"Pluto", una fiesta de acceso restringido a fans de Osamu Tezuca

ARTORIUS NOS HABLA SOBRE EL ANIME DE TOSHIO KAWAGUCHI, DANDO CONTINUIDAD AL MÍTICO MANGA DE OSAMU TEZUKA

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Para el que no lo sepa, el autor de manga Osamu Tezuka es considerado poco menos que un dios en su japón natal, y no es para menos. Sus obras, de estética caricaturesca y aparentemente infantil, ocultan guiones profundos que exploran todo el espectro emocional que se quiera imaginar. Solo por arañar la superficie de su producción, considero que su “Adolf” esta a la par o supera  cualquier obra maestra literaria con la que la quieras confrontar, ya sea cómic o libro tradicional. O podríamos hablar de su “Libro de los Insectos Humanos”, con una de las asesinas en series más terribles que me he encontrado en cualquier producción audiovisual. 

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“una trama inteligente, profunda y bien contada en líneas generales y visualmente satisfactoria a todos los niveles” 

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Y ahora viene cuando nos centramos en su “Astro Boy”, personaje de aspecto infantil que ha sido adaptado a la animación en muchas ocasiones con desigual fortuna, y que versa sobre qué significa ser un ser sintiente con unas dudas morales adelantadas a su tiempo y que es considerada una de las obras clásicas intocables del anime.  

Entenderán ustedes que cuando me enteré, hace ya 20 años, que otro coloso del manga como  Naoki Urasawa (“Monster”, “Yawara”...) iba a hacer una continuación directa de las desventuras del Astro Boy/Atom de Tezuka, pero llevándolo a su terreno tanto en lo visual como en el de género (el thriller psicológico enrevesado con buena carga política), por una parte se me pusieron los dientes largos y, por otra... no lo vi claro. La pirueta era arriesgada, y debo decir que Urazawa la sobrepasó con maestría, haciéndose suya la narrativa de “Astro Boy” y dándole un empaque filosófico y visual tremendo en su obra “Pluto” (2023). El elemento de thriller, siempre presente, es usado como herramienta para la deconstrucción de personajes que nos hace interrogarnos sobre una duda existencial: ¿Cuándo una máquina deja de ser un objeto y puede pasar a ser considerado un ser vivo?  

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“Considero que una obra audiovisual tiene que sostenerse por si misma sin necesidad de recurrir a la hemeroteca, como la adaptación de un libro a película, y esta no solo no lo hace sino que abusa de ello”

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Esta premisa es el telón de fondo de una trama que también es una critica directa, directísima, a la intervención “aliada” en Iraq en la década de los primeros 2000. Están los nombres de los países cambiados, obviamente, pero no es difícil distinguir quien es quien. Sin caer en el spoiler, el asesinato de un robot pensante que participó en la susodicha guerra da pie a una investigación en la que un robot policía se encuentra con algo mucho mas grande de lo que esperaba, incluyendo dilemas que pueden afectar su propia existencia y razón de ser.  En suma, una trama inteligente, profunda y bien contada en líneas generales y visualmente satisfactoria a todos los niveles, y con la que me he sentido más que satisfecho, pero... 

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“Una serie para fans de Osamu Tezuka que actía como una fiesta restringida a sus incondicionales, que no son tantos si lo comparamos con todo el potencial consumidor de anime y manga” 

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No es para todos los públicos, y me refiero en el sentido de que es la conclusión de una trama y unos personajes que, salvo el protagonista y un par más, están ya con un arco de desarrollo que no se molestan en explicar: No explican su origen, no explican apenas el contexto, que tienes que ir deduciendo con las chispas de información que te da la trama, y para el que no conozca la obra de Tezuka y su “Astro Boy” clásico (no las películas de los últimos 20 años, sino del cómic), hay momentos que me temo que el público en general se puede encontrar más perdido que un pulpo en un garaje. Personajes que aparecen de golpe, sin explicar quienes son y  por qué son importantes, o de donde vienen o qué relación tienen con los otros personajes tenemos más de cuatro casos. Y claro, tienes que bucear en la mitología de un manga que tiene más de 60 años para coger todas las referencias. Incluso hay algún cameo breve legendario de otros personajes clásicos de la vasta trayectoria de Tezuka, de los que no voy a hacer spoilers pero recomiendo al espectador aficionado al manga histórico que esté atento. ¿En cuanto al resto? Pues... no va a tener ni puta idea de quien es tal personaje,  y tiene las habilidades que tiene, ni por qué desaparece de golpe. Y no te lo van a explicar ni en esbozo, así que asúmelo y adelante. 

Considero que una obra audiovisual tiene que sostenerse por si misma sin necesidad de recurrir a la hemeroteca, como la adaptación de un libro a película, y esta no solo no lo hace sino que abusa de ello, y por ello no puedo darle una puntuación más elevada, y eso me da mucha, mucha rabia. Porque era una serie con potencial para estar entre lo mejor del año, tiene momentazos que a mí me hicieron caer la lagrimita y emocionarme, y un apartado sonoro y visual muy bueno, incluyendo unos rediseños/actualización del aspecto de los personajes muy bueno y una trama política muy intrincada y superinteresante. Pero lo que hay es lo que hay. Una serie para fans de Osamu Tezuka que actúa como una fiesta restringida a sus incondicionales, que no son tantos si lo comparamos con todo el potencial consumidor de anime y manga. Vaya año me está dando Netflix en animación…. 

Lo mejor: El protagonista, con mayúsculas. Las reflexiones sobre IA, de plena actualidad a día de hoy. Una trama política y scifi muy potente que engancha. Apartado técnico dinámico y muy correcto. Una gran actualización visual de personajes clásicos. 

Lo peor: Que la serie por sí misma no se sostiene si no te obliga a un trabajo de documentación previo. Un final un tanto desangelado.