martes, 12 de enero de 2016

Crítica: Maggie

Si hace unos cuanto años atrás me hubieran dicho que el por aquel entonces gobernador de California Arnold Schwarzenegger retomaría su carrera cinematográfica, no habría dado mucha credibilidad a tal afirmación, pero si además me hubieran dicho que el tipo protagonizaría una película alejada de la comedia (recordemos que el austriaco ya hizo sus pinitos en el género con la estupenda “Los Gemelos Golpean Dos veces” (“Twins”, Ivan Reitman, 1988), la entrañable “Poli de Guardería” (“Kindergarten Cop”, Ivan Reitman, 1990) o las bochornosas “Junior” (“Junior”, Ivan Reitman, 1994) y “Un Padre en Apuros” (“Jingle All The Way”, Brian Levant, 1996)) en la cual, no se cargase a nadie (al menos, a nadie vivo), directamente me lo habría tomado a cachondeo. Pero si algo he aprendido de la vida, es que esta da muchas vueltas, tantas, que nunca está de más, llevar una caja de Biodramina(c) encima.

“Maggie” no solo significa el debut tras las cámaras de Henry Hobson, también el de Schwarzenegger en el género de terror y para ser más concretos, en el de los muertos vivientes... al menos, en apariencia, pues en realidad y pese a toda la parafernalia, “Maggie” tiene bastante más que ver con el drama, que con el terror, recorriendo muchos de los senderos que ya frecuentara el año pasado el español Miguel Ángel Vivas con “Extinction”, otra en apariencia película de terror que terminaba siendo en realidad un drama familiar en toda regla sobre las siempre complicadas relaciones humanas, por mucho que en su tramo final se metiera en vena un chute de hollywoodismo y lo flipara.

“Maggie” utiliza como telón de fondo la enésima infección sufrida por la raza humana en la cual, los infectados terminan mutando en zombies para luego recrearse en lo aquí realmente importante, la relación entre un padre y su hija enferma en un viaje que explora cuan fuertes son los lazos de sangre y hasta donde estaría dispuesto a llegar un padre por un trozo de su costilla (otra vez). Una historia sobre el amor, la certeza de la pérdida y sus consecuencias que nos muestra a un Schwarzenegger completamente distinto a lo que nos tiene habituado, mediando con registros hasta la fecha desconocidos o muy poco habituales para él y donde en contra de lo que podría parecer a priori, consigue brillar con luz propia con una interpretación sin alardes, pero sobria, emotiva y sobretodo, convincente. Schwarzy demuestra saber manejar el silencio y los tempos, para transmitir tanto con la mirada como con la expresión corporal sin necesidad de tener que recurrir a libreto alguno, algo que sin duda podría haber significado su mayor talón de Aquiles a la hora de abordar el personaje.

La popular Abigal Breslin (otra de las supuestas niñas prodigio engendradas por el actual Hollywood en la probeta de la precocidad) recupera bastante de la mucha credibilidad perdida con aquella broma de mal gusto titulada “Final Girl” que a tantos horrorizó el pasado año (a mí el primero), con un trabajo en “Maggie” donde roza lo brillante y consigue construir junto al gigante austriaco, un binomio interpretativo lo suficientemente sólido como para llevar todo el peso de una propuesta tan atípica y arriesgada como ésta, un osado equilibrismo sin red entre dos géneros tan dispares como el drama de sobremesa para madres y el cine de zombies. Y es que “Maggie”, por sus características, difícilmente puede satisfacer a ninguno de los dos públicos.

