sábado, 31 de octubre de 2015

Especial Halloween 2015

Queridos y oscuros pajarracos compañeros de nido: llega de nuevo esa fecha del año en la que los demás niños se ponen caretas ñoñas de payaso o vaquero para pedir caramelos de puerta en puerta mientras que yo me quito la mía para, bien descubierto, ir acojonándoles tras las esquinas oscuras con mis rasgos necesitados de exorcismo.. Por si no lo sabíais, además de niño poseído, he sido también desde siempre, un niño repelente y redicho, algo así como un “manolitogafotas” en plan hardcore y sinister, y llegado Halloween, en lugar de preocuparme en bobadas como disfraces, piruletas y canguros de pechotes turgentes cuidando solitas a bebés en caserones accesibles, me volvía loco tipo ratón de biblioteca leyendo todo lo que caía en mis manos sobre brujería, wicca, tradiciones paganas y demás cosejas relacionadas con este día, así que sí, os voy a dar la chapa un poquito, con mi mirada de niñolóquer y mi voz de ultratumba de metro diez.

Halloween es una fiesta pagana, pero a su vez con orígenes católicos. Desde el siglo IV la Iglesia de Siria consagraba un día a festejar a «Todos los Mártires». Tres siglos más tarde el Papa Bonifacio IV (615) transformó un templo romano dedicado a todos los dioses (panteón) en un templo cristiano dedicado a «Todos los Santos» que los habían precedido en la fe. La fiesta en honor de Todos los Santos inicialmente se celebraba el 13 de mayo, pero fue el Papa Gregorio III (741) quien la cambió de fecha al 1 de noviembre para que coincidiera con la antigua tradición del festival de Samhain, que celebraba el final de las cosechas y que se considera el Año Nuevo celta y así ganarse un poco a los del otro bando (como lo que está haciendo ciudadanos con pp y psoe, pero en festividad religiosa). y en el año 840, el Papa Gregorio IV hizo la Fiesta universal y obligatoria, todo muy democrático. Como fiesta mayor, pasó a tener su celebración vespertina en la «vigilia» para prepararla, y esta vigilia vespertina del 31 de octubre, día anterior a la fiesta de Todos los Santos, que se traduce al inglés como: «All Hallow's Eve», con el paso del tiempo ha ido cambiando de pronunciación, a «All Hallowed Eve» y posteriormente a «All Hallow Een» para terminar en el «Halloween» de hoy día. 

El calendario celta dividía el año en dos partes, la mitad oscura, en el mes de Samonios (octubre-noviembre), y la mitad clara, a partir del mes de Giamonios (abril-mayo). Se consideraba que el año empezaba con la mitad oscura y todos los meses comenzaban con la luna llena, con lo que la celebración del año nuevo tomaba lugar durante las «tres noches de Samonios», la luna llena más cercana entre el equinoccio de otoño y el solsticio de invierno. Las lunas llenas marcaban el punto medio de cada mitad del año durante las cuales se celebraban festivales. El calendario de Coligny marca la luna de pleno verano, pero sin embargo, omite la de pleno invierno, pues fue diseñado para alinear las lunaciones con el ciclo agrícola, y la posición astronómica exacta del Sol se consideraba menos importante. A ver, que me enrrollo y me pierdo... Vamos, que todas esas movidas que hemos visto en el cine en la que los aquelarres tenían en cuenta las fases lunares y demás, de cuento, nada.

Pues bien, Samhain era un día en el que desaparecía la frontera entre los vivos y los muertos, por lo que Halloween ha acabado designando la noche del terror, las brujas y los fantasmas, y ha perdido prácticamente todo el sentido religioso para conservar el lúdico y festivo por un lado y el siniestro y oscuro por otro. Y es que, aunque en la última peli de mi “amigo” Amenábar no te quede claro si hay brujas o no hay brujas o sí o no o... Haberlos, y que celebran esta noche con su parafernalia tenebrosa, habrálos. 

Los orígenes de esta celebración se remontan a la Irlanda celta, en el siglo V a C. Por entonces, el verano, la cosecha y el año se terminaban oficialmente el 31 de octubre, que era el principio de una nueva vida. Los Celtas creían que las leyes del espacio y de tiempo se detenían esa noche y que los espíritus podían conseguir su cometido. Durante esa noche, se creía que los espíritus de las personas que habían fallecido durante el año volvían en busca de los vivos para poseerlos durante el año siguiente y que esa era su única oportunidad para volver a la vida. Para evitarlo, cada noche del 31 de octubre la gente hacía todo lo posible para espantar a los espíritus: apagaban el fuego para que las casas estuvieran frías, se vestían con trajes macabros y tenebrosos y se paseaban por todo el vecindario a oscuras para pasar por un alma en pena. Era toda la aldea tipo Astérix como un inmenso cuarto oscuro hetero y ectoplásmico. 

