sábado, 14 de diciembre de 2013

Crítica: Youth Without Youth

Últimamente, Francis Ford Coppola es más conocido por los vinos que ha hecho, el legado con el que ha jugado – ha estrenado versiones restauradas de dos de sus anteriores películas, Apocalypse Now y The Outsiders – y por la dirección femenina que ha engendrado. Pasaron 10 largos años desde que el padre de Sofia Coppola estrenara su última película hasta que Youth without youth viera la luz; una empresa narrativamente ambiciosa, surrealista y suntuosa visualmente en la que ha intentado doblegar el tiempo y el espacio juntos tan nítidamente como se pliega un cisne de origami.

Es un ensamblado complejo (más cercano a un fénix que a un cisne), y por turnos, hechizante, inspirador, enervante y frustrante. El improbable material es una novela de Mircea Eliade, un prolífico historiador de religión, rumano de nacimento (1907-86), que escribió sobre el mito, el ritual, el yoga, el chamanismo y el folklore, y entre otras muchas búsquedas, trazó la división entre cómo el tiempo se experimentó por los llamados hombres primitivos (cíclicamente) y sus homólogos modernos (linealmente). Para Dominic Matei (Tim Roth), la pregunta rumana marca el centro de la adaptación de la novela de Eliade por el Sr. Coppola, el tiempo no comienza aquí y no termina allí (a pesar del inicio y los créditos de la película, algo inevitable); sino que baila como hojas dispersadas por el viento.

La historia, pues; ¿Cómo encapsular el sueño de otra persona? En un breve boceto, abre con Dominic, su cuerpo encorvado y su cabeza flanqueada por una coronilla nevosa, siendo víctima de un rayo mientras se afana por las calles lluviosas de un Bucarest de 1938. Seguidamente hospitalizado (Bruno Ganz se encarga de ello), Dominic pierde su dentadura para ver nacer una nueva y milagrosamente revertir su plenitud física, completada con una mata de pelo fuerte. Durante las siguientes décadas, a través de un neblina de escenas elípticas y a la deriva, recuerda su viejo amor (Alexandra Maria Lara), se divierte con una femme fatale (Alexandra Pirici), se asienta en Suiza, encuentra un nuevo amor (también interpretado por Ms. Lara), absorbe librerías de conocimientos, viaja a la India, habla lenguas arcaicas y toma consejo de sus intermitentes visiones dobles o alter egos, interpretados por él mismo.

En algún punto de la historia original, Dominic pregunta – a sí mismo y a sus dobles - ¿Conseguiré alguna vez demostrar lógicamente la realidad del mundo exterior? Su doble le asegura que el problema no es la realidad del mundo exterior, sino la realidad objetiva del ‘doble’ o del ángel guardián. El alter ego puede no existir empíricamente, pero existe de alguna manera, quizá como una proyección de un loco o el sueño de un hombre moribundo. (Nunca descubriremos cuál de estas afirmaciones es correcta). Sea cual sea el caso, la precisa naturaleza del doble de Dominic y las cuestiones metafísicas inspiran su trabajo lo suficiente para el papel y la pluma, en parte porque el mundo exterior citado en la historia de Eliade es, por supuesto; una proyección de algún tipo – palabras en papel, nada más.

Es otro tema completamente diferente cuando este mundo se traduce a la pantalla de un cine, donde la fantástica vida de Dominic – suficientemente sencilla de absorber en la forma escrita – coge una forma visible, un cuerpo. De repente, en vez de palabras interesantes, adjetivos y meditaciones filosóficas en la línea divisoria entre realidad e irrealidad, hay un Mr. Roth (o al menos su representación) vistiendo ropa de principios del siglo XX y presionando un muro de complicación narrativa. Parece confundido, aunque podría ser mi percepción, Coppola crea imágenes preciosas en Youth without youth – su encuadre es impecable, su sentido del color, la armonía de la proporción y la fotografía – pero muchas de estas visiones hermosas y misteriosas parecen ensueños privados, sueños todavía encerrados en la cabeza del soñador.