Como película de terror, nada de nada. El aficionado al género poco jugo le puede sacar a una película construida sobre una historia tópica y mil veces vista. Ese conocido, amigo o familiar que es mordido por un podrido y al que tenemos que enterrar en vida. Situación tipo del cine de zombies que ha sido mil y una vez explotada (y mejor) dentro del subgénero, por lo que los que ya tengan un recorrido en este sentido, no encontrarán excesivos motivos para entrar en el juego dramático. De la misma forma, si es TERROR lo que buscamos, tres cuartos de lo mismo y es que en “Maggie” apenas hay concesiones al género más allá de su apocalíptica puesta en escena y alguna que otra caracterización decente. No es un problema de incapacidad, simplemente, no se busca aterrorizar al espectador, sino conmoverlo.

En el otro lado de la ecuación encontramos a esa madre asistiendo horrorizada a un escenario completamente nuevo para ella. Una fantasía distópica sobre la muerte y el fin de la raza humana que desde luego, no sería el escenario idílico en el que una madre quiere ver desarrollada su dosis de ficción trágica semanal. Difícil se antoja que esa madre pueda disfrutar de las miserias de esta familia con semejante tinglado montado a su alrededor y con la niña enferma amputándose miembros del cuerpo y devorando animales salvajes en el bosque.

Estamos por tanto ante una cinta que se pierde entre dos tierras y que termina resultando estéril para cualquiera de sus dos públicos potenciales. Demasiado ñoña para los amantes del terror, y demasiado aterradora para los que busquen cobijo en las emociones varias del drama. Una vertiente, la dramática, por cierto, que tampoco termina de funcionar pese al buen trabajo del elenco protagonista (al que habría que sumar a una siempre expresiva Joely Richardson), pues en ningún momento se atreve a salirse de lo convencional y por lo tanto, no le queda otra que tirar de los clichés del género, supongo que por miedo a adentrarse en terrenos excesivamente perturbadores que la alejaran de su naturaleza de terror naif para todos los públicos con ascendencia “marujil” (si se me permite la expresión).

Técnicamente poco se le puede reprochar. La puesta en escena si está muy acorde con lo que se espera de una historia como ésta. Gris, triste, deprimente, oscura... muy zombie de nueva cuña como lo que hemos podido ver en otros apocalipsis recientes, quizás con el de Boyle como reflejo más reconocible en el espejo. Todo vestido de ese modernismo independiente tan actual donde algunos de los fotogramas parecen sacados de un anuncio de compresas en un intento de edulcorar con embudo el horror de una cruda realidad que acecha más allá de las imágenes y de la minimalista banda sonora para barbudos con gafas de pasta y pantalones de pitillo.

Una película tópica pero atípica, difícil de clasificar y más difícil aun de disfrutar que se cobra un peaje demasiado elevado cada vez que transitamos de un universo a otro para al final no dejar a nadie contento y que mucho me temo aburrirá a unos y repulsará a otros, para solo encontrar momentos de calma y consenso en su preciosista puesta en escena y en el buen hacer de su sorprendente reparto protagonista. Únicos puntos de coherencia para una propuesta no solo incoherente, también imposible. ¿Curiosa de ver? sí. ¿Recomendable? No seré yo quien lo haga.

Nen, dime que eso que hay en mi drama que tiene pinta de zombie, se mueve como un zombie y gruñe como un zombie, no es un zombie (Lo mejor): Su bonito empaque tanto visual como sonoro y la posibilidad de disfrutar de Schwarzenegger desde una perspectiva completamente diferente de la habitual.

Tío, dime que eso que le sale de los ojos a Schwarzenegger no son lágrimas (Lo peor): Ni aterra, ni conmueve, al menos, no en el orden que debería. El edulcorado desenlace, buen ejemplo de esa zona auto complaciente en la que está instalado todo el metraje.


6 comentarios:

Missterror dijo...