Los romanos, que copiaron a griegos, a egipcios y a todos los que pudieron, adoptaron esta costumbre celta, y para el año I, el Samhain formaba parte de las fiestas romanas que celebraban el día de Pomona, la diosa de la fruta y los árboles. 

Los emigrantes irlandeses exportaron junto a sus tréboles, trenzas pelirrojas y cervezacas, su fiesta de Halloween a América en el XIX, cuando huyeron en masa de la hambruna que asoló su país. Así que sumemos celtas, druidas, romanos, cristianos, irlandeses hambrientos y yankis y nos sale el fiestorro actual, del que la mayoría desconocemos origen y verdadero significado (para mí, hubo unos años, casualmente los de universidad, en los que significaba borrachera indecente, despertar en cama ajena sin conciencia y resaca mortal al día siguiente, vamos, como una nochevieja pero vestido de pimiento morrón o de Fumanchú). 

Los paganos celtas reconstruccionistas (ojo al dato, q ue con la cienciología son de los cultos confesables más numerosos) celebran el día cocinando los platos favoritos de sus muertos, cantando canciones tradicionales, recitando poesías o bailando, (las abuelas manchegas deben ser celtas porque hacen eso, torrijas y bacalao, cantando la rosa del azafrán, limpiando las lápidas a lo Almodóvar).

Debe dejarse abierta una puerta o ventana orientada al este e invitarse específicamente a los seres queridos fallecidos a formar parte de la fiesta, no sea que se le cuelen al vecino, y además hay que dejar una vela gorda encendida en las ventanas para orientar a los muertos hacia casa. 

Y hablando de mancheguismo, otra anecdotita, la costumbre del "trick or treat" (truco o trato) no procede de los celtas sino de una costumbre europea del siglo XIX llamada “souling”, en la que cada 2 de noviembre, los cristianos solían ir de pueblo en pueblo pidiendo "pasteles de alma", hechos con trozos cuadrados de pan con pasas, de modo que cuantos más pasteles conseguían, más plegarias podían dedicar a sus muertos, cosa que aunque os suene atávica y pleistocénica, el que esto escribe ha hecho de forma parecida, cuando el dia de los santos íbamos a las monjas a por “dulcemuertos”... Así hemos acabado una generación, cucutrás perdidos... 

Por el Samhain era costumbre vaciar nabos(ejem), y posteriormente calabazas (tradición irlandesa) para ponerles dentro velas. Varios siglos después, esta tradición (que renace en la actualidad gracias al movimiento neopagano) tiene continuidad en el actual Halloween. 

Aunque sobre la religión céltica y de los druidas no se sabe mucho, por no decir nada, pues no hay registro escrito al transmitírse oralmente de generación en generación, el Samhain ha vuelto a celebrarse en multitud de círculos y regiones, como las diásporas irlandesa y escocesa, Galicia y Asturias, tierras célticas y de tradiciones atávicas. El profesor Rafael López Loureiro es uno de los grandes responsables de la recuperación y redescubrimiento de estas tradiciones en nuestras cornisa cantábrica y en las hermanas islas británicas. 

Pero como ya he dicho, aunque llevo ya unos años viviendo en el norte soy más manchego que las gachas, y por allá abajo también tenemos nuestras costumbres, tipismos y rarunerías varias, así como palabros únicos que no puedo pronunciar sin partirme de la risa. Uno de ellos, también relacionado con la noche de los muertos es “manflorita”. A los niños de los ochenta ya no se nos asustaba con el coco, el sacamantecas o el hombre del saco, se nos decía que si íbamos solos y a oscuras por las veredas nos podía pillar el manflorita. 

Años después descubrimos que la palabra, mancheguizada, era “hermafrodita”. Y más de uno que yo conozco se hubiera perdido gustosamente por esas veredas, de saberlo. 

Bueno, cubierto el cupo de folclore y rollete histórico-místico-festivo, voy a hacer lo que se debe en este amado nido nuestro, recomendáos dos pelis de temática Halloween, a cual más distinta. 

