Crítica: El Caballero Oscuro: La Leyenda Renace

¿Hacía realmente falta una tercera parte de Batman? Quiero decir, Nolan ya había alcanzado la gloria, ya había cogido prestadas las estrellas del cielo con sus propias manos, por altas e inalcanzables que estas parecían, y se las había guardado en los bolsillos para llevárselas a casa como quien no quiere la cosa, y no una, no, dos veces. Lo hizo primero reinventando y rescatando de los infiernos de la burla y la parodia a un personaje que hacía ya mucho tiempo que había perdido la credibilidad del aficionado al cine fantástico. Batman, muerto y enterrado después de aquellas dos puñaladas traperas dadas por Joel Schumacher, con “Batman Forever” (1995) primero y con “Batman & Robin (1997) después.

Nolan, en 2005, se adentra en el cementerio del escepticismo más inquebrantable y rebusca hasta encontrar una polvorienta y obsoleta lápida que intenta disimular su vergüenza recubierta de malas hierbas y peores recuerdos. Nolan la observa, la acaricia y aparta los hierbajos con moderado frenesí para dejar al descubierto una inscripción en la piedra, gastada, muy gastada. Dicen que uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde, que es más fuerte el sentimiento que escupe el anhelo de tiempos pasados mejores que la ciega certeza de la felicidad del momento. Nosotros, perdimos al justiciero enmascarado hace mucho pero que mucho tiempo y este joven cineasta, abanderado del talento donde las haya tras dirigir dos películas tan personales como “Memento” (2000) e “Insomnio” (2002), fue el único con las agallas suficientes como para atreverse a escarbar en la tierra con sus propias manos mientras el resto miraba hacia otro lado para recuperar del olvido una figura tan importante dentro del folclore fantástico como la del caballero oscuro, es decir, “Batman Begins” (2005). Una reinvención del propio personaje, una mirada diferente al cine de super heroes y a las adaptaciones del cómic en general que sorprendió a propios y extraños y que tendría su continuación en 2008 con otra obra de culto, “El Caballero Oscuro”.

Es por esto, que convirtiendo la saga en una trilogía, el director tenía mucho que perder y poco que ganar (porque no hablo de dinero, por supuesto), pues aquel oscuro y profundo agujero junto a la vieja y decrépita lápida, permanece intacto en el mismo lugar, solo, triste, vacío... ansioso de volver a contener lo que un día tuvo y no supo apreciar, una capa y una máscara.

¿Sería capaz Nolan de volver a bailar descalzo sobre las brasas sin quemarse? Esta es la pregunta que nos hacíamos todos los que una vez, llegamos a oler el aroma de las estrellas durante breves pero inolvidables instantes, a acariciarlas con la punta de nuestra nariz gracias a las dos películas anteriores y que ahora, más viendo algunas de las muchas instantáneas, rumores y recelos que venían de fábrica con esta nueva y por lo visto, última entrega de la franquicia, veíamos peligrar nuestro lugar de privilegio en el firmamento de la noche.

Bien. Tranquilos pues. Nadie va a bajarnos a la miserable tierra, por lo menos no ahora, y no Nolan, porque en esta tercera entrega de su Batman, no hay lugar para la decepción. El tipo lo ha vuelto a lograr ofreciéndonos 165 minutos de puro éxtasis cinematográfico donde se recupera en buena medida ese viaje interior comenzado por el personaje del murciélago en “Batman Begins” y que quedó aparcado (eclipsado diría yo), por la figura de un Joker quien en su excelencia más absoluta y tristemente irrepetible, le obligase a punta de sonrisa a hacer un alto en el camino robándole gran parte del protagonismo. Este “The Dark Knight Rises” (“El Caballero Oscuro: La leyenda Renace”) es una mezcla entre la épica emotividad de la primera parte y la aterradora perfección de la segunda, dando como resultado el mejor cierre imaginable a tan excepcional trilogía.

Y no pocas eran las dudas al respecto. De entrada, la inclusión dentro del cercano y creíble universo “real”, creado por Nolan, de los nuevos villanos: Bane y Catwoman. Desde luego, estos no parecían a priori, los más adecuados para dicha conversión u asimilación. Pero como siempre, el talento manda y cuando esto abunda, el límite lo pone uno mismo, cuando y donde quiere. Cierto que no se puede siquiera aspirar a superar al Joker de Ledger, nadie duda eso pues sería de necios, pero con esta certeza conocida, tampoco se puede negar que lo de Bane es de órdago. El tipo se carga de una hostia aquello de “Mas vale maña que fuerza” que tan suyo hiciera el Joker y no exento de ingenio, demuestra que un buen puñetazo a tiempo sobre el tablero de ajedrez, puede resultar una gran jugada. Bane es terror, es el miedo a la oscuridad de la mismísima oscuridad y eso se transmite al espectador en todas y cada una de sus apariciones, con un doblaje ALUCINANTE para el recuerdo (ya ocurrió con el Joker) que le otorga una nueva dimensión a un personaje con el que incluso llegaremos a empatizar en momentos puntuales del filme.