Rector- Un quiero y no puedo en terror y un quiero y no puedo en drama. Aburrida y sin alma, ya no digo vida, sino alma, que es básico para conmover o remover por dentro. Un experimento fallido sobre la dureza de la pérdida inminente que no aporta nada más cualquier otra película de sobremesa con una temática parecida, como puede ser la enfermedad de un hijo, pero sin el dramatismo del que suelen hacer gala estas. ¿Contenida? Vuelvo a la falta de alma...Poco cuenta una historia que no transita por las emociones humanas como debería y que queda cojo a la hora de mostrar tanto transformación,como observación de la transformación.
Lo que rescato es la actuación de Swarzy que me pareció muy correcta. Abigail Breslin no me gustó tanto como a ti, debe ser que la he cogido ya tirria después de lo de "Final Girl" y "Scream Queens".
Una película que resulta aburrida y no es porque sea de digestión lenta, es porque es aburrida, sin más. Muy complicado verla después de comer y no cabecear varias veces...

Saludos

El Rector dijo...

Missterror, al menos no se puede decir que haya supuesto una GRAN decepción, pues esta mezcolanza imposible de géneros, se veía venir que no iba a funcionar demasiado bien, pese a mi fe infinita en el austriaco, que, por otra parte, en absoluto es culpable del pobre resultado final de la película.

Yo a la niña no la vi mal... supongo que el hecho de venir de donde venía, con el listón tan bajo, jugó en su favor.

Saludos.

ENRIQUE dijo...

A mi me gustó mucho. Es un giro total a la carrera de Arnie y demuestra que la niña de "Pequeña Miss Sunshine" sigue eligiendo buenos papeles. El problema es que mucha gente pensó en la fórmula Arnie+Zombies y ya se imaginaron un Resident Evil con tortas como panes. Aquí tenemos una película sencilla que no busca ser espectacular porque la historia ya te mantiene enganchado.

El Rector dijo...

Enrique, de eso no hay duda. Y no hay duda tampoco de que solo por ver a Schwarzenegger en un registro tan poco habitual, ya merece la pena el visionado, al menos, como "curiosidad".

Yo no esperaba nada parecido a "Resident Evil" (de ser así, ni me habría acercado), pues la sinopsis ya dejaba claro de que los tiros iban por otra parte. Esperaba lo que es, un drama, el problema es que esperaba uno que fuera realmente duro y emocionante y, al menos a mi, no me lo ha parecido. Te lo dice alguien, que suele ser de lágrima fácil en lo que al cine se refiere y con "Maggie", en ningún momento he tenido que recurrir al recurso de "se me ha metido algo en el ojo", por lo cual, no puedo tachar la película de otra cosa que no sea de fracaso.

Sobre la historia, tampoco le he visto el gancho por ninguna parte. La premisa es interesante, pero por esa falta de "punch" que comento en la crítica, no se acerca ni por asomo a la dureza y crudeza que necesitaría un drama de estas características. Si a eso le añadimos que no nos depara la más mínima sorpresa, pues nos queda una trama simplona y bastante anodina, que se limita a divagar durante hora y media sobre el mismo concepto sin llegar a profundizar en él en ningún momento.

Sobre la pequeña Miss Sunshine... "Zombieland", "El Juego de Ender", "Maggie", "Final Girl"... permíteme que ponga en entredicho su buen ojo a la hora de escoger papeles... y conste, que aquí me parece que no lo hace nada mal.

No coincidimos mucho pues, pero me alegra que tu hayas sabido disfrutarla bastante más que yo.

Saludos.

Guadaña dijo...

Película triste, melancólica, lenta y ha ratos aburrida. El amor de un padre por su hija, la aceptación lenta y dolorosa de lo inevitable, de la transformación de su hija en monstruo, del amor en dolor…

Notas de piano y truenos acompañando escenas “grises”, preocupaciones de una crisis, desesperanza, ni un atisbo de esperanza, resignación, ¿conclusion? Un drama del copón.

!Saludos!

El Rector dijo...

Guadaña, el problema no es su condición dramática, más bien que no termina de explotarlo en clave de terror, asomándose más de la cuenta a terrenos telefilmeros y lo peor de todo, desaprovechando una interpretación del copón del ex-gobernator.

Saludos.

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