domingo, 6 de junio de 2021

Crítica: Come Play

ASTINUS NOS HABLA SOBRE LA RENTABLE COSTILLA DE ADÁN Y OTRO CORTO QUE SALTA (SIN RED) AL LARGOMETRAJE


Come Play póster
Es interesante aludir, como inicio, a la frecuente frase que vemos en círculos muy diversos cuando hablamos de las industrias culturales en su sentido más monetario: si algo tiene éxito, da dinero. Es cierto que el mundo del cine no es el único privilegiado con esta afirmación (casi cualquier aspecto de nuestra vida cotidiana podría observarse bajo esos parámetros), pero aquí cobra una gran relevancia cuando de una serie, de unos personajes o de un corto se saca un material complementario que pretende aprovechar el tirón para expandir la narrativa o el cosmos creado en torno a la historia. Si afinamos un poco más, el mundo del cortometraje es especialmente interesante para este ejemplo, pues “Come Play” es una adaptación, precisamente, de un corto del mismo director. 

familia aterrorizada por ente sobrenatural
No es el único caso reciente en el cine de género con estas atribuciones. “Lights Out” de David Sandberg fue un corto de gran éxito que sería adaptado posteriormente con el mismo nombre a largometraje. Mientras que el primero tenía una fuerza e impulso sorpresivo maravilloso (especialmente, en su manejo de la tensión) el segundo fue una película efectista que se limitó a cumplir. Donde estaba el impacto sorpresivo ahora quedaba más de lo mismo. Idéntico fue el caso de Muschietti, flamante director de las dos entregas de la adaptación de “IT” (2017, 2019), que dirigió el corto “Mamá” (2008) que luego llevaría a la gran pantalla en formato largo de la mano de Guillermo del Toro en la producción del mismo nombre (2013), con tres cuartos de lo mismo: película del montón, con dinero detrás y poco impacto para quedarse en la retina del espectador con el paso del tiempo. De hecho, ha envejecido bastante mal, y un revisionado puede ayudar bien a percatarse de ello. 


“construida sobre bases arquetípicas y un drama demasiado evidente que no suma al cómputo global. Pero no todo es malo. El hecho de que el protagonista sea un chico autista permite explorar situaciones muy interesantes” 


niños contra monstruo sobrenatural
Dos ejemplos claros en el cine de género en los que aparece inspirarse “Come Play” (2020), aunque aquí al menos el corto tiene un nombre bien diferenciado. “Larry” (2017) tiene una duración de cinco minutos, y si bien no tuvo el empaque de los dos cortos ya mencionados, era otro buen exponente de género. Tanto es así que Jacob Chase, su director, tuvo a bien crear del susodicho nombre la criatura que perseguirá al joven protagonista en la película, uniendo ambos elementos en torno al ser maligno. Poca obra más conocida podemos citar de él en labores de dirección, amparando prácticamente toda su experiencia en el formato breve. 

demonio saliendo de teléfono móvil
“Come Play” nos cuenta la historia de un chico autista que comienza a ver un extraño espíritu que le atormenta desde todo tipo de dispositivos electrónicos, y nos sitúa en el difícil contexto de comunicación que este vive con el resto del mundo en general y con su madre en particular, el otro personaje protagonista de la película. Con estas reminiscencias es fácil acordarse de otra película pareja de la que toma numerosas semejanzas: “The Babadook” (2014) también explicitaba una relación materno-filial como eje central del desarrollo de la trama, monstruo uniforme vinculado a un libro (invocación mediante) y del que poco o nada se explica a lo largo del metraje y la focalización dramática en la maternidad y la crianza. Cuestiones centrales que en la obra de Jennifer Kent tienen un tratamiento exquisito (y una ambientación sobresaliente), y aquí no dejan de ser meros testigos de una película construida sobre bases arquetípicas y un drama demasiado evidente que no suma al cómputo global. Pero no todo es malo. El hecho de que el protagonista sea un chico autista permite explorar situaciones muy interesantes acerca de esta afección, y la película se nutre bien de este contexto. Llama la atención y se aleja de otras películas del mismo corte. ¿Es suficiente? No lo parece. 


