lunes, 23 de enero de 2012

Crítica: Extinction The G.M.O Chronicles

La voluntad del ser humano, en ocasiones, es débil. Cuantos buenos propósitos nos auto imponemos al comenzar cada “nuevo” año de nuestras vidas. Tengo que dejar de fumar (no es mi caso, pues yo no fumo), tengo que dejar de beber (tampoco es mi caso, yo no bebo) o tengo que darle otra utilidad a un libro (que digo yo, que debe tenerla) que no sea la de posavasos sobre el cual depositar la taza de chocolate de las mañanas en frente del ordenador (y este, si es mi caso). El caso, siendo reiterativo, es que tema libros aparte, otro de mis deseos para este aun jovenzuelo 2012, era dejar de consumir cine independiente de zombies, por que amigos/as, no se vosotros/as, pero yo comienzo a estar hasta las pelotas del tema, joder, pero si encuentro mas frescura e ideas nuevas en el cine porno… quiero decir, que las encontraría en el supuesto imaginario que yo viese cine porno, cosa que como todos sabéis, no hago. Aclarado esto, que luego los de mente mas sucia pueden pensar que me gusta interpretar villancicos con la zambomba, cuando en realidad, a mi lo que me va es la guitarra eléctrica y el heavy metal… bien, pues eso, que la idea es que el subgénero zombie y yo, nos diésemos un respiro este año, ya sabéis, un poquito de espacio, un tiempo de reflexión, no se, igual sería bueno conocer a otras personas… quiero decir, ver otras películas, experimentar nuevos géneros, buscar nuevos horizontes… pero como ya he dicho, la voluntad del ser humano es frágil (en realidad dije “débil”, pero es para que veáis que tengo recursos literarios, una narrativa fresca y dinámica, aunque solo use los libros de posavasos) y a la postre, todos estos deseos se quedan en simples fantasías, sueños húmedos si queréis. La realidad es bien distinta y siempre termina poniendo a cada uno en su sitio. ¿El mío? Pues delante del ordenador viendo una peli independiente de zombies mientras dejo mi taza de chocolate encima de un libro para no dejar huella en el mueble, por que, inculto soy un rato, ahora, a instinto de supervivencia no me gana nadie, por que si mi inmaculada esposa, ve una marca de taza en la madera….

Al tajo. “Extinction: The G.M.O Chronicles”. Bajo este curioso nombre, se esconde la misma mierda (aka caca) de siempre. En este caso concreto, una mierda germana, detalle que supongo me acabó de animar a la hora de dejarme comer el coco (por no decir la polla, que quedaría feo para alguien de mi talante) por tan, a priori poco sugerente propuesta, mas que nada, por que mis últimas experiencias con el cine de género alemán, han sido bastante satisfactorias (véanse “Rammbock” o “We Are The Night”). ¿Ha valido la pena la función? Pues a mi pareja no se lo preguntéis, pues se quedó frita a los diez minutos. Si me lo preguntáis a mí, pues lo mejor que puedo decir sobre ella, es que cosas peores se han visto, lo cual, viendo como está el patio, no es moco de pavo.

La historia de “Extinction” (permitidme abreviar el título), es el mismo prodigio de creatividad e imaginación desbordante de siempre. Es decir, un virus creado por el hombre en su infinito afán de experimentación que, mira tu por donde, escapa a su control y se extiende por toda la población mundial, convirtiendo a sus buenas gentes, en zombies (aka infectados) deseosos de hacerle pupita al prójimo no infectado. Estos no infectados, o por lo menos, un pequeño grupo de ellos, se esconderán en un viejo recinto militar abandonado donde el protagonista, iba a jugar a los médicos con su hermanita cuando eran pequeños y descubrían el mundo y sus cuerpos. Pero (recordad, siempre hay un “pero”), la seguridad de la base se verá comprometida dada la naturaleza del virus, evolucionando siempre para adaptarse a su entorno y necesidades.