En primer lugar y para los menos exigentes os traigo “Pay the Ghost”, americanada de este 2015 dirigida por Uli Edel, director alemán habituado a realizar miniseries de TV y telefilmes a lo “Brumas de Avalon”, “El reino del anillo” o “Houdini” pero que también ha hecho sus pinitos en el ciune serio, con "R.A.F. Facción del Ejército Rojo", que fué nominada al Óscar a la mejor película extranjera en 2008, e incluso en el prehistórico comercial, con “El cuerpo del delito, en el 93 con Madonna y Willem Dafoe. 

La peli, basada en un librito de Tim Lebbon y con Nicolas Cage al frente del reparto, en uno de esos papeles que todo el mundo critica pero que realmente le vienen que ni pintado, el de padre con ceño fruncido preocupado/desesperado que o bien tiene que salvar el mundo, o encontrar un tesoro o impedir una mega conspiración. En este caso es un profesor que tiene que buscar a su hijo durante un año entero ante la ineptitud policial después de que fuera secuestrado la noche de Halloween por un ente mitológico celta. 

La peli, como supondréis no es ninguna joya, pero se deja ver, a pesar de ser previsible, gracias a una fotografía y FX de Sharone Meir malillos pero muy resultones y evidentemente por su componente Halloween. 

Le pongo un cinco, porque para la noche de las calabazas me viene al pelo. 5/10 

Y ahora sí, para gourmets selectos, para tiparracos goréfilos y juguetones como yo, os recomiendo ENCARECIDAMENTE, “Gravy”, peli del año pasado de James Roday. Un festival de tripas y muchísimo humor negro del bueno bueno plagado de cameos y caras conocidas que no puede resultar más encantadora y disparatada. Yo la he visto ya tres veces y no dejo de reírme. 

La historia transcurre también en la noche de Halloween, en un restaurante mexicano en el que se cuela un trío de caníbales insaciables y cinéfilos con preferencia por la alta cocina. 

Junto al sexy tierno protagonista, Michael Weston (ay, omá) y la magnética y raruna Lily Cole, que están para comérselos (ejem), tenemos entre otros a Jimmi Simpson, Sarah Silverman, Lothaire Bluteau, Gabourey Sidibe... 

La banda sonora, una de las más divertidas de la historia, es un recopilatorio de temas fricazos entre los que os recomiendo, para esta noche de difuntos como politono el “Disco Bloodbath Boogie Fever” de una de esas devociones personales mías que es el inmenso Alice Cooper. 

A esta le casco un nueve, porque soy un niño demoniaco pero generoso y me encanta el buen humor macabro, y de eso hay mucho. 9/10 

Y nada más, queridas criaturas oscurillas, cuidáos de los payasos, los manfloritas y las máscaras blancas y cuchillos afilados, que en esta noche todo, todo, todo, puede pasar...


2 comentarios:

Patrick Bateman dijo...

La comparativa entre partidos al principio, me ha encantado. Y muchas cosas que no sabia sobre la festividad, aunque mañana con mi escasa memoria no me acordaré ni de la mitad, siempre podré volver al artículo cuando necesite saber algo. Lo de Gravy lo tendré en cuenta, no la conocía.

Missterror dijo...

Bueno Damien, como siempre, eres un pozo de sabiduría y anécdotas que el resto de mortales desconocemos.
Grande este artículo sobre una festividad, que cada vez adoptamos e interiorizamos más como nuestra. ¿Qué quieres que te diga? A mi me encanta!!! Me gusta poder comprar todas esas cositas de decoración que para mi hay que dejar todo el año, porque me fascinan. Me encanta disfrazarme, me encanta ir a la mejor fiesta de Halloween que se hace en mi ciudad, me encanta cocinar recetas dulces y decorarlas siniestramente, me encantan los maratones de películas de Halloween (aunque sea ya viejoven y me quede dormida ya en la primera). Para mi Halloween, pese a todas las tradiciones a las que viene asociado este día, como nos cuentas, es pura fiesta, nada más, que los muertos están bien donde están.
Yo me quedo con tus anécdotas manchegas y con ganas de probar los "Dulcemuertos", que tiene pinta de ser algo así como los huesos de santo o los buñuelos, pero que seguro que estaban riquísimos.
Respecto a las películas que mencionas, no me atrevo a ver ninguna de las dos, por mucho que a "Gravy" le hayas cascado un 9 ;)

Saludos

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