En parte, Coppola parece intentar poner en términos visuales la noción personal de los lugares sagrados para Eliade. En el libro, “The Sacred and The Profane”, Eliade escribe que nuestras vidas contienen áreas privilegiadas – las escenas del primer amor, la primera ciudad extranjera que visitas cuando eres joven – que revelan una realidad más allá de la existencia ordinaria. Y es porque experimentamos estas realidades diferentes, que estos umbrales – como los encontrados entre la calle y la iglesia – son de gran importancia. “El umbral es el límite, escribe Eliade; la frontera, el límite que distingue y opone dos mundos [perdón por mi traducción libre] – y al mismo tiempo el lugar paradójico donde los mundos se comunican, donde el pasaje de lo profano a lo sagrado se hace posible”. Podría estar escribiendo también sobre la calle que te separa de la entrada del cine.

No hace mucho, Coppola – cuyas películas fantásticas han sido durante mucho tiempo lugares sagrados para algunos de nosotros – escribió que su adaptación de Youth without youth se basa en la conciencia. (“La realidad en la que vivimos está más allá de nuestras percepciones inmediatas.”) Yo creo que es todo sobre películas, la mente-máquina pre-eminente de la edad moderna, y el deseo de un director más anciano, establecido y largamente-inactivo que golpee en la juventud creativa (metafóricamente) explorando las mimas preocupaciones cinemáticas que poseyeron algunos de los realizadores modernistas como Antonioni. En esta película, Coppola desdibuja los sueños y el día a día y sugiere que a través de la experimentación visual y narrativa, ha empezado la búsqueda de nuevos caminos para encontrar el significado, nuevos lugares sagrados para él que ofrecer al público. Quizá no los haya encontrado aún, pero; al menos ha despertado.
 

5 comentarios:

El Rector dijo...

¿Qué se puede decir ante semejante análisis? sencillamente, magistral. No he visto esta película y después de ver Twixt. me juré y perjuré a mi mismo, que pasaría mucho tiempo hasta que volviera a ver algo del sr. Coppola... creo por una vez y por tu culpa, WG, , voy a tener que faltar a mi palabra (al menos al agravio será solo conmigo mismo, aunque a la postre, sean estos los que dejan las cuentas más difíciles de saldar).

Saludos.

Missterror dijo...

Impresionante crítica, de la que desprendo que me temo que mi intelecto, que es bastante mas justito que el tuyo, no me va a permitir disfrutar del todo de esta obra, por falta de comprensión de la misma :) De igual manera, haré un sobreesfuerzo e intentaré entender ese mundo de las desdoblaciones y los sueños.

saludos

MAX CADY dijo...

Desde 1992 con Drácula que nada de lo que hace el señor Coppola me llama la más mínima atención, tanto es así que ni esta, ni Tetro, ni Twixt las he visto, pero lo cierto es que has conseguido TWG, con esta estupenda reseña, que me entren ganas por ver este experimento fílmico del autor de esa obra maestra, por la que siempre le estaré agradecido, que es Apocalypse Now. Sin saber por qué cuando leía tú crítica me venía a la cabeza el siempre místico y bastante indigesto Terrence Malick, lo cual me asusta (no, me aterra).

Saludos!!!!!!!!!

Unknown dijo...

Jo, muchas gracias por vuestros comentarios. Espero que os guste, pero si que es verdad que es un bucle infinito de sabiduría que se retro-alimenta, la película. Me costó seguirle el hilo porque daba unas vueltas de tuerca a todo, en cada giro de la cinta; que bueno... ojala ser Einstein!

Tiene mucho de Terrence Malick, sí, señor.

Anónimo dijo...

Una de las peliculas mas insoportables que he tenido la suerte de ver......el sillon de casa parecia de piedra,en fin jure nunca mas ver una cinta del gran Francis......salvo que haga The Godfather 4 jajajajaja

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