La cinta se abre con una secuencia en forma de ineludible manifiesto. En esta, vemos a través de los ojos del protagonista, el inicio de la epidemia. Fidedigno retrato del mal endémico que suelen compartir todo este tipo de producciones zombie “menores”: que no dan miedo. Que no producen tensión, que no son incómodas, que no están dotadas de esa capacidad de hacerle partícipe al espectador de la constante amenaza que rodea a los supervivientes, vamos, que no da “yuyu”. Grafico documento pues el de estos diez minutos iniciales, donde dicho personaje principal, se mueve entre los infectados como si lo hiciese por las fiestas del pueblo, vamos, que yo he palpado mas exaltación, tensión e incluso terror, en las cabalgatas de reyes que se hacen en mi barrio. El tío es atacado por estas criaturas mientras conduce con su coche por las calles de la ciudad y oye, ni se despeina. Va a su piso, se carga a su compañero de ídem a hostia limpia, se prepara la mochila del cole y se las pira como Pedro por su casa hablando por el móvil mientras a su alrededor, la peña se está comiendo entre ella. Joder, con esta apatía por parte del maestro de ceremonias, ¿Cómo coño nos vamos a implicar en la historia? Pues eso, no lo haremos. Este es el problema de “Extinction” (y de otros muchos títulos), la falta de complicidad con el espectador. Y claro está que, ver una película desde fuera, no es ni parecido a vivir una película desde dentro. Creo que con esto, está todo dicho.

Sabido esto, decir que la película del señor Niki Drozdowskiha, por lo menos cumple con lo mínimo que se le debe exigir a dicha expresión artística, entretener, cosa que por otra parte y sobretodo hablando de este subgénero en particular, no siempre se puede decir. No estamos ante el típico bucle cutre de viajar de un punto A a un punto B matando a zombies hasta rellenar los 90 minutos de contrato. Lo que aquí vamos a encontrar, aun y con todo, dejando  aquello de “cutre” en un platito con papel de film en la nevera y a mano, es algo un poquito mas elavorado, si no en historia, si en desarrollo y sobretodo, en personajes. No es que estemos ante un trabajo que tire la casa por la ventana en ninguno de los dos aspectos, pero si se nota un trabajo detrás de todas las situaciones (algunas funcionan mejor, otras lo hacen peor) y de la mayoría de los personajes, a los que conoceremos mas de lo que suele ser habitual en este tipo de productos pese a que algunos de ellos, les cueste quitarse de encima el tufillo a tópico. Caso del personaje principal, un tipo solitario de pasado militar, o de la chica sensible que se derrumba ante el drama que la rodea o de su padre, quien haría cualquier cosa por proteger a su hija. Pero también tenemos algo con “denominación de origen”, como por ejemplo el personaje hipocondríaco (no recuerdo su nombre) que se pasa toda la peli metido en un traje de laboratorio por miedo a contagiarse, hasta que el amor le hace quitarse la careta y en especial, la idea del virus que evoluciona para adaptarse a sus necesidades. Aquí vamos a encontrar infectados de todos los gustos y colores. Desde los clásicos zombies “romerianos” que arrastran los huevos por la plaza, hasta sus compatriotas modernos que corren que se las pelan, otros que van a la moda y saltan vallas y trepan por los muros, otros que gritan y alertan a sus compinches, etc…

¿Recomendar “Extinction”? bueno, solo me atrevería a hacerlo a los mas fanáticos del subgénero, a aquellos que les apetece interpretar un villancico con solo oler a podrido y que no quieren/pueden dejar escapar ninguna propuesta de este tipo, al resto, mejor les recomendaría dedicar su tiempo a menesteres algo mas espirituales y con algo mas de contenido, como por ejemplo, leer un libro.

Me la juego a aventurarme por las calles en medio del Apocalipsis: La idea del virus que evoluciona, la creíble interacción entre los personajes y el correcto trabajo que se esconde detrás de la mayoría de estos.

Mejor me quedo en mi casa y me vuelo la tapa de los sesos: Su nula capacidad para implicar al espectador, su justito apartado técnico y las secuencias de acción, en las cuales se hace mucho mas patente, su modesta naturaleza.


2 comentarios:

Txema Pamundi dijo...

Pero hombre, Nanditxu, es que el prota es Josechu, vasco de Donostia, por eso endiña así de bien. Y ante todo, mutxa calma. Los zombiborroka son una peste muy vulnerable, tienen esa lentitud sincronizada, tipo alineación de bolos en bolera, y esa falta de oportunidad que les hace aparecer cuando estás de txacolís echando unas risas con los colegas o cuando estás de manifa frente a la txacurra. Pues entonces pim pam pum con una viga de acero en el molondro y ya está, joder catxozombi, vas a venir tú a mordeme con lo guarros que tienes los dientes. Pim Pam Pum y sanseacabó. Y así el virus, en vez de mutar, hace mutis. Quesque hay que saber.

El Rector dijo...

Txema, como andaluz eres muy grande, pero como vasco no tienes precio.

En vez de mutar, hace mutis, dice el cabrón... jajaja!

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