domingo, 25 de septiembre de 2022

Crítica: El Final de Damien

ASTINUS NOS HABLA SOBRE EL DESENLACE DE LA DEMONIACA TRILOGÍA INICIADA POR RICHARD DONNER


Terminada de ver toda la saga (incluyendo la proscrita “La Profecía IV: El Renacer”, un esperpento directo a televisión que funciona como falsa secuela imposible de tomarse en serio, o el blandito remake de 2006 que no es otra cosa que un calco mal ejecutado de la obra de Richard Donner), me encontré con el documental “666: 'The Omen' Revealed” (2000, J.M Kenny) en el que se hablaba especialmente de la ejecución y producción de la primera película, pero abarcaba igualmente los planes de futuro que se tuvieron para sus secuelas. Curiosamente, “The Omen” se planteó como una gran saga de siete películas en la que fuéramos viviendo las aventuras y desventuras de Damien en su camino hacia la conquista del mundo. Aquello quedó reducido finalmente a tres filmes, algo que hoy en día se agradece. En otro mundo paralelo, podríamos habernos encontrado un Amityville 2.0, una secuencia nefasta de películas a cada cual peor sin orden ni concierto, de la que solo se salva la primera y gracias.


“Sam Neill protagoniza la película y casi todos los minutos de esta. En línea con los filmes anteriores, es un deleite disfrutar de sus gestos, miradas y monólogos” 


El caso de “The Omen” (1976), como ya analizábamos en sus dos películas anteriores, es diferente. Aunque se cambió de dirección en las tres películas, la producción se hizo con elementos (y presupuestos) afines, manteniendo siempre un ejercicio de estilo más o menos parecido en el que, con más o menos gracia, hay elementos suficientes para sentirse parte de un tronco común. Quizás el punto que más fortalezca la trilogía son las muertes, escabrosas siempre, líricas en su expresión metafísica (esa sensación de que el demonio es una fuerza que mata a través de casualidades o fenómenos naturales) y con un número más elevado que dos películas de “Final Destiny” juntas. 

“El Final de Damien” se estrenaba en 1981 con la peculiaridad de dar un salto de veinte años en la historia tan solo tres años después del estreno de la segunda parte. En connotaciones actuales, el primer punto negativo (y no demasiado achacable) es mostrarnos un mundo que atestigua poca evolución en tan amplio sentido de tiempo, aunque la película siempre juega a ser muy ecléctica con los detalles de escenarios, tecnologías, etc. lo que siempre es de agradecer. Salvando ese pequeño bucle temporal extraño, las congruencias del tiempo pasado van acordes con el guion y no hay fallos en el manejo de los tiempos (la edad de Damien y los sucesos casan con las películas anteriores). En este caso, siguiendo una línea temporal definida, nos encontramos con el antagonista en pleno uso de sus poderes, consciente de ser uno de los hombres más ricos del mundo, con un cargo político importante y dispuesto a hacerse con el ejercicio del poder en la vida política del país más poderoso. Todas las acciones que realizará para ello será el leiv motiv de la película, en la que entramos, por un lado, en la maldad del protagonista y cómo esquiva un obstáculo tras otro para alcanzar su objetivo y, por otro lado, en la persecución del elegido para derrotarle, una suerte de enviado del bueno de la película al que quiere matar cuando nazca para así no desaparecer como señor del mal. En los dos filmes anteriores los intentos de la Iglesia por derrotarle llevaban consigo una derrota tras otra, pero aquí el final será bueno, con un toque mesiánico algo extraño que, sin ser lo deseable, no le resta interés. No adelantaremos spoilers del mismo, pero llamará la atención más allá de gustos. 


“El Final de Damien es una conclusión correcta, que continúa la estela de las dos entregas anteriores tomando las referencias adecuadas” 


Los síntomas de agotamiento podrían resultar coherentes, pero de nuevo la película se inventa mil maneras de matar al reparto, sin entrar en reiteraciones con las dos películas anteriores y convirtiendo eso y los gestos de Damien en lo más interesante una vez más. En este tipo de películas la dirección de producción y la fotografía cobran más sentido, así como el talento del director para servirnos un metraje lo suficientemente atractivo. ¿Por qué es así? Porque ya sabemos a lo que vamos. Sabemos cómo acabará. Sabemos de qué va la cosa. Queremos ver gente yéndose al infierno en manos del Anticristo, y conseguirlo con más o menos arte es lo que rompe la balanza de la película. En este caso, con menos estilo que en las dos anteriores, pero sin que ello reste en demasía. 

Sam Neill protagoniza la película y casi todos los minutos de esta. En línea con los filmes anteriores, es un deleite disfrutar de sus gestos, miradas y monólogos. Un auténtico villano que recoge el testigo de los dos actores anteriores y suma calidad interpretativa y maldad. Al actor, un trotamundos de esto del cine, lo hemos visto como Odín en la saga de “Thor”, aunque siempre le tendremos en nuestro corazón por Alan en “Jurassic Park” y, más cercano en el género, “In the mouth of Madness” (1995, Carpenter), la cual estáis tardando en ver si no le habéis echado ya el ojo. 


“Cuando la película se adentra en la cuestión divina, casi mesiánica, que culmina en un final sugerente, gana enteros y se conforma como el broche que necesita la saga antes de pervertirse” 


A su alrededor hay todo un reparto que cumple y sigue la estela arquetípica de personajes sobreactuados y alguna sorpresa que tampoco desvelaremos, pero serán poco más que peones de Damien en una espiral de muerte por las que se irán sucediendo uno tras otro. Si esto es parte de su encanto también lo es la banda sonora, que cumple con lo prometido y nos ofrece todo un abanico de sinfonías que acongojan especialmente en los momentos más turbios

En definitiva, “El Final de Damien” es una conclusión correcta, que continúa la estela de las dos entregas anteriores tomando las referencias adecuadas. Mantiene una esencia parecida, aunque la ejecución no es tan brillante y tendremos demasiado espacio de tejemanejes de Damien que no conducen a nada. Cuando la película se adentra en la cuestión divina, casi mesiánica, que culmina en un final sugerente, gana enteros y se conforma como el broche que necesita la saga antes de pervertirse. Ello no quita que no tenga algunos momentos anodinos o que se eche en falta algo más de talento en muchas secuencias a las que podría haberse sacado mucho más jugo, especialmente en el festín de asesinatos, que sufren de algo de falta de originalidad. Con todo ello, si paramos aquí, la trilogía puede ser un estupendo aliciente para no quedarnos en la primera entrega, joya y obra maestra del cine de terror.


1 comentarios:

Art0rius dijo...

Un apunte: Odin en la saga de Thor de Disney es Anthony Hopkins, Neill solo aparece actuando como Odin en la obra de teatro que monta Loki en Ragnarok.

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