Crítica: Nurse 3D

La seducción es un arte. Y no es algo que se aprenda, o lo tienes, o no lo tienes. Y de la misma forma que hay personas que nacen con ese preciado don (aunque al final el éxito del mismo dependerá mucho de como y sobretodo de con quien se utilice), hay películas que ya lo hacen, seducir, mucho antes de desnudarse en la pantalla (y nunca mejor dicho en el caso que nos atañe). Ahí entra en escena otra forma de seducción, posiblemente la más importante de todas, la que mueve el mundo: la publicidad. Y si hablamos de cine, de publicidad y de seducción, tenemos que hablar de “Nurse 3D”, uno de los coitos cinematográficos más esperados de la temporada. 

Y es que la nueva película del competente homologado Douglas Aarniokoski (sus dos anteriores films: “Los Inmortales: Juego Final”, 2000 y “The Day”, 2011, me parecen ambos estupendos), es una de las seducciones más (y mejor) anunciadas/vendidas/publicitadas de los últimos años, por más que el reclamo no sea precisamente muy imaginativo. Pero a veces, y solo a veces, la imaginación, la inventiva, pueden mutar en conceptos harto obsoletos si lo que ponemos sobre la mesa son un buen puñado de abruptas curvas femeninas, porque al final, esa secretaria sexy en ligueros y sobre zapatos de afilado tacón, está por encima de todo y de cualquier otra consideración, pues somos animales y el olor a carne, es lo que nos define, aunque está sea en 2D plasmada sobre papel o su equivalente del siglo XXI: el monitor de nuestro ordenador. 

“Nurse 3D” nos llega con una de las campañas de marketing más brutales de los últimos tiempos, a lo largo de éstos, hemos sido bombardeados con una obscena variedad de afiches en los cuales, una sexy enfermera embadurnada de roja e intensa hemoglobina, nos sugería un enigmático nuevo relato de terror. Esta estampa, este póster gastado de puntas arrugadas y agrietadas colgando de la cabina de un camionero, no ha sido más que esa caricia que unas manos suaves de uñas pintadas de rojo, también intenso, nos dan en la mejilla justo antes de indicarnos con el dedo que acompañemos a su dueña a un lugar más tranquilo, al tiempo que la hemoglobina, la nuestra, comienza a acumularse en la misma zona de nuestro cuerpo. Y es que luego vino más. La trama, igual o más sugerente que los pósters, introduciendo además en la ecuación, elementos tan exportables al mercado masculino como la atracción entre mujeres. 

Una justiciera nocturna muy al estilo de aquella sensual al tiempo que letal Donna Wilkes en “Angel” (“Angel”, Robert Vincent O´Neill, 1984) que vela por los intereses de su género, ajusticiando a infames hombres adúlteros que lo único que quieren es profanar sus divinas vaginas, que para más inri, termina sintiendo una atracción enfermiza por una de sus compañeras de trabajo. 

Queda claro tras leer esta pequeña sinopsis, la cual parece extraída de una novela de Jeanette Winterson, que “Nurse 3D” es un producto pensado y concebido para hacer el agosto tirando la caña en el mar de la testosterona (por mucho que a día de hoy, la heterosexualidad esté cada vez más en desuso) así como una escusa para el lucimiento personal de sus dos protagonistas femeninas: la española Paz de la Huerta (quien aparecía hace bien poquito luciendo bastante menos sexy que en la cinta de Aarniokoski mostrando filete peludo en una revista de cotilleos) y Katrina Bowden (“Tucker & Dale vs Evil”, Eli Craig, 2010). La primera, en el papel de femme fatale y la segunda como su desvalido objeto del deseo. 

¿Pero que se esconde detrás de toda esta parafernalia pseudo-erótica? Pues la publicidad como se suele decir, sabe más por vieja que por diablo y muchas veces resulta engañosa. No sería la primera vez que se nos vende gato por liebre... peros no, esta vez no. Y es que “Nurse 3D” es precisamente todo aquello que promete, un thriller de terror con tintes eróticos que no escatima en “recursos” a la hora de ser fiel a su promesa, si bien es cierto que es esa fidelidad, precisamente, la mayor de sus miserias, pues si arrancamos de la ecuación sus dos anhelados ingredientes principales, es decir: desnudos femeninos y sangre, lo que nos queda es poquito más que un telefilme pasional de sobremesa. 

Una trama sencilla y mil veces contada, es la excusa perfecta para toda una secuencia de situaciones plagadas de desnudos gratuitos donde la española (y sobreactuada) Paz de la Huerta, que si bien no es muy agraciada, si tiene un cuerpo propicio para la ocasión, es decir, para calzarse el modelito de enfermera o cualquiera de los otros que luce a lo largo de la película y eso, que la gran parte del metraje, se lo pasa como dios nuestro señor la trajo al mundo, mostrando pechuga y filete a diestro y siniestro sin tapujo alguno. Tampoco su compañera de reparto se queda muy atrás, si bien se nos muestra algo más recatada que la ibérica. Con estas dos señoritas jugando al destape y a la seducción para terminar rindiendo recurrente pleitesía a aquella “Atracción Fatal” (“Fatal Attraction”, Adrian Lyne, 1987), se sobrellevan los manidos tópicos del thriller que dan forma a un relato previsible y poco angustioso, que solo se destapa en su tramo final cuando toda esa tensión acumulada aquí y allá, por temas ajenos a la propia historia, explota en una pequeña pero satisfactoria orgía de sangre. 

Por lo tanto, “Nurse 3D” se queda un poco, como cantaban los míticos “Barón Rojo”, en tierra de nadie. Pues por un lado, es un producto honesto, que ofrece justamente lo que prometía: erotismo y sangre. Nadie puede acusarla de lo contrario, así que aquellos que buscasen todas sus pretensiones sobre la película en la entrepierna de la señorita Paz de la Huerta, las van a encontrar. Por el otro, los que busquen algo más (o al menos en otro lugar), algo así como un film de terror que se salga un poquito de lo convencional, de lo previsible u ofrezca algo remotamente original, de no conformarse con el susodicho filete, se van a ganar el gatillazo. 

Lo mejor: La honestidad de la propuesta y su sensualidad inherente.

Lo peor: El contenido no está a la altura del continente.