Con Catwoman ya habría más margen para el debate. A mi me ha gustado, puede ser que el hecho de que me cueste horrores resistirme a los encantos femeninos de Jane Hathaway, haya tenido algo que ver a la hora de decantar la balanza, pero en general, he quedado bastante satisfecho. Su personaje está bastante bien integrado en la historia y Hathaway lo dota de gran personalidad pese a la dificultad de convivir en todo momento con la soga puesta al cuello por aquellos que tan solo interpretarán su presencia como mero reclamo “comercial” o intento de paliar un déficit, el de “tía buena”, algo condenable dentro de la industria del Hollywood actual, que arrastraban las dos entregas anteriores. Quizás el mayor problema reside en su relación con Wayne/Batman. Esta no termina de resultar excesivamente creíble, muy artificial en algunos momentos. Me fascinan las relaciones amor/odio, esa ambigüedad emocional siempre da mucho juego, tanto en el cine como en otros ámbitos, pero aquí no termina de funcionar. A mi, por lo menos, no me ha llegado tanto como hubiese deseado.

El resto de personajes en la línea de lo visto anteriormente. Unos ganan algo de protagonismo (Gordon), otros lo pierden (Lucius), pero en general, se mantiene la tónica y se hace sitio a nuevas incorporaciones como las del agente Blake (Joseph Gordon Lewit), quien tiene mucho más peso en la historia del esperado o Miranda (Marion Cotillard), encargada de cargar con el peso romántico de la misma.

Nuevamente, casi tres horas de metraje que pasan como un suspiro, divididas esta vez en dos partes bien diferenciadas, una primera muy en la línea de “El Caballero Oscuro” y una segunda que se adentra más en los terrenos emocionales de “Batman Begins”, aunque esta vez con mucha más potencia de fuego, porque “The Dark Knight Rises” como buen final de trilogía, es la entrega más bombástica y con más acción y despliegue de medios de las tres, con unos planos apocalípticos de un Gotham cayéndose a pedazos que ponen la piel de gallina y un tramo final en plan “Gangs of New York” que parece orquestado por Nolan como dedicatoria personal a todos aquellos que le criticaron en su momento por la dudosa calidad de las secuencias de acción de las anteriores películas, en particular de las peleas cuerpo a cuerpo. Bien, pues aquí el director, basa el último tercio de su película en dichas peleas y ni corto ni perezoso, pone a toda la puñetera ciudad de Gotham a pegarse de hostias y a plena luz del día. Que cada uno juzgue el resultado por si mismo.

La película contiene momentos sublimes, desde el impactante prólogo inicial, pasando por las multitudinarias persecuciones (aquí los bat-cachibaches del murciélago lucen más que nunca), las peleas entre Bane y Batman (en especial su primer encuentro), el citado apocalipsis de Gotham o momentos que cautivan más desde dentro, muy emotivos, con Gordon (Oldman está sublime) y Alfred (Caine también) como principales exponentes.

En definitiva, más grande, más épica, más violenta, más personajes, más, más, más.... ¿supera lo visto hasta la fecha? Por supuesto que no, eso es imposible. Pero pese a pequeños detalles como la cuestionable presencia de Catwoman, alguna que otra concesión a la grada (tanto la parte de la prisión como el desenlace, chirrían un poco respecto a lo visto en la saga) o la ya total perdida de identidad de Gotham (más bien parece New York), no desentona, en absoluto y eso, es el mejor halago que se le puede dedicar a una película como esta.

Cine en estado puro.

Lo mejor: Contiene todas y cada una de las virtudes que han hecho grandes a sus dos predecesoras, su gran despliegue visual, la capacidad de Nolan de seguir entreteniendo a pesar de repetir fórmula y la grandiosa épica de su tramo final.

Lo menos bueno: La falta de chispa entre Batman y Catwoman y dos certezas: la primera, que no habrá una cuarta entrega. La segunda, que Wikus tenía razón en esto, este Batman, puede pelear a plena luz del día sin resultar ridículo.