedos, cosa que me encanta hacer cuando los tengo impregnados de algo dulce.

¿Remake innecesario? Sin duda alguna. ¿Se acerca a la original? Ni de coña. ¿Terrorífica? No más que cualquier película de terror actual que pueda verse en nuestras salas cinematográficas. PERO... ¿Disfrutable? Mucho.

Esta pierna es mía y me la corto si quiero: Su extrema violencia y los últimos 15 minutos, APOTEÓSICOS.

 

He pasado más miedo abriendo una castaña cocosa: Divierte, pero no aterroriza. Las caracterizaciones de los poseídos no están a la altura del resto de efectos visuales, el guion, soporífero cuando carece de aliño rojo sangre y el desvirtuador trato que se le da al Necronomicon Ex-Mortis.