“Hay demasiada tela sin cortar en una película que no justifica su duración más allá de una concatenación de sustos orquestados con mayor o menor acierto que terminan por aburrir” 


ilustraciones de demonios
Hay demasiada tela sin cortar en una película que no justifica su duración más allá de una concatenación de sustos orquestados con mayor o menor acierto que terminan por aburrir. La película no comienza bien en este sentido, iniciando con una secuencia de susto que se reiterará a lo largo del filme de una u otra manera. Creo que cualquier película de género que se precie no debe mostrar sus cartas de esta manera en los primeros minutos, y es que sin situarnos en un contexto determinado solo va a servir para que nos quedemos con cara de extrañeza y no sepamos de qué va la cosa. Lo mismo sucede con el final, con una carga dramática que concluye de forma exabrupta y demasiado buenista para lo que hemos visto el resto del tiempo, como si diese la sensación de ser un filme diferente. 

Hay dos puntos más sobre los que detenerse. El primero es el interés que muestra el director porque todos los sustos vengan siempre de fuentes tecnológicas, amparándose en todo tipo de dispositivos que se usan con mayor o menor ingenio para ofrecer una camada de saltos a golpes de efecto sonoro que resultarán pesados en su conclusión, pero interesantes en su desarrollo: una cámara externa aquí, una voz de un televisor allá o un dispositivo móvil tecleando cosas solo. Todo vale para intentar diferenciarse, pero el problema vuelve cuando es un machaqueo constante de lo mismo: podemos envolver las cosas de manera diferente, pero si sabe igual es complicado ser competente. 


“No es una buena película, no tiene un diseño de producción potente, ni momentos de terror, ni capacidad para abordar una trama interesante que pase del entretenimiento más solícito” 


niño jugando con un espíritu malvado
El segundo punto son las interpretaciones. Anodinas en el papel de Gillian Jacobs, que tiene aquí un papel con fuerte carga dramática tras sus pasos por las comedias románticas en el caso de “Love” (2018) y desfasadas en el caso de “Ibiza” (2016), ambos productos de Netflix. Positiva, por otro lado, en el papel del chico, que ofrece gestos y expresiones convincentes y realistas. Del resto del elenco poco podemos decir, tanto por su papel testimonial como por aportar bien poco al lucimiento de la película. 

En definitiva, “Come Play” deja sensaciones insatisfactorias. No es una buena película, no tiene un diseño de producción potente, ni momentos de terror, ni capacidad para abordar una trama interesante que pase del entretenimiento más solícito. Solo merece interés cierto esfuerzo por abordar el tema del autismo desde la perspectiva del chico, pero acaban siendo demasiadas escenas repetidas, y el uso de los aparatos tecnológicos para dar unos sustos demasiado evidentes. Sin más ni menos. Hay demasiadas propuestas potentes del estilo para pararse a echarle un vistazo, pero queda en elección de cada uno. Desde luego, no es lo mejor a encontrar.


1 comentarios:

Krueger dijo...

A pesar de lo rápido que se vuelve reiterativa y de lo evidente de sus referencias, personalmente disfruté de este monstruo que prefiere el Kindle al papel de toda la vida. Quizás me pilló flojo o quizás tengo mucho cariño a Gillian Jacobs, tras Community y Love, pero para mí no es una cinta de suspenso.


Saludos!

Publicar un comentario

¿Tienes opinión? No seas tímido/a y compártela, pues en la diversidad está el gusto. Eso sí, intentemos no destriparle la película a nadie y avisa de SPOILERS al resto de lectores/as siempre que tu comentario los contenga. De no ser así, este será eliminado. Gracias.