Crítica: Langosta

Raro, excéntrico, venido a más, genio, quiero y no puedo… Todos estos calificativos se unen para presentar a, Yorgos Lanthimos. Y sí, todos ellos son ciertos en algún momento. Director de origen griego, de tan solo 45 años, que perturba y gusta a partes iguales y que me mantiene en una relación de amor-odio de la que veo difícil salir. Sus ritmos siempre me han resultado exasperantes. No es que yo tenga problema alguno con los ritmos lentos, pero Lanthimos los combina con unos diálogos, cuanto menos robóticos, que crean un tempo pianissimo en la acción llevado al extremo. La sensación que siempre me causa es la de no estar entendiendo un carajo de lo que está ocurriendo.

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“la firma Lanthimos, está clara. Diálogos totalmente carentes de emociones, de empatía, absolutamente mecanizados”

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Todo esto, sería la parte del odio, pero con Lanthimos también hay amor. Una atracción cual polilla a la luz que hace que me acerque hacia su siguiente obra con un cuenco de palomitas y otro de resignación. Porque con Lanthimos no hay sorpresas. Sabes a lo que vas.

En “Canino” (2009), y “Alps” (2011), nos presenta dos realidades. Una totalmente alterada por unos padres enfermizos que crean una realidad paralela de la que los hijos esperan poder salir un día y otra en donde personas quieren entran en realidades paralelas en donde ocupan el lugar de fallecidos. Según el propio Lanthimos, ambas cintas se contra posicionan entre sí y, aunque el éxito cosechado por ambas fue muy dispar, la firma “Lanthimos”, está clara. Diálogos totalmente carentes de emociones, de empatía, absolutamente mecanizados. Planos cortos con o sin sentido, que bien explican, bien crispan por igual. Bandas sonoras escogidas para dar de forma precisa, los golpes líricos que su narración precisa. Y digo “su”, porque la forma de narrar de Lanthimos es suya y sólo suya. Es inevitable el acercarse a su obra y pensar en algún momento que sólo él entiende el sentido de la misma.

Con “Langosta” (2015), la película que nos ocupa, quizá se pueda decir que es la obra más “divertida” de este director.

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“puede que la intención de Lanthimos no fuese la de mantener el intríngulis, sino la de poner claro desde el principio la posición de las dos sociedades que se nos presenta”

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Vamos a ponernos en situación. Todos estaremos de acuerdo en que tener a alguien que nos quiera, que nos comprenda, que nos acompañe, es algo estupendo que todo el mundo debería experimentar alguna vez. Pero, también lo estaremos en que, ese amor, esa comprensión, nos puede llegar de muchas formas, puede ser un familiar, un amigo, una pareja sentimental. Lo más importante es que esa otra persona no sea una necesidad, sino un complemento a nuestras vidas. Algo bueno en ella que sumas al resto de cosas buenas. Pero ¿y si no pudiésemos elegir?, ¿y si fuese obligatorio tener a alguien y no bastase con que fuese un familiar o un amigo?

Imaginad un mundo en donde tener pareja no fuese una elección, sino una ley. Esto es lo que nos presenta “Langosta”, una sociedad en la que estar soltero, es estar al margen de la ley. Toda persona adulta en situación de soltería, será recluida en un hotel. Tendrá 45 días para encontrar una pareja. En el caso de que no lo logre, será convertido en un animal a su elección (la mayoría elige un perro, quiero pensar que es por la inteligencia y no porque pueda lamerse los boliches). Y este es el mayor error que comete Lanthimos, el destriparnos toda esta trama en los primeros minutos de la cinta. Hubiese preferido ver el comportamiento de las personas en el hotel sin saber de entrada el porqué de dicha estancia o actuaciones. La idea de la película era bastante jugosa, pero se queda totalmente insípida al sernos revelada tan pronto.

Aunque, puede que la intención de Lanthimos no fuese la de mantener el intríngulis, sino la de poner claro desde el principio la posición de las dos sociedades que se nos presenta, la de los emparejados y la de los solteros.

¡Cuidado, spoiler, leer sólo si has visto la película!

Durante la película vemos como entra en juego una crítica social en la que nadie se salva. Por un lado, el mundo de las parejas, donde se niega rotundamente el derecho a fracasar. Estos, son supuestamente “los malos”. O vives como ellos, o vives como un animal. Por otro lado, “los buenos”, los que deciden permanecer en soltería al margen de la ley. Pero tampoco la vida entre ellos es fácil, pues te niegan el derecho a elegir, a decidir si quieres permaneces soltero o si prefieres empezar una relación. O vives como ellos, o prepárate para las consecuencias.

¡Fin del spoiler!

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"En Langosta, no hay buenos y malos, hay bandos con reglas tan absurdas que hacen que nos crispemos por igual”

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En “Langosta”, no hay buenos y malos, hay bandos con reglas tan absurdas que hacen que nos crispemos por igual y creo que esto era lo que Lanthimos pretendía, que pensemos en la verdadera esencia del ser humano, el libre albedrío. O, tal vez, en como creemos estar en su posesión cuando no es así.

Todo un dilema filosófico el que nos presenta Lanthimos y encarga a Colin Farrell y Rachel Weisz el meternos en los papeles principales. Para este tipo de películas soy más del gusto de optar por actores poco conocidos, pero hay que reconocer que Farrell le da una vida especial al protagonista, logrando que no nos aburramos del todo en el trascurso de la película.

Y llegados a este punto, diréis que he perdido toda coherencia, que por momentos la pongo de cinta infumable, como a la línea siguiente de gran idea que hace reflexionar sobre la natura del Homo Sapiens. Os lo avisé, este griego es una droga de efectos raros, al igual que sus películas. Saldrás de la sala diciendo que es el mayor aburrimiento que has visto, pero no dudes en que verás su siguiente obra, la cual, por cierto, será por primera vez de producción norteamericana. Veremos lo que nos depara con “The favourite”.

Y a modo informativo, yo sería un koala. Dormir 20 horas al día y el resto comer, que le den a la humanidad.