viernes, 12 de abril de 2013

Crítica: La Isla

Poesía visual sobre el deseo y el dolor, dos sentimientos que van unidos con más frecuencia de la que nos gustaría. Esta película dio a conocer en Occidente al (interesantísimo) cineasta coreano Kim Ki-Duk, convirtiéndose desde entonces en un fijo de los grandes festivales de cine (Berlin, Cannes, San Sebastián, Venecia, etc.) de la vieja Europa.

La premisa de la que se parte para reflexionar de forma metafórica y con elementos surrealistas sobre las relaciones personales y los sentimientos humanos es sencilla: Una mujer (interpretada de forma magistral por Jung Suh, a pesar de no hablar en todo el metraje) regenta un negocio de pequeñas casas flotantes en una laguna donde las personas van a satisfacer sus instintos más básicos (cazar, en forma de pesca, beber, comer y practicar sexo). A este paraje llegará un hombre (interpretado por Yoosuk Kim) que huye de su pasado y entre este y la propietaria del establecimiento surgirá una relación de atracción-odio que excede los límites de lo convencional.

Sin apenas líneas de diálogo (ni falta que hacen para disfrutar de esta bella y arrebatadora historia) y decantándose por una realización visual minuciosa y repleta de sugerencias, gestos, miradas y silencios (mucho silencio) se describe de forma extraordinaria el dolor que se experimenta cuando somos incapaces de conseguir el amor de otra persona, ese objeto de deseo tan satisfactorio como pernicioso, tanto física como mentalmente.

El protagonista masculino huye de un acto violento y atroz que arrastra en forma de culpa, cuyo peso es tan agónico y tormentoso que piensa en apartarse de todo y por último quitarse la vida. La protagonista femenina, por su parte, es incapaz de comunicarse con un mundo extraño y brutal que la rodea, a pesar de ofrecer su cuerpo a todos aquellos que lo solicitan se siente aislada, vacía y sola, pese a estar estrechamente unida, ella es el verdadero sustento, a las personas que la rodean (esas casitas flotantes que forman un micro-archipiélago social). Ambos personajes y sentimientos, culpabilidad y soledad, se atraerán desde el principio y se dejarán llevar por los instintos más primarios y salvajes aunque el sufrimiento los consuma en el intento (dolor que inexorablemente nos auto-infringimos cuando amamos y deseamos a alguien). Esta dramática historia de pasión y sexo, transita entre el misticismo oriental y el sadomasoquismo más extremo (autohumillación y automutilación), y aunque cuenta con imágenes surrealistas muy potentes y sugerentes que nos sobrecogerán, todo fluye de forma suave y coherente sin caer en el hermetismo y la incomprensión de otras películas.

Kim Ki-Duk desarrolla toda la historia en un único escenario, una laguna descontextualizada de espacio y tiempo, y con escasos personajes. A pesar de ello la cinta está dotada de un detallismo enorme debido a una minuciosa puesta en escena y una fotografía maravillosa que va dotando de irrealidad el microcosmos que se nos muestra conforme avanza el metraje.

Las imágenes son de una belleza y violencia salvaje, siendo en la mayoría de los casos sublimes y desagradables a partes iguales. Algunas escenas (aunque básicamente dos) se quedarán grabadas en la mente de aquellos que decidan dar una oportunidad a esta cinta para el resto de sus días. Nunca unos anzuelos habrán provocado tantos nudos en la garganta. Me temo, no obstante, que muchos (los más fanáticos de las producciones de Jerry Bruckheimer) abandonarán la función antes de que esta acabe (pese a durar tan solo 85 minutos) debido al pequeño esfuerzo que supone juntar todas las piezas de este brillante puzzle elegíaco.

El arrebatador final con el que concluye la función, no dejará a nadie indiferente, pues es uno de los más preciosos y enigmáticos que ha dado el cine contemporáneo (y me atrevo a decir, la historia del cine). Lástima que revelarlo sería quitarle toda la esencia a esta tremenda historia. Es algo que deberéis experimentar por vosotros mismos, no obstante, para los curiosos os dejo un último párrafo.

Nota: A continuación expongo brevemente a modo de SPOILER lo que me sugiere el desenlace de la película. Los amantes, siendo conscientes de no tener cabida en el mundo que les rodea, el cual los empuja a cometer actos atroces (asesinatos), deciden abandonarlo, sumiéndose él en el sexo de ella, su sexo es su isla-refugio y ella, nuevamente sola, convirtiéndose en su propia isla-refugio, la cual se hunde lenta y de forma irremediable en la inmensidad de la mar (la sociedad).


  

6 comentarios:

Void dijo...

Gran crítica.
Impresionante película.
Como - casi - todas las de Kim Ki-Duk, poesía en movimiento, e imágenes que no puedes olvidar en la vida.

thewronggirl dijo...

Me han cogido unas ganas de verla impresionantes. Te diré uqe me he saltado la parte que ponía spoiler porque me apetece averiguarlo por mi misma. Me paso por aquí a comentar en cuánto la vea!
Gracias Max!

Max Cady dijo...

Void, tienes toda la razón, esta película (el resto de la filmografía del señor Ki-Duk también) contiene un alto nivel de lirismo y poesía visual. Elemento que puede, según la persona, jugar a su favor o en su contra. En mi caso (como el tuyo) sólo ha sumado.

TWG, espero tú opinión sobre la cinta con ansias.

Saludos y gracias por vuestros comentarios.

Missterror dijo...

Una vez Max, tengo que darte las gracias por hacer que me muera por ver una película (y esta va a mi top de pendientes). Desde luego esta es del tipo de películas que me apasionan.
Espero a verla y comento en profundidad!!!

Buen fin de semana!

alotabo dijo...

Una película muy difícil de ver, pero valiente y transgresora. Aunque no tenga gore he de reconocer que contiene escenas bestias a mas no poder.

Rul. T dijo...

Una maravilla, como todo lo que hace Kim Ki Duk.
Hierro 3 también me fascinó.

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